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Homero en el Báltico
ENSAYO SOBRE LA GEOGRAFÍA HOMÉRICA
Ediciones Fratelli Palombi (Roma)
de Felice Vinci*
Traducción: Miguel Angel Aguirre
¿Por qué, Homero en el Báltico? Desde la antigüedad todos los estudiosos se han sorprendido de las numerosas e inexplicables contradicciones de la geografía de la Ilíada y de la Odisea concernientes a los lugares del Mediterráneo como por ejemplo, la situación y la topografía de Ítaca, la configuración de su archipiélago, el aspecto llano del Peloponeso, etc. Plutarco es quien nos da la llave para entrar en el mundo real de los dos poemas cuando en uno de sus trabajos, "De fade quae in orbe lunae apparet", afirma una cosa asombrosa: Ogigia, la isla de la Diosa Calipso, se hallaría en el Atlántico Norte "a cinco días de navegación de esa isla que llamamos hoy Gran Bretaña".
El mundo de Homero en el Báltico y el Atlántico Norte
He aquí el comienzo de nuestra investigación: en efecto, el archipiélago de las Färöer, donde se encuentra una isla llamada "Mykines", corresponde perfectamente a las indicaciones de Plutarco. Además, en una de las islas de ese mismo archipiélago, llamada Stòra Dimun, frente al mar, se encuentra un monte llamado Högoyggj. A partir de aquí, siguiendo siempre las indicaciones detalladas de la Odisea sobre la ruta hacia el Este que fue seguida por Ulises tras haber abandonado Ogigia, se puede identificar el país de los Feacios, "Esqueria", sobre la costa meridional de Noruega: cerca de Stavanger se descubre una región muy rica en testimonios arqueológicos de la Edad de Bronce y, además, en la antigua lengua del Norte "skerja" significaba "arrecife". Siguiendo esta costa, un examen comparativo minucioso nos permite descubrir el verdadero archipiélago de Ítaca entre las islas de Dinamarca, pues según la Odisea cerca de Ítaca había tres islas principales: Duliquio ("la larga" en griego, jamás encontrada en el Mediterráneo), Same y Zacinto, que corresponden respectivamente a Langeland ("el largo país" en danés), Aere y Tâsinge, las islas principales del archipiélago danés de "Sud-Fyn". ¿E Ítaca, la patria de Ulises, cuál es? Se trata simplemente de la actual Lyo, que le corresponde perfectamente por su posición geográfica: en efecto, como la Odisea subraya varias veces, está situada en el extremo Oeste del archipiélago y al lado de Aero; además, Homero nos dice que entre Ítaca (Lyo) y Same (Aero) había otra pequeña isla, Asteris, que corresponde de hecho a la actual Avernako. Ahora bien, mientras que la Ítaca mediterránea es muy diferente de la Ítaca homérica no solamente por su situación en el archipiélago sino también por su topografía, Lyo corresponde a la patria de Ulises tanto por sus detalles morfológicos como por los topográficos. Un ejemplo: se pueden localizar el "Puerto de Forcis" y la "Roca del Cuervo" (un dolmen neolítico en la parte occidental de la isla). Al Este de Lyo se halla el "Peloponeso" homérico -o lo que es lo mismo "la isla de Pilos"– en donde los reyes Atreo y Nestor reinaban, es decir la gran isla Sjaelland (donde se encuentra actualmente Copenhague, la capital de Dinamarca). En efecto, esta isla es llana y corresponde a la descripción de Homero. Por el contrario, el Peloponeso griego no es ni llano, ni una isla, a pesar de su nombre; no obstante está situado al Sudoeste del mar Egeo, es decir en una posición correspondiente a la de Sjaelland en el Báltico: he aquí una vez más un testimonio de la transposición de nombres geográficos hecha por los Aqueos cuando bajaron del Norte al Sur de Europa.
