LOS 11 PRINCIPIOS DE GANDHI
Satish Kumar: Influences
Capítulo 17 del libro: No Destination.
AN AUTOBIOGRAPHY.
Green Books Foxhole, Dartington Totnes, Devon TQ9 6EB
MI CUERPO. MI MENTE, MI ALMA y mi ser se han creado a partir
de muchas influencias, al igual que los afluentes que van
a parar a un río. No soy un ser aislado, separado e
individual. Soy indivisible. Los pensamientos, ideales, visiones
y actitudes que concibo provienen de multitud de fuentes.
Un sacerdote Vedic dice: Dejad que los nobles
pensamientos vengan a mí
desde todos los rincones del universo.
El recíproco también es cierto.
Enviemos nuestros nobles pensamientos a todos los rincones
del universo. Los pensamientos no permanecen en nuestras cabezas,
los pensamientos nos envuelven, vivimos en los pensamientos.
No hay nada nuevo bajo el sol; no busco un pensamiento
original. Nada emerge de la nada, y algo no puede desaparecer
en la nada. Materia y espíritu están en un continuo
movimiento de cambio, de transformación y de reciclaje.
Soy parte de esta rueda de la vida que continuamente da vueltas
y más vueltas.
Sin embargo, hay determinadas influencias en
mi vida que puedo aprender. Hay una figura prominente en mi
vida que destaca sobre todas las demás, Mahatma Gandhi.
Yo nací en el seno de una familia jainista rodeado
de hindúes; Gandhi nació en una familia hindú
rodeado de jainistas. La influencia jainista le hizo ser partidario
de la no violencia. A cambio, él influyó sobre
muchos jainistas, incluido yo mismo, haciéndonos recordar
la fuerza y la profundidad de nuestras raíces. Así
se completaba el círculo. Gandhi fue un ejemplo viviente
del tipo de vida al que yo he aspirado. Disolvió la
división entre acción y pensamiento, teoría
y práctica, silencio y habla.
Nunca conocí a Gandhi: yo tenía
once años cuando le asesinaron. Aprendí de sus
escritos y de sus discípulos que la política
y los principios son dos caras de la misma moneda. No es bueno
aislarse del mundo y vivir en cuevas y en monasterios, pensando
que el mundo es una trampa de la que debemos huir para liberarnos.
Por otro lado, la mayoría de la gente cree que la espiritualidad
es sólo para santos y no puede practicarse en la vida
diaria. Gandhi asumió la responsabilidad de demostrar
que la gente puede dedicarse a la política honradamente
y sin violencia. La economía y la ética son
indivisibles. La religión debe impregnar la actividad
cotidiana. Cuando la agricultura, los negocios, la industria,
la educación, las artes, los oficios, las tareas del
hogar, la vida familiar, las relaciones humanas y nuestra
interacción con el mundo natural estén construidos
sobre una base espiritual, entonces los seres humanos serán
capaces de hallar el verdadero sentido de la vida.
Algunos contemporáneos de Gandhi vivían
absortos en la campaña por la independencia de la India.
Pero Gandhi supuso la revolución. Él sabía
que la independencia llegaría tarde o temprano, pero
no se trataba únicamente de reemplazar el sahib blanco
por el marrón y seguir por el mismo camino de modernidad,
industrialización, materialismo y centralismo. Él
quería desarrollar una nueva visión del arte
de gobernar, de forma que la India independiente iba a ser
muy distinta de la India británica.
A fin de crear una nación holística e integrada,
Gandhi propuso once principios sobre los que se debería
construir el orden social. Fundó cientos de ashrams
que funcionaban como pequeñas comunidades experimentales
en las que los voluntarios podrían explorar, modificar
y perfeccionar esos principios a fin de poder aplicarlos a
todo el país y al resto del mundo. El interés
de Gandhi por la experimentación era legendario. Incluso
subtituló su autobiografía La Historia de Mis
Experimentos con la Verdad.
Esas comunidades eran y son modelos para una
sociedad sostenible, en convivencia, frugal, ecológica,
independiente y espiritual. Gandhi compuso un cántico
para celebrar esos principios y lo cantaban colectivamente
cada mañana y cada noche los miembros de los ashrams.
Yo cantaba ese cántico encantador dos
veces al día cuando vivía en el ashram. Compuesto
de palabras en sánscrito de un profundo significado,
es como un rosario de mantras en movimiento. Todavía
hoy lo canto, y cuando lo hago me siento fascinado.
Ahimsa, satya, asteya,
Brachmacharya, asangraha,
Sharirashram, aswada, Sarvatra, bhaya varjana,
Sarva dharma samanatva,
Swadeshi, sparsha bhavana,
Vinamra vrata nishtha se,
Ye ekadash sevya hain.
Que se traduce así:
No violencia, verdad, no robar,
Sexo sagrado, no consumismo,
Trabajo físico, evitar el mal gusto,
Sin miedo, respeto por todas las religiones,
Economía local, y respeto por todos los seres,
Estos once principios
Deberían practicarse con humildad, cuidado y responsabilidad.
Esos principios no son obligaciones. No son
votos; son aspiraciones e inspiraciones. Son como los propósitos
que se hacen en la víspera del año nuevo. En
este caso los propósitos se hacen a diario. Son modelos
de conducta, un marco de referencia que cada individuo y cada
sociedad deben interpretar dentro de su propio contexto.
Dejadme que os explique estos once puntos de
referencia uno por uno, con mi propia interpretación.
