ANTE EL COLAPSO, ¿LOS IDEALISTAS SOMOS
NOSOTROS?
reacciones en cadena y respuestas comunitarias
El clima ha sido uno de los factores más determinantes de
la aventura humana. Hace 70.000 años, una sequía derivada
de la Era Glacial golpeó el África tropical y provocó
una desertización a gran escala que empujó por primera
vez al homo sapiens fuera de su cuna. Mucho mas tarde, el último
estertor de esta larga glaciación nos llevó a las
primeras grandes civilizaciones patriarcales. El Jardín del
Edén no es una invención de poetas antiguos, sino
el eco idealizado de un periodo (6.000 a.C a 3.500 a.C) en el que
la tierra disfrutaba de un clima cálido como el actual, pero
con menos turbulencias climáticas y en un planeta casi deshabitado.
No podía durar. Un cambio en el pulso solar respecto al eje
de rotación de la tierra provocó una pequeña
glaciación en el norte y convirtió el Sahara, Arabia
y Mesopotamia en lo que es hoy en día. Una organización
social férrea y la producción de alimentos centralizada
fueron la respuesta de sus habitantes. Nosotros somos el fruto de
los excedentes agrícolas que ellos lograron.
¿Podemos extrapolar algo de estas viejas historias a nuestro
propio tiempo convulso? ¿Tiene algo que ver el colapso ecológico
contemporáneo con el fascismo que resurge en Estados Unidos?
Como afirma Jorge Reichmann, vivimos tiempos extraordinarios. Pero
aún así, y después de 2 millones de años
de evolución homínida, va a ser precisamente nuestra
generación la que asista al apocalipsis irreversible sin
opción de emigrar a ningún lado? Suena un poco egocéntrico,
y tal vez no suceda con tanta crudeza, pero el simple hecho de que
grandes popes de la ciencia o documentales de la BBC se atrevan
a pronosticar un futuro desastroso, ya da que pensar, y mucho.
El pensamiento occidental nos predispone a tener una comprensión
muy pobre de las retroalimentaciones que rigen nuestro ecosistema
planetario, pero la ecología científica y el enfoque
que hoy se viene en llamar “multidisciplinar” nos está
descubriendo un mundo de posibilidades en las que Cambio Climático,
Crisis Energética y Colapso Ecológico interactúan
en una espiral altamente peligrosa e inestable.
No existen modelos predictivos fiables. No sólo por la dificultades
inherentes, sino también porque no conocemos todas las variables
en juego ni todos los mecanismos de regulación planetaria.
Pero sabemos suficiente como para actuar de inmediato. Y sin embargo,
no logramos adaptarnos ni mentalmente ni emocionalmente a la situación.
De algún modo sufrimos una negación de la realidad,
como sociedad y individualmente. Nos levantamos por la mañana,
un día apacible y luminoso nos saluda, la tostadora nos suministra
unas deliciosas rebanadas de pan, la televisión nos cuenta
el mundo a ritmo de videoclip, ¿quién va a pensar
en “desgracias lejanas”? Aunque conocemos y percibimos
los signos del desastre, no podemos liberarnos de la inercia del
corto plazo. Y desafortunadamente, ni a pequeña ni a gran
escala existen las relaciones de confianza y justicia necesarias
para iniciar una política voluntaria de decrecimiento económico
y demográfico.
No hace falta argumentar una vez mas que el crecimiento ilimitado
en un mundo de recursos limitados es imposible. Ni que están
en crisis tanto las fuentes (cenit de hidrocarburos, cereales, minerales,
pesquerías…) como los sumideros (degradación
del suelo, calentamiento de la atmósfera, acidificación
de los océanos…) La pregunta del millón es ¿nos
tocará a nosotros? ¿Será súbito, brusco,
progresivo, a trompicones? ¿Se cebará aún más
en los que ya lo sufren y nosotros seguiremos quedando a salvo?
¿Será dentro de cinco años, de veinte, de cien?
En todo caso, la situación ha evolucionado tan rápidamente
que ahora la mismísima discusión “oficial”
se centra entre los que afirman que basta con controlar progresivamente
los desajustes insostenibles del sistema y los que creen que hace
falta una acción contundente porque ya casi llegamos al punto
de no-retorno, con reacciones en cadena imparables.
La clave está precisamente en las reacciones en cadena y
sus retroalimentaciones. Hay que evitar la pereza intelectual y
asumir que no podemos asimilar por separado los problemas globales,
aunque tengan orígenes distintos, ya que tarde o temprano
van a interaccionar. El reduccionismo nunca fue tan inútil
como hoy.
CAOS CLIMÁTICO
El cambio climático está ampliamente divulgado, así
que me voy a limitar a repasar algunas de las retroalimentaciones
que las últimas investigaciones ponen sobre la mesa. Es cierto
que el cambio climático ya ha llegado -en diciembre de 2003,
la Organización Mundial de la Salud anunció que el
calentamiento global está matando a unas 150.000 personas
al año- pero es igual de cierto que lo peor está por
llegar.
