La
Teoría de los ocho minicerebros de Timothy Leary
Por Robert Anton Wilson
Para comprender el espacio neurólgico, el doctor
Leary supone que el sistema nervioso consiste en ocho circuitos
potenciales, o «mecanismos», o minicerebros.
Cuatro de esos cerebros se hallan en el norrnalmente activo lóbulo
izquierdo y están dedicados a nuestra supervivencia terrestre;
cuatro son extraterrestres, residen en el «silencioso»
o inactivo lóbulo derecho y están previstos para ser
usados en nuestra evolución futura.
Eso explica por qué el lóbulo derecho está
normalmente inactivo en este estadio de nuestro desarrollo y por
qué entra en actividad cuando la persona ingiere drogas psicodélicas.
Explicaremos brevemente cada uno de los ocho minicerebros.
1) Circuito de Biosupervivencia
Este cerebro invertebrado fue el primero en evolucionar (hace dos
o tres mil millones de años), y es el primero en activarse
cuando nace un ser humano. Programa la percepción en una
especie de encasillamiento dividido en cosas buenas-nutritivas (hacia
las que se siente atraído) y cosas peligrosas-tóxicas
(de las que huye o a las que ataca).
La impresión que deja este circuito señala una actitud
básica de confianza o sospecha que permanece durante toda
la vida. Identifica también los estímulos externos
que provocarán posteriormente un acercamiento o una evitación.
2) Circuito Emocional
Este segundo y más avanzado biocomputador se formó
cuando aparecieron los vertebrados y empezaron a competir por el
territorio (quizás hace unos quinientos millones de años).
En el individuo este enorme túnel de realidad es activado
cuando las cintas maestras del ADN disparan la metamorfosis del
arrastrarse hacia el andar.
Como saben todos los padres, el niño que empieza a caminar
ya no es un bebé pasivo (orientado a la biosupervivencia)
sino un mamífero político, lleno de exigencias territoriales
físicas (y psíquicas), rápido en entrometerse
en los asuntos de la familia y en la toma de decisiones.
También la impresión de este circuito permanece constante
durante toda la vida (excepto tras un lavado de cerebro), e identifica
los estímulos, que automáticamente desencadenarán
un comportamiento dominante y agresivo o sumiso y cooperador.
Cuando decimos que una persona se comporta a nivel emocional de
un modo egoísta o «como un niño de dos años»,
queremos decir que está siguiendo ciegamente uno de los túneles
de realidad impresos en este circuito.
3) Circuito de Agilidad - Simbolismo.
Este tercer cerebro se formó cuando los homínidos
empezaron a diferenciarse de los demás primates (hace unos
cuatro o cinco millones de años), y es activado cuando el
chico ya un poco crecido empieza a manejar utensilios y a emitir/recibir
señales laríngeas (unidades humanas de habla).
Si el entorno es estimulante para este tercer circuito, el niño
recibe una impresión «fuerte» y se vuelve hábil
y articulado; si el entorno está formado por gente estúpida,
el niño recibe una impresión «torpe»,
por lo que a los cinco años permanece aún en un estadio
de torpeza en el manejo de los utensilios y de ceguera a los símbolos.
Según el habla popular, el túnel de realidad del
primer circuito es llamado generalmente «conciencia»
per ser: la sensación de estar aquí y ahora, en este
cuerpo, orientado a la supervivencia corporal. (Cuando se está
«inconsciente», el primer circuito se halla anestesiado,
y los médicos pueden practicar cirugía sobre uno o
los enemigos pueden atacarle, y uno no podrá evadirles ni
huir.) El segundo circuito, en el mismo lenguaje vulgar, es llamado
«ego».
El llamado «ego» es el segundo circuito sensorial
mamífero del status (importancia no importancia) en el grupo
o tribu.
El tercer circuito es lo que generalmente llamamos «mente»,
la capacidad de recibir, integrar y transmitir señales producidas
por la mano homínida (instrumentos) o por los nueve músculos
laríngeos homínidos (habla).
La impresión de esos tres circuitos determina, aproximadamente
a la edad de tres años y medio, el grado y el estilo básicos
de confianza/desconfianza que teñirán la «conciencia»,
el grado y estilo de agresividad/sometimiento que determinarán
el status del «ego», y el grado y estilo de habilidad/torpeza
con que su «mente» manejará instrumentos o ideas.
