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ANTROPOLOGÍA E HISTORIA > LAS PIEDRAS SAGRADAS DE LA SANTERÍA

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Laberintos

Herejías y herejes de nuestro tiempo


 

Las piedras sagradas de la santería

por Ramón Díaz 

El primer objeto adorado por el hombre fue la piedra, desde los enormes megalitos sobre los que se esculpieron las primeras figuras simbólicas hasta las piedras meteóricas que llegaban desde el cielo hacia la tierra trazando una línea incandescente que provocaba el enigma y abría los misterios.

De las piedras al hombre primitivo le fascinó su solidez invencible, que reta al tiempo, pues dan la impresión de que no envejecen, y fue el primer instrumento utilitario, que facilitó el progreso y fue objeto de veneración. La primera iglesia cristiana fue sobre una piedra, de donde viene el nombre de Pedro, ya que fue san Pedro el que ofició la primera misa.

En las culturas afroamericanas las piedras tienen un significado mágico, principalmente entre los grupos de origen yoruba, cuyo sistema religioso es la Regla de Ocha, pero que es más conocido como la santería. También en la Regla de Palo, que es de origen bantú, las piedras son relacionadas con los hombres. En esto hay coincidencia con otras culturas antiguas, como el legendario Egipto o las clásicas griega y romana.

Los yorubas les confieren una acción determinante a las piedras sagradas, que se denominan otanes. En las piedras de unidad monolítica se asienta el alma de los dioses u orichas; las piedras atrapan el poder y es desde donde emanan sus energías que influyen en la vida de los creyentes ayudándolos a vencer las adversidades y facilitándoles su mejor desenvolvimiento. Los santeros o cariochas adorarán dichas piedras para siempre.

Las piedras u otanes son seleccionadas por los sacerdotes o padrinos expertos en descubrirlas. No hay que confundirse, se pueden hallar un pedazo de muro de cemento o de concreto o un turrón de arena; ésas no son piedras. Se eligen de acuerdo con su aspecto, su color, su forma y el lugar en donde fueron halladas, ya sea en una montaña, en la superficie o desenterrándola de los brazos de Oggedé (la tierra). Para que sean aprobadas hay que preguntarles a los santos si cada una posee las condiciones interiores requeridas. Esta pregunta se hace por medio del oráculo de Biagué o de los cocos. Si alguna de las piedras resulta desaprobada en esta consulta, debe ser sustituida por otra.

Todas las piedras aprobadas pasarán después por un ritual de requisito, que es “el lavatorio”, en el cual son purificadas por el lavado en omiero acompañado de una letanía de cantos de Osain entonados por un coro de santeros sentados en semicírculo y dirigidos por el obbá. (El omiero es una sustancia líquida compuesta por aguas místicas, yerbas de fundamento y otros ingredientes secretos que este autor no puede revelar). El olor que desprende el omiero en movimiento y el esmero con que son tratadas las piedras por los santeros crean una atmósfera litúrgica donde se van liberando las fuerzas de la naturaleza y se experimenta una sensación indescriptible.

Osain benem benitom bledo
osain benem benitom ble...

A continuación, y después de la coronación del iniciado, los otanes recibirán la sangre de los animales sacrificados a los dioses. En el piso y en compañía de otros juegos de otanes pertenecientes al padrino, se dice que están comiendo juntos porque están naciendo los orichas. Al tercer día será entregado al iyabó o iniciado, quien los adorará toda su vida y serán depositados en unos recipientes tapados (las soperas). Ningún aleyo o profano puede mirarlas ni tocarlas. Las corrientes internas han cobrado vida, poseen eleddá, que quiere decir conciencia, por tanto, escuchan y contestan por medio de sus caracoles.

Orichas y otanes

Cada uno de los orichas o dioses tiene sus propias piedras:

ELEGGUÁ: lleva una piedra triangular de camino interna, sepultada en su figura de cabeza amasada con diferentes tierras, veintiún elementos vegetales y metales.

OGGÚN: en su olla de hierros con siete instrumentos que representa el martillo, el yunque, el azadón y los clavos de vía, va la piedra de ogundá, que es traída del monte.

OBATALÁ: en su sopera se depositan sus cinco piedras blancas calcíneas, cuatro son de Obatalá y una más achatada es de Oggé, a veces va envuelta en algodón y cascarilla.

OCHÚN: lleva cinco piedras redondeadas tomadas de un río. Las llaman chinas pelonas, pero realmente se llaman ocheotan

YEMAYÁ: se fundamenta con siete piedras. En Cuba se toman también de río; en Brasil y en Trinidad exigen que sean marinas. Son más porosas que lisas y se les llama oddiotan.

OLOKÚN: lleva diversas piedras del fondo del mar junto con caracoles y conchas. Tradicionalmente se le ponían perlas, corales y hasta monedas antiguas.