El último informe de la comunidad científica reunida
en el IPCC de las Naciones Unidas prevé un escenario relativamente
conservador, y aún así, pronostica subidas de temperatura
de hasta 4,5 grados para el final de este siglo si seguimos al ritmo
actual. De hecho, en diez años habremos superado el cordón
de seguridad de 850.000 millones de toneladas. Para hacernos una
idea, tengamos en cuenta que el IPCC también ha declarado
que a partir de 2 grados la situación deviene muy grave y
en cierto modo impredecible, y que a partir de 6 grados se podrían
extinguir un 90% de las especies, incluidos nosotros. Además,
y teniendo en cuenta que sólo el 40% del dióxido de
carbono que emitimos es absorbido por la tierra y los océanos
y que el resto se acumula en la atmósfera durante un siglo,
ya hay 0.6 grados tramitándose acerca de los cuales no podemos
hacer nada. Sin embargo, el último informe del IPCC contiene
incongruencias como la de prever simultáneamente altas subidas
de temperatura pero no del nivel del mar. Y además, la versión
final no incluye los nuevos datos sobre el deshielo de Groenlandia,
que podría subir el nivel del mar 7 metros al desplomarse
la plataforma occidental. Como veremos, las posibilidades son muchas,
fundamentadas y preocupantes.
Retroalimentaciones, o como se dispara el caos climático:
DESHIELO POLAR: Hace pocas semanas se ha anunciado
que para el 2013 ya no quedará hielo en el Ártico
en verano. Como dice el investigador Richard Halley, “las
grietas lo cambian todo”. El agua caliente que funde los casquetes
polares no lo hace por debajo y lentamente como preveían
los modelos, sino abriendo enormes grietas por las que caen cascadas
de agua con una veloz capacidad de erosión.
CORRIENTE OCEÁNICA ALTERADA: Cada vez hay
menos “chimeneas” (remolinos de varios kilómetros
de diámetro) bombeando la corriente oceánica. Las
boyas científicas instaladas en el Atlántico desde
las Canarias hasta las Bahamas registran una disminución
del 30% en la circulación de agua de la “cinta transportadora
oceánica”. Esto puede llevar a una desaceleración
o incluso un frenazo de la corriente cálida del golfo, enfriando
el hemisferio norte hasta un nivel aún no predecible.
EL ALBEDO SE FUNDE: La decreciente capa de nieve
y hielo lleva a un mayor calentamiento de la superficie de la tierra.
La nieve y el hielo de los polos son un reflector excelente, por
lo que la luz y el calor del sol rebotan en la superficie de nuestro
planeta y vuelven al espacio. Es un efecto conocido como albedo.
Al fundirse la nieve y el hielo polar, el albedo de la Tierra disminuye,
lo que permite que la Tierra absorba y retenga más energía.
Esto, a su vez, puede llevar a un descenso de la capa de nieve y
hielo, lo que termina siendo una realimentación positiva
que aumenta incesantemente el calentamiento global. Se calcula que
una reducción del 10% del albedo sería como aumentar
5 veces la concentración de gases invernadero en la atmósfera.
EL VAPOR DE AGUA POR LAS NUBES: Otros grandes
retrolimentadores del cambio climático son las nubes y el
vapor de agua. El vapor de agua es un potente gas invernadero, y
en un mundo mas cálido es razonable suponer que va ha haber
mas evaporación. Ya está sucediendo, especialmente
en las vitales selvas de Borneo. Las nubes son el factor más
desconocido, y podría ser determinante. Lo que es seguro
es que están detrás de los fenómenos meteorológicos
extremos y que influyen en la reflectividad de la tierra ¿podrían
haber retrasado los efectos del calentamiento hasta ahora?
METANO AL ACECHO: Otro efecto del calentamiento
es el deshielo de las regiones permanentemente heladas, en Siberia
y Canadá. Antiguamente eran zonas pantanosas, y el deshielo
puede liberar de golpe metano equivalente a 70 años de emisiones.
El metano es 24 veces peor que el CO2 en calentar el planeta. Aún
peor sería liberar otras reservas de metano, las que están
acumuladas en los hidratos de metano congelados del fondo oceánico.
Ya se están las registrando las mayores perdidas hasta la
fecha, pero si el proceso se retroalimenta a si mismo y se dispara,
entonces entraríamos en el peor escenario de todos. También
en este caso, las grietas lo cambian todo.
LAS SELVAS SE SECAN: “Otro efecto de retroalimentación
se encuentra en la selva tropical, un gran regulador del clima y
un gran sumidero de CO2. En la Amazonia, gran parte de la lluvia
está causada por la misma selva. La humedad sube y cae. Al
quemar y destruir la selva llueve menos, suelta menos humedad, llueve
menos, suelta menos…etc. El pulmón del mundo puede
convertirse en otro Sahara y modificar a gran escala el clima global”.
(Marc Gavaldà)
EFECTOS OCULTOS DE LA EXTINCIÓN DE ESPECIES:
Sabemos que ya hemos entrado en un periodo de extinciones catastróficas
y sospechamos lo peor. Un peligro será la desaparición
de insectos polinizadores (ya asistimos a un “inexplicable”
descenso en la población de abejas). Otro será la
eliminación de plancton y pequeños crustáceos
fundamentales en la absorción de CO2 por los océanos,
que son el almacén más grande de carbono. Junto con
él, el suelo y los bosques son los otros dos grandes capturadores
de CO2, y su degradación por motivos ajenos al cambio climático
no hace más que incentivar este.
