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Las palabras pueden
modificar el ADN
por Antonio Muro
Tras
estudiar a fondo el ADN un grupo de investigadores rusos formados
por científicos de diversas especialidades -entre ellos genetistas
y lingüistas- ha llegado a la conclusión de que puede
ser modificado mediante sonidos y frecuencias y, por tanto, ¡por
las palabras! Los lingüistas rusos descubrieron que el código
genético -especialmente en la parte menos estudiada hasta
ahora- sigue las mismas reglas de todas las lenguas. El poder de
la palabra sobre la salud, sostenido durante milenios por diversas
corrientes de pensamiento, quedaría así confirmado.
Cortar y pegar genes. Ese es el futuro de la Medicina que a diario
nos venden, un futuro en el que las enfermedades desaparecerán,
los errores de la Naturaleza serán corregidos por la ingeniería
genética y viviremos cada vez más años. Muy
prometedor... si no fuera porque a lo largo de la historia de la
Medicina se nos han hecho promesas similares que nunca se han cumplido.
Cortar y pegar: el mismo razonamiento que venimos aplicando en Occidente
desde el Renacimiento, desde el mismo instante en que fuimos capaces
de asomarnos al interior de un organismo y empezamos a pensar que
el ser humano es como un mecano y, por tanto, pieza que no funciona
debe ser arreglada o sustituida. Y así, por ese camino de
cortar y pegar -o cortar y tirar cuando consideramos que la pieza
no es imprescindible- hemos ido "avanzando" con sus luces
y sus sombras. Y esa misma filosofía es la que nos ha llevado
a tratar de estudiar nuestro ADN convirtiéndolo en un almacén
de genes y clasificándolos según su "utilidad".
En suma, buscando la causa de la enfermedad la Medicina que conocemos
ha ido desmontando el cuerpo humano pieza a pieza, órgano
a órgano, tejido a tejido -como el niño que desmonta
el juguete tratando de entenderlo- hasta llegar al interior de la
célula donde nos hemos encontrado con los cromosomas, el
ADN y los genes. Con lo que ya ha surgido toda una pléyade
de superespecialistas que creen haber hallado ahí la solución
a todos los males. Claro que cuando se cansen de cortar los genes
empezarán con las proteínas y después con las
enzimas. Y así habrá más especialistas y más
negocio para todos...
En definitiva -y sin dudar de la buena voluntad de la mayoría
de los sostenedores de ese sistema-, lo peor es que un pesado mundo
de silencios espesos, de intereses económicos y de fundamentalismos
científicos -que en la Ciencia también los hay- han
bloqueado casi todos los canales de información hasta hacer
creer al ciudadano medio que esa es la mejor manera -la única,
de hecho- de afrontar los retos que a diario se le plantean a la
Medicina. Y eso es completamente falso.
Afortunadamente no todos los científicos comparten la filosofía
del cortar y pegar genético ni la visión sobre el
funcionamiento del ADN. Ni todos los médicos y científicos
comparten la visión del organismo humano que la medicina
occidental tiene y que -no lo olvidemos- continúa sin saber
curar ninguna de las grandes enfermedades que nos amenazan. Lo que
ocurre es que de tales científicos jamás se habla.
Dicho esto agregaré que lo que en esta ocasión vamos
a contarles puede parecer ciencia ficción pero se trata de
estudios, experimentos y conclusiones de prestigiosos científicos
rusos sobre nuestro ADN. Que no sólo permiten afrontar la
investigación genética de manera completamente diferente
sino que además pueden ser el primer paso para explicar muchos
otros fenómenos con los que el hombre ha convivido sin explicarse
como la telepatía, la clarividencia y otras facultades extrasensoriales.
Y que también podrían explicar el poder de las inducciones
hipnóticas capaces de modificar constantes biológicas,
el poder de la oración o el de los mantras como creadores
de estados alterados de conciencia y herramientas de emisión
de frecuencias conscientes. Quizás incluso -¿por que
no?- nos permita entender por fin por qué "en el Principio
fue el Verbo (la Palabra)".