En términos evolutivos, la «conciencia» del
primer cerebro e básicamente invertebrada, flotando de modo
pasivo hacia la alimentación y la protección del ego.
El «ego» del segundo cerebro es mamífero, siempre
forcejeando por el status dentro del orden de grupo o la tribu.
La «mente» o tercer cerebro es paleolítico, aferrado
a la cultura humana y enfrentándose a la vida por medio de
una matriz de utensilios hechos por el hombre y de simbolismos creados
por el hombre.
El cuarto cerebro es post-homínido, específicamente
característico del Homo sapiens.
4) El Circuito Socio-Sexual.
Este cuarto cerebro se formó cuando los grupos de homínidos
evolucionaron a sociedades y programaron roles sexuales específicos
para sus miembros, hace unos 30.000 años.
Es activado en la pubertad, cuando las señales de ADN desencadenan
la liberación glandular de productos neuroquímicos
sexuales y se inicia la metamorfosis al estado adulto.
Los primeros orgasmos o experiencias de acoplamiento imprimen
un rol sexual característico que, nuevamente, queda fijado
de forma bioquímica y permanece constante durante toda la
vida, a menos que alguna forma de lavado de cerebro o reimpresión
bioquímica lo altere.
En lenguaje vulgar, las impresiones dejadas por el cuarto circuito
y su túnel de realidad se conocen como la «personalidad
adulta».
Masters y Johnson han demostrado que las disfunciones sexuales específicas
llamadas «perversiones», «fetichismos»,
condiciones de lenta consecución o de no consecución
tales como la eyaculación precoz, la impotencia, la frigidez,
etc., o impresiones definidas como «pecaminosas» por
la tribu son determinadas por experiencias específicas en
el acoplamiento adolescente.
Lo mismo puede decirse del igualmente robótico comportamiento
de la persona «normal», «bien equilibrada».
El rol sexual en el ser humano es tan rutinario y repetitivo como
el de cualquier otro mamífero. (O pájaro o pez o insecto.)
Esos cuatro circuitos constituyen normalmente todo el sistema del
cerebro que se consigue activar. Con ello debería quedar
claro por qué Leary los llama terrestres. Han evolucionado
y han sido moldeados por las condiciones gravitatorias, climáticas
y energéticas determinantes de la supervivencia y la reproducción
en este tipo de planeta que órbita en torno a esta variedad
de estrella tipo G.
Los organismos inteligentes nacidos en el espacio exterior, y que
por consiguiente no vivan en el fondo de un pozo de gravedad de
6.500 kilómetros, no compitan por el territorio en la finita
superficie de un planeta y no estén limitados por los parámetros
adelante-atrás, arriba-abajo, derecha-izquierda de la vida
terrestre, desarrollarán de modo inevitable distintos circuitos,
se verán impresos de forma diferente, y no serán tan
inflexiblemente euclidianos.
Adelante-atrás es la elección básica digital
programada por el biocomputador que opera en el circuito 1: o vas
hacia delante, olisqueas, tocas, pruebas, muerdes... o vas hacia
atrás, retrocedes, huyes, escapas.
Arriba-abajo, el sentido gravitatorio básico, aparece en
todos los informes etnológicos de combate animal. Alzate,
lleva el cuerpo al máximo de su tamaño, gruñe,
aúlla, chilla... o encógete, mete la cola entre las
piernas, murmura con suavidad, retírate furtivamente, arrástrate
y disminuye el tamaño de tu cuerpo.
Son señales de dominación y sumisión comunes
a la iguana, al perro, al pájaro y al presidente del consejo
de administración del banco local. Esos reflejos componen
el circuito 2, el «ego».
Derecha-izquierda es un elemento básico para la polaridad
del diseño corporal en la superficie del planeta. La dominancia
hacia la derecha, y la preferencia asociada hacia las funciones
lineales del lóbulo izquierdo del cerebro, determinan nuestra
disposición normal en la manufactura de utensilios y pensamiento
conceptual, es decir el circuito 3, la «mente».
No es un accidente, pues, que nuestra lógica (y el diseño
de nuestro computador) siga la estructura binaria (uno u otro) de
esos circuitos. No es un accidente que nuestra geometría,
hasta el siglo pasado, fuera euclidiana.