HIDROXIL EN CRISIS: El hidroxil es el limpiador
de la atmósfera. La contaminación lo está reduciendo
a niveles preocupantes al haber aumentado su trabajo, pero la situación
se ha visto compensada gracias… ¡al agujero de la capa
de ozono! Resulta que las radiaciones ultravioletas son grandes
fertilizantes del “cultivo” atmosférico de hidróxil.
Nos encontramos entonces en la complicada situación de tener
que elegir entre guatemala y guatepeor.
LA ESTRATOSFERA TAMBIÉN CUENTA: La retroalimentación
estratosférica podría ser muy importante, y parece
haber sido el vector de los cambios en el pulso solar en anteriores
cambios climáticos. Lo preocupante es que los gases invernadero,
al calentar las capas bajas de la atmósfera están
enfriando la estratosfera, provocando cambios en los vientos polares
(el llamado “chorro estratosférico”) que aceleran
los vientos calientes de las capas bajas. Para hacernos una idea
de la importancia de este fenómeno, se calcula que más
de la mitad del aumento de temperaturas registrado en el Ártico
se debe a esta causa.
Cambio climático brusco
Una vez mas, no hay que observar los factores que acabamos de apuntar
por separado, sino en términos de retroalimentación.
La retroalimentación es a menudo (no siempre) sinónimo
de aceleración. Por eso muchos investigadores hablan cada
vez mas alto de la posibilidad de un cambio climático brusco.
Los cambios climáticos en la historia del planeta se han
dado muchas veces en cuestión de décadas, incluso
en unos pocos años. “En octubre de 2003, el Pentágono
publicó un informe sobre el abrupto cambio climático.
De un cambio de este tipo, declara el informe, se desprenderán
unas consecuencias ecológicas completamente espantosas. Europa
y Norteamérica entrarían en una mini era glaciar,
con patrones climáticos parecidos a los de hoy en Siberia.
Violentas tormentas causarán estragos por todo el planeta.
Las áreas costeras, como Holanda, Nueva York y la costa oeste
de Norteamérica se harían inhabitables, mientras que
la mayoría de las naciones en islas podrían quedar
completamente sumergidas. Las tierras bajas, como Bangla Desh, podrían
quedar permanentemente anegadas. Mientras las inundaciones serían
la regla en todas las costas, unas gigantescas sequías podrían
destruir los graneros del mundo. El polvo podría retornar
al medio oeste americano. El hambre y las sequías podrían
provocar una disminución sustancial de la capacidad del planeta
para mantener a la población actual. El acceso al agua se
convertiría en una batalla generalizada; cientos de millones
podrían morir, como resultado del hambre y las guerras por
los recursos. Mas de 400 millones de personas en las regiones subtropicales
quedarían en grave riesgo. Habría migraciones masivas
de refugiados por causas climáticas, particularmente al sur
de Europa y a Norteamérica. La proliferación de armas
nucleares, junto con las guerras de recursos podría muy bien
conducir a guerras nucleares. Y nada de lo anterior tiene en cuenta
los efectos del cenit de la producción mundial de petróleo
y la caída por el precipicio del gas natural en los EE.UU.
Al final de su informe, Schwartz y Randall avisan de que el cambio
climático “debería elevarse por encima del debate
científico al nivel de preocupación por la seguridad
nacional de los EE.UU.” Y aunque “los combustibles alternativos,
los controles de emisiones de gases de efecto invernadero y los
esfuerzos de conservación sean tareas que merezcan la pena”,
tenemos que apresurarnos a “prepararnos para los inevitables
efectos de un cambio climático abrupto, que probablemente
llegará, independientemente de la actividad humana”(Pedro
Prieto)
¿PEAK OIL o PEAK EVERYTHING?
El pico de producción de petróleo, gas y uranio se
producirá dentro de los próximos veinte años.
El pico del petróleo ya se ha producido o sucederá
pronto. Los “pesimistas” han ganado el debate. La mismísima
Agencia Internacional de la Energía ya ha advertido de que
el futuro energético será "caro, sucio e inseguro"
y anuncia para 2013 importantes crisis de suministro. El pico marca
el inicio de un inexorable proceso de declinación y encarecimiento,
acelerado y agravado por el aumento constante de la demanda energética.
Si tenemos en cuenta que los combustibles fósiles abastecen
el 80% de la energía primaria del mundo (85% de la comercial)
y 95% del transporte, no es difícil deducir que el cenit
petrolero –unido al colapso por sobreexplotación de
muchos otros recursos- ha de significar por fuerza el cenit generalizado
de casi todas las producciones humanas ¿Existe una relación
entre el barril de petróleo a 100 dólares y el anuncio
de la ONU que alerta que han descendido las reservas de cereales
mundiales a un 11%, el nivel más bajo desde 1980, mientras
el precio medio de los alimentos crece un 40%, frente al 9% de hace
un año?
Y sin embargo, ¿no podría ser que la crisis energética,
a pesar de todos sus efectos traumáticos, sea finalmente
la solución al problema aún mas grave del cambio climático?
