El trabajo de Masanobu Fukuoka
(extraído
de The best of permaculture, a collection, Max O Lindegger
/ Robert Tap, 1986,
traducción libre a cargo de Lucía Battegazzore)
Sensei Fukuoka fue mi maestro, mi padre espiritual y mi guía
por cerca de once años, desde que dejé el templo
zen en la isla de Honshu.
Escuché hablar de él por primera vez por Larry
Korn, quien se convirtiera luego en editor de "La revolución
de una paja". Larry visitó nuestro monasterio
zen en las montañas de Kyoto y me habló de este
ser iluminado que con sus extraños métodos agrícolas
y su filosofía detrás, se volvió contra
lo establecido.
Cuando volví de mi peregrinaje, luego de 54 templos
y 2 meses, encontré a Sensei con 8 jóvenes japoneses
ayudantes y 6 forasteros cavando trincheras que no eran las
normales de irrigación, sino trincheras de la Primera
Guerra Mundial, de 4 pies de profundidad, paralelas, espaciadas
de 3 pies, en filas de 5 y 30 pies de largo. Me dijeron luego
que esa forma aiereaba el suelo para plantar frutales después.
En la noche de mi llegada acepté la invitación
de sensei a participar en su trabajo, arriesgándome
a terminar de cavador de trincheras. En el primer encuentro
con Sensei tuve la profunda experiencia de ser aceptado y
amado.
El ministro de agricultura que por años rechazó
sus métodos, recientemente se mostró interesado,
ya que el arroz rinde mucho más: hojas más grandes,
raíces más fuertes y 140 semillas contra 90)
y le ofreció un trato: por decirle el método
y mantener alejados a los extranjeros se convertiría
en un tesoro nacional viviente de Japón.
Cuales son esos métodos? Tengo que volver atrás
37 años a cuando era un joven químico graduado,
trabajando en el departamento de agricultura, en el laboratorio;
los americanos recién habiendo ganado la guerra, empujaron
con éxito la tecnología agroquímica,
pesticidas, fertilizantes, spray químicos y venenos.
Los conquistadores encontraron en la confusión post-guerra
un amplio mercado para este tipo de productos. Mientras tanto
M. Fukuoka incrementaba su desilusión. Fue también
un momento de su búsqueda espiritual con experiencias
iluminadoras que culminaron en la desiciòn de terminar
su carrera en el laboratorio. No fue una desición fácil
en Japón donde la vida empleado en una institución
es la norma.
De vuelta en su tierra natal, un octavo de acre de orquideas
en un campo con una choza, un perro y cinco gallinas, es allí
donde vive su filosofía. En sus primeros 10 años
escribe 4 libros y es el primer japonés que se opone
a los nuevos métodos agrícolas y hace crecer
ell arroz como hace 200 años, sin cavar, plantando
plantines sin fertilizante y lo más inusual, inundando
en los meses de verano.
Heredó campos de arroz de su padre que atrajeron ayudantes
que leyeron sus libros. La "granja de la revolución
de una paja" creció considerablemente. Compró
campos vecinos que estaban desconformes con el bajo rendimiento
por ser el suelo pobre. Lo vi desparramar semillas de trébol
y variedad de hierbas y vegetales. Lo que fuera que creciera
lo dejaría semillar año tras año y elegir
naturalmente el sitio más adecuado.
Conocía mejor el lugar o las mejores condiciones de
cada árbol y cada planta, observando la actividad de
los insectos en las proximidades. Aquí hay una nota
interesante de su filosofía, comparable con la filosofía
china taoísta de Lao Tse y con el humanitarianismo
de Albert Sciwetzer. Cada visitante de la granja es encandilado
por la ilusoria existencia humana, y la mente discrimina creando
oportunidades, por ejemplo lo bueno y lo malo, que pierden
sentido en la naturaleza. El dice que solo la gente distingue
insectos buenos o malos; la naturaleza es y los insectos atacan
a las plantas que están débiles o no pertenecen
a ese lugar. Pero hubo una vez que nos dijo de manipular el
mundo de los insectos, fue cuando n gusano atacó a
los frutales y tuvimos que sacarlos y dárselos a los
pollos. Nos llevó semanas, pero nos salvamos de usar
spray como los vecinos.
La revolución de Fukuoka, así como la permacultura
aseguran la vida en la tierra para las generaciones por venir.
Como dice Lao Tsé "el propósito de
la vida es conocer el propósito de la vida".
Luego de un arduo día de trabajo en el campo, a sus
73 años, Sensei se sienta, así como hace 35
años, lleno de paz, con su taza de té al atardecer
en su choza, irradiando felicidad.
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