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Los principios
del tecnorrealismo
La versión original se publicó en lengua inglesa
en http://www.technorealism.org/ el 12 de marzo de 1998, fruto
de la colaboración de 12 escritores especialistas en tecnología,
a partir de un borrador elaborado por Shapiro, Shenk y Johnson.
Desde entonces lo han firmado con su nombre y apellido más
de 2500 personas.
En estos tiempos tan embriagadores de rápidos
cambios tecnológicos, todos luchamos por mantener nuestro
rumbo. Los nuevos descubrimientos que aparecen cada día en
el campo de las comunicaciones y los ordenadores son excitantes
e incluso pueden llegar a desorientar. Una reacción lógica
a esto sería preguntarse: ¿son estos cambios buenos
o malos? ¿deberíamos abrirnos a ellos o temerlos?
La respuesta es: ambas cosas. La tecnología está haciendo
nuestra vida más llevadera y para muchos incluso más
saludable, rica y llena de conocimientos. Pero también afecta
al trabajo, la familia y la economía de foma poco predecible,
creando nuevas formas de tensión y distracción y suponiendo
una amenaza para la cohesión de nuestra comunidad física.
A pesar de las complicadas y contradictorias implicaciones
de la tecnología, la opinión pública es tristemente
simplista en relación a este tema. Expertos, políticos
y visionarios no nos hacen precisamente un favor cuando tratan de
reducir estos asuntos tan complejos a historias apasionantes, condenas
hacia lo tecnológico o discursos exaltados en su defensa.
Formas de pensar tan polarizadas sólo conducen a falsas esperanzas
y estados de ansiedad innecesarios y nos apartan de poder entender
nuestra propia cultura.
Durante los últimos años, aunque el
debate sobre la tecnología ha estado dominado por estas voces
tan extremistas, un nueva forma más equilibrada de entender
el problema ha tomado forma. Este documento intenta articular algunas
de las creencias en las que se basa este consenso que ha venido
en llamarse tecnorrealismo.
El tecnorrealismo pide que se piense críticamente
sobre el papel que juegan las herramientas y sus formas en la evolución
humana. Inherente a este punto de vista es comprender que el nivel
actual de transformación tecnológica en el que vivimos,
a la vez que importante, es una continuación de los cambios
que han tenido lugar a través de la historia. Examinando,
por ejemplo, la historia del automóvil, la televisión
o el teléfono, no como aparatos en sí, sino como los
elementos de importancia que han llegado a ser en nuestras vidas,
podremos extraer tanto beneficios como perjuicios. De manera similar,
anticipamos conclusiones semejantes para las actuales tecnologías
emergentes y que deben orientarse según un pensamiento claro
y uso apropiado. Asímismo, esperamos estar en guardia para
afrontar sus consecuencias no esperadas.
Como tecnorrealistas, buscamos expandir el fértil
campo que existe entre la tecno-utopía y el neo-ludismo.
Somos críticos de la tecnología de la misma forma
y por las mismas razones por las que otros son criticos de la comida,
críticos del arte o la literatura. Podemos ser pasionalmente
optimistas acerca de algunas tecnologías y escépticos
y descreídos sobre otras. Así, nuestro objetivo no
es ni ensalzar ni despreciar la tecnología, sino entenderla
y aplicarla de una forma más coherente a los valores humanos.
Aquí se describen algunos de los principios
básicos que ayudan a explicar el tecnorealismo.
Principios del tecnorrealismo
- Las tecnologías no son neutrales
Un gran malentendido de nuestro tiempo es la idea de que las tecnologías
están completamente libres de intencionalidad y consecuencias.
Eso puede ser porque al ser artefactos inanimados se cree que
no pueden crear cierto tipo de conductas. De hecho, las tecnologías
están cargadas de intenciones sociales y políticas,
a veces creadas a posta y otras veces inconscientemente. Cada
herramienta proporciona a su usuario una manera específica
de ver el mundo y de interactuar con otras personas. Es importante
para todos el considerar los prejuicios, tendencias e intenciones
depositadas en las distintas tecnologías y encontrar aquellas
que reflejen nuestros valores y aspiraciones.
