Los grupos
sangruíneos y la alimentación
Dr. Peter J. D'Adamo
La sangre es la vida misma. Es mágica, es alquímica.
No sólo proporciona los complejos sistemas de aprovisionamiento
y defensa necesarios para nuestra propia existencia sino los desplazamientos
y agrupamientos de nuestros antecesores y la forma en que se adaptaban
al ambiente, las dietas y los gérmenes.
Grupo O: el más antiguo y más básico, cuando
todos pertenecían a ese grupo y ocupaban un espacio concentrado,
comían la misma dieta y respiraban los mismos organismos.
Aún hoy es el tipo de sangre predominante, con un sistema
inmunológico resistente e ingobernable dispuesto y capaz
de destruir a cualquiera.
Grupo A: es el de los primeros inmigrantes forzados por la necesidad
a adaptarse a estilos de vida agrarios, con una personalidad más
cooperativa para adaptarse a las comunidades multitudinarias.
Grupo B: es el asimilador, adaptado a los nuevos climas y a la mezcla
de poblaciones al emigrar las razas desde África hacia Europa,
Asia y América. Se originó en la región del
Himalaya y en los Urales entre las tribus caucásicas y mongoles.
Representa la búsqueda de un equilibrio entre las tensiones
de la mente y las exigencias del sistema inmunológico.
Grupo AB: se encuentra en menos del 5% de la población. Apareció
unos mil años atrás luego de una gran migración
de pueblos orientales hacia Occidente. Es una rara fusión
entre el tolerante tipo A y el tipo B de origen bárbaro,
pero más equilibrado.
Los tipos A y B no tienen más de 15.000 a 25.000 años
de antigüedad y el tipo AB es mucho más reciente. La
sangre del Sudario de Turín es del grupo AB.
La sangre parece un líquido rojo homogéneo, pero está
compuesta por muchos elementos diferentes. Los glóbulos rojos
contienen un tipo especial de hierro que se utiliza para transportar
oxígeno y crear el característico color de la sangre.
Los glóbulos blancos nos protegen contra la infección.
También hay proteínas que proporcionan nutrientes
a los tejidos, plaquetas que favorecen la coagulación y plasma
que contiene los guardianes del sistema inmunológico.
El tipo de sangre es la clave para todo el sistema inmunológico.
Controla la influencia de los virus, bacterias, infecciones, sustancias
químicas, estrés y todo tipo de invasiones y condiciones
capaces de comprometer el sistema inmunológico. Cada tipo
de sangre posee un antígeno diferente, con su propia estructura
química específica.
El tipo O (El Cazador): antígeno O (fucosa)
El tipo A (El Agricultor): antígeno O
(fucosa) + N-acetil-galactosamina (azúcar A).
El tipo B (El nómade): antígeno
O (fucosa) + D-galactosamina. (azúcar B)
El tipo AB (El enigma): antígeno O, (fucosa)
+ N-acetil-galactosamina + D-galactosamina. (azúcar AB)
Los antígenos crean anticuerpos y cada uno está
específicamente destinado a identificar y atacar a un particular
antígeno extraño. El tipo A posee anticuerpos contra
el B y viceversa. El AB no posee anticuerpos y el tipo O posee anticuerpos
contra los tipos A y B. Por eso el O es dador universal y el AB
es receptor universal.
LECTINAS
Entre la sangre y los alimentos se produce una reacción química
debido a un factor conocido como lectina. Las lectinas son proteínas
abundantes y diversas que se encuentran en los alimentos y tienen
propiedades aglutinantes que afectan la sangre. Si las lectinas
ingeridas no son compatibles con su antígeno, esas lectinas
atacan un órgano o sistema orgánico (riñones,
hígado, cerebro, estómago, etc.) y comienzan a aglutinar
las células de esa zona. Esto provoca el síndrome
de intestino irritable o de cirrosis hepática, o bloquea
la irrigación sanguínea renal, etc.
La mayoría de las lectinas que ingerimos no son perjudiciales
y el 95% es desechado por el organismo, pero un 5% se infiltra en
el torrente sanguíneo donde reacciona destruyendo los glóbulos
rojos y blancos. Pueden crear una inflamación aguda de la
mucosa sensible de los intestinos y su acción aglutinante
puede parecer una alergia a los alimentos. Como hay lectinas en
casi todos los alimentos, la clave es evitar las que aglutinan las
células de su tipo de sangre en particular.
Las lectinas varían ampliamente según su origen y
se unen a combinaciones diferentes de azúcares. La dieta
beneficiosa para un tipo puede ser peligrosa para otro. El tejido
nervioso es muy sensible al efecto aglutinante de las lectinas.
La lectina de lenteja produce artritis, así como el tomate,
la berenjena y la papa blanca.
Las lectinas mitógenos hacen que los glóbulos blancos
generen la mitosis (reproducción)-
Se pueden detectar las lectinas perjudiciales porque generan subproductos
tóxicos denominados indoles. El nivel de los índoles
aparece en la escala Indican que utilizan los laboratorios.
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