1. NO VIOLENCIA (Ahimsa)
es el principio universal de una vida sin ofensa. Hindúes,
Budistas, Jainistas, Judíos, Musulmanes, Cristianos
y seguidores de otras religiones, de una forma u otra, las
proclaman en mayor o menor medida como algo fundamental. La
no violencia debería subyacer en todas las relaciones
entre humanos y con el resto de las criaturas. La no violencia
es parte de la filosofía perpetua. Pero Gandhi la convirtió
en algo mucho más relevante para nuestros tiempos utilizándola
como un arma de resistencia contra la injusticia social, el
colonialismo británico, la explotación económica
de los fuertes sobre los débiles y la discriminación
de castas en la India.
La no violencia va mucho más allá
del no matar. A nivel personal comienza por la no violencia
de la mente. En el ashram me enseñaron a desarrollar
la habilidad del autocontrol sobre cualquier pensamiento agresivo,
ofensivo o dañino. Si por algún motivo mi mente
engendraba violencia, no la transmitía con el habla.
Las palabras que hieren, insultan o degradan a otros pueden
derivar en un ciclo de violencia. Aprendí a expresar
mis opiniones sobre política, políticos o gente
con la que estaba en desacuerdo de una forma respetuosa. Si
perdía el control sobre mis palabras, entonces debía
evitar la violencia física a toda costa. Si me atacaban
verbal o físicamente, yo respondía con técnicas
de defensa no violentas.
A nivel social y político, la no violencia
significa oponerse a la violencia institucional y estructural.
Aprendí de Gandhi a no tener miedo de implicarme en
un criticismo constructivo, pero debía acercarme a
mis oponentes con un corazón amable, ya que el fin
es siempre provocar un cambio en el corazón y la mente
de la persona o sociedad a la que te enfrentas. Esta técnica
todavía me impresiona profundamente, especialmente
cuando veo que muchos medios incitan a la violencia entre
políticos, naciones y grupos éticos o religiosos.
Debemos aprender a vivir entre la gente y la naturaleza sin
violencia, lo cual implica apartar el deseo de imponer nuestro
criterio, de subyugar, dominar y controlar a las demás
personas, animales y al mundo natural para satisfacer nuestras
ambiciones. Cuanto más veo y pienso, más me
doy cuenta de que la no violencia es el pilar básico
sobre la que podría construirse un futuro sostenible
para la humanidad y para la Tierra.
Me da la impresión de que las luchas
y los conflictos que hoy día prevalecen en el mundo
son el resultado de nuestra confianza en el poder de la violencia.
A pesar de todas las guerras, conquistas, colonialismos e
imperialismos, la humanidad no ha aprendido nada. Todavía
creemos que la violencia es la única solución.
Desde los artículos en los periódicos hasta
las armas nucleares, seguimos el camino de la violencia. Hindúes
y Musulmanes en la India, Judíos y Palestinos en Oriente
Medio, Católicos y Protestantes en Irlanda del Norte,
todos ellos piensan que acabarán encontrando una solución
a sus conflictos a través de la violencia. Para mí
esto no es una opción.
A un nivel ecológico, la humanidad ha
estado en guerra con la naturaleza. Nuestro deseo de conquistar
la naturaleza ha provocado la destrucción de la jungla,
la pérdida de la biodiversidad, la producción
de contaminantes químicos, la construcción de
grandes ciudades, presas, industrias y corporaciones. Y todo
esto ha provocado la contaminación de mares, ríos
y del aire, el agotamiento de los recursos y la destrucción
del campo. Nuestra crueldad hacia los animales, nuestro desprecio
por las culturas tribales y por sus derechos, nuestra obsesión
por extraer petróleo y otros minerales sin límite,
todo forma parte de la misma historia.
La historia de la violencia es demasiado vieja
y aburrida. La humanidad y la Tierra ya han sufrido bastante.
Dejemos que comience la nueva era con su nueva historia, la
historia de la no violencia. En esta historia todas las relaciones
se construyen con el espíritu de la mutualidad y la
reciprocidad, el espíritu del respeto por toda forma
de vida -la vida humana, la vida animal, la vida vegetal,
la vida de las piedras, el suelo y el agua.
Con nuestra arrogancia, los humanos hemos asumido
que somos los dueños de la naturaleza y que podemos
causar confusión y devastar todo lo que nos rodea aunque
nos perjudique a nosotros mismos. Cuando no impongamos violencia
sobre los demás, los demás no impondrán
violencia sobre nosotros. El resultado de la no violencia
es la paz a todos los niveles. Paz personal, paz mundial,
paz con la naturaleza.
Sin paz interior no puede alcanzarse ninguna
otra forma de paz. Si alcanzo un nivel de paz conmigo mismo,
entonces no temeré a nadie. Pero si no soy capaz de
superar mis propios temores, entonces a los líderes
políticos y militares les resultará muy sencillo
provocar en mí temor hacia un enemigo externo. Así
que, a menos que comience a hacer las paces conmigo mismo,
no habrá paz en el mundo. La paz interior debe traducirse
en paz mundial. No puedo encerrarme en la serenidad de mi
paz interior y olvidarme del mundo. No puedo sentarme a meditar
tranquilamente mientras las armas nucleares se amontonan.
La acción no violenta para traer la paz al mundo es
una consecuencia natural de la paz interior.
La paz mundial está en comunión
con la paz con la naturaleza. Cuando las naciones luchan,
cuando se tiran bombas, no sólo son asesinados seres
humanos; también se destruyen hábitats naturales.
Pero nadie cuantifica estos daños. Es importante estar
en paz con la naturaleza aunque no haya guerras, pues los
conflictos con la naturaleza provocan conflictos entre las
naciones. La mayoría de las guerras se originan para
proteger los recursos y los mercados. Los motivos son cada
vez menos políticos y más y más económicos.