Sobre eso también hay controversia. Hay incluso quien cree
que hay que invertir los factores y que en realidad el cambio climático
se está usando para justificar las medidas draconianas que
la crisis energética obligará a tomar. Sea como sea
¿existe una sinergía favorable a medio plazo? Es difícil
saberlo, pero existen muchas dudas razonables de que esto vaya a
ser así.
Nuestra sociedad debe hacer una reconversión acelerada de
todas sus infraestructuras, ¿es razonable pensar que lo podrá
hacer si al mismo tiempo está sumida en una profunda crisis
financiera? Hay que tener en cuenta que el petróleo moviliza
la accesibilidad a los demás recursos o fuentes energéticas:
la disponibilidad en la escala actual de carbón y gas, el
transporte, extracción y gestión de materiales relacionados
con la industria nuclear, los insumos para el cultivo de agrocombustibles,
los procesos industriales que permiten el mantenimiento y construcción
de presas, aerogeneradores, paneles solares, plantas de biomasa,
etc… Todo ello depende del petróleo, no sólo
por su elevada tasa de retorno energético, sino también
y sobretodo porque el chiringuito ya está montado, de lo
cual se deducen unos costes de inversión gigantescos para
cualquier cóctel de candidaturas alternativas. Cuando oigamos
de un nuevo descubrimiento energético, antes de emocionarnos
preguntémonos siempre acerca de su adecuación a las
leyes de la termodinámica, su tasa de retorno energético
al final de todo el proceso, su impacto ambiental y social, su convertibilidad
en energía usable y su coste de conversión al aplicarse
en el mundo real.
“Volverá a la luz el debate aplazado que planteó
Malthus, con toda su crudeza. No será posible evitarlo, porque
la escasez energética nos pondrá de bruces contra
los límites físicos, pero con poca energía
disponible” (Pedro Prieto). A pesar de mostrar signos de desaceleración,
la espiral demográfica ha añadido en los últimos
seis años otros 400 millones de seres humanos (sin que hayamos
añadido los recursos equivalentes). Aunque actualmente la
principal razón de la desnutrición es el mal reparto
de los abundantes recursos disponibles, en una situación
de escasez energética, agravada por la degradación
de los suelos, la disminución de los acuíferos o el
encarecimiento de los fosfatos (llegaron a su pico en 1989), ya
no será posible alimentar la población actual.
No es casualidad (aunque nadie parezca notarlo) que en la última
cumbre sobre cambio climático en Bali las curvas de descenso
de emisiones propuesta por la UE coincidan casi exactamente con
las famosas curvas de Hubbert sobre el decline de la producción
mundial de petróleo. Los gobiernos y las corporaciones saben
muy bien lo que está pasando. El pronóstico es de
un descenso para la próxima década de un… 10%
anual! Por eso proyectan un aumento del control estatal y un mayor
uso de la fuerza militar. Es decir, los principales causantes de
la crisis pretenden ser también sus gestores. Como hasta
ahora, pero a lo bestia. Si no nos resistimos a esta tendencia,
el energo-fascismo puede ser nuestro futuro. No es casualidad que
en una situación que pide a gritos una redistribución
de los recursos, un puñado de multinacionales controle, entre
muchas otras cosas, la totalidad del ciclo agrícola, desde
la semilla al supermercado.
Y para acabarlo de empeorar, también aquí aparecen
retroalimentaciones inesperadas:
OSCURECIMIENTO GLOBAL: Paradójicamente,
la misma contaminación que ha calentado la atmósfera
la ha enfriado. El efecto, conocido como oscurecimiento global,
ha sido en las últimas décadas un factor de enfriamiento
que ha compensado y retrasado el calentamiento. Las partículas
sólidas de la contaminación modifican la composición
de las nubes, aumentando su reflectividad y provocando entre un
10 y un 30% de disminución en la radiación solar que
llega a la tierra. Eso significa que cualquier colapso de la industria
mundial subirá de golpe las temperaturas y añadirá
de un día para otro mas leña al fuego. Ya pasó
en los años 90 en los países del bloque comunista.
Así que nos encontramos en la situación imposible
de necesitar la misma contaminación que debemos frenar. Es
especialmente el caso de la conocida como “neblina asiática”,
una nube marrón de contaminación que cubre el sur
de Asia. Esta variable complica las cosas en una región donde
los fenómenos meteorológicos el Monzón y el
Niño (que alimentan con sus lluvias la mitad de la población
mundial) son especialmente sensibles al caos climático.
CARBÓN Y CARBONO: Otra de las temibles
retroalimentaciones de la crisis del petróleo es que esta
derive en un uso masivo de otros combustibles. Uno sería
la madera de nuestros ya sobreexplotados bosques. Otro sería
el carbón, un combustible fósil aún mas generador
de CO2, especialmente bajo la forma de carbón licuado, capaz
de mover motores de combustión. No es casualidad que se hable
tanto de la “captura de carbono” como solución
tecnológica frente al cambio climático. Lo que menos
gente sabe es que esta tecnología es válida y esta
pensada sobre todo para centrales térmicas que queman…
carbón, y que China y EEUU detentan dos de las mayores reservas
mundiales. La era de los combustibles fósiles podría
no estar acabándose.
COLAPSO ECOLÓGICO ¿POR QUE LADO PETARÁ
ANTES?
