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ANTROPOLOGÍA E HISTORIA > EL MESIAS DEL CÉSAR

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Laberintos

Herejías y herejes de nuestro tiempo


 


El mesías del César, un resumen de hallazgos.

por John Hudson

Nuestra comprensión de la historia judía y cristiana ha cambiado dramáticamente tras la publicación de El Mesías del César, de Joseph Atwill (Ulysses Press).

Según Atwill, los Evangelios no son relatos del ministerio de un histórico Jesús judío compilados por sus seguidores sesenta años después de su muerte. Son textos creados deliberadamente para engañar a los Judios mesiánicos y que así adorasen a un emperador romano ‘disfrazado’.

La esencia del descubrimiento de Atwill es que la mayoría de los eventos clave en la vida de Jesús son de hecho satíricos: cada uno es un elegante juego literario dentro de una batalla militar en la que los ejércitos judíos habían sido derrotados por los romanos. Esta es una extraordinaria afirmación, pero está apoyada de todas las pruebas necesarias.

¿Por qué los romanos se tomarían la molestia de escribir y difundir un texto?

La Guerra de los Judíos, que culminó con la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70, había devastado la economía mediterránea, y los romanos estaban ansiosos por evitar otro brote mesiánico. Con el fin de realizar una reconstrucción duradera del país, los romanos necesitaban ofrecer a los judios historias alternativas que les distrajesen de los mensajes mesiánicos inherentes a la Torá, y persuadirlos para aceptar los valores romanos.

Según Atwill, la solución a estos problemas de los romanos fue la creación de un tipo especial de propaganda de posguerra. Lo llamaron con la palabra griega evangelion, un término técnico que significa “buenas noticias por la victoria militar”. En inglés se traduce como “gospel” (evangelio). El nombre es en realidad humor irónico: los romanos se divertían con la idea de hacer que los judios aceptasen, en forma de acciones de Jesús el Mesías, lo que de hecho eran ecos literarios de las mismas batallas en las que los romanos habían derrotado a los ejércitos de los judíos.

Una broma más que fue enterrada en paralelismos inconfundibles entre la vida de Jesús y la de Titus: adorando a Jesús, los judios que adoptaron el cristianismo, como llegó a ser llamado, estaban, de hecho, saludando al emperador de sus conquistadores como si fuera un dios.

Para reemplazar la Torá los romanos crearon un equivalente literario, el Evangelio de Mateo (y poco después las versiones helenísticas y romanas conocidas como Lucas y Marcos). El personaje literario central, llamado Jesús (o Josué) habita en un lugar con varias características peculiares: comienza su labor junto al lago de Galilea, enviando a una legión de demonios salidos de un hombre poseído para que se introduzcan en unos cerdos; ofrece su carne para ser comida; menciones simbólicas de la destrucción de Jerusalén; en el Getsemaní un hombre desnudo se escapa; Jesús es capturado en Getsemaní en el Monte de los Olivos; Simón niega conocerlo; él fue crucificado juntamente con otros dos hombres y sólo el sobrevive; es bajado de la cruz por un hombre llamado José de Arimatea; su discípulo Juan sobrevive pero su discípulo Simón es enviado a morir en Roma; después de su muerte, su discípulo Judas muere al destriparse a sí mismo.

Cada uno de estos eventos peculiares tiene un paralelo en los escritos de Josephus, nuestro principal registro sobre el encuentro militar entre los judíos y sus conquistadores romanos, incluso la inusual crucifixión de tres hombres, y la anécdota en la que un hombre llamado José coge a un superviviente y lo baja. Para dar una idea del humor enterrado en esta gran broma romana, vemos que cuando, en los escritos de Josephus, las crucifixiones se realizan en Thecoe, que se traduce como el “Pueblo de la mente inquisitiva”, en la versión satírica del evangelio se lleva a cabo en el Gólgota, o la “Colina de la Calavera vacía.”

Los eventos en el lago de Galilea sirven de lanzamiento en Judea de las carreras tanto de Titus como de Jesús. Allí Jesús llamó a sus discípulos a ser “pescadores de hombres“. Así mismo una batalla romana tuvo lugar en la que Titus atacó a un grupo de rebeldes judíos dirigidos por un líder llamado Jesús. Los rebeldes cayeron al agua y los que no fueron muertos por los dardos “intentaron nadar escapando de sus enemigos, pero los romanos les cortaron ya sea la cabeza o sus manos” (Tercera Guerra Judía, 10 ). Los hombres fueron, de hecho, sacados del agua como si fueran peces.

En cuanto al episodio de la piara porcina en Gadarene en la que los demonios salen de un endemoniado de Gadara por orden de Jesús y luego entran en un rebaño de 2.000 cerdos, los cuales se precipitan violentamente en el lago y se ahogan – Josephus relata la campaña romana en la que Vespasiano marchó contra Gadara. De la misma manera que los demonios se concentraron dentro de un endemoniado, Josephus describe que las culpas de todos los rebeldes se concentraron en la cabeza del líder rebelde Juan. Luego, precipitándose “como la más salvaje de las bestias salvajes “, los 2000 rebeldes se despeñaron por el precipicio y se ahogaron.

Tomando un tercer ejemplo, Josephus describe cómo Titus Flavius salió sin su armadura (y por lo tanto era un soldado metafóricamente desnudo) en el jardín de Getsemaní, donde casi fue atrapado y tuvo que huir. El paralelo en el Evangelio de Marcos es un joven desnudo que aparece de la nada en el Jardín de Getsemaní y huye.