EL ADN: UN BIOORDENADOR POR ONDAS
Konstantin Korotkov, catedrático de la Universidad
de San Petesburgo y diseñador de la cámara especial
GDV (Gas Discharge Visualization) que
permite visualizar el aura de un ser vivo e interactuar sobre ella
para prevenir enfermedades, contaba hace poco a nuestro compañero
Fernando Sánchez Quintana que durante la guerra fría
participó como científico en proyectos militares clasificados
como "alto secreto". Uno de ellos consistía en
enviar un enorme submarino nodriza hasta la costa de Estados Unidos
que debería dejar caer desde el interior, antes de retirarse,
otro submarino más pequeño con los motores y sistemas
eléctricos apagados hasta que se posara, merced a su propio
peso, en el fondo del océano. Allí debería
esperar la eventualidad de que la guerra comenzara y lanzar entonces
sus ojivas nucleares. Llegado el momento, el submarino recibiría
una orden telepática que activaría el sistema de lanzamiento.
Korotkov participó en aquel proyecto porque había
inventado un sensor de agujas de wolframio capaz de medir la capacidad
de una persona para comunicarse mentalmente. Según su testimonio,
tras un año de pruebas el proyecto fue suspendido porque
"sólo" se alcanzó un 95% de aciertos en
las transmisiones telepáticas y eso era mucho dado el objetivo
final. Los científicos rusos siempre han demostrado ser más
prácticos y menos dogmáticos. Los demás que
sigan discutiendo si existen o no ángeles: ellos los buscan.
Pues bien, algo similar ha hecho el biofísico y biólogo
molecular Peter P. Gariaev y otros colegas
suyos del Institute Control of Sciences Russian Academy of Sciences
en Moscú. Mientras los investigadores occidentales se centraban
sólo en el 10% de nuestro ADN -la parte donde se localiza
la producción de proteínas- ellos han buscado en el
90% restante porque no les resultaba creíble que millones
de años de evolución hubieran hecho más importante
la parte que el todo. Obviamente, sus experimentos ofrecen una visión
absolutamente diferente del código genético y de la
función del ADN. Así, su trabajo presenta a nuestro
ADN como un bioordenador capaz de recoger y transmitir información
de su entorno a través de ondas a partir de las cuales pueden
modificarse los patrones de comportamiento de las células.
Tal y como recogen Gariaev y sus colaboradores en The DNA-wave
Biocomputer los experimentos llevados a cabo en Moscú
en el Institute of Control Sciences, en Wave Genetics
Inc., así como otros trabajos teóricos les han
llevado a las siguientes conclusiones:
-La evolución ha creado en los biosistemas -organismos
vivos- "textos genéticos" articulados de acuerdo
a patrones semejantes al conjunto de normas y reglas subyacentes
en todas las lenguas humanas en los que los nucleótidos
del ADN, dotados de frecuencias cargadas de información,
juegan el papel de caracteres. Y a partir de esos "textos
genéticos" se van conformando los distintos procesos
orgánicos, Siendo pues el ser humano, en definitiva, un
"bello discurso" de la Naturaleza.
-El aparato cromosómico actúa como antena de recepción
y transmisión de "textos genéticos", los
descifra, los codifica y los reenvía.
-Y aun más, los cromosomas de los organismos multicelulares
constituyen. en forma replegada. una puerta holográfica
(capaz de reproducir la imagen de todo el organismo en cada una
de su partes) abierta al espacio y al tiempo.
EL CÓDIGO GENÉTICO, NUESTRA PRIMERA LENGUA
Para su estudio del ADN, Gariaev -director del Instituto de
Biología y Medicina por Ondas en Moscú y miembro
de la Academia Rusa de Ciencias Naturales, de la Academia Rusa de
Ingenierías y Medicina, y de la Academia de Ciencias de Nueva
York- se rodeó de físicos del renombrado Instituto
Lebedev: biólogos moleculares, biofísicos, genetistas,
embriólogos y lingüistas. Y desde ese campo comenzaron
a llegar las sorpresas...