En realidad, cambio climático y crisis energética
son solo las expresiones más espectaculares de un colapso
general en nuestro ecosistema. A pesar de que la sacrosanta economía
global es solo un subsistema del ecosistema planetario, los seres
humanos estamos capturando el 40% de la productividad biológica
del planeta y nos estamos puliendo en un intervalo de tiempo geológicamente
brevísimo los recursos naturales acumulados durante cientos
de miles de años.
Los tres sistemas básicos de cuya productividad biológica
hemos dependido históricamente para proveernos de alimentos,
a saber, las pesquerías, los pastizales y las tierras de
cultivo, no dan mucho más de si ni admiten grandes incrementos
de producción. La mitad de los bosques tropicales ha sido
talada, 16 de los 17 mayores bancos de peces han desaparecido. Los
acuíferos son explotados por encima de su capacidad de recarga.
La tierra pierde nutrientes, afectada por la desertización,
la erosión, la contaminación, la compactación
y la urbanización. Un 65% de las tierras que algún
día fueron cultivables ya no lo son, pero aún así
nuestros coches reclaman ahora millones de hectáreas para
“fabricar” agrocombustibles.
Pero tal vez todo empiece a resquebrajarse por el lado mas sorprendente,
el de la realidad virtual. La economía financiera global,
a pesar de ser cada vez más volátil, especulativa
y virtual, constituye el motor del dinamismo capitalista. Lo paradójico
es que tanto la bolsa como el sistema monetario se basan en la confianza
¿confianza en que? Cualquier economista te hablará
en una jerga incomprensible del monto de las reservas, las tasas
de cambio o las características del banco central…
pero en realidad se trata de la confianza en el crecimiento permanente.
Es decir, la confianza en la capacidad de devolver con intereses
las deudas contraídas. Ya dijo Lenin que “la mejor
manera de destruir el sistema capitalista es corromper la moneda”.
Hoy, en un momento en que los insostenibles niveles de deuda estadounidense
y el colapso potencial del dólar ya amenazan la estabilidad
monetaria mundial, el resquebrajamiento de la confianza en el crecimiento
derribaría la economía global como un castillo de
naipes. Es precisamente lo que acaba de pasar con la crisis de las
hipotecas basura de EEUU, cuyos peores efectos aún están
por llegar. Como diría Einstein: "La ingeniería
financiera nos ha hecho dioses millonarios antes de que merezcamos
ser hombres solventes".
LOS IDEALISTAS SON ELLOS: GUERRA Y TECNOLOGÍA COMO
REMEDIO
No hace falta decir que la guerra ya está aquí. El
11-S, la guerra en Afganistán o en Irak, así como
la desestabilización de decenas de países, desde Kenia
hasta Birmania, está íntimamente ligada con la geopolítica
del petróleo y el gas. Aunque a los simples mortales nos
parezca una barbaridad, para los intereses que mueven el mundo la
guerra es sólo una opción mas en su caja de herramientas,
llámese guerra preventiva, guerra de baja intensidad, guerra
policial en los suburbios, guerra al terrorismo, guerra-espectáculo,
guerra humanitaria o guerra a la pobreza (a los pobres). Y desde
cierto punto de vista, funciona. No contentos con desarrollar armas
biogenéticas, bacteriológicas, sónicas o químicas,
el Pentágono prepara también la “guerra climática”
a través del Programa de Investigación de Aurora Activa
de Alta Frecuencia (Haarp, por sus siglas en inglés), establecido
en 1992 ¿Hay cosas sobre el clima que no sabemos?
La tecnología es mas controvertida, pero no hay duda de
que nos han metido en una carrera desbocada hacía adelante.
Esta apuesta toma forma en la transgénia, la nanotecnología,
la biología sintética, la fusión nuclear y
un largo abanico de nuevas dioses. En esta vuelta de tuerca, el
biocapitalismo no tiene ninguna manía en ponerle precio al
aire (comercio de emisiones en el protocolo de Kyoto), a los genes
(biopirateria) o al agua (privatizaciones impulsadas por la Organización
Mundial del Comercio).
Esta concepción del ser humano “es alimentada por
los propios libros de texto en los que estudian nuestros niños,
en uno de los cuales puede leerse este delirio arquetípico:
“Millones de minúsculas máquinas recorrerán
ríos eliminando la contaminación, vivirán en
tubos de ensayo fabricando moléculas a voluntad o navegarán
por las arterias para controlar nuestro estado de salud y reparar
cualquier problema que suframos”. Cuando más frágiles
nos volvemos, nuestros profesores nos prometen inmortalidad; cuando
más en peligro estamos, nuestros gobernantes nos aseguran
invulnerabilidad; cuando menos tiempo nos queda, la publicidad nos
garantiza la vida eterna.” (Santiago Alba Rico)
Y como no, cada día surgen supuestas soluciones tecnológicas
para sustituir el petróleo o enfriar la atmósfera.
Algunos de estos remedios, como convertir el metano oceánico
en combustible son peores que la enfermedad (los japoneses darán
a conocer los resultados del primer proyecto piloto en 2011). Otros,
en cambio, abren posibilidades realmente prometedoras. Lo que ninguno
es capaz -ni en solitario ni acompañado- es de ofrecer una
solución viable en el contexto de una economía en
crecimiento constante. Pero a la vez, y a no ser que cambiemos de
sistema, sin este crecimiento tampoco habrá inversión
para desarrollar prototipos y sobretodo para el recambio a gran
escala de infraestructuras ¿Estamos atrapados?
