El altruismo infantil
de Sociedad Cubana de Bioingenieria
en: genaltruista.com/notas12/humanidad1-0512.html
Cualquier padre puede contar anécdotas enternecedoras sobre el intento de un bebé que apenas puede mantenerse en pie de dar una mano. Ahora, un estudio científico sugiere que la facultad altruista aparece alrededor de los dieciocho meses de edad. Se realizó un experimento sencillo para demostrar un proceso intelectual complejo: los niños observaban mientras el psicólogo Felix Warneken realizaba tareas cotidianas tales como sujetar toallas mojadas a una soga. De repente, dejó caer un broche. En un vídeo, un bebé mira rápidamente de la cara de Warneken al broche caído, gatea rápidamente, toma el objeto, se para torpemente y se lo entrega. Warneken no pidió ayuda ni agradeció el gesto, para no alterar la investigación inculcándoles a los bebés que recibirían elogios por su actuación. Después de todo, el altruismo consiste en hacer el bien si esperar nada a cambio. Una y otra vez, cuando Warneken dejaba caer un broche, derribaba una pila de libros o perdía el lápiz con el que iba a escribir, cada uno de los 24 niños respondía en pocos segundos, pero sólo si tenía la impresión de que Warneken necesitaba ayuda. Esa era la clave: los niños no ofrecían ayuda cuando él tomaba deliberadamente un libro de la pila o arrojaba el lápiz al suelo. Así lo informa Warneken, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Alemania, en la edición del jueves de la revista Science. “Para ser altruista, el bebé debe poseer la capacidad cognoscitiva de comprender los objetivos ajenos, además de lo que Warneken llama la motivación prosocial”, el deseo de mantener relaciones sociales. “Cuando se juntan esas dos cosas -lo cual sucede evidentemente a los dieciocho meses de edad y quizás antes-, entonces pueden ayudar”, dijo Warneken. Pero esto no lo explica todo. Ningún animal es tan altruista como el ser humano. Éste hace donaciones a obras de bien, recicla para proteger el ambiente, entrega su asiento en el autobús a una persona anciana, sin otra gratificación que una sensación de placer. Otros animales también cooperan, pero con algún objetivo como puede ser la caza o la protección mutua. Pero los especialistas en primates conocen muchos ejemplos de grandes monos que exhiben una conducta altruista, como el caso de un gorila que rescató a un niño de tres años que cayó dentro de su jaula en el zoológico. Pero las observaciones no explican la motivación de los animales. Por eso, para tratar de desentrañar las raíces evolutivas del altruismo y la cooperación, Warneken sometió a algunos de los parientes más próximos del ser humano a un estudio. “La pregunta era si chimpancés de tres o cuatro años hallarían y devolverían objetos perdidos” por un ser humano conocido por ellos. Estos animales sí ayudaban si se les pedía que recogieran un objeto caído, pero no con la prontitud exhibida por los niños y no si la tarea era más compleja, por ejemplo si había que buscar el objeto en una caja. El estudio demuestra de manera ingeniosa que los chimpancés pueden exhibir una conducta de colaboración similar a la de los seres humanos cuando comprenden el objetivo de la persona, dijo la antropóloga Joan Silk, de la Universidad de California en Los Angeles, en un artículo que acompaña el estudio. “Pero que no se piense que ayudan por las mismas razones solidarias que motivaron a los bebés”, advirtió. En Internet; Science: http://www.sciencemag.org/Fuente: Washington, 4-3-2006 (AP)
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