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¿EL
FINAL DEL ASESINATO DE CRISTO? (1)
Michel Odent (2)
Asesinato de Cristo... Coraza... Peste emocional... Toda una serie
de metáforas antiguas que datan de varios decenios. Los iniciados
cada vez más numerosos captan su verdadero sentido y sus
innumerables implicaciones. La obra de Reich es hoy día una
evidencia, un hecho reconocido. Los caminos que nos llevan hasta
su obra son múltiples. Mi punto de vista, mi aproximación,
tuvo puntos de partida diversos, o al menos dobles: por una parte
me sentí interesado por el fulgurante resurgir de la Neurofisiología
y de la Neuroendocrinología, y por la otra, mi actividad
profesional en una maternidad bastante diferente de lo que son en
la actualidad los convencionales "servicios OBSTETRICOS".
Nunca los conceptos reichianos tan fáciles de emparentar
con los conceptos de la Neurofisiología moderna. Nunca ha
sido tan fácil de traducir a Reich al lenguaje científico
y nunca las conclusiones, así como las afirmaciones reichianas
han sido tan bien adaptables a la comprensión de una crisis
obstétrica latente durante un tiempo considerable, pero que
entra hoy en una fase de crisis grave.
La Neurofisiología actual está dominada por la concepción
de una fisiología cerebral disociada: parece darnos a entender
que el cerebro humano es el resultado de la asociación de
un cerebro primitivo "filogenéticamente" antiguo
y de un cerebro reciente. Así cada cerebro tiene sus funciones
propias, su memoria y su propia química. Esquemáticamente
podríamos asimilar el cerebro antiguo al sistema "hipotálamo-límbico",
siendo éste el que nos permite vivir y sobrevivir. Parece
que es también el soporte del intento religioso en la medida
que se le atribuye el origen de la necesidad de absoluto, el sentido
de lo infinito, la necesidad de pertenecer a lo universal. Así
pues, el saber de este cerebro, filogenéticamente antiguo,
tiene un carácter de universalidad. Por el contrario el saber
del cerebro filogenéticamente reciente, del "cerebro
superior", tiene por origen los datos aportados por los órganos
de los sentidos. Este cerebro nuevo, nos informa de nuestra pertenencia
a un mundo temporo-espacial; es él también, quien
nos informa acerca de la noción de los límites, tanto
en el espacio como en el tiempo (nacimiento, muerte,...). En su
forma más elaborada, su saber es sinónimo de saber
científico. El saber de este cerebro es siempre fluctuante:
no tiene ningún carácter de universalidad; es variable
en el tiempo, en su modalidad histórica, tanto individual
como colectiva; está en función del lugar y del medio
cultural. Aparece en primer lugar como un super ordenador, capaz
de recibir gran masa de información y poder tratarla posteriormente.
Está a priori, al servicio del cerebro que mantiene la dinámica
de la supervivencia.
Gracias al desarrollo del necortex los grupos de Homo Sapiens pudieron
organizarse para poder sobrevivir. Sin embargo en las civilizaciones
predominantes desde la Era "histórica", cuando
aparece el "Homo economicus", el neocórtex resurge
cada vez más como un órgano de control, de especialización,
incluso de represión, hacia las estructuras más primitivas.
La especie humana está amenazada de "hipertelia"
(3) al dar la impresión, que utiliza y desarrolla el cerebro
que la caracteriza de manera disarmónica. El "Asesinato
de Cristo", según el título de la obra de Reich
es la represión permanente, es la pérdida del cerebro
soporte de la necesidad de vivir y del sentido religioso. El "Asesinato
de Cristo", es el asesinato inflinjido cada día a la
vida, sin importar la forma en que se manifiesta. También
el "Asesinato de Cristo" es la masacre de los recién
nacidos, la represión de la sexualidad genital, la canalización
y la alienación del sentido religioso pro las iglesias-instituciones,
y de forma general, es también la destrucción de todas
las formas de vida que hacen del hombre un agente de "desertificación".
Es el individuo acorazado quien comete el "Asesinato de Cristo"
porque la "coraza carácterial" tiene al individuo
prisionero, aislándolo de sus grandes posibilidades bioenergéticas,
emprisionándole por lo tanto. La coraza expresa una deformación
emocional. Ella se "opone al orgasmo". La coraza va emparejada
con una hipertensión muscular crónica que traduce
"la inhibición de toda clase de excitación ya
sea placentera, angustiosa o de odio".