Como se sabe, la Lingüística es la ciencia de la estructura
de los idiomas. Investiga no sólo los idiomas naturales que
se desarrollaron en las distintas naciones y culturas sino también
los idiomas artificiales usados; por ejemplo, para programar los
ordenadores. Bueno, pues a partir del estudio comparado de la semántica,
la sintaxis, las bases de la gramática y otros aspectos del
estudio de las lenguas con la configuración del código
genético y la síntesis de proteínas llegaron
a la conclusión de que éste comparte con nuestros
idiomas las mismas reglas. No con los idiomas locales sino a un
nivel más profundo donde todas las lenguas presentan estructuras
comparables a la hora de unir caracteres para formar mensajes inteligibles.
Una relación que puede que nos extrañe menos si ponemos
en relación el lenguaje de los propios lingüistas con
el de los biólogos y vemos que, por ejemplo, definen el fonema
como la unidad mínima de una lengua que no se deja analizar
en unidades más pequeñas (nucleótido) y cuya
función se define a través de:
a) Su expresión. Que es la materialización de los
mismos (el sonido vibracional, la onda)
b) Su forma. Que es el lugar que ocupan en el sistema (la cadena
de ADN). Y,
c) Su contenido. Que será el papel que puedan desempeñar
dentro de la economía gramatical de una lengua (la formación
de determinadas proteínas en función de sus relaciones).
Y otro tanto ocurre cuando leemos que el valor de las piezas de
una lengua reside en las relaciones que se establecen entre ellas
(bases y tripletes en nuestro ADN).
Pues bien, los investigadores rusos han descubierto que la inteligencia
subyacente en los procesos que dan lugar a una lengua se da ya en
la interrelación y elección de compañeros para
la síntesis de proteínas a nivel del ADN.
Si el ADN y el código genético existían ya
antes de que los primeros humanos dijeran una sola palabra articulada
es fácil deducir que cada lengua se desarrolló a partir
del modelo básico existente en la estructura de nuestro código
genético siendo éste la fuente de todas las lenguas.
Esto no quiere decir que la capacidad de hablar sea sólo
un efecto secundario de las proteínas elaboradas por algunos
genes sino que el orden de los nucleótidos en el ADN sigue
un plan inmaterial inteligente que ha sido imitado en la estructura
de nuestros idiomas. "A través de una señal láser
y sus campos electroacústicos solitónicos -podemos
leer en The DNA-wave Biocomputer"- es como el gen 'lee y entiende'
estos textos de manera similar al pensamiento humano. Pero a su
propio nivel genómico de 'razonamiento'. Esto significa que
los textos humanos (independientemente del idioma usado) y los textos
'genéticos' tienen características matemático-lingüísticas
y entrópico-estadísticas similares, y donde en caso
de los textos 'genéticos' los caracteres se identifican con
los nucleótidos". En otras palabras, si el ADN entiende
ciertas frecuencias entonces puede establecerse un tipo de intercambio
de información con él.
DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA
Hay que agregar que para probar el alcance de su teoría el
equipo de Gariaev realizó experimentos modulando ciertos
patrones de frecuencia ¡y consiguió reparar cromosomas
dañados por rayos X! Tal y como explican Grazyna Fosar
y Franz Bludorf en su libro Vernetzte Intelligenz
-en el que se ocupan ampliamente de las investigaciones de Gariaev-
llegaron incluso a capturar patrones de información de un
ADN y lo implantaron en otro reprogramando así las células
de éste. De esa manera consiguieron ¡transformar embriones
de rana en embriones de salamandra! Insistimos: simplemente transmitiéndoles
nuevos patrones de información del ADN. Un proceso que se
realizó sin los efectos colaterales derivados de la manipulación
directa de los genes.
Pues bien, los investigadores rusos están convencidos de
que armonizando los sonidos que emitimos -es decir, palabras- en
una determinada frecuencia se puede llegar a influir en el ADN.