La geometría euclidiana, la lógica aristotélica
y la física newtoniana son metaprogramas que sintetizan y
generalizan los programas adelante-atrás del primer cerebro,
arriba-abajo del segundo cerebro y derecha-izquierda del tercer
cerebro.
El cuarto cerebro, enfrentándose con la transmisión
de la cultura tribal o étnica a lo largo de generaciones,
introduce la cuarta dimensión, el tiempo. Puesto que cada
uno de esos túneles de realidad consiste en impresiones bioquímicas
o matrices en el sistema nervioso, cada uno de ellos es activado
específicamente por neurotransmisores y otras drogas.
Para activar el primer cerebro tomen un opiáceo. La Madre
Opio y la Hermana Morfina los conducirán hasta la inteligencia
celular, la pasividad de la biosupervivencia, la conciencia flotante
del recién nacido. (Por eso los freudianos identifican la
adición a los opiáceos con el deseo de regreso a la
infancia. )
Para activar el segundo túnel de realidad tomen una abundante
cantidad de alcohol. Los esquemas territoriales de los vertebrados
y la política emocional de los mamíferos aparecen
inmediatamente cuando fluye el alcohol, como se dio cuenta de modo
intuitivo Thomas Nashe cuando caracterizó los diversos estados
alcohólicos con etiquetas animales: «borrachera de
asno», «borrachera de chivo», «borrachera
de cerdo», «borrachera de oso», etcétera.
Para activar el tercer circuito, prueben con el café o el
té, una dieta rica en proteínas, estimulantes o cocaína.
El neurotransmisor especifico para el cuarto circuito aún
no ha sido sintetizado, pero es generado por las glándulas
tras la pubertad y fluye volcánicamente por el flujo sanguíneo
de los adolescentes.
Ninguna de esas drogas terrestres cambia las impresiones bioquímicas
básicas. Los comportamientos que se desencadenan son los
que quedaron grabados en el sistema nervioso durante los primeros
estadios de vulnerabilidad a la impresión. El circuito 2
borracho exhibe los juegos o condicionamientos aprendidos de los
padres en la infancia.
El circuito 3, la «mente», nunca va más allá
de las permutaciones y combinaciones de los túneles de realidad
impresos originalmente, o de abstracciones asociadas con las impresiones
de condicionamientos posteriores. Pero todo este robotismo pavloviano-skinneriano
cambia drástica y dramáticamente cuando nos volvemos
hacia el lóbulo derecho, los circuitos futuros y las sustancias
químicas extraterrestres
5) El Circuito Neurosomático.
Cuando este quinto cerebro corporal es activado, las planas configuraciones
euclidianas a ras del suelo estallan multidimensionalmente. Se produce
una conexión hedonista, una diversión extática,
un despego de todos los anteriores mecanismos compulsivos de los
primeros cuatro circuitos. Yo conecté este circuito con la
hierba y el tantra.
Este quinto cerebro empezó a aparecer hace unos cuatro
mil años en las primeras civilizaciones del ocio, y ha ido
incrementándose estadísticamente en los últimos
siglos (incluso antes de la Revolución de la Droga), un hecho
demostrado por el arte hedonista de la India, China, Roma, y otra
sociedades opulentas.
Más recientemente, Einstein y su escuela demostraron con
electroencefalogramas que este circuito representa el primer salto
del lóbulo izquierdo lineal del cerebro al lóbulo
derecho analógico.
La apertura e impresión de este circuito ha sido la preocupación
de los «técnicos de lo oculto», chamanes tántricos
y Hatha yoguis.
Puesto que el quinto túnel de realidad puede ser conseguido
mediante privaciones sensoriales, aislamiento social, estrés
fisiológico o tremendo shock (tácticas ceremoniales
de terror, como practicaban gurús inferiores tales como don
Juan Matos o Aleister Crowley), tradicionalmente se ha visto reservado
a la educada aristocracia de las sociedades ociosas, que han resuelto
los cuatro problemas terrestres de la supervivencia.
Hace unos veinte mil años, el neurotransmisor específico
para el quinto cerebro fue descubierto por los chamanes de la zona
asiática del mar Caspio, y se esparció rápidamente
a otros brujos a través de Eurasia y África. Se trata,
naturalmente, del cannabis. La hierba. La Mary Juana.