Estamos obligados, a la hora de citar la "coraza" de Reich,
de pensar en el concepto "inhibición de la acción",
término estudiado y divulgado por Henri Laborit, porque este
concepto es uno de los elementos que nos permiten la comprensión
del origen de las llamadas enfermedades de la civilización,
pues todas son, a fin de cuentas, perturbaciones del sistema hipotálamo-límbico,
es decir, de ese cerebro primitivo que regula las emociones, y que
es el soporte de los diferentes aspectos individuales y colectivos,
propios de la dinámica vital.
Así como el comportamiento busca renovar su acción
gratificante poniendo en marcha su "medial forebrain bundle"
(o haz de recompensa), tenemos también que cuando se produce
el comportamiento de lucha o de huida ante una agresión,
el sistema, que en este caso, se pone en marcha es el "periventricular
system", en esta medida "la inhibición de la acción"
es un esquema comportamental de base: es la representación
de lo que pasa cuando ante una agresión es imposible responder
ni por la lucha ni por la huida. Es por lo tanto, un comportamiento
de sumisión. El sistema inhibidor de la acción, que
es esencialmente colinérgico y serotoninérgico, pone
en juego toda una serie de estructuras propias del sistema hipotálamo-límbico.
Tanto su individualización como las respuestas neuro-hormonales
que lo caracterizan tienen una amplia base experimental pues han
sido analizadas detalladamente por el mismo Laborit (4).
El sistema inhibidor de la acción, libera el "corticotrophin
releasing factor", es decir, que su acción motiva una
secreción de "A.C.T.H." y de "cortisol";
comanda también la secreción de tener en cuanta que
el cortisol suprarenal, estimula a la vez el "sistema inhibidor
de la acción", con lo que entra en juego un circuito
viciosos, siendo roto solamente por la aparición de una acción
"gratificante". Este círculo vicioso es el prototipo
del origen de la angustia. Las teorías sobre la angustia
elaboradas por Gray, de la Universidad de Oxford, no están
en contradicción con el punto de vista de Laborit. Al contrario,
lo completan. Cuando Gray habla de "behavioural inhibition
system" está pensando en lo que pasa a nivel de las
sinapsis límbicas que utilizan como neuromediador el "G.A.B.A.".
El stress impide la transmisión nerviosa en las sinapsis,
cosa que está en paralelo con la inhibición de la
acción.
Los incidentes propios de la puesta en juego del sistema "Inhibición
de la acción" son fáciles de prever cuando se
conocen los efectos de la secreción del cortisol y de la
noradrenalina. El cortisol deprime el sistema inmunitario y tiende
a destruir el timo, que juega un papel importante en la maduración
de los linfocitos, capaces de mantener a una tasa muy baja los auto-anticuerpos
dirigido contra los propios constituyentes del organismo. El cortisol
se opone a la síntesis proteica. Suprime también el
"sueño paradójico". Favorece el retenimiento
de agua y de sal, aumenta la masa sanguínea, mientras que
la noradrenalina eleva el tono muscular.
Vemos pues que los efectos de la puesta en juego del "sistema
inhibidor de la acción" concierne al conjunto de la
economía neuroendocrina. Las implicaciones de éste
término le han parecido múltiples a Laborit, en una
sociedad en donde las situaciones altamente patógenas son
frecuentes. Sin embargo, en sus trabajos, Laborit no ha tenido en
cuenta al recién nacido, al niño. Es sin lugar a dudas,
en la edad en donde se regula el "hormostato" hipotálamo-límbico,
cuando estas situaciones comportamentales son las más patógenas.
Así tenemos, que un número enorme de recién
nacidos están en situación crónica de inhibición
de la acción. El recién nacido se da cuenta que sus
gritos y sus lloros no sirven para nada, está en situación
de sumisión total; en este caso el recién nacido,
que de todos nos es conocido la necesidad fundamental que tiene
de cuidados primordiales, está en una situación de
"inhibición de la acción". El recién
nacido, además de necesitar contactos cutáneos, estimulaciones
de su sistema vestibular por la acción de su mecer, estimulaciones
auditivas significantes, referencias olfativas, leche, calor, succión,
tiene necesidad también de saber lo que pide no será
inútil. El recién nacido al que se le pincha; el recién
nacido al que se le estira la columna vertebral sin tener ninguna
posibilidad de huir ni de luchar, está en una situación
de "inhibición de la acción".