Ello quizás pudiera explicar los sensacionales descubrimientos
del investigador japonés Masaru Emoto quien ha demostrado
-a través de experimentos repetibles y acompañados
de gran cantidad de imágenes gráficas- cómo
las palabras y la música son capaces de alterar la estructura
molecular del agua. También podríamos entender mejor
cómo el sonido de los cuencos de cuarzo puede curar el cáncer.
Recordemos también a este respecto que el doctor Mitchell
L. Gaynor -director del Departamento de Medicina Oncológica
e Integrativa del Centro Strang-Cornell para la prevención
del cáncer de Nueva York- afirmó haber utilizado
terapéuticamente con éxito el sonido obtenido en los
cuencos de cuarzo en cientos de pacientes. Hablamos, en definitiva,
de la posible explicación del poder de la Musicoterapia pero
también de por qué funcionan las afirmaciones positivas,
los mantras, las inducciones hipnóticas y, por supuesto,
la oración. Recordemos que desde hace miles de años
los maestros espirituales vienen insistiendo en la posibilidad de
alcanzar a través de la oración, la repetición
sistemática de palabras o frases -mantras- o los estados
alterados de conciencia la posibilidad de actuar sobre la propia
salud y la de los demás. El problema es encontrar las frecuencias
con las que entrar en resonancia con nuestro propio yo interior
-¿nuestro propio ADN?- porque, tal y como han demostrado
los mencionados científicos rusos, la vibración y
el lenguaje en lugar del arcaico proceso de cortar y pegar puede
llevar a triunfar a lo que podríamos denominar la genética
de ondas. Ahora bien, ¿se pueden obtener las claves de tan
especial "gramática"?.
UNA ANTENA GIGANTE
Hay que decir que la base de todo este complejo proceso de intercambio
de "textos" en forma de sonidos está, según
comprobaron Gariaev y sus colegas mediante experimentos, en la naturaleza
vibracional. Concretamente, el ADN se expresa -según los
investigadores rusos- a través de ondas solitónicas,
ondas que pueden almacenar información durante mucho tiempo
y son capaces de propagarse sin deformarse a grandes distancias
en medios no lineales. Cuando hablamos de información pensemos
que a diario las ondas de radio y televisión, por ejemplo,
trasladan información de un lado a otro. Pero para hacernos
una idea de la capacidad de las ondas solitónicas recordemos
que ya en 1988 Thierry Georges y su equipo del Centro
de Investigación y Desarrollo de France Telecom combinaron
ondas solitónicas de diferentes longitudes para realizar
una transmisión superior a un terabit por segundo (1.000.000.000.000
bits / segundo).
"La mayoría -explica Gariaev- intenta entender los principios
del ordenador biológico que es el ADN a través de
una fijación exclusiva a las reglas del ADN de Watson,
Crick y Chargaff: la igualdad entre las bases
adenina-timina, guanina-citosina. ¡Y eso es correcto pero
no suficiente! El ADN cromosómico en los sistemas vivos tiene
atributos de onda que nos llevan a una dimensión desconocida.
El 'muy conocido' código genético es tan sólo
la parte del código referida a la síntesis de proteínas...
y nada más. Pero los cromosomas trabajan como ordenadores
solitónicos holográficos bajo la influencia de radiaciones
láser endógenas del ADN".
Las consecuencias de todo esto son tan incomprensibles como simples
y lógicas: si uno modula un láser con una determinada
frecuencia puede afectar con ella la información de las ondas
del ADN y, así, la información genética en
sí misma.
Para ello el ADN funciona como una antena cuyas características
técnicas vienen determinadas por su tamaño. La molécula
extendida tiene alrededor de dos metros de larga y una frecuencia
natural de 150 megahertzios. Curiosamente esta frecuencia está
exactamente en la banda utilizada por el radar humano para las telecomunicaciones
e ingeniería de microondas. Es decir, que nosotros usamos
exactamente el mismo rango de frecuencia para recibir y emitir señales
a nivel de ADN que en nuestra tecnología. Singular "coincidencia".