No es accidental que el adicto a la marihuana se refiera a su estado
neural como «arriba» o «lanzado». La trascendencia
de las orientaciones gravitacionales, digitales, lineales, binarias,
aristotélicas, newtonianas, euclidianas, planetarias (circuitos
1-4) forma parte, desde una perspectiva evolutiva, de nuestra preparación
neurológica para la inevitable migración fuera de
nuestro planeta natal, ahora en sus inicios.
Por eso precisamente muchos adictos a la marihuana son fans de la
ciencia ficción. (Berkeley, California, con toda seguridad
la capital del cannabis en los Estados Unidos, posee una tienda
de intercambios en la avenida Telegraph donde cualquiera con el
bolsillo bien repleto puede gastarse fácilmente 500 dólares
o más en un solo día, comprando novelas de Star Trek,
revistas, magazines, pegatinas, fotografías, posters, cintas,
etc., incluidos los planos completos de la astronave Enterprise.)
El significado extraterrestre de estar «arriba» es confirmado
por los propios astronautas;.el 85 % de aquellos que han experimentado
la caída libre de la gravedad cero describen «experiencias
místicas» o estados de éxtasis típicos
del circuito neurosomático.
«Ninguna foto puede mostrar lo hermosa que se ve la Tierra»,
se apasiona el capitán Ed Mitchell, describiendo su Iluminación
en caída libre. Suena como cualquier yogui o adicto a la
marihuana que haya tenido éxito en sus experiencias. Ninguna
cámara puede registrar esta experiencia porque se produce
dentro del sistema nervioso.
Leary opina que la caída libre, en su momento evolutivo
adecuado, desencadena la mutación neurosomática. Previamente,
esta mutación ha sido conseguida «de modo artificial»
mediante entrenamiento yóguico o chamánico o mediante
el estimulante del quinto circuito, el cannabis.
La práctica del surf, el esquí, el buceo sin escafandra
y la nueva cultura sexual (masaje sensual, vibradores, artes tántricas
importadas, etc.) han evolucionado al mismo tiempo como parte de
la conquista hedonista de la gravedad. El estar «conectado»
es siempre descrito como «flotar» o, en la metáfora
zen, tener «un pie por encima del suelo».
6) El Circuito Neuroeléctrico.
El sexto cerebro consiste en el sistema nervioso siendo consciente
de si mismo, independientemente de los mapas de realidad impresos
de modo gravitacional (circuitos 1-4), e incluso independientemente
del éxtasis corporal (circuito 5). El conde Korzybski, el
semántico, llamaba a este estado «la conciencia de
lo abstracto».
El doctor John Lilly lo llama metaprogramación, es decir
conciencia de programar la propia programación.
Esta «conteligencia» (conciencia-inteligencia) einsteiniana,
relativista, reconoce por ejemplo que los mapas de realidad euclidiano,
newtoniano y aristoteliano son simplemente tres entre miles de millones
de programas posibles o modelos que experimentar.
Yo conecté este circuito con el peyote, el LSD y los metaprogramas
amágickos de Crowley.
Este nivel de funcionamiento cerebral parece haber sido constatado
por primera vez aproximadamente unos quinientos años antes
de Cristo entre varios grupos «ocultistas» conectados
con 1ª Ruta de la Seda (Roma-Norte de la India).
Está tan más allá de los túneles de
realidad terrestres que aquellos que lo han alcanzado difícilmente
pueden comunicarlo a la humanidad normal (circuitos 1-4), y difícilmente
también pueden ser comprendidos ni siquiera por los Ingenieros
del Éxtasis del circuito quinto.
Las características del circuito neuroeléctrico
son una gran velocidad, una elección múltiple, relatividad
y la fisión-fusión de todas las percepciones en universos
paralelos de ciencia ficción de posibilidades alternativas.
Los políticos mamíferos que manejan la lucha por
el poder en el ámbito de la humanidad terrestre quedan aquí
trascendidos, es decir son considerados como estáticos, artificiales,
una elaborada charrada.
Uno no se siente ni coercitivamente manipulado dentro de la realidad
territorial de otro ni obligado a debatirse contra ella con un juego
recíproco emocional (el habitual melodrama). Uno se limita
a elegir, conscientemente, si desea compartir o no el modelo de
realidad del otro.