Tanto en el Oeste como, y más aún, en el Este, la
gran mayoría de los seres humanos pasan sus primeros días,
las primeras semanas, los primeros meses, en situaciones prolongadas
de "inhibición de la acción". Tanto nuestras
madres como nuestras abuelas, nos han enseñado a no favorecer
las "malas costumbres" en los bebés, es decir,
a no responder a sus necesidades fundamentales, o sea, a dejarles
en una situación de inhibición de la acción.
¿Cuáles son a largo plazo las situaciones propias
de la "inhibición de la acción"? No son
otras que las disregulaciones hipotálamo-límbicas
denominadas "enfermedades de la civilización".
En el cuadro de las enfermedades de la civilización incluimos
también, tanto las diferentes formas de depresión
(los depresivos tiene una tasa elevada de cortisol en la sangre),
las disfunciones sexuales, de las cuales forman parte los partos
difíciles, las hipertensiones arteriales, las úlceras
gastroduodenales, las agresiones de angustia y de irritabilidad,
las enfermedades auto-inmunes cuya frecuencia y polimorfismo se
concretizan de más en más (rectolitis femorrágica,
hipertiroidismo, ciertas diabetes, miastenia, etc.), las depresiones
o los desarreglos inmunitarios que juegan un papel fundamental en
la génesis de las enfermedades infecciosas, así como
el cáncer. Reich ya había establecido la relación
existente entre el trato que recibe el recién nacido y el
desarrollo del cáncer. En la SUPERPOSICION COSMICA escribía:
"si tenía alguna utilidad el impedir que los enfermos
de cáncer muriesen cuando a miles de millones de niños
se les mata emocionalmente". Yo, en lo que personalmente se
refiere, seguí ese itinerario, dejando poco a poco, mi trabajo
de cirujano, para consagrarme cada vez más al nacimiento.
¿Cómo poder prevenir estas situaciones altamente patógenas
tan frecuentes en los recién nacidos, particularmente, en
los recién nacidos en esta sociedad industrial? Antes que
nada tomando en consideración las necesidades básicas
y fundamentales del recién nacido. Las necesidades de leche
y de calor no son conocidas. Pero por el contrario las necesidades
de estimulación sensorial, nos son desconocidas o subestimadas.
Sin embargo, el recién nacido necesita estimulaciones sensoriales.
Una estimulación sensorial es una aportación de energía
al cerebro. En este punto de vista entramos ya en contacto con la
obra de Reich y en su concepción de una energía universal,
siendo la "bioenergía" un aspecto. La neurofisiología
moderan se acomoda fácilmente a la visión reichiana.
Hoy ya es una evidencia que el ser vivo capta y transforma constantemente,
parte de energía cósmica. Así por ejemplo,
cuando una retina percibe un rayo de luz, la energía luminosa
se transforma en energía electrónica a nivel del nervio
óptico, después en energía química a
nivel de las sinapsis entre dos células nerviosas, de manera
tal que una estimulación sensorial es un aporte de energía
al cerebro.
El realidad la única manera de responder a la extrema variedad
de necesidades fundamentales que tiene el recién nacido es
la de no separar la madre de su bebé; la cohabitación
es siempre posible en los primeros días de vida. Cuando más
frágil es un bebé, más los riesgos de enfermedad
son evidentes, por lo tanto mayor es la necesidad que tienen de
estar en los brazos de su madre. Por ello mi práctica me
lleva a aconsejar que los recién nacidos, e incluso los prematuros,
estén permanentemente con la madre. De hecho no hay ninguna
imposibilidad en poner una incubadora en la habitación de
la madre. Porque solo la madre que está al lado de su hijo
permanentemente, al lado del recién nacido, sabe interpretar
sus necesidades. Solamente la cohabitación permite el intercambio
de señales entre la madre y el niño, así como
permite también la lactancia siempre que el bebé la
pida.