Todas las guerras son en contra de la naturaleza puesto que
implican una tremenda contaminación del aire, del mar
y de la tierra; las minas son un claro ejemplo de ello. Por
eso las naciones tienen que llegar al acuerdo unánime
para que, sea cual sea su disputa, las únicas vías
para solucionar el conflicto sean la diplomacia y la no violencia.
Ésta jamás debe utilizarse.
Desde luego que esto no ocurrirá de la
noche a la mañana, pero si pudiera ser una nueva resolución
y si, paso a paso, el mundo pudiera trabajar hacia esta meta,
algún día podríamos establecer un orden
social de no violencia. Tras la estela de la guerra nuclear,
química y biológica, del calentamiento global,
de la destrucción de la capa de ozono y del hambre
mundial, ahora la dura elección es entre la no violencia
y la no existencia.
2. VERDAD (Satya)
significa ver la realidad tal y como es. Aunque jamás
podamos estar seguros de la naturaleza de la auténtica
realidad, es correcto y apropiado buscarla. No hay verdad
alguna que pueda describirse, explicarse y definirse con el
lenguaje. Buddha, Jesucristo, Mahavir, Mohammed y Sócrates
han sido buscadores de la verdad. Poetas, santos y místicos
como Kabir, Tulsidas, Rumi, Hildegard de Bingen, la Madre
Juliana de Noruega y San Francisco experimentaron lo divino
y lo sagrado en todas las cosas. Para ellos, eso era la verdad.
Pero no podemos vivir de la riqueza de nuestros ancestros.
Debemos buscar nuestro propio tesoro y emprender la búsqueda
para encontrar nuestra propia verdad.
La verdad es pluralista y tiene múltiples
facetas. Observar la existencia en toda su misteriosa diversidad,
dándome cuenta de su totalidad, me previene de imponerme
un sistema de creencias monolíticas sobre ella. La
búsqueda de la verdad es un viaje libertador, me libera
de los dogmas, tanto religiosos como políticos. No
existe un punto al final del cual pueda afirmar que he encontrado
la verdad, la verdad de todos. En cuanto la verdad queda aprisionada
en un sistema de creencias, se pierde. Mientras las experiencias
y las técnicas de otros buscadores de la verdad sean
utilizadas únicamente como referencias, entonces esos
métodos y disciplinas pueden servirnos de ayuda. Pero
no significa que esas referencias sean lo auténtico.
La verdad no puede predicarse; a lo sumo puede comunicarse,
dialogando o conversando y, lo más importante, mediante
el ejemplo. La verdad no es un producto que pueda servirse
en iglesias y templos. La verdad no puede conceptualizarse
o extraerse de libros sagrados. Tiene que vivirse y experimentarse.
Los que buscan la verdad están libres de fundamentalismos.
Resulta más sencillo ver el fundamentalismo de los
otros que reconocer el de uno mismo. De esta forma los cristianos
critican el fundamentalismo musulmán sin reconocer
el suyo propio. Análogamente, los capitalistas critican
el fundamentalismo socialista olvidando que el del libre mercado
no es menos opresivo. Los que predican la superioridad de
la democracia occidental corren tanto peligro de minar las
culturas tribales basadas en comunidades, como aquellos que
predican la política de estados monopartidistas.
Seguir el camino de la verdad es no estar condicionado
ni tener prejuicios. Es una manera de enfrentarse a las cosas
tal como son. La verdad es la esencia del Zen. La búsqueda
de la verdad es una indagación y una exploración
incondicional que debe realizarse con la mente abierta, hasta
el último momento de nuestras vidas.
3. NO ROBAR (Asteya)
significa no tomar lo que no es tuyo; pero va más allá
del concepto convencional de robo. Según los Upanishads,
todo y cada cosa, desde una brizna de hierba hasta el Monte
Everest, y desde una lombriz hasta un ser humano, está
empapado de divinidad. Tierra, fuego, aire y agua son elementos
sagrados. Todos los seres toman de la Tierra lo necesario
para la continuidad de sus vidas. Los bebés maman del
pecho de sus madres, el venado bebe del arroyo, los pájaros
comen frutos de los árboles, los humanos toman los
productos que necesitan de la Tierra. Gandhi dijo que hay
suficiente para las necesidades de todos, pero no para la
avaricia de nadie. Asteya es más que un robo ilegal:
cuando el negocio de la agricultura destruye las granjas familiares,
es robar al campo; cuando la industria destruye la artesanía,
se roban los oficios. Cuando los grandes pesqueros agotan
las reservas de pesca de los océanos y destruyen pequeños
pueblos de pescadores, eso es robar el sustento. Legales o
ilegales, todas son maneras de robar. Seguir el camino de
Asteya es utilizar y consumir únicamente lo que la
naturaleza puede reponer. Es una manera de consumir sólo
para satisfacer nuestras necesidades vitales, conociendo también
las de las demás gentes y criaturas, de forma que yo
sólo tomo mi parte. Asteya es una manera simple de
vivir, tal que los demás simplemente puedan vivir.
Asteya es generosidad. Asteya me dice que practicar la mezquindad,
el acaparamiento, acumular y consumir más de lo necesario
son robos cometidos contra la naturaleza, es robar a Dios.