Las tácticas para abrir e imprimir el sexto circuito son
descritas y raramente experimentadas en el Rajah Yoga más
avanzado, y en los manuales herméticos (codificados) de los
alquimistas e Iluminados medievales y renacentistas.
Ningún producto químico especifico para el sexto
circuito se halla aún disponible, pero las drogas psicodélicas
fuertes tales como la mescalina (extraída de mi «cacto
sagrado» de 1962-1963, el peyote) y la psilocibina (del «hongo
mágico» mexicano, el teonacte) abren el sistema nervioso
a una serie entremezclada de canales de los circuitos 5 y 6.
Esto es lo que se denomina apropiadamente «viajar»,
distinguiéndolo del directo «conectarse» o «ir
arriba» del circuito quinto.
Desgraciadamente, la supresión de la investigación
científica en esta área ha dado como resultado el
conducir la ilegal cultura de la droga, en un dado retroceso, hacia
el hedonismo y el precientífico túnel de realidad
(el renacimiento oculto, el solipsismo, el orientalismo propio)
del circuito quinto.
Sin disciplina científica y metodología, pocos pueden
descodificar con éxito las a menudo aterradoras (pero filosóficamente
cruciales) señales metaprogramadoras del sexto circuito.
Los científicos que siguen estudiando este tema no se atreven
a publicar sus resultados (que son ilegales), y comunican sus cada
vez más amplios túneles de realidad tan sólo
en conversaciones privadas, como los eruditos de la época
inquisitorial.
(Voltaire anunció la Era de la Razón dos siglos
demasiado pronto. Seguimos estando aún en los Siglos Oscuros.)
La mayoría de los alquimistas underground han renunciado
a tales desafíos y trabajos peligrosos, y han dirigido sus
viajes a los túneles eróticos del quinto circuito.
La función evolutiva del sexto circuito nos permitirá
comunicarnos a relatividades einsteinianas y aceleraciones neuroeléctricas,
es decir no utilizando los símbolos laríngeos y manuales
del tercer circuito sino directamente, vía realimentación,
telepatía y conexión computarizada. Las señales
neuroeléctricas reemplazarán cada vez con mayor frecuencia
al «habla» (los gruñidos homínidos) tras
la migración espacial.
Cuando los seres humanos hayan trepado fuera de su pozo atmosférico-gravitatorio
de vida planetaria, la acelerada conteligencia del sexto circuito
hará posible las comunicaciones de alta energía con
las «Inteligencias Superiores», es decir con nosotros-en-el
futuro y otras razas.
Una vez nos damos cuenta de que las experiencias neurales intensificadas
son en realidad extraterrestres, resulta fascinantemente simple
y obvio afirmar que el que uno se halle «arriba» y «lanzado»
es una exacta metáfora. El éxtasis neurosomático
del circuito 5 constituye una preparación para el próximo
paso en nuestra evolución, la migración fuera del
planeta.
El circuito 6 supone la preparación para el paso siguiente,
la comunicación interespecies con entidades avanzadas que
posean túneles de realidad electrónicos (post-verbales).
El circuito 6 es el «traductor universal» imaginado
a menudo por los escritores de ciencia ficción, y establecido
ya en nuestros cerebros por la cinta grabada del ADN. Igual que
los circuitos de la futura mariposa están ya grabados en
la oruga.
7) El Circuito Neurogenético.
El séptimo cerebro entra en acción cuando el sistema
nervioso empieza a recibir señales del interior de la neurona
individual, por medio del diálogo ADN-ARN. Los primeros en
conseguir esta mutación hablaron de recuerdos de vidas pasadas,
reencarnación, inmortalidad, etc..
El hecho de que esos adeptos estaban registrando algo real queda
indicado por el detalle de que muchos de ellos (en especial hindúes
y sufíes) obtuvieron maravillosamente precisas vistas poéticas
de la evolución mil o dos mil años antes de Darwin,
y previeron la Superhumanidad antes de Nietzsche.
Los «registros akásicos» de la Teosofía,
el «inconsciente colectivo» de Jung y el «inconsciente
filogenético» de Grof y Ring constituyen tres metáforas
modernas de este circuito. Las visiones de la evolución pasada
y futura descritas por aquellos que han tenido experiencias «fuera
del cuerpo» durante episodios cercanos a la muerte describen
también el túnel de realidad del transtemporal circuito
7.
