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Artículo extraido íntegro de: |
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NEORRURALISMO Y
OKUPACION RURAL
de Luis Emilio Herrero Martínez (Madrid)
INTRODUCCIÓN. CÓNCEPTOS. MOTIVACIONES.
Ya en la entrada del siglo XXI el ser humano no ha podido, no ha
sabido o no ha querido forjar un planeta libre, equilibrado y justo.
Es más, no sólo no ha llegado a estos parámetros
sino que se ha aproximado progresivamente a los opuestos. La crisis
económica, política, social, ecológica se ha
presentado, o se lleva presentando al individuo como algo insoportable,
pero que aún puede tirar. El sistema económico e integral
capitalista se demuestra a todas luces no sólo obsoleto sino
aterrador, mediante sus dos vías de dominación y explotación:
la de la mano de obra y la de los recursos energéticos, tornándose
ésta última en auténtica destrucción
medioambiental y, por tanto, vital, desertización, contaminación
del agua, del aire, del suelo, desfertilización, erosión,
deforestación, atentados a la biomasa… gracias a lo
cual «trabaja» buena parte de la Humanidad -cuyas tres
cuartas partes viven en la miseria, dicho sea de paso-.
En su momento se afirmaba esa frase de «el aire
de la ciudad hace libre a quien lo respira»; hoy día
sabemos que hace tiempo que dejó de ser así si es
que realmente lo era. Los efectos futuros de la evolución
capitalista y, concretamente, de su relación con el medio,
son impredecibles. En términos energéticos la agricultura
moderna ha resultado gastar más energía en el proceso
productivo que la que obtiene neta de fertilizantes químicos,
pesticidas, maquinaria y combustible, eso sin contar con la disminución
de la fertilidad del suelo, la contaminación ambiental y
las nuevas relaciones que se han establecido entre la tierra y el
ser humano. De 14 millones de toneladas de abono químico
que se emplearon en 1950 se ha pasado a 125 millones en 1984, duplicando
coyunturalmente los rendimientos medios por hectárea (lo
cual no ha servido para combatir el hambre en el llamado Tercer
Mundo, del cual, por otra parte, proceden la mayoría de los
recursos agroalimentarios, administrados por las grandes multinacionales
y auspiciados sus planes por las arbitrarias medidas del Banco Mundial
y el FMI). Sin embargo este hecho no representa un eslabón
aislado; la cadena de presión que ejercen los mercados y
el régimen de propiedad ha efectuado un penúltimo
envite al pequeño/a agricultor/a, que se ha visto abocado/a
a explotar del mismo modo sus tierras para poder hacer frente a
la competencia o bien al abandono del medio rural. El hecho es fácilmente
constatable: en el Estado Español el número de pueblos
abandonados se sitúa por encima de los 1500, cifra posiblemente
anticuada (sólo en Soria se estiman unos 300 y en el Pirineo
oscense 270 aproximadamente).
La cosa no queda ahí. Ala acumulación
de tierras (medios de producción) y capitales y el flagrante
deterioro del planeta se une un sistema de relaciones humanas basado
en el sometimiento, el individualismo, el material-consumismo y
la desespiritualización epicuro-hedonista, recreando un cuadro
bien conocido que sobrepasa los límites de cualquier pintura
negra (muy negra). Nadie debería tener ante esta Situación
la arrogancia de despreciar o pasar por alto ningún tipo
de propuesta de cambio.
Pero frente a la ¿ética? autocomplaciente,
la desesperanza y el inconformismo, consideramos que la única
manera de conseguir una sociedad distinta es transformando radicalmente
(es decir, desde la raíz) la actual. Las formas son muchas,
pero nos centraremos en una sola de ellas: echarse al monte.
La vuelta al campo hoy día significa recuperar
la esencia de la tierra, volver la mirada a los ancestros, acercarnos
a nuestro pasado y tender una mano al futuro. Significa adoptar
nuevas formas de vida y nuevos planteamientos, quizá alejados
del trabajo alienante, de los esquemas sociales autoritarios y sexistas,
de un sistema, en fin, abiertamente represivo (en lo físico,
en lo psíquico, en lo emocional, insolidario y en-si-mismado.
