Hipótesis
Némesis
de Wikipedia, la enciclopedia libre
La hipótesis Némesis es una hipótesis astronómica
que sustenta la posibilidad de que nuestro Sol forme parte de un sistema
binario. En este sistema, la estrella compañera del Sol —aún
no descubierta— se llamaría Némesis (la diosa
griega de la retribución y la venganza) por los efectos catastróficos
que produciría al perturbar periódicamente la Nube de
Oort.
Según esta hipótesis, nuestro Sol —al igual
que el 50% de estrellas de la galaxia— formaría parte
de un sistema binario. Su otro foco sería una estrella apagada
("muerta"), una enana marrón, o un pequeño
agujero negro, llamada Némesis, que orbitaría a entre
1 y 3 años luz de su pareja. Cada 26 a 34 millones de años,
Némesis pasaría cerca o entraría en la nube
de Oort, desestabilizándola y lanzando lluvias de grandes
cometas en dirección al Sol, lo que explicaría la
aparente periodicidad de los grandes impactos y las extinciones
asociadas (confirmada por el registro fósil y los estratos
geológicos de iridio, un metal extraterrestre). También
existen algunas mediciones magnetométricas y otros indicios
que favorecerían esta suposición. Sin embargo, el
hecho de no haberse registrado un campo gravitacional asociado a
la estrella pone en entredicho la teoría.
La hipótesis Némesis surgió en un artículo
de investigación publicado por R. A. Muller (físico,
Universidad de California en Berkeley), Piet Hut (físico,
Instituto de Estudios Avanzados de Princeton) y Mark Davis (Princeton)
en la revista Nature (vol 308, pp 715-717, 1984). Némesis
sería, según este artículo, una estrella oscura
y pequeña, tal vez una enana marrón, con una órbita
decenas, centenas o hasta millares de veces más distante
que la de Plutón.
Muller, discípulo de Luis Álvarez (quien postuló
por primera vez que la gran extinción K-T, hace 65 millones
de años, podía deberse a un impacto), ha llegado a
afirmar en alguna entrevista que «si le dan un millón
de dólares, descubre a Némesis».
En 1985, Whitmire y Matese, de la Universidad de Louisiana del
Sur, sugirieron incluso que Némesis podría ser un
pequeño agujero negro.
Desde esas fechas la hipótesis aparece y desaparece periódicamente
en los medios de comunicación o en la comunidad científica,
siendo a veces ridiculizada y a veces sustentada. Los científicos
mayoritarios oscilan entre el escepticismo y el vago interés,
aunque hay un grupo que la apoya de manera más o menos discreta.
No obstante, sigue siendo una hipótesis "poco reconocida"
.
En octubre de 1999, el astrónomo británico John Murray
anunció haber descubierto un décimo planeta, al que
llamó Nibiru (no confundir con el planeta Nibiru propuesto
por Zecharia Sitchin) y que por sus características sería
asimilable a Némesis, mientras estudiaba unos cometas en
los márgenes del Sistema Solar. Según Murray, el nuevo
planeta o estrella compañera giraría alrededor del
Sol a una distancia 1.000 veces más lejana que Plutón,
si bien tal teórico descubrimiento no pudo finalmente ser
verificado.
A comienzos de 2000, un equipo de astrónomos de EE.UU. calculó
que la estrella oscura, caso de existir, podría ser un enana
marrón, coincidiendo con las afirmaciones de John Matese,
de la Universidad de Lousiana, quien ese mismo año estudió
las órbitas de ochenta y dos cometas de la nube de Oort,
afirmando que sus órbitas tenían algunos elementos
extraños en común que sólo se podían
explicar por la influencia gravitacional de un objeto de varias
veces el tamaño de Júpiter. Según su hipótesis,
el nuevo planeta estaría 30.000 veces más lejos del
Sol que la Tierra, y haría su órbita alrededor del
Sol en el sentido opuesto al de los otros miembros del Sistema solar.
Murray calculó una órbita que se completaría
en unos seis millones de años y estimó su distancia
al Sol en casi cinco billones de kilómetros. Sin embargo,
tampoco sus tesis han podido ser demostradas.
Lo más probable es que Némesis no exista, pero hasta
el presente no se ha podido negar con total certeza. Némesis
es por tanto un objeto hipotético más del Sistema
Solar.
|