Además el ADN puede también almacenar ondas armónicas
de 150 megahertzios. Lo mismo que la luz visible. La 22 octava de
150 megahertzios queda directamente en este rango... y el color
de esta radiación lumínica es el azul. ¿Será
también una coincidencia que la radiación solar se
descomponga en la atmósfera terrestre de tal manera que nosotros
vivimos en un mundo con el cielo azul?
Es decir, el ADN -según las investigaciones científicas
de los rusos- no sólo puede resultar afectado por la radiación
electromagnética de forma dañina -algo que ya sabíamos-
sino que también puede ser alterado en la dirección
contraria con la radiación adecuada porque, en el fondo,
para ello somos portadores de un microchip electrobiológico,
un superconductor que toma la información electromagnética
del ambiente, la almacena y posiblemente después de codificarla
puede también emitirla. Este hecho abre posibilidades desconocidas
hasta ahora para la medicina. Porque con los dispositivos adecuados,
igual que ahora aplicamos corrientes electromagnéticas para
ayudar a la recuperación de una lesión ósea
o muscular... en el futuro podremos actuar sobre el metabolismo
celular y desarrollar nuevas terapias contra las grandes enfermedades.
Hasta la reparación de defectos genéticos sería
posible sin los riesgos y los efectos secundarios de los procedimientos
actuales.
UNA PUERTA AL ESPACIO Y EL TIEMPO
Bien, pues con resultar increíbles las posibilidades de los
descubrimientos realizados por los investigadores rusos aún
existen otros descubrimientos que nos sitúan al borde mismo
de la Imaginación -con mayúsculas- porque nos hablan
de una comunicación a nivel cuántico de nuestro ADN
que rompería las barreras del espacio y del tiempo lo que
confirmaría la visión holística de un ser humano
interrelacionado con todo y con todos.
Los científicos rusos descubrieron con sus experimentos que
la oscilación vibratoria de nuestro ADN puede causar patrones
de perturbación en el vacío produciendo así
agujeros de gusano magnetizados, equivalentes microscópicos
de las perturbaciones Eisntein-Rosen formadas en
las inmediaciones de los agujeros negros. Y recordemos que los agujeros
de gusano son considerados por la Física teórica como
túneles que conectan áreas completamente diferentes
del universo a través de los cuales se puede transmitir información
fuera del espacio y del tiempo. Pues bien, a través de los
agujeros de gusano microscópicos el ADN podría atraer
información de más allá del vacío e
incorporarla a nuestra conciencia. En la Naturaleza, la hipercomunicación
se ha venido produciendo con éxito durante millones de años.
El comportamiento social de los insectos podría servirnos
de prueba, como bien recuerdan los ya mencionados Grazyna Fosar
y Franz Bludorf. Cuando una hormiga reina es separada
"espacialmente" de su colonia la construcción continúa
de acuerdo a lo planeado. Sin embargo, si se mata a la reina se
detiene todo el trabajo en la colonia. Ninguna hormiga sabe qué
hacer. Aparentemente la reina es la portadora de los "planes
de construcción" y los envía incluso desde muy
lejos por medio de la "conciencia grupal" de sus súbditos.
Ella puede estar tan lejos como quiera... en tanto esté viva.
En el hombre tenemos ejemplos que hasta ahora han sido considerados
más o menos anecdóticos y que podrían referirse
a este tipo de hipercomunicación que normalmente es experimentada
como inspiración o intuición. El químico ruso
Dimitri Mendeleyev aseguraba que había visto en
sueños la clave para la organización de la tabla periódica
de elementos. El también químico Friedrich Kekulé
mantenía que había deducido la estructura hexagonal
de la molécula del benceno después de soñar
con una serpiente que se mordía la cola. Igor Stravinsky
escuchó en su cabeza mientras dormía La consagración
de la primavera; Giuseppe Tartini, su sonata El
trino del diablo interpretada por el propio Satanás.
Y fue un sacerdote asirio quien reveló en sueños al
historiador Herman Hilprecht la traducción exacta
de la inscripción cuneiforme de la llamada "piedra
de Nebuchadnezzar".