4. SEXO SAGRADO (Brahmacharya)
significa una sexualidad apropiada en el marco de una relación
humana sana. Tras el boom de la población, las relaciones
sexuales requieren cuidado y compostura. La sexualidad, practicada
de manera apropiada, es parte del amor de Dios. El amor hacia
Dios empieza en el amor humano. Esta es la micro experiencia
del macro amor, la realización última del amor
último. El amor incondicional entre dos individuos
conduce al amor universal. El hecho de trivializar el sexo,
como hacen los medios y películas que inducen a la
tentación de buscar gratificación temporal,
pornografía, violación, sadismo, masoquismo,
violencia física y abuso sexual… surge todo de
la falta de respeto hacia la santidad del sexo. El sexo sagrado
se fundamenta en el compromiso, la responsabilidad, el sacrificio,
la celebración y la dicha.
Todos los dioses hindúes están
casados. Rama con Sita, Krishna con Radha, Shiva con Shakti,
Vishnu con Lakshmi - esos iconos mitológicos son los
modelos de la relación hombre-mujer. En ellos, la sensualidad,
el baile, la música, el color, las flores, el perfume,
la comida y demás aspectos del buen vivir y de la religiosidad
toman pleno partido. Todo en su proporción, en el lugar
adecuado, en el momento preciso, con sabiduría y sentido
común. La relación hombre-mujer es la culminación
del balance Yin-Yang, del principio de Shiva-Shakti. Es la
unión de materia y espíritu, Dios y el mundo,
cuerpo y alma, naturaleza y cultura. En tales uniones todos
los opuestos se transforman en complementarios.
5. NO CONSUMISMO (Asangraha)
significa la no adquisición, el no consumo y la no
acumulación de bienes y servicios prescindibles, derrochadores,
dañinos y no naturales. Las posesiones en exceso son
una trampa, nos atan, nos encarcelan y nos esclavizan. Si
yo cayera en la trampa del poder y de la riqueza sería
incapaz de vivir una vida realmente confortable, creativa
y compasiva. Pasaría la mayor parte de mi tiempo al
cuidado de casas y coches, en las tareas del hogar, en los
muebles, en los cuadros, en la plata y la porcelana, en ordenadores,
yates y mil cosas más. Necesitaría trabajar
duro para ganar lo suficiente, no como para satisfacer mis
necesidades, sino como para servir a esos bienes. Llegaría
el momento en que mis posesiones me poseerían a mí,
más que yo a ellas. Me encontraría en el nudo
de Graha. Cuando ese nudo se aprieta fuerte se convierte en
Sangraha, pero cuando consigo liberarme de la soga estoy practicando
Asangraha.
En nuestros tiempos modernos las posesiones
se han convertido en un símbolo de status social, de
éxito, de posición y de poderes. Con razón
a la sociedad moderna se la ha llamado "la sociedad del
consumo". El crecimiento económico ilimitado se
ha convertido en el ideal de toda nación a nivel mundial.
A fin de alcanzar estas vidas individualistas, las familias,
el tejido social y nuestra relación con el mundo natural
ha sido destruida. Hemos traspasado el punto de condicionar
el bienestar humano al incremento de la riqueza material.
Hemos podido comprobar que en los 70 el mundo
occidental alcanzó un estándar de vida razonable,
pero desde entonces ha ido en decadencia: más coches
significa más polución y más congestión
en las ciudades, los desperdicios se han acumulado hasta el
punto de contaminar la tierra y el agua. A pesar de la riqueza
espléndida y el éxito económico, la pobreza
no se ha abolido en absoluto; un pequeño porcentaje
de gente controla un gran porcentaje de riqueza, lo cual afecta
negativamente a la cohesión y a la armonía social.
El incremento del crimen, la gran cantidad de presos en las
cárceles, el tráfico de drogas, el desempleo
y la exclusión social son los graves problemas que
afectan a la mayoría de las naciones occidentales.
Existe una total confusión en cuanto
al verdadero objetivo de la sociedad y el significado de la
vida. La riqueza material es sólo un medio para lograr
un fin- y ese fin es vivir una buena vida: espiritual, psicológica,
social y artísticamente. Vivir la buena vida lleva
consigo mantener buenas relaciones humanas. Pero en nuestra
cultura actual los medios se han convertido en un fin. Las
sociedades humanas persiguen la acumulación de riquezas
en beneficio propio. Tener es ya más importante que
ser. Valoramos a la gente no por lo que es sino por lo que
tiene. Por su status, su poder, su posición y sus posesiones.
Hemos perdido el sentido de nuestra existencia, estamos adquiriendo
una forma vacía.
Sin embargo, hay una conciencia creciente de
este problema; están proliferando los movimientos de
voluntariado y de economía y moneda locales. El pueblo
llano reaccionó ante el dominio del socialismo estatal
en los países de la antigua Unión Soviética;
ahora, en occidente, los signos de revuelta contra la dictadura
del mercado y el papel del dinero son evidentes. Las nuevas
economías, basadas en el principio de la sostenibilidad,
me proporcionan la esperanza de una transformación
desde la adquisición hacia la Asangraha. El no consumismo
no es ascetismo, no es un principio de renuncia; no es otra
cosa que conocer los límites y saber disfrutar de los
abundantes regalos que nos brinda la naturaleza sin necesidad
de poseerlos. El no consumismo es esencial para una vida simple
en cuanto a medios, pero rica en cuanto a fines. El apego
obsesivo por la adquisición conduce a la pobreza de
espíritu y de imaginación. El no consumismo
es una manera de encontrar el punto crítico de equilibrio
entre la riqueza espiritual y la material.