Hasta el momento más de una docena de estos paralelismos se han identificado, muchos de los cuales ya habían sido descubiertos por otros estudiosos. Pero Atwill es el primer investigador que ha reconocido que estos sucedieron en la misma secuencia exacta. Los eventos se producen en Josephus exactamente en el mismo orden que su contraparte en los Evangelios.

Dado que es imposible imaginar que los romanos habrían inventado relatos de batallas que suceden en lugares marcados 50 años antes por el ministerio de Jesús, necesitamos una explicación alternativa, y en realidad sólo hay una, la de Atwill en El Mesías del César. Los Evangelios fueron escritos a finales de los 70 y 80 AC, sobre la misma época que La Guerra de los Judíos de Josephus. Los principales acontecimientos en la vida de Jesús fueron escritos como sátiras literarias de las batallas romanas, emboscadas, crucifixiones, canibalismos, etc , en la campaña militar del César Titus, como se relata en Josephus. En lugar de cuatro comunidades diferentes separadas en el tiempo y en el espacio escribiendo los evangelios del NT (la interpretación tradicional), estos fueron escritos juntos en un único encargo literario – posiblemente en la Corte Imperial. Los Judíos que terminan siguiendo al personaje literario mesiánico falso ‘Jesús’ estarían, realmente y sin saberlo, adorando al emperador Titus.

Tal vez la nueva evidencia más importante para la ahistoricidad de Jesús la encontramos en la lectura de El Mesías del Cesar, donde ofrece un pasaje crítico de otra gran obra de Josephus, Antigüedades Judías. Este es el famoso pasaje ‘ Testimonium‘ que supuestamente es la principal fuente textual independiente de la existencia histórica de Jesús. Atwill demuestra que este texto es genuinamente de Josephus. Sin embargo, cuando se lee en el contexto de los otros pasajes equivale a una confesión que admite que los emperadores Flavios inventaron el personaje de Jesús para engañar a los Judios y que estos adorasen a un falso mesías. El lector sólo tiene que leer el texto como está compuesto originalmente, utilizando una técnica de composición hebrea conocida que se encuentra en el libro de Levítico, conocida como ‘composición pedimental’. Esta técnica hace hincapié en el pasaje central del texto enmarcándolo con pasajes de espejo a cada lado. (Así, Levítico 19, que se refiere al trato justo, está enmarcado entre dos capítulos sobre prohibiciones).

Aplicado al Antigüedades Judías, el pasaje Testimonium acerca de Jesús es, evidentemente, la parte izquierda de un tríptico. El pasaje que está a mano derecha es de Pablo, y la figura en el panel central, que es una composición de los tres emperadores Flavios, lleva la máscara de un dios falso que tiene relaciones sexuales con una mujer que no podía ser persuadida con regalos y dinero. El enfoque central del tríptico es que los emperadores romanos no les importaba “este asunto de los nombres”, estando dispuestos a hacerse pasar por un falso dios que fuese adorado por los Judios. Los patrones de paralelismos se relacionan a través de los tres paneles del tríptico, para revelar la verdadera historia. (Por ejemplo, la palabra hedone, utilizada para el disfrute sexual del Emperador también se utiliza – de manera bastante inapropiada – con el sentido de una forma de adoración de los seguidores de Cristo, vinculando así las dos historias) .

El profesor Robert Eisenman, de la Universidad Estatal de California describe la investigación de Atwill como una contemporánea representación cristiana tan cuestionada que ahora está “mirando hacia el abismo”. Vale la pena señalar, a este respecto, que el consenso de los expertos en general es que el histórico Jesús judío es en sí y en gran medida una idea reciente, que se remonta a Abraham Geiger en la década de 1860. Este convenció a los estudiosos de que los Evangelios eran un relato de un Jesús histórico judío, un fariseo típico de su época. Desde entonces, este punto de vista, y con ella la noción del cristianismo como un desarrollo del judaísmo, se ha convertido en el paradigma dominante en el cristianismo. Sin embargo, como los nuevos descubrimientos de El Mesías del César dejan claro, esto no es sólo engañoso, sino una concesión peligrosa a un falso sistema de creencias. Los romanos crearon esta nueva religión deliberada para humillar a los Judios y para mantenerlos en la sumisión. Para los estudiosos judíos contemporáneos actuar en connivencia con esta invención literaria romana, e incluso pretender que este personaje de ficción tenía una realidad histórica, es el colmo de la ironía.

En el pasado, la evidencia se había presentado sugiriendo que los Evangelios del NT son relatos literarios que contienen acumulaciones mitológicas. Sin embargo, los cristianos han podido descartar esta evidencia basándose en que en el fondo todo lo que hay 'debe' ser un Jesús histórico. El descubrimiento de Atwill cambia todo eso. No hubo un Jesús histórico y los Evangelios eran imitaciones romanas de los textos sagrados judíos, creados por los emperadores Flavios en forma de irónicas “buenas noticias” para engañar a los Judios. Una cosa es que los cristianos usen obras de la literatura como documentos sagrados. Otra cosa muy diferente para ellos es seguir utilizando lo que ahora se ha descubierto que son: falsificaciones deliberadas de los romanos sobre un mesías inexistente.

John Hudson

Fuente: caesarsmessiah.com

Traducido al castellano por JM | disiciencia.wordpress



 
 
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