Cabe añadir que cuando la hipercomunicación tiene
lugar uno puede observar fenómenos especiales en el ADN.
Los científicos rusos irradiaron muestras de ADN con luz
láser en cámaras especiales. En la pantalla se formó
un patrón de ondas típico. Y cuando retiraron la muestra
de ADN los patrones de onda no desaparecieron: permanecieron. Bien,
pues muchos experimentos de control demostraron que el patrón
seguía proviniendo de la muestra retirada cuyo campo energético
aparentemente subsistía por sí mismo. Este efecto
fue denominado "efecto del ADN fantasma". Se
supone que la energía del espacio exterior y del tiempo todavía
fluye a través de los agujeros de gusano después de
retirar el ADN. Vladimir Poponin, físico cuántico
reconocido mundialmente por sus estudios sobre las interacciones
entre los campos electromagnéticos y los sistemas biológicos
e investigador del Biochemical Physics of the Russian Academy
of Sciences se refería así a ese efecto fantasma:
"Después de reproducir esto muchas veces y verificar
el equipo de todas las maneras concebibles nos vimos obligados a
aceptar la hipótesis de trabajo de que alguna nueva estructura
de campo estaba siendo excitada desde el vacío físico.
Y lo denominamos 'ADN fantasma" para dar énfasis a que
su origen está relacionado con el ADN físico. No hemos
observado ese efecto todavía con otras sustancias en la cámara.
Después de ese descubrimiento iniciamos un estudio más
riguroso y continuo de estos fenómenos. Y nos encontramos
que con tal de que el espacio de la cámara no se perturbe
se puede medir ese efecto durante largos periodos de tiempo. Lo
hemos observado durante un mes en varios casos. Es importante dar
énfasis a que dos condiciones son necesarias para observar
el ADN fantasma. El primero es la presencia de la molécula
de ADN y la segunda es la exposición del ADN a una débil
radiación de láser coherente. Esta última condición
puede darse con dos frecuencias diferentes de radiación del
láser. Quizás el hallazgo más importante de
estos experimentos es que proporcionan una oportunidad de estudiar
la subestructura del vacío bajo perspectivas estrictamente
científicas y cuantitativas. Es posible debido a la habilidad
intrínseca del campo fantasma de acoplarse con los campos
electromagnéticos convencionales".
Esto implica que en ese acoplamiento podría producirse una
transmisión de información desde lo que hoy consideramos
"vacío". Se abre así todo un mundo de maravillas.
De hecho, podría estar sucediendo que nuestro ADN estuviera
recibiendo desde el primer día sus "instrucciones de
montaje" desde más allá del espacio y del tiempo
conocido, desde el vacío o más allá si lo hay.
Y a partir de esas instrucciones la naturaleza holográfica
del ADN iniciaría el proceso de organización.
"Los solitones del ADN -puede leerse en DNA-wave
Biocomputer- tienen dos tipos conectados de memoria. El primero
involucra la capacidad de los sistemas no lineales para recordar
modos iniciales de energetización y repetirlos periódicamente.
Los cristales líquidos de ADN dentro de la estructura del
cromosoma forman un sistema no lineal. El segundo es el del ADN
total en un organismo. Tal memoria es un aspecto no localizado del
genoma. Es cuasi-holográfico/fractal y tiene que ver, como
es el caso para cualquier holograma o fractal, con la propiedad
fundamental del biosistema, es decir, su habilidad de restaurar
el todo a partir de una parte. Esta propiedad es bien conocida.
Recordemos el crecimiento de las plantas dañadas, la regeneración
de la cola de un lagarto...)".
En suma, los científicos rusos han realizado unos descubrimientos
tan extraordinarios que extienden nuestra comprensión de
la genética humana hasta alcanzar la frontera de ciertas
creencias metafísicas que desde siempre han estado esperando
este tipo de pruebas para mostrar su existencia. Puede pues que
no esté ya tan lejos el día en que la Espiritualidad
vuelva a ser la expresión más alta de la Ciencia.
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