Durante los últimos siglos hemos estado
trabajando para construir una sociedad de consumo y su promesa
de utopía. Todas las tareas las llevarían a
cabo las máquinas y la gente podría dedicar
todo su tiempo a desarrollar actividades espirituales, artísticas
y creativas. Ahora hay coches y ordenadores, faxes y teléfonos,
lavadoras y calefacción central, y en las tiendas pueden
comprarse todo tipo de productos, pero ¿dónde
está el tiempo?, ¿dónde están
la creatividad y la espiritualidad?, ¿dónde
está la utopía?.
6.TRABAJO FÍSICO (Sharirashram)
significa practicar diariamente labores manuales. La sociedad
mundial se divide en dos partes: aquellos que trabajan con
sus manos y aquellos que disfrutan los frutos del trabajo
de los demás. Los campesinos, los granjeros, los oficiales,
los trabajadores de las fábricas y demás trabajan
duro pero obtienen poco a cambio. Los abogados, los profesores,
los contables, los directores, los banqueros, los corredores
de bolsa y los terratenientes y aristócratas sólo
utilizan sus cerebros y cobran muchísimo.
Siempre hay una profunda tensión entre
el que manda y el mandado, entre el trabajador intelectual
y el trabajador manual, entre los que manipulan el mercado
y las víctimas del mismo. Tal división social
es insana. El propósito del trabajo físico es
curar esta división. Brinda una oportunidad a todos
para que utilicen sus manos tanto como su cabeza. Puede que
no alcancemos la paridad total en este campo, pero la meta
para los intelectuales, jefes y miembros de la clase media
es incluir una cierta cantidad de trabajo manual en su vida
cotidiana.
Me inspiraba profundamente saber que Gandhi,
a pesar de lo ocupado que estaba, siempre llevaba a cabo tareas
como tejer, limpiar los lavabos y asistir a los enfermos durante
su jornada. Convirtió la rueca en un símbolo
de la independencia política y económica de
la India. Trabajar con nuestras propias manos es mucho más
que hacer cosas. El trabajo físico es una práctica
espiritual. Es un proceso curativo y un antídoto para
la alienación y la exclusión. Nuestras manos
tienen una tremenda habilidad para la transformación.
Un bloque de madera se convierte en una escultura, unos ladrillos
en una casa, una madeja de lana en un tapete. Sacrificar el
poder de las manos ante el altar de la tecnología sólo
puede traer consigo desencanto y confusión mental.
Una sociedad inhabilitada es una sociedad degradada.
Necesitamos empezar por el principio. Necesitamos
recuperar el trabajo manual en nuestras escuelas. Junto con
la lectura, la escritura, las matemáticas y las ciencias,
el lenguaje y la literatura, debemos enseñar a los
niños a cuidar del jardín, a cocinar, a construir,
la carpintería, el cuidado de animales, la música,
la danza y otros oficios de la vida. Los niños, al
dejar la escuela, deberían saber qué hacer consigo
mismos en términos prácticos, y las industrias
que destruyen el trabajo manual deberían pagar enormes
tasas que se invertirían en mejorar el trabajo artesanal.
De todas formas, por sofisticada que sea la tecnología,
nunca podrá satisfacer la profunda necesidad que tiene
el cuerpo de actuar y hacer cosas. Ni siquiera los buenos
resultados que podamos obtener de nuestra profesión
pueden substituir el trabajo manual. Gandhi escribió:
"Es una tragedia de primera magnitud que millones de
personas hayan dejado de utilizar sus manos como manos. La
naturaleza nos ha obsequiado con este gran regalo que son
nuestras manos. Si la locura de la maquinaria continúa,
es muy probable que llegue el día en el que seremos
tan inútiles y débiles, que empezaremos a maldecirnos
por haber olvidado de cómo usar esas "máquinas
vivas" que nos dió Dios. Estos millones de personas
no pueden mantenerse en forma practicando juegos y deportes...
¿y por qué iban a cambiar las ocupaciones de
siempre, útiles y productivas, por juegos y deportes
inútiles, improductivos y caros?.
Todos nosotros deberíamos ser capaces
de hacer pan con harina integral. Depender del pan industrial
provoca la pérdida de la cultura del hogar. ¿Qué
valor tiene un hogar sin una cocina adecuada, donde los miembros
de la familia puedan cocinar de forma creativa y con imaginación
y celebrar juntos la comida, el trabajo y la vida?
Cuando realizo labores manuales me quedo satisfecho
con menos. El trabajo en sí es una fuente de satisfacción.
Si no lo tengo me falta algo, no sé qué. Y entonces
busco la satisfacción en las compras, pero sigo insatisfecho.
Me doy cuenta de que la satisfacción no se deriva de
tener cosas, sino que se obtiene cuando el cuerpo y el alma
extraen juntos el potencial de la materia al interaccionar
con ella.
Una mente puramente materialista y utilitaria
persigue un solo fin - la producción continua y sin
sentido mediante métodos mecánicos. Lo que ha
derivado en una pérdida del sentido de la belleza.
Hemos creado un mundo feo, y la tragedia es que ya no somos
capaces de distinguir entre lo hermoso y lo feo. Es más,
con los medios de producción mecanizados se fabrican
vasos y platos de papel para que nuestras manos no sean necesarias
para lavarlos. Siempre es más fácil y más
barato comprar algo nuevo que arreglar lo viejo.
Cuando los artesanos realizan cosas a mano,
de manera inconsciente combinan corazón, cabeza y manos.
Como resultado, cualquier cosa que hagan resulta bonita, útil
y duradera (el principio BUD). Las tribus de muchos lugares
del mundo fabrican artefactos, construyen casas, levantan
paredes de piedra para sus campos… esos son los conceptos
de la belleza exquisita. Hacen todo esto con fines prácticos,
estéticos o como ritual. Y esos objetos son duraderos.