¿Y los viajes de Ulises después de la guerra de Troya? Cuando estuvo a punto de llegar a Ítaca, una tempestad lo aleja de su patria; después de lo cual le suceden muchas aventuras en lugares fabulosos antes de llegar a la isla de Ogigia: aventuras cuyo ambiente, como se va a ver, es ciertamente el del Atlántico Norte, donde Plutarco nos ha señalado la situación de Ogigia. En efecto, la isla Eolia, donde reina el "Rey de los vientos", hijo de Hipótada, es decir "el hijo del Caballero", es una de las Shetlands (quizás Yell) donde soplan terribles vientos borrascosos y donde viven también pequeños caballos. Los Cíclopes -que son parecidos a los Trolls, los gigantes míticos del folclore noruego que tienen una madre llamada "Toosa"- estaban asentados en la costa de Noruega (donde se halla un "Tosen-fjorden"). La región de los Lestrigones se hallaba igualmente en la misma costa, más al Norte: la Odisea nos dice que allí los días son muy largos. ¿Y dónde se encuentra la isla "Lamoy" (es decir la homérica "Lamos"); la isla de la hechicera Circe, donde el sol es visible a media noche y donde tienen lugar los amaneceres que giran (Homero los llama "las danzas de la Aurora"), danzas que se vuelven a encontrar de nuevo bajo la forma de las "danzas de Ushas" de la mitología védica de las que habla el Sr. Tilak en su Origen polar de la tradición védica)? Esta isla puede identificarse con Jan Mayen, al Norte del Círculo polar. Hay que señalar que hasta la primera Edad de Bronce el clima en el Norte era mucho más cálido. Señalemos además que las "Rocas Errantes" son icebergs y que Caribdis corresponde sin duda al famoso remolino llamado Maelström, cerca de las islas Lofoten. Después del episodio de Caribdis, Ulises desembarca en la isla Trinacria, es decir "el Tridente"; ahora bien, al lado de Maelström se halla ciertamente una isla provista de tres puntas llamada Vaeroy.
Las Sirenas, que Ulises encuentra antes de llegar al estrecho de Caribdis, son realmente arrecifes muy peligrosos para los marinos que son atraídos por el rumor melancólico de la resaca, y que si se acercan creyendo que la costa está cercana corren el riesgo de encallar. Así, el "canto de las Sirenas" es una metáfora comparable a la de los "kennings" de la literatura nórdica. Por fin, el "río Océano" de la mitología griega corresponde a la Corriente del Golfo, que bordea las costas de Noruega hasta el Mar Glaciar Ártico.
En una palabra, estas aventuras, inspiradas probablemente en cuentos de marinos de la Edad de Bronce del Mar del Norte, datan de una época en la que la navegación estaba muy desarrollada, sobre todo en Noruega donde el clima era más suave que ahora, y son un recuerdo de las rutas oceánicas de los navegantes de la época vistas de nuevo por la imaginación del poeta; estas aventuras llegarían a ser incomprensibles cuando fueran transpuestas a todo un nuevo contexto, es decir al Mediterráneo.
Nuestra investigación se dirige ahora a la situación de Troya: hay estudiosos hoy día, como el célebre profesor inglés Moses Finley, que niegan que la Troya homérica pueda coincidir con la ciudad descubierta por Heinrich Schliemann en la colina de Hissarlik en Anatolia. En efecto, la ciudad cantada por Homero estaba situada al Noreste del mar, enfrente del "vasto Helesponto" (que es sabido es muy diferente del Estrecho de los Dardanelos), y el historiador medieval danés Saxo Grammaticus ha hecho mención varias veces de un pueblo de los "Helespontinos", enemigos de los Daneses, en el Báltico oriental. Ahora bien, en una región de la Finlandia meridional, entre las ciudades de Helsinki y Turku, se encuentran muchos topónimos parecidos a los nombres de lugares y pueblos aliados de los Troyanos mencionados en la Ilíada: Askainen, Reso, Karjaa, Nâsti, Lyökki, Tenala, Killa, Kiikoinen, Aijala, y muchos otros. Además, topónimos como Tanttala y Sipitä (el mítico rey Tántalo fue sepultado en el monte Sípilo) no solamente traen a la memoria la geografía homérica sino que evocan igualmente el conjunto de la mitología griega. ¿Y Troya, dónde la encontramos? En el centro de esta región del Báltico, en la cual se hallan muchos testimonios arqueológicos de la Edad de Bronce, se descubre un lugar cuya morfología es extraordinariamente parecida a las descripciones homéricas, es decir un territorio ondulado dominando una llanura por donde discurren dos ríos, o sea un territorio que desciende hacia el mar con una zona más accidentada. Y se descubre entonces que la ciudad del rey Príamo ha sobrevivido al pillaje y al incendio de los Aqueos y ha conservado su nombre casi inalterado hasta hoy día: se trata de "Toija", como se la llama ahora. La Troya verdadera es un apacible pueblo finlandés que ha olvidado su glorioso y trágico pasado. Algunos kilómetros antes hacia el mar, donde se encontraba la antigua línea de la costa, la localidad llamada Aijala recuerda esa playa que Homero llama, en griego, "aigialos" (Ilíada XIV, 34), playa donde los Aqueos habían desembarcado y situado su campamento atrincherado.