De la teoría a la realidad
Es razonable pensar que tanto el pesimismo como el optimismo tecnológico
están sesgados por la ideología y los intereses. Veamos
pues unos pocos datos acerca de dos casos reales de aplicación
a gran escala de tecnología “verde” e ingeniería
económica: los agrocombustibles y el mercado de emisiones
de CO2.
1 / La supuesta solución que constituirían los agrocombustibles
ante el cambio climático es más que discutible. “El
modelo agro exportador contribuye en un 14% a las emisiones de gases
de efecto invernadero y los cambios de uso de suelo (sobre todo
la deforestación) representan otros 18%. Por tanto, resulta
difícil entender que se pretenda mitigar el calentamiento
global intensificando dicho modelo para producir agrocarburantes”
(Mónica Vargas).
2 / El Protocolo de Kioto expira el 2012, y sus objetivos, fijados
en 1997, ahora hace diez años, pretendían llegar a
reducir las emisiones al 95% en el año 2012 respecto de las
que había en 1990. Sin embargo hoy estamos en unas emisiones
que rondan el 35% por encima del nivel de 1990. El mercado de reducción
de emisiones sólo está cumpliendo la primera mitad
de su nombre: constituirse en un mercado. Las emisiones no disminuyen
en casi ningún lugar, pero en los países industrializados
donde si lo están haciendo hay que ser muy hipócrita
para no reconocer que el motivo principal es la deslocalización
de la actividad industrial hacía las maquilas del mundo “en
desarrollo”. O sea, mete la mierda debajo de la alfombra y
luego culpa a la alfombra de estar ensuciando el piso.
Ghandi decía que “en el mundo hay bastante para satisfacer
las necesidades de todos, pero no para satisfacer la avidez de cada
uno”. Si en época de vacas gordas no hemos sabido crear
una sociedad justa, sabremos hacerlo en tiempos de vacas flacas?
ALTERNATIVA COMUNITARIA
Se puede hablar mucho sobre posibles soluciones. Nunca como ahora
había sido tan necesario el activismo y nunca habíamos
estado tan cerca de ver cambios profundos. Puede ser incluso que
alguno de estos cambios sea a mejor y que los movimientos sociales
tengamos un papel relevante. En la Cuba de los ochenta, los agrónomos
ecologistas ya llevaban años advirtiendo de los peligros
de la agricultura industrial, pero formaban un grupo marginal. Fue
el corte en el suministro de petróleo procedente de la Unión
Soviética lo que realmente propulsó sus ideas e hizo
del defecto virtud. Richard Heinberg, en su libro Power Down resume
lo que él cree que son las opciones que podemos tomar ante
esta situación (opciones que son recombinables entre si):
1-. Guerra y Competición: el último se salva
2-. Autolimitación y Cooperación
3-. Esperando el Elixir Mágico para seguir igual
4-. Construyendo Botes salvavidas
Los títulos son suficientemente expresivos. Entre todas
las propuestas que esboza el libro yo destacaría el llamado
“Protocolo de Uppsala”, un tratado de cooperación
multilateral para que los Estados del mundo contraigan y converjan
el uso de la energía simultáneamente. Ojalá
esté tipo de ideas esté en primera línea del
debate político muy pronto.
Pero analizar las posibilidades transformadoras del momento no
es el propósito de este texto. Lo que aquí se intenta
es profundizar en el cuarto aspecto, la llamada “construcción
de Botes salvavidas”, aunque la expresión suene un
poco hollywoodiense.
En realidad, haya más o menos crisis, es necesario construir
comunidades sostenibles rurales (pero también rurbanas y
urbanas) que desurbanicen el planeta y hagan habitable la ciudad
del futuro. Esta opción es complementaria y no substitutiva
de soluciones a mayor escala. Muchas veces se ve la opción
comunitaria como una elección evasiva, una forma de aislarse
“de este mundo en decadencia”. Nada mas lejos de la
realidad. No hay lugar donde huir, el planeta se ha colonizado por
completo, pero esto no elimina la necesidad imperiosa de relocalizar
la economía y descentralizar la energía, lo que en
último término significa la reconstrucción
de microeconomías familiares y comunitarias. En el futuro
asistiremos a un auge de la lucha social, pero si realmente llegan
malos tiempos, nada será posible si no nos podemos garantizar
una base firme: comunidades productivas. Si nos situamos en esta
perspectiva, entonces la acción tiene fundamentalmente dos
caras:
1-. Priorizar la adquisición de habilidades y herramientas
productivas, estemos donde estemos.
2-. Crear comunidades y redes de comunidades
¿Que aprendizajes priorizamos? ¿Que formas de obtener
recursos e ingresos? ¿Con qué habilidades manuales,
fuerza, resistencia y flexibilidad contamos? Y en nuestros grupos
¿Qué materiales y que energía usamos? ¿Qué
objetivos prioritarios tenemos como grupo?
