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  Trastorno Afectivo Estacional

El edificio enfermo
Diagnóstico sensorial de factores microambientales

por Carlos M. Requejo

En el 2007 fue noticia en todos los medios el brote de Lipoatrofia semicircularis que afecta a los trabajadores de inmuebles tan singulares como Gas Natural y Agbar de Barcelona, una plaga que se extiende a más de 400 edificios laborales sólo en Cataluña.
Hoy en día está oficialmente reconocido por el Ministerio de Trabajo que muchos edificios presentan factores microambientales que pueden resultar patógenos para los trabajadores, es lo que conocemos como Síndrome del Edificio Enfermo (SEE).
La mayor parte de la gente percibe, de manera más o menos consciente, esos factores del clima interior de los edificios que definen su confort y habitabilidad, y en la práctica todo el mundo detecta el Síndrome del Edificio Enfermo sin necesidad de instrumentos técnicos, gracias a su sensibilidad natural.

A continuación analizamos los principales factores microambientales en cinco breves sainetes:

1.- Ahaaág! Me ahogo.
Todos hemos sentido la sensación de ahogo, debida a la atmósfera cargada, al penetrar en ciertos locales. Con frecuencia la calidad del aire en un ambiente cerrado puede favorecer la aparición de síntomas como rinitis, conjuntivitis, reacciones cutáneas, y las personas más sensibles pueden presentar crisis de asma o alergias.
Esto se debe a la calidad del aire respirable dentro del edificio, donde existe déficit de ventilación, pues necesitamos 10.000 litros de aire por persona y día, y ese aire debe ser puro y fresco. Sin embargo el aire respirable dentro de muchos edificios tiene un exceso de polvo, polen, ácaros, y es caldo de cultivo de legionella o aspergillus, además de otros agentes químicos tóxicos. El informe Greenpeace sobre el polvo doméstico, encuentra más de 100 productos tóxicos en el polvo de nuestra casa.
Otros factores de confort son la humedad, la temperatura, y en particular la ionización, pues el exceso de iones positivos favorece la proliferación de agentes patógenos e incrementa las molestias descritas.
La publicidad nos ofrece ahora máquinas que fabrican “aire medicinal”, purificadores de aire, algo tan simple como el aire limpio y fresco de alta montaña, pero a un precio de mercado capitalista.

2. – ’Toy cansao, tengo “depre”…
Muchas personas que están deprimidos en casa, sienten necesidad de huir del trabajo y escaparse al bar de la esquina, deben saber que el primer motivo puede ser la necesidad de ver el sol. El primer factor microambiental mensurable es la cantidad de luz, literalmente podemos afirmar que vivimos en la oscuridad. Los “urbanitas” pasamos hasta el 80% del tiempo en entornos cerrados, casa, transporte o trabajo, unos recintos opacos, con poca o ninguna la luz solar. Frente a la escasa iluminación artificial que tenemos dentro de los edificios, entre 300 y 500 lux, la luz natural del sol nos ofrece en un día nublado más de 50.000 lux, intensidad luminosa que puede alcanzar los 150.000 lux en un día luminoso de verano.
La falta de luz natural es la causa de la aparición de la depresión otoñal (TAE), y es un factor de riesgo en muchas patologías como la fibromialgia o el cansancio crónico. En la naturaleza el ciclo circadiano de la luz, noche-día, produce una estimulación cíclica de los neurotransmisores, los mensajeros de la información entre neuronas. A través de la glándula pineal nuestro reloj biológico responde a la luz, y la luz diurna favorece la producción de serotonina y dopamina, que activan la atención y estimulan la actividad. Por el contrario en ausencia de estímulos luminosos, aumenta la melatonina, que induce el sueño y el descanso reparador. La falta del ritmo luminoso natural del sol, altera el ciclo melatonina-serotonina, lo que causa somnolencia matinal e insomnio de noche. El 30% de la población mundial, la mayoría en los países desarrollados, sufre de fatiga matinal e insomnio crónico.
También nos afecta cierta arquitectura monocromática, con exceso de blanco (o beige), pues las frecuencias vibratorias de los colores son imprescindibles para estimular los chacras, armonizar los órganos internos, y activar el sistema inmunitario. La solución, mientras no podamos montar la oficina en la playa, nos la proveen las lámparas del tipo fullspectrum, cuya temperatura de color de 5.400 _K o superior, lo que nos asegura una luz idéntica al sol de mediodía, con alta intensidad y todos los colores el arco iris.
Necesitamos luz !más luz! mucha luz de calidad biológica para verlo claro.