Los ejercicios específicos para desencadenar el circuito
7 no pueden encontrarse en el entrenamiento yóguico; normalmente
se producen, si se producen, tras varios años del tipo de
Rajah Yoga que desarrolla la facilidad para el circuito 6.
El neurotransmisor específico para el circuito 7 es, por
supuesto, el LSD. (El peyote y la psilocibina producen también
algunas experiencias correspondientes a este circuito. )
El circuito 7 está más oportunamente considerado,
en términos de la ciencia de 1977, como el archivo genético,
activado por proteínas antihistonas. La memoria del ADN girando
en espiral hacia atrás hasta el alba de la vida.
Una sensación de inevitabilidad e inmortalidad y simbiosis
entre las especies acude a todos los mutantes del circuito 7; ahora
podemos ver que esto es también una anticipación evolutiva,
puesto que nos hallamos en el umbral de una longevidad prolongada
que conduce a la inmortalidad
El rol exacto de los circuitos del lóbulo derecho y la
razón de su activación en la revolución cultural
de los años sesenta resulta ahora claro. Como escribe el
sociólogo F. M. Esfandiary en Upwingers: «Hoy, cuando
hablamos de inmortalidad y de llegar a otros mundos, ya no lo decimos
en un sentido teológico o metafísico.
La gente está viajando ya a otros mundos. La gente está
esforzándose ya hacia la inmortalidad. La trascendencia ya
no es un concepto metafísico. Se ha convertido en una realidad».
La función evolutiva del séptimo circuito y de su
evolutivo túnel de realidad, que abarca eones, es prepararnos
para la inmortalidad consciente y la simbiosis entre especies.
8) El Circuito Neuroatómico.
Agarren sus sombreros e inspiren profundamente; esto es lo más
lejos que se ha aventurado hasta ahora la inteligencia humana.
La conciencia precede probablemente a la unidad biológica
o al registro en espiral del ADN. «Experiencias fuera del
cuerpo», «proyección astral», contacto
con «entidades» extrañas ("extraterrestres”)
o con una Supermente galáctica, etc., como las que yo he
experimentado, han sido descritas desde hace miles de años,
no solamente por los ignorantes, los supersticiosos, los crédulos,
sino a menudo por las mejores mentes entre nosotros (Sócrates,
Giordano Bruno, Edison, Buckminster Fuller, etc.).
Los parapsicólogos son informados diariamente de tales
experiencias, y han sido experimentadas por científicos tales
como el doctor John Lilly y Carlos Castaneda. El doctor Kenneth
Ring ha atribuido tales fenómenos a lo que él llama,
muy apropiadamente, «el inconsciente extraterrestre»
.
El doctor Leary sugiere que el circuito 8 es literalmente neuroatómico—infra.
supra y meta fisiológico—, un sistema de comunicación
basado en la mecánica cuántica que no requiere un
contenedor biológico.
El intento de construir un modelo cuántico de conciencia
y/o un modelo consciente de mecánica cuántica por
parte de los físicos que han experimentado con drogas, de
los que ya hemos hablado (el profesor John Archibald Wheeler, Saul-Paul
Sirag, el doctor Fritjof Capra, el doctor Jack Sarfatti, etc.) indica
claramente que la «conciencia atómica», sugerida
en primer lugar por Leary en «Las siete lenguas de Dios»
(1962), es la conexión explicativa que unirá la parapsicología
y la parafísica en la primera teología científica,
empírica y experimental de la historia.
Cuando el sistema nervioso es conectado a su circuito de nivel
cuántico, el espaciotiempo queda eliminado. La barrera einsteiniana
de la velocidad de la luz es trascendida; siguiendo la metáfora
del doctor Sarfatti, escapamos del «chauvinismo electromagnético».
La conteligencia dentro de la proyección cuántica
es todo el «cerebro» cósmico, del mismo modo
que la microminiaturizada hélice del ADN es el cerebro local
guiando la evolución planetaria . Tal como dijo Lao-tsé
desde su propia perspectiva del circuito 8: «Lo más
grande está dentro de lo más pequeño».
El circuito 8 se desencadena mediante la katamina, un producto
neuroquímico investigado por el doctor John Lilly, que es
administrado también (según un rumor muy extendido
pero no confirmado) a los astronautas a fin de prepararlos para
el espacio. Altas dosis de LSD producen también una cierta
conciencia cuántica del circuito 8.