Escoger el lugar… ideal
Esto no es un ejercicio retórico. Como aconseja la permacultura,
vale la pena pararse a pensar detenidamente en todas las variables
en juego. Por ejemplo, estar cerca de una ciudad facilita encontrar
recursos manufacturados, pero también puede significar estar
expuesto a epidemias generadas por el hacinamiento y la desnutrición.
Mi conclusión es que idealmente necesitamos esto, aunque
luego se haga lo que se pueda:
- Una región donde el uso de energía per capita y
el grado de industrialización sean poco elevados.
- Una región sin alta densidad de población ni ecosistemas
esquilmados por encima de su capacidad de recarga.
- Una región donde el uso de armas sea poco común.
- Una región alejada de centrales nucleares, bases militares,
minas, petroquímicas y vertederos tóxicos.
- Un emplazamiento con agua abundante en previsión de sequías
crecientes.
- Un emplazamiento con suficientes tierras agrícolas como
para asumir el cultivo de cereales y/o pastoreo.
- Un emplazamiento con buenos vecinos y redes productivas cercanas.
- Un emplazamiento con bosques abundantes, ni demasiado frío
ni demasiado caliente.
- Un emplazamiento a más de veinte metros por encima del
nivel del mar.
- Un emplazamiento con un mínimo de seguridad jurídica
a corto y medio plazo, alrededor del cual en los próximos
diez años no se vaya a construir una urbanización,
una carretera o un centro comercial.
Aunque es muy difícil encontrar algo así en Europa
Occidental, podemos intentar acercarnos al máximo. Es cierto
que otros lugares pueden ser mejores y más baratos, pero
también es cierto que los conocimientos y redes de apoyo
que hemos desarrollado en nuestros lugares de origen tienen mucho
valor y pueden no ser fácilmente exportables.
La comunidad ideal (o inevitable)
El lugar determina muchas cosas, como ya hemos comprobado aquí,
pero no es lo único que cuenta. Cuando el dinero este muy
devaluado o incluso no valga nada, el comercio, el poder y la autonomía
se van a basar en los bienes inmediatamente útiles. Eso significará
priorizar el aprendizaje de algunas técnicas básicas
para la subsistencia. Estas habilidades pueden parecer interminables,
pero en realidad algunas son más importantes que otras. Para
la mayoría de culturas de subsistencia, la vida sólo
es posible si la comunidad sabe cultivar huerta y secano, controlar
el ciclo de las plantas desde la semilla a la conservación,
manejar herramientas no-eléctricas o de bajo consumo, montar
sistemas de energía renovable a pequeña y mediana
escala, trabajar la madera, el metal y las fibras, tener nociones
de facilitación y toma de decisiones, pescar y cuidar animales,
manejarse con el agua disponible de la manera mas eficiente, bioconstruir,
criar niños, tejer relaciones cooperativas. Y en nuestra
época, reciclar, almacenar, reusar y reparar toda la “basura”
de nuestra civilización.
La comunidad ideal también tendrá un Plan B, o C.,
o D, en función de las distintas previsiones. Tendrá
Refugios-Almacenes para situaciones de emergencia, pero también
para preservar el conocimiento escrito y audiovisual que podamos.
Finalmente, hará falta mantener una actitud abierta y generosa,
pues la mayor protección en tiempos turbulentos vendrá
de ser considerados por nuestros vecinos como “útiles
a la comunidad”, es decir, transmisores de recursos y conocimientos
interesantes para los demás.
Una apuesta comunitaria
La supervivencia individual está ligada a la supervivencia
de tu comunidad. Además, ya sabemos que donde comen tres
comen cuatro, y que, al menos en los aspectos logísticos,
es mucho más eficiente vivir en comunidad. Pero es mucho
más fácil escribirlo que hacerlo.
Obviamente, sería mucho más fácil si tuviéramos
un bola de cristal que nos dijese: “en invierno del 2014 habrá
una crisis de suministro de alimentos en Barcelona que endurecerá
las políticas de seguridad” o bien “las guerras
imperialistas permiten a los ciudadanos de Europa aplazar las peores
consecuencias hasta el 2034” o incluso “una fuga de
radioactividad en Tarragona obliga a evacuar cuatro millones de
personas el 2019 y contamina los cultivos de media España”.
Y sería más fácil porque entonces no habría
discusión. Todos preferiríamos entonces vivir en el
lugar más lógico en función de las variables
en juego. Pero como esto no existe… pues tampoco hacemos nada,
confiados en que “ya se verá”. Sin embargo, para
2012 es previsible que empiecen a notarse problemas serios. El deshielo
del Ártico y la contracción de la oferta de crudo
previstas para estas fechas tiene que notarse. Aún no sabemos
exactamente como, pero tiene que notarse.
¿Cuál es la manera más inteligente de crearnos
un seguro de vida? Tener bienes reales y productivos es siempre
la mejor inversión que se puede hacer. Esto es válido
también tanto si hay un colapso como si no lo hay.
¿NO ES DEMASIADO ALARMISTA?
Se me ocurren cuatro escenarios que invalidarían o retrasarían
las tesis de este artículo:
1-El cambio climático es una exageración científica
o los efectos que observamos en el clima tienen otras causas (y
por lo tanto otras soluciones). Además, ya sufrimos el alarmismo
nuclear de los setenta y no “pasó nada”.