Cuanto más viejos más atractivos resultan. Siempre
pueden repararse. Hacer y arreglar son parte del mismo continuo.
El principio BUD es la fuente de la auténtica satisfacción,
espiritual, sensual y física.
7. EVITAR EL MAL GUSTO (Aswada).
en el caso de la comida, significa no comer alimentos malsanos.
Es decir, comida basura, comida rápida, comida procesada,
comida importada y demasiada comida. Somos lo que comemos.
Con buena comida, el cuerpo y la mente funcionan bien. La
mala comida contribuye a tener crisis mentales, ansiedad y
una mala salud. Una buena vida no puede construirse desde
una mala dieta.
La comida debería ser agradable para
los ojos, agradable para la nariz, agradable para la lengua,
pero, sobre todo, debería nutrir el cuerpo y el alma.
La comida es sagrada. Es un regalo de la naturaleza, y deberíamos
tomarla en su forma natural en la mayor medida de lo posible.
Hacer política o negocio con la comida es un insulto
a nuestro sentido común. Manipular la comida mediante
la ingeniería genética y la creación
de patentes es una muestra del deseo de dominar los procesos
naturales. Patentar la comida es un robo. Con razón
se le llama biopiratería. Las naciones dominantes y
las grandes corporaciones han creado leyes y reglas para satisfacer
sus propósitos en nombre de la nutrición.
La ciencia india clasifica la comida en tres
tipos: sátvico, rajasico y tamsico. La comida sátvico va asociada
a la auténtica comida. Es simple, natural, local y
de temporada. Pertenecen a esta categoría las frutas,
los vegetales, los cereales, las legumbres, los frutos secos
y las hierbas. Los nutricionistas indios y doctores "Ayurvedic"
consideran que la cocina de la más alta calidad consiste
en saborear el gusto natural, el sabor original de la comida
con el mínimo de interferencias y procesamientos. Aquellos
que se alimentan de comida sátvico no necesitan medicinas.
Es la dieta de los dioses y los ángeles, de los sabios
y los sadhus, de las madres y sus bebés. Agua natural
de primavera; leche y yogur frescos sin tratar; arroz puro
hervido; patatas cocinadas con su piel; alubias y guisantes;
ensaladas de todo tipo; tomillo, romero, salvia, cardamomo,
comino, azafrán, albahaca, cilantro, cebollino y otras
hierbas; y mangos, manzanas, plátanos y cualquier fruta
local son alimentos sátvico.
No sólo se trata de lo que comes sino
también de cómo lo comes. Cuidar su preparación,
compartiéndola y celebrándola, sin prisas, relajadamente,
en un ambiente de convivencia contribuye a que la comida sea
sátvico. Preparar y comer alimentos sátvico es una práctica
espiritual.
La comida rajasico está asociada al rey
Raja. Muy condimentada, estimulante, excitante, generosa y
elaborada. Cebollas, ajos, chili, especias, pepinos, quesos
curados, sal, azúcar, conservas, bebidas alcohólicas,
té, café, chocolate, helado, comida importada
y comida congelada fuera de temporada pertenecen a esta categoría.
La comida rajasico es promovida por soldados, comerciantes y
personas que anteponen el sabor a la nutrición, el
placer a la satisfacción y el diseño al deleite.
La comida tamsico va asociada a las fuerzas malévolas
que provocan letargo, depresión, enfado, crueldad e
intoxicación . Es artificial, violenta y adictiva.
Alcoholes fuertes, drogas duras, tabaco, carne, comida pasada,
demasiado hecha o quemada y comida robada pertenecen a esta
categoría. Comer demasiado también es tamsico.
Algunos lectores pueden oponerse a que la carne
se incluya en esta clase, pero los métodos modernos
que se utilizan para criar animales en las granjas y matarlos
mecánicamente en enormes mataderos implica muchísimo
dolor y sufrimiento para ellos. La producción de carne
a esta escala también precisa de grandes cantidades
de tierras, provocando la extinción de la vida salvaje.
En países donde sus gentes sufren malnutrición
y viven bajo el límite de la pobreza se siembran enormes
cantidades de grano para exportarlas y alimentar a los animales
de los países ricos e industrializados a muy bajo coste.
Además, los bosques vírgenes están siendo
talados para construir granjas y criar ganado de forma que
los que comen carne puedan comprar hamburguesas baratas. Todo
eso, ¿en beneficio de qué? Comer carne provoca
infartos, cáncer y otras enfermedades. Y luego se gastan
miles de millones de dólares en el cuidado de la salud.
Las propias medicinas son el resultado de crueles experimentos
con animales.
Un futuro ecológicamente equilibrado, que respete el
medio ambiente y económicamente sostenible debe ser,
sin duda, vegetariano. Y los alimentos deben producirse con
métodos orgánicos. En el futuro tendremos que
volver a la agricultura a pequeña escala, en la que
habrá más gente trabajando la tierra y se cultivará
el suelo con herramientas más simples. Trabajar en
una granja será más parecido a la jardinería
que a un negocio de agricultura. Envenenar la tierra con cantidades
masivas de abonos químicos para obtener ganancias a
corto plazo es en sí mismo un acto tamsico contra la
ética de la buena comida. Los métodos basados
en permacultura, agricultura biodinámica, granjas forestales
y agricultura natural están en sintonía con
la comida sátvico. El punto esencial de la buena alimentación
es practicar la moderación en cualquier circunstancia.
Las categorías de sátvico, rajásico
y tamásico no son conceptos "herméticos".
