Sobre
la sexualidad infantil, el placer corporal y la autorregulación.
por Casilda Rodrigáñez
(por si alguien lo quiere tener en cuenta en los debates)
En la discusión que tuvimos en el anterior encuentro de
amaryi en zarzalejo, me dio la impresión de que había
que aclarar lo que entendemos por ‘sexualidad infantil’,
porque creo que en nuestro lenguaje existe una confusión
entre sexualidad y genitalidad.
Creo que la sexualidad es el placer corporal, es decir, la producción
y la expansión del placer en el cuerpo humano.
No es que el placer sea bueno para el cuerpo, es que es imprescindible
para su autorregulación y cumple una función muy importante,
que voy a tratar de resumir.
Somos un conjunto hipercomplejo de sistemas: molecular, plasmático,
celular, órganos, sistemas varios, etc., que forman el cuerpo.
Cada sistema tiene una capacidad de autorregulación propia,
pero tiene que mantener su apertura y su relación con los
demás, con los sistemas que engloba y en los que es englobado;
esa relación es necesaria para el funcionamiento sinérgico,
es decir, para que funcionen todos al unísono, con un mismo
ritmo interior unísono: es lo que hace que si nos pegan un
pisotón, o ingerimos una sustancia venenosa, todo el cuerpo
reaccione, y que cada sistema realizando su propia autorregulación,
realice también la sinergia del conjunto. (1)
El placer no es una ilusión del neocortex: es un movimiento
interno que tiene lugar en todos los sistemas del cuerpo humano:
plasmático, celular etc., y cumple la función de mantener
el ritmo unísono entre los sistemas, manteniendo la fluidez
de la relación entre unos y otros.
La idea de la importancia que tiene este movimiento para el mantenimiento
de la vida, nos la da la percepción con la que evolutivamente
se ha fijado; es decir, que si este movimiento se ha fijado, en
la evolución de las formas de vida, unido a esa manera de
percibirlo, es para que los cuerpos lo busquen y se dejen guiar
por él.
Fue nuestra civilización patriarcal, quien creo la cultura
de oposición al placer corporal que hoy todavía tenemos;
precisamente para introducir una determinada desvitalización
y quebrantamiento de la autorregulación y para establecer
la dominación, la jeraquía, y el sometimiento de las
criaturas humanas (lo de la castración del toro para hacer
el buey). Por eso nuestra civilización condenó el
placer, en especial el de las mujeres y la infancia. Ahora ya no
se dice que el placer es pecado, pero tampoco se le reconoce la
importancia que tiene, se hace como si no existiera. Se habla de
las necesidades del bebé y se habla claro está de
afecto, pero ese afecto no siempre incluye el placer corporal, sino
que más bien lo excluye.
Las criaturas humanas necesitan el placer corporal. Groddeck (El
libro del ‘ello’, Taurus, 1923), decía que si
la salida de nuestros productos de desecho está en zonas
erógenas, es para que su limpieza produzca el placer necesario:
el que las madres mamíferas proporcionan a sus cachorr@s
al lamerles para limpiarles.
Esto lo digo porque no se puede hablar de ‘abuso’ o
de ‘intromisión’ en la intimidad de la criatura
(al menos en la etapa primal tal intimidad es compartida al menos
con la madre), si al mismo tiempo no se habla de la necesidad del
placer corporal; porque entonces en nombre de la intromisión
se puede negar la caricia y el placer corporal de las criaturas.
De hecho es lo que en los tiempos actuales, de puritanismo globalizado,
sucede.
Creo que todo el mundo sabe la diferencia que hay entre la caricia
y la agresión, entre la complacencia y el abuso; no se puede
meter todo en el mismo saco.
Lo peor es que este puritanismo globalizado que niega el placer
corporal produce seres violentos.
Es lo que demostró el neurólogo norteamericano James
W.Prescott con su trabajo publicado en el Atomist Scientist de noviembre
de 1975 Body Pleasure and the origins of violence (puedo facilitar
una fotocopia a quien le interese). Estudió en 49 pueblos,
que vivían todavía en condiciones preindustriales,
una serie de aspectos. Unos sobre la libertad sexual que gozaba
la mujer, la unión madre-criatura, el placer corporal en
la infancia y la libertad de relaciones sexuales en la adolescencia;
y otros sobre la violencia y tendencias destructivas en dichos pueblos.
La correlación entre, a menos libertad sexual más
violencia fue altamente significativa; solo uno de los pueblos contradecía
dicha correlación; la conclusión fue que se podía
predecir con solo un 2% de posibilidad de error que a más
represión del placer corporal se produciría más
violencia. Esto ya es una de las correlaciones más altas
que se puede establecer en un estudio científico; pues bien
posteriormente se ha revisado el estudio de Prescott y se ha encontrado
que se equivocó, y que la correlación se establecía
para el 100% de los pueblos estudiados (es decir, hay 0% de posibilidades
de que la correlación no se dé). Este estudio le hizo
decir a Carl Sagan en su libro El Cosmos, que si queremos hacer
algo por la humanidad, cuando viéramos a un/a niñ@
que lo cogiéramos en brazos y le abrazáramos.
La sexualidad, no identificada con la genitalidad adulta, sino
como toda producción y expansión del placer corporal,
es necesaria para la autorregulación de las criaturas.
La confusión entre sexualidad y genitalidad es muy grave
porque es lo que está haciendo que se reprima la sexualidad
infantil; incluso por parte de los mayores defensores de los derechos
de la infancia.
Esta confusión le lleva incluso a Alice Miller a negar
la existencia de la sexualidad infantil en su libro L’enfant
sous terreur (en alemán, 1981; en francés, 1986);
quizá por eso es uno de sus pocos libros que Tusquets no
ha traducido; Alice Miller en una conversación una vez me
expresó su extrañeza de que no se lo hubieran querido
traducir en España, porque ella lo considera uno de sus libros
más importantes (y en muchos aspectos lo es); pienso que
Tusquets no se lo ha publicado por la negación explícita
que hace de la sexualidad infantil. La cuestión es que Alice
Miller llama sexualidad a lo que solo es un aspecto de la misma,
la genitalidad adulta coital.
Creo que la idea que existe en general es que sí, que hay
una sexualidad general difusa, pero que la sexualidad-sexualidad
verdadera, es la coital. Creo que si se entiende por sexualidad
la producción y la expansión del placer, como hacen
muchos autor@s, el concepto queda bien precisado.
(1) Henri Laborit (Mecanismos biológicos y sociológicos
de la agresividad, UNESCO 1981), lo explica muy bien: Se entiende
que cada nivel de organización debe tener por finalidad la
del conjunto, y que la finalidad del conjunto debe permitir la de
cada nivel de organización subyacente… si en un organismo
no existen jerarquías, no existe relación de dominio,
es porque cada célula, cada órgano, cada sistema,
cumple una función cuya finalidad es participar en la conservación
de la estructura del conjunto, sin la cual ningún nivel de
organización, del más simple al más complejo,
podría sobrevivir (pág.49).
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