Esta conteligencia neuroatómica está cuatro mutaciones
más allá de la domesticidad terrestre. (El forcejeo
ideológico normal se halla actualmente entre los moralistas
o colectivistas del circuito 4 y los individualistas hedonistas
del circuito 5.)
Cuando nuestras necesidades de inteligencia superior, de una mayor
implicación en el diseño cósmico, de trascendencia
ulterior, ya no sean satisfechas por nuestros cuerpos físicos,
ni siquiera por unos cuerpos inmortales que salten a través
del espaciotiempo por la malla 9, el octavo circuito abrirá
nuevas fronteras. Nuevos universos y realidades. «Más
allá de la teología: la ciencia y el arte de convertirse
en Dios», como escribió Alan Watts en una ocasión.
Es por consiguiente posible que las misteriosas «entidades»
(ángeles y extraterrestres) monótonamente referidas
por los visionarios del circuito 8 sean miembros de razas evolucionadas
ya hasta dicho nivel.
Pero es también posible, como sugieren Leary y más
recientemente Sarfatti, que sean nosotros-mismos-en-el-futuro. Los
circuitos terrestres del lóbulo izquierdo contienen las lecciones
aprendidas de nuestro pasado (y presente) evolutivo. Los circuitos
extraterrestres del lóbulo derecho son el guión evolutivo
de nuestro futuro.
Hasta ahora ha habido dos explicaciones alternativas de por qué
se produjo la Revolución de la Droga. La primera es presentada
de una forma sofisticada por el antropólogo Weston LaBarre,
y de una forma moralista e ignorante por la mayoría de los
propagandistas antidroga en las escuelas y los mass media.
Esta explicación dice, en esencia, que millones de personas
se han vuelto de las drogas legales blandas a las drogas ilegales
duras debido a que están viviendo tiempos tempestuosos y
muchos intentan escapar por el camino de la fantasía.
A lo sumo, esta teoría explica sólo parcialmente
el peor y más publicado aspecto de la revolución,
el imprudente abuso de las drogas característico de los inmaduros.
No dice nada de los millones de respetables médicos, abogados,
ingenieros, etc., que han cambiado del segundo circuito de intoxicación
con alcohol al quinto circuito de éxtasis con hierba.
Tampoco cita a todas las meditadas, filosóficas investigaciones
del sexto circuito realizadas por personas de gran inteligencia
y profunda sensibilidad, como Aldous Huxley, el doctor Stanley Grof,
Masters-Houston, Alan W. Watts, Carlos Castaneda, el doctor John
Lilly y miles de científicos e investigadores profanos de
la conciencia.
Una teoría más plausible, trazada por el psiquiatra
Norman Zinberg a partir del trabajo de Marshall McLuhan, sostiene
que los modernos medios de comunicación electrónicos
han hecho derivar los parámetros del sistema nervioso de
los jóvenes de tal modo que ya no gozan con las drogas «lineales»
tales como el alcohol, y sólo hallan significado en las drogas
«no lineales», como la hierba y las psicodélicas.
Esta es ciertamente una parte de la verdad, pero supone una visión
demasiado estrecha, y da demasiada importancia a la televisión
y a los ordenadores, sin conceder la suficiente al cuadro general
tecnológico, a la progresiva Revolución de la Ciencia
Ficción, en la cual los aspectos más significativos
son la Migración Espacial, el Incremento de la Inteligencia
y la Prolongación de la Vida, que Leary ha condensado en
su fórmula SMI2LE. (En inglés juego de palabras con el término SMILE: sonrisa) Si sumamos Emigración Espacial a Mayor Inteligencia y a Prolongación de la Vida obtenemos la expansión de la humanidad al espacio-tiempo. SM+I²+LE =
La Migración Espacial más el Incremento de Inteligencia
más la Prolongación de la Vida significan la expansión
de la humanidad por todo el espaciotiempo.
Sin respaldar totalmente el misticismo tecnológico de Charles
Fort («La máquina de vapor llegará cuando venga
el tiempo de la máquina de vapor"), es obvio que el
metaprograma ADN para la evolución planetaria es mucho más
sagaz que cualquiera de nuestros sistemas nerviosos individuales,
que son en cierto sentido grandes robots o sensores del ADN.