Significa salir al paso de la sectorialización de la producción
(primario, secundario, terciario), de la división artificial
del trabajo (intelectual, manual), de los arquetipos rural y urbano
para entrar en una dinámica de rotación de las funciones
y de desarrollo integral de la persona. Significa, incluso, subvertir
la ordenación territorial del sistema dominante y organizar
funcionalmente el espacio desde abajo, romper la dicotomía
pueblo/ciudad, urbanizar el campo, ruralizar la urbe.
La práctica de la okupación rural o
la variante neorruralista plantean la búsqueda de nuevos
modos de producción, de relación y consumo tolerables
por el planeta y con la comunidad. Se hace necesaria la creación
de espacios libres de explotación dotados de un carácter
comunitario en los que el uso colectivo se imponga sobre la apropiación
privada. De espacios que fomenten la creatividad, la autosuficiencia
la participación, la experimentación, la relación
respetuosa con el entorno, el continuo aprendizaje, la salud integral…
que rompan las relaciones de dependencia con el consumo, el trabajo
y el sistema de mercado, en favor de la reapropiación de
nuestro tiempo, de nuestro trabajo y de nuestra vida.
No pretendemos idealizar el campo ni la naturaleza,
pero sí seguimos creyendo en su capacidad de dar vida. Por
ello buscamos la formación de espacios, fuerzas y estructuras
capaces a su vez de organizarse y proponer una alternativa real
al conjunto social. Del mismo modo, apostamos por el autogobierno
y la descentralización, pues cada cual responde responsablemente
de sí mism* y de l*s demás y como tal ha de decidir
conjuntamente acerca de sus deseos y necesidades. Sólo podrán
conocerse las capacidades de un entorno determinado si se vive en
él y sólo se podrá obtener de la tierra en
función de lo que ésta pueda dar y de lo que a ella
se dé.
Esta atomización del poder y de las formas
de producción no pretende funcionar aisladamente. El marco
de reestructuración socio-vivencial no pretende alejarse
de la convivencia, sino acercarse a ella de tal manera que sean
l*s propi*s interesad*s los que fragüen sus formas de interacción,
tanto en lo económico como en lo vivencial, estableciendo
vínculos libres de coordinación basados en la Solidaridad.
La actividad productiva humanizada la práctica
económica tradicional (agropecuaria, artesanal…), el
autoabastecimiento, la simbiosis con el medio, son objetivos de
la práctica de okupación rural y del movimiento neorruralista.
Pero también lo son, y no en menor medida, el trabar intercambios
con la ciudad, establecer federaciones comarcales y regionales,
comercial extralocalmente, apostar por una vía política
precisa, servir de cuña para la transformación global
y desarrollar una tipo de economía y de producción
que no busquen la ganancia continua.
Se trata, en suma, de crear nuevas formas de recuperar,
de producir y de vivir en la búsqueda del contacto con la
naturaleza y la vuelta a planteamientos simbióticos y no
depredatorios, de una manera sencilla y sana y que, quizá
como algun*s han dicho, pueda ser una sociedad no boyante en lo
material pero rica en lo emocional, lo cultural, lo artístico,
lo ecológico… sin que ello signifique que haya que
volver al pasado o renunciar al progreso tecnológico.
ESTRATEGIAS
La primera de las cuestiones será la elección del
lugar en que se quiere realizar el proyecto. Las intenciones y características
de l*s interesad*s hacen que dilucidar este aspecto sea baldío,
cada cual se adaptará al medio que crea oportuno según
clima, disposición, motivaciones, etc. Las formas de asentamiento
son, en definitiva, variables.