Así, he aquí por qué en los relatos de la Ilíada una "espesa niebla" cae frecuentemente sobre los guerreros que combaten en el llano de Troya. Es fácil entender ahora por qué el mar de Ulises no se parece en modo alguno a éste, resplandeciente, de Grecia, sino que es calificado siempre de "gris" y "brumoso": el mundo homérico está tejido con el rigor del clima nórdico, en el cual, frío, viento, niebla, lluvia, tempestad, hielo y nieve predominan (Ilíada XII, 284), y donde sol y calor están ausentes. En efecto, los personajes de Homero están siempre abrigados con pesados mantos de lana -mantos parecidos a los encontrados en las tumbas danesas de la Edad de Bronce– incluso en la estación más propicia para la navegación. En resumen, este mundo homérico no tiene nada en común con las llanuras tórridas de Anatolia. Además, los muros de Troya, hechos de piedras y troncos, se parecen más a los de las antiguas ciudades del Norte que a los de las potentes fortalezas micénicas.
Así, lo que resulta extraño de la larga batalla, en la parte central de la Ilíada, con dos mediodías (XI, 86; XVI, 777) y una "noche terrible" (XVI,567) pero sin descanso alguno del combate durante la noche -lo cual es imposible en zona mediterránea, donde todas las batallas se interrumpen por la oscuridad-, se explica inmediatamente: se trata de una descripción de la noche clara del solsticio de verano en las altas latitudes que permite a las descansadas tropas de Patroclo, que han entrado en combate por la tarde, luchar sin descanso hasta el día siguiente.
Y ahora, después de haber descubierto el mundo de Ulises en las islas danesas y el de Troya en Finlandia del sur, el "Catálogo de las naves", del canto II de la Ilíada, nos permite reconstruir todo el universo perdido de Homero y de la mitología griega siguiendo las costas bálticas en el sentido contrario al de las agujas de un reloj. Un ejemplo: la región de Estocolmo corresponde a la Beocia homérica; aquí la bahía sueca de Norrtälje, de donde salen hoy los ferry-boats hacia Helsinki, corresponde a la antigua Áulide beocia, donde la flota aquea se reunió antes de navegar hacia Troya. Otro ejemplo: en el archipiélago de las Åland, entre Suecia y Finlandia, la actual Lemland es Lemnos, donde los Aqueos hicieron escala durante la travesía, mientras que al regreso de la guerra pasaron delante de Chios, que corresponde a Hiiumaa, o Chiuma, una isla de Estonia. Señalemos además que cerca de Estocolmo, Täby es Tebas, la ciudad de Edipo, Tyresö recuerda al adivino tebano Tiresias, y una loma llamada Nysättra es el mítico monte Nisa, donde nació el tebano Dioniso. La Atenas primigenia de Teseo se hallaba en la costa meridional de Suecia, cerca de Kalkskrona: en efecto, según el diálogo "Critias" de Platón, estaba situada en una llanura sinuosa con muchos ríos, muy distinta de su morfología actual; después de esto, el "Catálogo de las naves" menciona las regiones del Peloponeso, Duliquio y el archipiélago de Ítaca, según una secuencia imposible en el Mediterráneo, y confirma su identificación con Sjaeltand, Langeland y Lyo, obtenida ya por la Odisea. Creta, a la que Homero nunca llama "isla" sino "el vasto país", estaba situada a lo largo de la costa