La respuesta de la madre a las necesidades del recién nacido
será más correcta cuando se sabe respetar ciertos
períodos sensibles, particularmente, los momentos que siguen
al nacimiento, no perturbando la relación madre-hijo. La
noción de período sensible, de "apego",
ha sido bien estudiado por los ecologistas, y también hoy
es accesible a la visión neuro-endocrinológica. En
la maternidad en donde trabajo (5) es frecuente encontrar al madre
sentada en el suelo en los momentos que siguen al parto con el niño
en su regazo, apegados completamente contra su pecho, porque el
parto acontece en posición de cuclillas (sostenida), posición
que conlleva el máximo respeto al período sensible,
verdaderamente determinante. Ahora comprendemos mejor el que la
madre y el niño estén en un período hormonal
todavía específico, porque parece ser que tanto el
uno como el otro estén fuertemente impregnados de "endorfinas",
es decir, de opiáceos endógenos; hormonas que tienen
un rol preponderante en las conductas afectuosas, en las conductas
de asistencia atenta, así como en la inducción de
hábitos. Parece ser que también este sistema de las
"endorfinas" juega su papel, importante en le proceso
del "apego". En el momento del parto, la posición
de la madre no es indiferente, porque cuando el busto está
en posición vertical, el contacto piel a piel, el cruce de
miradas, todo tipo de intercambio de señales llegan al máximo
de su riqueza. El busto de la madre en posición vertical
facilita la lactancia en el momento mismo del "reflejo de succión";
de hecho este comportamiento complejo del bebé le permite
encontrar y chupar el pecho de su madre, con frecuencia una media
hora después del nacimiento.
Lo que acontece en la hora que sigue al nacimiento está en
correlación estrecha con las condiciones mismas del parto.
Lo ideal es siempre el no impedir en la mujer que va a dar a luz,
el mejor uso posible de todas sus posibilidades, es decir, de sus
propias hormonas. El parto espontáneo necesita un equilibrio
hormonal específico equilibrio de gran complejidad que supone
siempre una reducción de las secreciones de adrenalina; la
adrenalina es la hormona que segrega el organismo cuando tiene frío
o cuando no está seguro, y supone también una secreción
elevada de ocitocina post-hipofisiaria y de morfinas endógenas,
o sea de "endorfinas". Tanto la ocitocina, como las endorfinas
están implicadas en todos los episodios paroxísticos
de la vida sexual, en el hombre y en la mujer. Con ello queremos
decir que la vida sexual es un todo, porque conlleva la vida emocional
y la vida afectiva, de tal manera que cuando se perturba un elemento
interfiere todo el conjunto. Conseguir ese equilibrio hormonal específico
es conseguir un estado de conciencia particular que corresponde
a una reducción del control neo-cortical y una puesta en
alerta del cerebro primitivo, del cerebro hipotálamo-límbico.
Muchos factores facilitan ya en las primeras fases del parto este
cambio de nivel de conciencia, que va en paralelo con el equilibrio
hormonal específico. He aquí algunos, a fin de facilitar
su mejor conocimiento:
- La penumbra y de manera general la reducción sensible de
todas las estimulaciones; necesidad por lo tanto de un importante
silencio.
- Libertad completa de postura. Las mujeres en general encuentran
una posición espontánea, ya sea a cuatro patas, ya
sean posturas más o menos asimétricas.
- Eliminación de todas aquellas personas que se dedican solamente
a observar, de todas aquellas que podrían tener un rol negativo.
- Contacto "primitivo" con una mujer, lo suficientemente
íntimo como experimentada y atenta. La comadrona como mujer
que es, tiene con frecuencia el rol más positivo, ya que
puede jugar el papel substitutivo de la madre; de igual manera puede
hacerlo también el partenaire sexual. De igual manera no
se puede hacer abstracción del sexo de las personas presentes
en el parto, porque es un acto inscrito en la vida sexual.
- Así como la mujer que va a dar a luz necesita un contacto
habitual con el suelo, con la tierra, también el otro elemento
natural que es el agua tiene el efecto misterioso de levantar un
sinfín de inhibiciones, ya sea por la ducha, por la vista
del agua, o por la inmersión en la piscina. Aprovechamos
la ocasión para evocar la obra de Ferenzi (6), así
como la de Reich.
De este modo, nuestro primer objetivo es el esfuerzo de conocer
mejor, para no perturbar, la fisiología del parto, facilitándolo
al mismo tiempo, forma parte también de este mismo objetivo
el facilitar en gran medida las primeras relaciones de la madre
con su hijo.
De hecho nuestra posición se sitúa dentro de una amplia
perspectiva de la génesis de la salud, porque estamos, en
otros términos, por la prevención de las múltiples
enfermedades de la civilización. En lenguaje reichiano, esto
quiere decir que nos oponemos a la constitución de la coraza.