El movimiento okupacional responde a proyectos de
reapropiación usufructuaria y colectiva de espacios e instrumentos
frente al beneficio individual que plantea la propiedad privada;
de este modo, la esencia se sitúa en la órbita de
la «ilegalidad», entendida ésta como el mantenimiento
al margen del sistema de propiedad privada ( que penaliza el hecho
de la reapropiación colectiva pero no penaliza ni rectifica
la previa desamortización de bienes comunales, que a su vez
usurpó). Las experiencias se multiplican: desde la compra
de pueblos e inmuebles hasta la petición de cesión
o arrendamiento en calidad de usufructuari*s. La diversidad se extiende
a las formas de autogobierno, partiendo del asamblearismo: ayuntamiento,
recuperación del concejo o, prioritariamente, democracia
directa.
ACTIVIDADES Y MEDIOS
El principal pilar en que se sustenta la práctica de la colectividad
y okupación rural es la convivencia y la reconciliación
medioambiental. La aplicación de las fórmulas de agroecología
y de máximo respeto al ecosistema constituye la primera de
las manifestaciones, siempre acompañadas de las formas tradicionales
de labor en el campo conjuntadas con la innovación técnica.
La aplicación de estas fórmulas va desde lo más
pequeño hasta las iniciativas cooperativas a mayor escala.
La práctica se concibe desde la propia naturaleza, es decir,
del nulo o mínimo perjuicio a la tierra y de la utilización
de productos que la misma naturaleza produce: ciemo, compost, guano…
desarrollando pautas interactivas entre ganadería y agricultura:
forrajeras, estiércol, animales de tiro, pastizales.…
y potenciando la recolección y los productos autóctonas
y de temporada. Se busca el uso mínimo de maquinaria movida
por derivados del petróleo, lo que en unos casos se traduce
en empleo del trabajo humano y animal y en otros en el de energías
renovables (eólica, solar, hidráulica) que en su aplicación
se traduce en molinos que producen la electricidad indispensable
o placas solares para mantener la línea telefónica.
Los progresos de la investigación científica en estos
tipos de energías tendrían en estos ámbitos
su mejor punta de lanzamiento y su aplicación a la iniciativa
neorrural supondría un elevado incremento de posibilidades.
Agroecología o agricultura ecológica
significa una alternativa a la agricultura depredadora y supone
el intento de rescatar y de poner en práctica la forma de
manejar tradicionalmente los recursos naturales e introducir en
ellos la aplicación de nuevas tecnologías acordes
a nuestro tiempo y, presentar proyectos de vida o de producción
alternativos vinculados a mercados alternativos. Además,
la agroecología es un fenómeno contrastado en regiones
corno Chiapas, sin olvidar que es el tipo de producción mayoritariamente
extendida entre todas las comunidades indígenas del mundo
(aun teniendo en cuenta las posibles matizaciones). En el caso español
podemos encontrar ejemplos en las cooperativas jornaleras andaluzas
(actualmente doce, ligadas al Sindicato de Obreros del Campo), a
nivel de asociaciones de productor*s y consumidor*s. o en cualquier
colectividad a un nivel autogestionario, sin ir más lejos.
En el ejemplo de las cooperativas andaluzas nos encontramos ante
un extraordinario caso de ruptura de las relaciones de producción
y consumo convencionales, pues resulta que existe un perfecto ajuste
entre la oferta y la demanda, al hacerse ésta con antelación.
Sin embargo, una de las dificultades mayores que presenta la agroecología
a este nivel es el de la moda que se está produciendo por
el consumo sano (que jamás habría de convertirse en
una moda) y la progresiva explotación que productor*s a gran
escala están realizando de esta actividad, con dos efectos
fundamentales: presentar una dura competencia a el/la pequeño/a
productor/a, sin poderla hacer frente (una forma más de dumping)
y no procurar unas relaciones productivas justas y verdaderamente
ecológicas, tanto por el carácter coyuntural, como
por el sistema económico paralelo que rodea la explotación
a gran escala.
La ganadería ecológica no difiere substancialmente
de la labor agrícola. Se basa simplemente en el respeto a
los animales como seres vivos que son y a su desarrollo natural,
bien en trashumancia o estabulación, pero con productos del
mismo entorno.