Polaca del Báltico: he aquí por qué el arte minoico cretense no hace ninguna alusión a la mitología griega (por lo demás, el nombre de Polonia, "Polska", recuerda a los "Pelasgos", míticos habitantes de Creta). Además, siguiendo el mito de Teseo y Ariadna, que nos dice que entre "Creta" y "Atenas" estaba la isla de Naxos, podemos constatar que entre la costa Polaca y la de Suecia hay una isla, Bornholm, con una ciudad llamada Nekso. Siguiendo siempre el "Catálogo", a lo largo de la larga costa finlandesa, la mítica ciudad de Jasón, Yolco, corresponde a la actual Jolkka, cerca del golfo de Botnia. Todavía en Finlandia, el monte Pallas (Pallastunturi) es parecido a Palas, es decir Atenea, y el río Kyrön (Kyrönjoki) nos trae a la memoria al centauro Quirón, y parece indicar que los actuales Lapones serían los descendientes de los míticos Lapitas, enemigos de los Centauros. Así, en el mundo báltico, se pueden encontrar también otros pueblos dados por perdidos: los descendientes de los Dánaos y de los Curetes homéricos serían respectivamente los actuales Daneses y los habitantes de Curlandia, una región de Letonia.
¿Y qué decir de la isla de Paros, alejada "un día de navegación del río Egipto", y de la ciudad llamada "Tebas de Egipto", que siguiendo a Homero se hallaba cerca del mar? Ello constituye uno de los enigmas más famosos de la geografía homérica, porque la isla egipcia de Paros está cerca de la costa, delante del puerto de Alejandría, y la ciudad de Tebas está a unos cien kilómetros al interior. Ahora bien, el río que, en el Báltico, está en posición correspondiente al Nilo es el Vístula. En efecto, delante de su desembocadura (un delta parecido al del río africano), en el centro del Báltico (es decir "a un día de navegación"), se halla una isla llamada Fårö. Aquí es, pues, donde Menelao encuentra a Proteo, el "Viejo del mar", al que se vuelve a encontrar en el "marmendill", un hombre-foca adivino de la mitología nórdica. Además, en la misma desembocadura, la ciudad polaca de Tczew recuerda el nombre de la Tebas homérica. En cuanto al Egipto que conocemos, su antiguo nombre era "Kemi", lo mismo que el de Tebas era "Wò'se": los nombres actuales han sido dados por los Micénicos quienes, después de su descenso al Mediterráneo, han querido reconstruir aquí su mundo de origen.
En suma, la geografía homérica, que en el Mediterráneo padece innumerables e irremediables contradicciones, halla su lugar natural en el mundo balto-escandinavo: esta localización nórdica traza un cuadro geográfico, morfológico, toponímico y climático totalmente coherente con el mundo de los dos poemas y de la mitología griega. Además, la civilización cantada por Homero muestra singulares afinidades con la de los Vikingos, y también con su mitología, a pesar de la enorme distancia temporal entre ambas. Como quiera que sea, los sabios han advertido que el mundo homérico parece claramente más arcaico que el de los Micénicos aparecidos en Grecia hacia el siglo XVI a. de C. Evidentemente estos últimos, que eran grandes navegantes y comerciantes, después de su descenso establecieron enseguida contactos con las civilizaciones mediterráneas más refinadas: he aquí la razón de su rápida evolución.