3. – Sacadme de aquiií!!!
Muchos sentimos sensación de opresión, incluso una aguda claustrofobia, al penetrar en ciertos edificios. Esto es natural pues tenemos una necesidad vital de espacio, y un buen piso se cotiza por su panorámica, por tener amplia perspectiva. Como sabe cualquier agente de la propiedad inmobiliaria las ofertas comerciales nos anuncian un pisito con vistas, lo que lleva a evitar los pisos interiores, e incrementa la demanda de áticos.
La especulación en construcción lleva a que en la mayoría de casas nos falta espacio, espacio para libros o trastos, espacio para respirar, espacio para el silencio, espacio para bailar, espacio para vivir. Los pasillos o las puertas son demasiado estrechos, no permiten pasar con una bandeja, y menos con una silla de ruedas o una camilla, la despensa o el trastero han desaparecido, y la pregunta es ødonde guardo la bici o el triciclo del niño?
Con los mini pisos de 30 m2 vemos que el espacio horizontal es cada vez más estrecho, y sin darnos cuenta también nos roban también el espacio vertical. Desde mediados del siglo XX los pisos han pasado de 4 m de altura, a un techo cada vez más bajo, hoy la norma permite construir con altura de 2,50 m. Donde antes se construían seis plantas, hoy caben casi diez alturas, o sea que nos ha robado el 40% del volumen habitable, y los pisos son un zulo.
Como decía un anuncio de televisión ¿Y si el verdadero lujo fuera el espacio?

4. – Estoy que hecho chispas.
Esa sensación de sentirse saturado, agresivo, sobrecargado de energía, corresponde literalmente a estar cargado de electricidad. El cuerpo humano es una máquina bioeléctrica, los órganos funcionan eléctricamente y la actividad electromagnética del entorno nos afecta. La carga eléctrica de la atmósfera modifica la resistencia eléctrica de la piel, afecta al ritmo cerebral y cardíaco, cambia el metabolismo e incluso altera la polaridad de la membrana celular. En un entorno artificialmente electrificado, caminando sobre un suelo aislante como parket plástico, o calzados con materiales sintéticos, esta carga eléctrica se incrementa. La tensión eléctrica del cuerpo se reduce rápidamente al tumbarse sobre la arena o el césped, pues se produce una descarga a tierra que normaliza las constantes biológicas y favorece el relax y el descanso.
La medición de la tensión eléctrica en el cuerpo humano revela que permanecer cerca de equipos o materiales que generen campos eléctricos o magnéticos modifica las constantes bioeléctricas del organismo, y produce estrés electromagnético, o electroestrés. Un individuo sano, en estado de reposo, presenta una descarga eléctrica corporal del orden de 100 mV, y durante una actividad física moderada (trabajo, deporte), esa tensión eléctrica puede alcanzar hasta 500 mV, Sin embargo la tensión eléctrica de diversos operarios de ordenado puede subir a más de 10.000 mV, e incluso hasta 24.000 mV. La causa puede ser los campos eléctricos artificiales, o la carga electrostática de materiales, revestimientos y vestuario sintéticos, por ser aislantes eléctricos. Nos carga la cercanía constante de redes eléctricas, ordenadores, electrodomésticos y telecomunicaciones, y nos descarga instalar una buena toma de tierra, con menos de 5 Ohm de impedancia y usar materiales naturales.
La dolorosa descarga eléctrica al tocar la lavadora, que puede ser visible al sacarse un jersey sintético en la oscuridad, nos permite tomar conciencia de que realmente "estoy que echo chispas". Quizás necesitemos sentirnos como un gorila de montaña, trepar a un árbol, y caminar por el césped o la arena descalzos.

5. – ¡¡¡Me disuelvo!!!
Con el brote descrito de Lipoatrofia semicircularis, el efecto de los campos eléctricos aparece de modo visible y palpable y el Ministerio de Sanidad tendrá que revisar su afirmación de que es inocuo, o no está demostrado.
Cualquiera puede ver que la grasa del muslo se disuelve, generalmente formando una depresión en semicírculo, como si llevásemos una prenda apretada. La evidencia muestra que la patología remite espontáneamente cuando la persona está unas semanas fuera de ese entorno agresivo, con frecuencia un puesto de trabajo informatizado, plastificado y excesivamente electrificado.
Los investigadores saben que la grasa es el aislante de los nervios, vaina de mielina, y la desmielinización es la causa del Parkinson, ya que dificulta o impide la señal eléctrica que controla los másculos. La pregunta es øla grasa del cerebro también se disuelve? Si fuera así estaríamos identificando una posible causa de la demencia de Alzheimer, y otras patologías como la esclerosis, cuyo primer síntoma es la desmielinización, que hoy puede observarse con la resonancia magnética.
No es casualidad que el incremento de estas patologías coincida con la electrificación intensiva de nuestro hábitat, gracias a la aparición de los electrodomésticos a partir de los años 50. Hoy la informática y la telefonía móvil se han generalizado en la casa y en le trabajo y llevan la invasión electromagnética hasta el interior de nuestras neuronas.

Epílogo optimista.
Después de preocupar al lector con los riesgos de los factores microambientales, y motivarle quizás al urgente cambio de hábitat, vamos a abrir una ventana al pensamiento positivo.
Segán el Instituto de Higiene y Seguridad en el Trabajo el 30% de los edificios laborales están enfermos, donde el ambiente interior resulta molesto o nocivo para los trabajadores. Con los criterios más exigentes de la B‰ubiologie el 80% de los edificios pueden ser considerados insanos, o claramente nocivos para las personas.
Sin embargo, con nuestra praxis profesional demostramos cada día que se pueden rehabilitar, o construir casas sanas a un coste competitivo, la solución es la Bioconstrucción, edificios naturales, saludables y sostenibles.

Carlos M. Requejo. Domobiotik. Oct. 2008. www.domobiotik.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
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