¿Por qué precisamente los profesionales que trabajan
en los lugares donde se da a luz son cómplices habituales
de la constitución de la coraza? Simplemente porque están
acorazados como lo están los hombres y las mujeres de nuestra
sociedad. Estamos en pleno círculo vicioso. El carácter
acorazado es contagioso. El hombre acorazado busca siempre eliminar
la madre. La historia del obstetra ES TAMBIEN LAS DIFERENTES FORMAS
DE ELIMINAR LA MADRE: cuando el médico hombre, penetrando
en los dormitorios en donde se paría en el siglo XVII, impuso
la posición de acostado para poner de mejor manera en relevancia
sus fórceps, eliminó en cierto modo su madre. Cuando
los médicos en un pasado lucharon para conquistar y guardar
el monopolio de la educación de las comadronas, como mujer
podrían aportar de maternal, de instintivo. Hoy en día
el que los hombres puedan acceder a la escuela de comadronas, tiene
la misma significación, incluso si los primeros allegados
están constituidos de evidente ambivalencia, con mayor contingente
femenino. Cuando los médicos obligan a guardar cama a las
mujeres dos o tres semanas después del parto, contribuyen
con ello a eliminar la madre. La psicoprofilaxis "convencional"
representa una de las formas más sutiles de eliminar la madre
en la medida que quiere ser por intermediario del lenguaje, un control
del grito, de la respiración, del dolor, de la postura, es
decir, un control del cerebro soporte de los comportamientos maternos
más primitivos.
El "fenómeno Leboyer" como aportación nueva
por las primeras experiencias del recién nacido nos parecen
un paso inmenso en la dirección del "Final del Asesinato
de Cristo". Pero en la medida que el nacimiento "sin violencia"
ha sido interpretado por el individuo acorazado, no como el título
de una obra de arte, sino simplemente como "el método
Leboyer", la acogida del recién nacido por el padre
o por otro profesional puede parecer de nuevo como una forma diferente
de eliminar a la madre. La facilidad con que los médicos
imponen reposo durante el embarazo, bloquea el cuello y paraliza
el músculo uterino con drogas, merecen todos ellos el mismo
tipo de interpretación; de la misma manera, podríamos
hablar de la facilidad con que ellos ordenan para la lactancia al
más mínimo problema. Podríamos multiplicar
esta clase de ejemplos.
El círculo vicioso no puede romperse más que por la
toma de conciencia, que debe inducir la puesta en tela de juicio
radical de las condiciones habituales del nacimiento.
La "coraza" de Reich, los efectos de la "inhibición
de la acción" de Laborit, son muy difíciles de
destruir porque son fenómenos colectivos, culturales. Reich
y Laborit saben bien que en la especie humana todo pasa por la dimensión
cultural. Un bebé nacido por vía cesariana, puede
que sea menos acorazado que otro, si pertenece a un medio cultural
susceptible de compensar rápidamente ciertas frustraciones.
En la escala colectiva, la coraza de Reich se llama peste emocional.
La peste emocional tiende a destruir todo aquello que vive. "La
génesis del hombre ecológico" supone en primer
lugar la eliminación de la peste emocional. La peste emocional
ataca prioritariamente a todos aquellos como el Cristo, Rousseau,
como Reich y tantos otros, que intentaron canalizar la atención
de los humanos hacia las cosas esenciales, hacia las cuestiones
vitales. La peste emocional tiene un medio de expresión privilegiado:
el rumor.
La obra inmensa de Reich, desemboca en una conclusión luminosa:
"La civilización comenzará el día en que
la preocupación por el bienestar de los recién nacidos
prevalecerá sobre todas las demás".
_______
(1) Artículo aparecido en la revista francesa L'ARC, nº
83. Ver el comentario del mismo número en la sección
LIBROS. Astricto publicado con la autorización de su autor.
Traducido por Jerónimo Bellido.
(2) OBSTETRA. Autor de diversos libros sobre el "NACIMIENTO
NATURAL O ECOLOGICO".
_________
NOTA DEL TRADUCTOR.
(3) Desarrollo desmesurado del telencéfalo.
NOTA DEL TRADUCTOR.
(4) A fin de completar estos términos, remito al lector a
los trabajos de Laborit, en especial "La nouvele grille",
"Eloge de la fuite", y más recientemente "L'inhibition
de l'action". Masson 1980.
NOTA DEL TRADUCTOR.
(5) Se trata de la maternidad de Pithibiers, situada a unos 25 Km
al Oeste de París. M. Odent, es el autor del libro "GENESIS
DEL HOMBRE ECOLOGICO", Edit. Ricou (Hacer). Barcelona 1981.
NOTA DEL TRADUCTOR.
(6) El autor hace referencia al artículo de Ferenzi "THALASA.
ENSAYO SOBRE LA TEORIA DE LA GENITALIDAD". Obras Completas.
Tomo 3. Edc. Espasa-Calpe. Madrid 1981.
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