Proporcionan un punto de referencia de forma que podamos pasar
progresivamente de tamsico a rajasico y a sátvico en
todo lo posible. Son unos indicadores muy útiles para
situar nuestras prioridades. Un estado sátvico es una
aspiración, más que una regla.
Estas tres cualidades también pueden aplicarse a otras
esferas de la vida. Por ejemplo, películas inspiradoras,
poéticas, educativas y no violentas pertenecen a la
categoría sátvico; las películas románticas,
entretenidas y de alto presupuesto son rajasico; las películas
violentas, pornográficas o deprimentes son tamsico.
De forma similar, un hogar simple, bonito, del tamaño
adecuado y construido con materiales naturales y locales es
sátvico. Las casas opulentas, caras, exhibicionistas, lujosas
y llamativas son rajasico. Los edificios altos, de alta tecnología,
las casas construidas con plástico, amianto y otros
materiales artificiales son tamsico. Las castillos construidos
para dominar el paisaje y el pueblo son tamsico. Estas cualidades
pueden aplicarse a ciudades, transporte, vestido, deporte
y otras áreas de la vida. En cada caso, al meditar
sobre las tres cualidades uno se encamina hacia la práctica
del buen gusto.
8. AUSENCIA DE MIEDO (Sarvatra Bhaya
Varjana)
quiere decir estar libre de miedos siempre y en todo lugar.
Nuestras vidas están dominadas por el miedo. Miedo
a la muerte, miedo a la vejez, miedo a la enfermedad, miedo
al desempleo, miedo a fallar, miedo a los superiores, miedo
a los inferiores, miedo a la responsabilidad, miedo al compromiso
y numerosos miedos que nos provocan un continuo estado de
ansiedad. El miedo conduce a la violencia y a la guerra; el
miedo evita que busquemos y pronunciemos la verdad; el miedo
nos fuerza a robar, nos impide amar, nos hace acumular cosas.
El miedo es la raíz de todas las maldades. El miedo
es la causa de la inseguridad interior y exterior. Es por
el miedo que queremos controlar, dominar y mandar a otros.
El miedo destruye la armonía personal y social.
El remedio para los problemas provocados por el miedo es la
confianza incondicional en el funcionamiento del universo.
Así como confiamos en que el Sol saldrá, el
agua calmará la sed, el fuego cocinará el alimento,
los barcos surcarán los mares, también debemos
confiar en que toda vida, incluso la nuestra, alcanzará
su destino.
La mayoría de nuestros miedos son inducidos
artificialmente desde la escuela, la familia, el grupo de
amigos, los políticos, los medios, las religiones y
nuestra propia ignorancia. La gran tarea es liberarnos de
todos estos miedos.
En muchas tradiciones religiosas y mitológicas
se ha predicado la disolución del ego como el viaje
del héroe o el camino del guerrero. Cuando soy capaz
de lanzarme para ayudar a alguien sin temer mi propia muerte
me convierto en un héroe, porque en ese momento dejo
de estar pendiente de mi vida. Si aquel momento de vacío,
aquella experiencia de ausencia de ego, aquella dicha puede
convertirse en una forma de ser para siempre y en todo lugar,
entonces estaré libre de miedos.
Un héroe no es un ser especial, sino
que cada persona es un tipo de héroe especial cuando
él o ella no sienten miedo. Cada vida es el viaje de
un héroe. Cuando confío en el universo no temo
asumir riesgos. Si tengo miedo de asumir riesgos, ¿vale
la pena vivir?.
Todos los seres humanos forman parte del universo,
parte de una red a la que está conectado. Nada existe
de forma aislada. Cuando tomo conciencia de esta red de grandes
relaciones pierdo la ilusión de mi yo independiente,
pierdo el ego, pierdo el sentido de "yo" y de "mío".
Cuando no hay ego, ¿quién teme a quién?.
Cuando dejo de pensar en mí, o de buscarme,
entonces dejo de ser tan crítico y prejuicioso hacia
los demás. Soy capaz de vivir la vida, más que
de preocuparme por ella. Me levanto por la mañana,
me lavo los dientes, como una pieza de fruta, cavo el jardín,
contesto cartas, hago la compra para mí y para mi vecino
enfermo, preparo la comida y la comparto con mi familia, lavo
los platos y descanso, leo, escribo, salgo de paseo, asisto
a una reunión, hago unas llamadas y por la noche me
acuesto. El día siguiente es otro día. Lo que
tenga que hacer, lo hago. Sin estar siempre preguntando, compadeciendo,
criticando, dudando y, sobre todo, temiendo.
En palabras de Gerald Jampolski, "El amor
es desprenderse del miedo". Siempre estoy buscando el
amor pero soy incapaz de amar porque no puedo deshacerme del
miedo. Amor es todo lo que necesito. El amor es la fuente
de una vida feliz. El amor es mi verdadero destino. En el
amor encuentro el sentido de la vida. El amor es la base de
toda relación. Busco el amor, pero el miedo me impide
dar y recibir, me impide realizarme.
Cuando haya conseguido cultivar la falta de
temor en mi vida cotidiana y haya alcanzado la confianza absoluta
desde la que fluyen todos mis actos, entonces seré
capaz de actuar social, política y colectivamente sin
temor y siguiendo el curso verdadero y correcto. Cuando me
halle ante una ley injusta, estaré preparado para enfrentarme
a ella y luchar por la justicia, la libertad y la integridad;
no temeré las consecuencias, incluyendo la prisión
y la muerte, como demostraron Emile Zola, Henry David Thoreau,
Martin Luther King y Mahatma Gandhi.