Los pulps de ciencia ficción; las tosquedades de Buck Rogers;
la sofisticada ciencia ficción de brillantes escritores como
Stapledon, Clarke, Heinlein; el 2001 de Kubrick.... todo ello son
señales cada vez más claras del ADN transmitidas a
través del intuitivo lóbulo derecho de sensitivos
artistas, preparándonos para la mutación extraterrestre.
No es fortuito que los intelectuales de la corriente principal
«literaria»—los herederos de la tradición
platónico-aristocrática que defiende que un caballero
nunca utiliza sus manos; juega con herramientas o aprende una habilidad
manual desprecien tanto la ciencia ficción como la cultura
de la droga.
No es fortuito que los Whole Earth Catalogs—creados por
Stewart Brand, un graduado de los Felices Bromistas de Ken Kesey—sean
el Nuevo Testamento de la cultura de la deserción rural;
cada ejemplar está hinchado con toneladas de información
ecotecnológica acerca de todos los conocimientos prácticos
de destreza manual y de manejo de artefactos que Platón y
sus herederos consideran aptos sólo para esclavos.
No resulta sorprendente que la última publicación
de Brand, Co-Evolution Quarterly, se haya dedicado ampliamente a
difundir el hábitat espacial L5 del profesor Gerard O'Neill.
No es casual que los aficionados a las drogas prefieran la ciencia
ficción a cualquier otra lectura, incluidas las escrituras
hindúes repletas de aromas de extraterrestres y los poetas
alucinados ocultistas-chamánicos de los circuitos 6-8, como
Crowley y Hesse.
Puede que las drogas del sexto circuito hayan contribuido en gran
manera a la metaprogramación de la conciencia que ha conducido
a una súbita concienciación del «chauvinismo
masculino» (los movimientos de liberación femenina),
«chauvinismo de las especies» (ecología, estudios
de Lilly sobre los delfines), «chauvinismo de la estrella
tipo G» (Carl Sagan), incluso «chauvinismo del oxígeno»
(la conferencia de Comunicación con Inteligencias Extraterrestres,
CIET), etc. Los túneles de realidad impresos que lo identifican
a uno como «macho-blanco-americano-terrestre», etc.,
o «hembra-negra-cubana», etc., ya no son suficientes
para albergar nuestra detonante conteligencia.
Como dijo la revista Time el 26 de noviembre de 1973: «Dentro
de diez años, según los farmacólogos, se habrán
perfeccionado píldoras y electrodos craneales capaces de
proporcionar éxtasis que duren toda una vida para toda la
gente de la Tierra». La histeria de los años sesenta
acerca de la hierba y el ácido fue solamente la obertura
para la ruptura de ese quinto circuito.
El médico Nathan S. Kline predice auténticos afrodisiacos,
drogas que aceleren el aprendizaje, drogas para fomentar o redondear
cualquier esquema de comportamiento. Aquellos que fueron quemados
o encarcelados a principios del siglo XVII (Bruno, Galileo, etc.)
fueron los adelantados de la Revolución de la Tecnología
Exterior.
Aquellos que fueron encarcelados o golpeados por los policías
en los años sesenta fueron los adelantados de la Revolución
de la Tecnología Interior.
En pocas palabras, los distintos niveles de conciencia y circuitos
que hemos estado viendo, e ilustrando, constituyen todos ellos impresiones
bioquímicas en la evolución del sistema nervioso.
Cada impresión crea un mayor túnel de realidad. Siguiendo
la metáfora sufi, el borrico en el cual cabalgamos se convierte
en un borrico diferente tras cada impresión.
El metaprogramador aprende constantemente más, y es cada
vez más capaz de ser consciente de sí mismo, de su
modo de operar. Así, estamos evolucionando hacia la «inteligencia
estudiando a la inteligencia» (el sistema nervioso estudiando
al sistema nervioso), y somos más y más capaces de
acelerar nuestra propia evolución. Leary simboliza la «inteligencia
estudiando a la inteligencia» con el signo I .
En los niveles inferiores, uno ve con una sola I, por decirlo así.
En los niveles superiores, uno ve con varias I el espaciotiempo
se desplaza de las tres dimensiones euclidianas a la mulltidimensionalidad
no euclidiana.
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