- Internet es una revolución, pero no una
utopía
La Red es una extraordinaria herramienta de comunicaciones que
porporciona una gran cantidad de nuevas oportunidades para las
personas, comunidades, empresas y el gobierno. Conforme el ciberespacio
crece en número de usuarios, más se asemeja a la
sociedad real con toda su complejidad. Por cada aspecto positivo
de la red existen también dimensiones maliciosas, perversas
o más bien ordinarias.
- Los gobiernos juegan un papel importante en el
mundo electrónico
Contrariamente a lo que muchos claman, el ciberespacio no es un
lugar con leyes separadas de la vida real. Mientras que los gobiernos
deben respetar las reglas que se han creado en la red y no asfixiar
este mundo con regulaciones ineficaces o censura, es de tontos
decir que lo "público" no tiene autoridad sobre
lo que un ciudadano o una empresa fraudulenta puedan hacer en
Internet. Como representantes del pueblo y guardianes de los valores
democráticos, los Estados tiene el derecho y la responsabilidad
de ayudar a integrar el ciberespacio en la sociedad.
Los estándares tecnológicos y los asuntos privados,
por ejemplo, son demasiado importantes como para ser delegados
al mercado. Las empresas fabricantes de programas de ordenador
tienen muy poco interés en que perduren los estándares
y tecnologías abiertas, que son esenciales para el funcionamiento
de una red interactiva. Los mercados promueven la innovación,
pero esta actividad no repercute obligatoriamente en el interés
público.
- La información no es conocimiento
Alrededor nuestro la información se mueve muy rápido,
cada vez es más barata de adquirir y los beneficios son
evidentes. Se dice que la proliferación de tanta información
es un reto que requiere de nuevas formas de disciplina y escepticismo
por nuestra parte. No debemos confundir la emoción de adquirir
información o distribuirla con la tarea, más pesada
y ardua, de convertir esa información en conocimiento y
sabiduría. A pesar de lo que ha avanzado la informática,
no debemos utilizarla como un substituto de nuestros niveles de
conocimiento, percepción, razonamiento y juicio.
- Preparar los colegios para la tecnología
no es su salvación
Los problemas de los colegios públicos americanos (presupuestos
disparatados, fama social, masificación de las aulas, infraestructura
decadente, falta de normas básicas) no tienen nada que
ver con la tecnología. Consecuentemente, ningún
tipo de tecnología llevará a estos a la revolución
educativa profetizada por Bill Clinton y otros. El arte de enseñar
no se puede sustituir por ordenadores, Internet o la educación
a distancia. Estas herramientas pueden, por supuesto, alimentar
una experiencia educacional de alta calidad, pero confiar en ellas
como la panacea podría ser un fallo bastante costoso.
- La información quiere ser protegida
Es cierto que Internet y otros inventos recientes están
cuestionando nuestras leyes de copyright y las defensas para proteger
la propiedad intelectual. La respuesta no pasa por desechar los
actuales estatutos y normas. En vez de eso, debemos actualizar
viejas leyes e interpretaciones para que la información
reciba la misma protección que en los medios de comunicación
tradicionales. El objetivo es el mismo: dar a los autores el suficiente
control sobre su trabajo para que tengan un incentivo para crear
y que se mantenga el derecho del público de hacer un uso
justo de esa información. De ninguna forma la información
"quiere ser libre", ha de ser protegida.
- Las ondas transmisoras de información son
de dominio público. El público se debería
beneficiar de su uso
El espacio aéreo digital para poder emitir al que tienen
acceso las empresas de comunicación pone de manifiesto
el mal uso de los recursos públicos en el campo de la tecnología.
La ciudadanía se debería beneficiar del uso de frecuencias
de emisión públicas y debería poseer una
parte del espectro de frecuencias para fines educativos, culturales
y de acceso público. Deberíamos demandar más
uso privado de la propiedad pública.
- Comprender la tecnología debería
ser una parte importante para la formación del ciudadano
global
En un mundo regido por el flujo de información, las formas
que esta adopta y sus códigos que la hacen visible se están
convirtiendo en fuerzas sociales muy poderosas. Comprender estas
fuerzas y sus limitaciones y participar en la creación
de nuevas herramientas, debería ser una parte importante
de un ciudadano involucrado. Estas herramientas afectan nuestras
vidas tanto como las leyes y deberíamos someterlas a un
escrutinio democrático.
12 de marzo de 1998
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