Otra de las actividades más extendidas es la
artesanía, generalmente con el objeto de comercializarla
en núcleos urbanos. Busca también la recuperación
de técnicas tradicionales antes de su pérdida definitiva:
cuero, forja, carpintería, cestería… Los productos
suelen ser puestos en venta o intercambio en círculos próximos
a los de la propia colectividad, ya sea por trueque o por venta,
o bien se acercan a lugares propicios para su comercialización
y suplir con ese dinero algunas de las necesidades del colectivo
o iniciar una nueva inversión.
Las diversas formas de desarrollo y fines de las actividades
las veremos más adelante. Aunque aprovecharemos ahora para
incluir algunos de los factores a tener en cuenta antes de comenzar:
clima, agua, bosques próximos, carreteras, torretas de alta
tensión, conocimientos médicos (actuales, alternativos,
tradicionales), canalizaciones, etc.
Un aspecto realmente importante y conflictivo es el
de la educación. Las diversas formas de afrontar el problema
dan cuenta de las propias preocupaciones de l*s implicad*s. El tema
será más ilustrativo con los modelos encontrados:
integración en la escuela del pueblo más cercano,
constitución de una escuela propia, aprovechamiento de la
presencia de un/a maestro/a para impartir clase, petición
de un/a docente (difícil ahora con la ESO), hacer viable
un proyecto escolar y oficializarlo, integrar a l*s niñ*s
en una dinámica educativa alternativa, constitución
de una cooperativa de enseñanza (pueblo- escuela)….
DIFICULTADES
La convivencia de pequeños o grandes grupos humanos presenta
siempre, a corto o largo plazo, multitud de problemas. Evidentemente
éstos se asumen con una mayor o menor dificultad. Por una
parte, las dificultades convivenciales pueden llegar a aumentarse
debido al estado de continuo debate acerca de las estrategias, de
las formas de gobierno, de gestión, de objetivos, de implicaciones,
de filosofías… Los debates comúnmente aumentan
dada la intercomunicación entre grupos, no siempre afines
ideológicamente.
No obstante, ese mismo debate sirve para limar asperezas,
para trabar amistades, para comprender posturas, respetar actitudes
y, aún más, para elaborar otra concepción de
las relaciones humanas y personales: más afectuosas, más
dialogadas, más sinceras, más humanas. El mismo debate
que en un momento dado puede desembocar en un problema de difícil
solución igualmente puede convertirse en fruto de continuo
enriquecimiento. En cualquier caso, la convergencia o afinidad con
unos u otros sectores políticos facilitará o empañará
el desarrollo del discurso interno. Señalaremos algunos de
los temas que han supuesto, desde el número de experiencias
que hemos podido conocer, algún tipo de dificultad en uno
u otro sitio:
- La forma de vida es obviamente el de mayor complejidad.
La vida en el campo se hace muy dura a lo que se suma el hecho
de tener que romper drásticamente con las formas de vida
anteriores y a la vez reconvertir los hábitos de vida.
- La educación y el crecimiento de l*s niñ*s plantea
serios problemas.
- El aspecto económico puede resultar un obstáculo
importante, especialmente al principio, a la hora de poner en
marcha el proyecto (inversiones previas, simiente, parcelas, herramientas,
animales, casas…) o bien una vez ha comenzado (gastos similares,
gastos extraordinarios).
- Externalidades, presiones de los vecinos y de los cuerpos de
seguridad del Estado, inicial rechazo de l*s vecin*s de los pueblos
colindantes (desconfianza, pintas, etc.), proyectos de reestructuración
ambiental…
ECHANDO LA VISTA ATRÁS
Reconociendo una amplia tradición colectivista, señalaremos,
empero, uno de los hechos que marcaron el proceso histórico
revolucionario contemporáneo y otras iniciativas posteriores.