Por lo demás, en lo que se refiere al origen nórdico de la civilización micénica, todo ello está corroborado por las pruebas arqueológicas reunidas en Grecia. En efecto, la arqueología ha notado (Prof. Martin P. Nilsson, "Homero y Micenas", Londres 1933, páginas 71-86):
1. la presencia de una gran cantidad de ámbar, probablemente báltico, en las tumbas micénicas más antiguas y su ausencia en las otras;
2. las características septentrionales de su arquitectura: el megarón Micénico "es idéntico a la sala de reunión de los antiguos reyes escandinavos";
3. "la llamativa semejanza" de las losas de piedra, encontradas en una cámara funeraria cerca de Dendra, "con los menhires conocidos de la Edad de Bronce de la Europa central;
4. los cráneos de tipo nórdico de la necrópolis de Kaîkani, etc.
Por otro lado, los estudiosos han encontrado semejanzas notables entre la representación de las figuras del arte Minoico (micénico y cretense) y unos singulares grabados que se encuentran en las losas del sarcófago perteneciente a un enorme montículo de la Edad de Bronce (75 metros de diámetro) en Kivik, en la Suecia meridional. ¿Y qué decir de la presencia de un "graffiti" que representa un puñal micénico en un megalito de Stonehenge, en Inglaterra? Además, en esta región hay otras huellas ("civilización de Wessex") que recuerdan la civilización micénica, pero que parecen haber precedido en algunos siglos su comienzo en Grecia. Al respecto, la Odisea hace mención de un mercado de bronce en una localidad extranjera, situada en ultramar, denominada "Témesa", jamás identificada en el Mediterráneo: recordando que el bronce es una aleación del cobre y del estaño y que, en el Norte de Europa, este último se producía casi exclusivamente en Cornualles, se podría deducir de ello que esta "Témesa" homérica correspondía al estuario del Támesis (llamado "Tamesis" o "Tamensîm" en la antigüedad).
En suma, el verdadero lugar de origen de los poemas homéricos y de la mitología griega ha sido el mundo balto-escandinavo, en el cual la Edad de Bronce, favorecida por un clima excepcionalmente suave, ha florecido con espléndidos productos parecidos a los del Mediterráneo. Recordemos que los estudiosos basan sus especulaciones en un "optimum climático", posterior a la última glaciación, que habría durado hasta el comienzo del segundo milenio a. de C., lo que confirma igualmente la tesis del origen ártico de los Arios mantenida por el Sr. Tilak. Señalemos además que cuando este período terminó y el clima pasó a ser muy riguroso (más que el actual), llegó la hora de las emigraciones de los Indo-europeos: así, mientras que los Arios se asentaban en la India, sus "primos" Aqueos se dirigieron hacia el Mediterráneo -quizás descendiendo por los grandes ríos rusos, como el Nieper –y dieron nacimiento a la civilización micénica; de manera que atribuyeron, a los diferentes lugares en los que se establecieron, nombres idénticos a aquellos de las regiones que habían dejado en su patria perdida, sirviéndose para ello de una cierta semejanza entre las dos cuencas, la báltica y la mediterránea. Además, se transmitieron, de una generación a otra, las viejas historias de sus antepasados, de las cuales brotaron las primeras semillas de la Ilíada y de la Odisea, que pueden considerarse como "fósiles literarios" que han sobrevivido al colapso de la Edad de Bronce en la Europa del Norte.
He aquí por qué no se sabe nada de su(s) autor(es). Finalmente, el hundimiento de la civilización micénica (causado por los Dorios hacia el siglo XII a. de C.) hizo olvidar definitivamente el recuerdo de su emigración del Norte, que es atestiguado sin embargo por la arqueología: así, sus antiguas historias, transmitidas por los aedos hasta la edad clásica, perdieron su contexto original "hiperbóreo", aunque éste no haya sido jamás olvidado completamente por los Griegos antiguos, y fueron trasladadas después al mundo mediterráneo, donde han permanecido en una dimensión mítica fuera del espacio y del tiempo.
Traducción: Miguel Angel Aguirre
NOTA
* Italiano, nacido en Roma, especializado en ingeniería nuclear; sin embargo, su afición a la antigua Grecia lo ha hecho trabajar durante años con erudición sobre el novedoso enfoque de la geografía de las obras de Homero.
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