OYÁ: contiene nueve piedras arcillosas y marmóreas, con vetas rojizas y moradas, y se les llama osaotan.

CHANGÓ: en su batea de madera se colocan seis otanes negros y alargados. También le pertenece la piedra del rayo, Obbaraotan.

Los collares que usan los santeros como protección también son piedras cristalinas, de diferentes vetas minerales, pues las cuentas de los collares nunca pueden ser de plástico. También deben pasar por un proceso ritual. Los collares o eleques son representaciones de los orichas y los otanes son el recinto donde habitan en esta tierra.

Las piedras y sus atributos

Piedra del rayo. Es un monolito negro alargado y más picudo por uno de sus extremos. Algunos afirman que cae con el rayo, pero lo cierto es que debido a su energía magnética produce descargas eléctricas durante las tormentas. Ha sido usada como hacha por los grupos aborígenes del Caribe, como los siboneyes y taínos, y aparece en Cuba, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.

Piedras preciosas. Los cristales son de agua y otros líquidos fosilizados. Desde tiempos remotos se tuvo la costumbre, en casi todas las civilizaciones, de ornamentar a las autoridades, como jefes, caciques y reyes, con piedras cristalinas que representaban el poder, tales como esmeraldas, rubíes y diamantes, los cuales se constituían en tesoros del reino y le daban fuerza económica.

Ámbar. Es una piedra resinosa de alta frecuencia magnética. Fue muy importante para el descubrimiento de la electricidad. Pertenece a Ochún; es una piedra del amor y atrae la felicidad. Los zares de la antigua Rusia lo usaban como talismán.

Azabache. Fue muy estimado por las antiguas civilizaciones árabe y judía. Protege a los niños del mal de ojo y aleja las maldiciones. Pertenece a Elegguá. Es una piedra vegetal muy valorada.

Piedra volcánica. Se forma cuando la lava incandescente se enfría, petrificándose. Pertenece al dios Argayú, que es el patrón que premia el esfuerzo y trae la prosperidad. Nos advierte de las pérdidas.

Cuarzos. Los cuarzos blancos y opalinos pertenecen a Obatalá. Regulan el equilibrio nervioso, fortalecen la memoria, aclaran la conciencia y traen la paz. Los cuarzos violáceos le pertenecen a Oyá y los rosas a Naná Burucú, que tiene la capacidad de eliminar las infecciones renales y mejorar la circulación. Tiene alta composición de magnesio.

Turquesa. Es de las más antiguas piedras preciosas. Había un viejo refrán español: “una mano con turquesa no conoce la pureza”. Pertenece a Yemayá y protege el hogar y la familia.

Lapislázuli y zafiro. Pertenecen a Olókum, que es un dios parecido a Neptuno, y aseguran la prosperidad económica. Se les considera piedras masculinas.

Esmeralda. Son piedras que pertenecen al dios Oggún. Es suyo el poder de premiar el esfuerzo y ayudar a vencer a los enemigos. Protege la industria y la productividad.

Granate. Es una piedra de Changó y procura el éxito y el triunfo en los negocios. Changó fue un soberano del pueblo de Oyo; es dios del fuego.

Ágata, aguamarina y amazonita. Se consagran a Obbalantobaro, que es la unión de Las Siete Potencias africanas. Alejan la maldición y rechazan las malas intenciones enviadas por alguien.

Obsidiana. Es un mesolito de origen volcánico; piedra muy cortante que en el mundo prehispánico se utilizó para construir puntas de lanza y los cuchillos con que se hacían sacrificios humanos para los dioses aztecas. En la santería se le considera un arma de Ochasi y el cazador.

Topacio. En la santería se le atribuye al dios Inle, que es el médico divino y dueño de la pesca. Impide el acontecimiento de enfermedades.

El hombre soñó con la piedra filosofal y añoró que ésta le diera respuesta a las inquietudes de la vida, y plasmó esta búsqueda en obras literarias fantasiosas. Sin embargo, por medio de las piedras podemos obtener información histórica sobre la geología, los accidentes y fenómenos del planeta.

La naturaleza nos concedió además el aire, el agua y los alimentos para sobrevivir... lo mismo que la energía de las piedras. Cuando Olofi los alcanza con sus rayos divinos desde Olórum las convierte en sagradas, por eso agradezcamos su enseñanza y su protección cuidando del equilibrio ecológico que las sustenta.

Meferefún Oloddumare
Quim Camaché Oddúa
Elese Otan Aché ... Modupé.

sarabanda3[en]yahoo.com

Lecturas recomendadas:

Lydia cabrera en su laguna sagrada, Natalia Bolívar y Natalia del Río, Editorial Oriente.
La leyenda de Orula, Félix Espinosa y Amadeo Piñero, Ediciones Cubanas, La Habana.
Piedras que curan. Uso terapéutico de gemas y minerales, J. Lorusso y J. Glick, Editorial Edaf.

 

 
 
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