El primero de los hechos es el de la Revolución
Española durante la guerra civil protagonizada por el movimiento
libertario. Durante el periodo de confrontación las células
anarquistas y anarcosindicalistas españolas, no dispuestas
a renunciar a sus principios a pesar de las múltiples concesiones
que hicieron, promovieron y construyeron una verdadera acción
colectivizadora allí donde fueron mayoría, en numerosas
ocasiones conjuntamente con la UGT. Aplicando sus fundamentos morales
y sus planteamientos políticos (autogestión, asamblearismo,
democracia directa, delegación mínima, acción
conjunta, apoyo mútuo) y partiendo del individuo Social proyectado
a la comuna y ésta a la libre federación, el ideario
ácrata consiguió plasmar en práctica lo que
venía siendo vertido desde mucho antes en la teoría
libertaria y que en última instancia se plasmó en
las resoluciones adoptadas en el Congreso Confederal de la CNT de
mayo de 1936 (Zaragoza). El Comunismo Libertario encontró
su máxima expresión en la propuesta del Congreso redactada
por Isaac Puente. El levantamiento franquista no tardó en
hacer que se pusiera en marcha a partir del 19 de julio en las formas
de apropiación colectivas de latifundios y pequeñas
y medias propiedades, de campos y fábricas, de teatros, de
hospitales, de transportes públicos…...
En segundo lugar, cabría señalar las
experiencias colectivistas neorrurales más recientes en nuestra
inmediata historia. Así, en la década de los 70-80
se desarrolló el Movimiento Alternativo Rural (MAR) que podríamos
calificar de tintes ecopacifistas y que nació a modo de coordinadora
a partir de un encuentro de pueblos rehabilitados. El MAR no fructifico,
aunque sirvió para poner en contacto a gentes y proyectos
y ver que no estaban sol*s ni aislad*s y que, paralelamente, el
trabajo cotidiano no tenía por qué contraponerse a
aspiraciones más ambiciosas. Posteriormente, en l990 nacería
la Federación Anarquista de Colectividades del Campo (FACC)
que apenas duraría tres años. La iniciativa surgió
como medio para organizar el apoyo mútuo en el campo y servir
como factor de cambio en el medio rural. A la FACA pertenecieron
Las Adelfas (Extremadura), Bikunieta (Gipuzkoa), Los Arenalejos
(Málaga), etc. En la actualidad se mantiene la coordinación
entre diferentes grupos de todo el Estado.
SITUACIÓN ACTUAL
Hemos podido notar que las experiencias comunitarias son de la mas
diversa índole: familiares, colectivas, escuelas-pueblo,
agroturismo, estables, irregulares, más o menos ideologizadas…
la variedad aumenta si analizamos los casos internacionales a los
que haremos una mínima referencia.
Quizá las experiencias más significativas,
en la línea que venimos exponiendo las encontramos en dos
focos: América Latina y Europa Occidental. En Latinoamérica
llama extraordinariamente la atención la ocupación
de tierras en toda Centroamérica y el sur de México
(Estados de Oaxaca, Guerrero, Chiapas…) en gran parte canalizadas
por movimientos político-sociales que lindan con las proclamas
teóricas zapatistas, o bien comunidades, como los seringueiros
o la más conocida del Movimiento de los Sin Tierra (MST),
ambos en Brasil. Estos casos están siempre protagonizados
por estratos socialmente depauperados y en regiones en las que se
ha llevado un estilo de explotación tradicional de la tierra
paralela a unas formas diversas de reivindicación política
que chocan abiertamente abiertamente con las formas caciquiles y
reaccionarias de los grandes detentadores latifundistas.
En el ámbito europeo destaca especialmente
el movimiento traveller, ubicado principalmente en las islas británicas
y ligado a un cierto carácter neohippista, y el movimiento
de los wagenburgs alemán más próximo al movimiento
autónomo de la escena berlinesa. Tanto en uno como en otro
las situaciones al día de hoy son dobles: por un lado la
extensión de los movimiento y la alternativa al sistema imperante
que representan; por otro, los obstáculos con que los respectivos
gobiernos están dotando a sus sistemas legales (legislaciones
prohibitivo-restrictivas) o por medio de la violencia estatal.
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