Sería la conspiración más bien montada de
la historia, aunque siempre es posible. También puede ser
que nos interese pensar esto. La negación de la realidad
ante situaciones inaceptables es un fenómeno ampliamente
estudiado en psicología. Otra cosa bastante extendida es
sospechar que todo lo que dicen en la tele es mentira. Pero no estamos
como en los setenta. Entonces había alarma por las nucleares
y los químicos. Hoy siguen estas amenazas, que ni mucho menos
han sido resueltas (a pesar de las promesas), pero hemos sumado
muchas otras. Además, Bophal o Chernobil son reales, por
muy lejos que nos quede en el tiempo y el espacio.
2- Existen retroalimentaciones climáticas aún
desconocidas que van a compensar los peores efectos del calentamiento
global, regulando el clima global de manera que sus efectos no sean
demasiado graves o súbitos.
Los escenarios más optimistas sobre crisis energética
y cambio climático sumados sólo nos dan unas décadas
más de tiempo. Lo que, en otras palabras, significaría
que hay que pasar a la acción ahora que hay tiempo y se puede
aprovechar la sobreabundancia de energía y recursos para
sentar las bases de otras formas de vida para nosotros y nuestros
descendientes.
3- Una recesión de la globalización económica
y la popularización de nuevas tecnologías y fuentes
energéticas mas limpias permitirá profundizar en la
relocalización, la descentralización y la democracia.
El hecho de que la mayoría de gente vea la tecnología
como una solución mágica hace muy tentador situarse
en la orilla opuesta. Como dicen los Amigos de Ludd, las energías
renovables a menudo no son más que “ilusiones renovables”:
la ilusión de poder continuar igual. Pero aunque no estemos
de acuerdo en aquello de que “la tecnología es neutra
y solo depende de para que se usa”, es bastante probable que
algunas soluciones tecnológicas si vayan a tener un papel
para ganar tiempo, e incluso para descentralizar la economía.
Así que pongamos que algo tan esperanzador sucede ¿será
por arte de magia o será el fruto de una lucha incesante
por desarrollar a tiempo tecnologías cercanas y limpias,
redes de comercio bioregionales y equitativas, sistemas biointensivos
de producción ecológica, gobiernos de transición
de ética inquebrantable y monitorizados desde abajo? ¿Y
esta lucha se podrá dar si no generamos alternativas reales
y viables desde ahora?
Y además, relocalización no significará necesariamente
democracia. Los primeros señores feudales de la alta edad
media surgieron antes de que el Imperio Romano colapsase completamente.
Y lo más sorprendente es que parece que la mayoría
de sus siervos lo fueron voluntariamente, pues preferían
ese vasallaje a tener que pagar los altísimos impuestos que
un imperio en crisis necesitaba para mantenerse. Cuando el Estado
nos quite sin dar nada a cambio, nuevos “señores de
la guerra” brotarán como setas por todos lados.
4- Existen o existirán soluciones tecnológicas reales
y aplicables, aunque con graves efectos colaterales. Un ecofascismo
de pan y circo se encargará de imponer las soluciones por
la fuerza. Los costes, como sucede actualmente, se pagarán
de manera muy desigual y los habitantes de occidente mantendremos
un estilo de vida industrial cada vez más tecnodependiente.
Que bien! Menuda solución. Ya hemos perdido la ribera de
los ríos, las mejores tierras agrícolas, el aire limpio,
buena parte del saber ancestral y una enorme diversidad de variedades
agrícolas ¿Dejaremos que continúe el proceso?
¿Es viable la autonomía si la subsistencia depende
de la megamáquina? ¿Aceptaremos la artificialización
hasta el punto en que lo humano sea irreconocible?
Buena parte de la inacción de nuestra sociedad se debe a
que los peores efectos de la crisis ecológica los hemos exportado.
La deslocalización de nuestra huella ecológica nos
permite vivir en una región temporalmente desconectada de
la realidad física ¿Pero es ético aceptar que
los que menos han provocado la crisis paguen el mayor precio? Tenemos
que reconocer que en buena medida ya hemos perdido nuestra humanidad.
Nuestra sociedad no es muy distinta de la Alemania que aceptó
los crímenes del nazismo a cambio de seguridad social y autopistas.
Hace mucho tiempo que la economía global nos vende recursos
robados y los aceptamos. Aunque sólo fuera por eso, la urgencia
de crear modelos productivos alternativos y soberanos, ya sea a
pequeña o a gran escala, es la única manera de reencontrar
nuestra humanidad.
Aspectos muy en boga actualmente, como la espiritualidad o el cuidar
nuestro cuerpo y nuestro “entorno más intimo”,
son respuestas necesarias pero insuficientes ante esta crisis de
deshumanización. Puede que nos supere la escala del reto,
pero sólo modificando como nos alimentamos, cobijamos, vestimos
y divertimos estaremos tocando el corazón del problema.
Y aunque no queramos ser solidarios, si algo hemos aprendido al
estudiar como colapsaron las civilizaciones que nos precedieron,
es que, al final, sólo sobreviven las sociedades que saben
mantenerse por debajo de la capacidad de recarga de su ecosistema.
Desde un rincón de la Vall de Can Masdeu, enero 2008
|