9. RESPETO POR TODA LAS RELIGIONES (Sarva
Dharma Samanatva)
quiere decir apreciar todas las tradiciones religiosas y tolerar
las creencias con las que no estamos de acuerdo. Una religión
surge de una condición histórica particular,
de un contexto geográfico específico, o de una
necesidad social común. Una religión da respuesta
a una inquietud espiritual a través de una serie de
formulaciones y principios e historias. Siguiendo la revelación
original, los maestros, filósofos, teólogos
y escritores crean teorías, interpretaciones y comentarios.
Los sacerdotes y los predicadores convierten las enseñanzas
originales de un gran profeta en dogmas, que luego son interpretados
de una manera literal, inflexible y rígida. En consecuencia,
se olvidan el espíritu y el significado de las enseñanzas
originales y se rinde culto a algo vacío. El ritual
adquiere importancia y se convierte en un fin en sí
mismo. El reto para un buscador espiritual es despojarse de
todo y buscar su propia experiencia. En el fondo, todas las
religiones apuntan hacia el mismo deseo: el deseo de amor
y compasión, de paz y generosidad, de servicio y serenidad,
de ausencia de ego y de autorealización.
De manera simple, los diferentes caminos religiosos
son como las diferentes cocinas. Los ingredientes son los
mismos: arroz, harina, patatas, vegetales, hierbas, etcétera,
pero en las manos de cocineros chinos, indios, franceses,
italianos y árabes, esos ingredientes se transforman.
Huelen, saben y aparecen muy diferentes, pero todos sirven
para satisfacer el hambre. De manera similar el amor, la verdad,
la compasión y la caridad desde el punto de vista de
las tradiciones religiosas cristianas, hindúes, musulmanas,
budistas y judías pueden parecer distintos, pero si
se practican de forma sincera todas ellas pueden hacer surgir
una transformación de la conciencia que conduzca a
la paz y a la igualdad.
Por supuesto que de esas diferentes religiones
emergen distintas creencias - creer o no creer en Dios, en
la reencarnación, en el cielo y en el infierno, en
la virtud y en el pecado. Esas creencias son como las teorías
sobre la comida; algunos creen que una infusión de
camomila te ayudará a dormir, que el ajo es afrodisíaco,
o que una manzana al día mantendrá alejado al
doctor - nadie puede determinar con certeza si tales teorías
son ciertas o no, o si funcionan para todo el mundo. Por lo
tanto no tiene sentido pelearse, discutir o matarse en nombre
de una u otra teoría. Los hindúes y los musulmanes
podrían coexistir felizmente, como coexisten restaurantes
italianos y chinos. Si la gente prefiere la comida china a
la italiana o viceversa, dejémosles disfrutar de la
comida que prefieran.
Cultivemos el respeto por la diversidad y la
pluralidad de las religiones. Si todo el mundo tuviera sólo
una religión la situación no mejoraría.
La gente inventaría religiones dentro de las religiones,
sectas dentro de las sectas. No todos los cristianos han sido
célebres por vivir en paz y armonía, ni todos
los budistas. Así que el principio de Sarva Dharma
Samanatva es dejar que las mil flores florezcan. Así
como tenemos multitud de lenguas con sus propias excelencias
y perspicacias, es maravilloso que tengamos tantas religiones.
El mundo es más rico por esta razón. Si no queremos
descartar pequeñas lenguas como el húngaro o
el tibetano en nombre de la conveniencia, ¿por qué
deberíamos desear que el cristianismo, el islamismo
o cualquier otra religión fuera la única válida
para todo el mundo?.
La religión no se encuentra en el Corán
o en la Biblia, está en nuestros corazones, en nuestras
acciones, en nuestra práctica. La religión no
se halla en una iglesia, en una mezquita o en un templo, sino
en la forma de relacionarnos con los otros humanos, con los
animales, con los bosques, con los pobres y oprimidos, con
los enfermos y los moribundos. Creer en esto o en aquello
a veces resulta especulativo, más que interesante.
Curar al herido, compartirnos con otros, escucharles, ser
amables, abiertos y humildes son expresiones inmediatas y
prácticas de la verdadera religión. Por lo que
uno debería ser libre de practicar la religión
que le plazca, pero sin el peso de la responsabilidad, de
la arrogancia y la exclusividad.
10. ECONOMÍA LOCAL (Swadeshi)
significa desarrollar un sentido de lugar propio y amarlo.
Todos tenemos un padre y una madre que nos han traído
al mundo. De la misma forma, todos tenemos un sitio donde
vivir. Ese sitio nos sustenta, y nosotros debemos sostenerlo
a él. Un estado-nación puede tener un gobierno
propio, comunidades autosuficientes, vecindarios, distritos,
pueblos y bioregiones donde la gente alimenta sus vidas con
los productos de sus propias localidades. Cuando todo el mundo
su cuide sus parcelas de tierra, entonces todos los lugares
estarán cuidados. Cuando prevalece una economía
local, el pueblo obtiene un máximo beneficio de sus
propios productos y ya no desea poseer ni controlar los recursos
de otras localidades. No permiten que nada pueda dañar
a sus gentes ni a su entorno. "No en mi terreno"
es una formulación perfecta, ya que todo terreno es
el terreno de alguien. Si todos están protegidos, ninguno
será dañado.
Esto significa: manzanas locales, mantequilla
local, verduras locales, queso local, artesanía local,
industria local, comercios locales, escuelas locales, hospitales
locales… productos y servicios locales antes que otros.
El máximo poder económico y político,
incluyendo el poder de decidir lo que se importa y se exporta
de la comunidad local, está en manos del gobierno local.
Durante miles de años, antes de la revolución
industrial, el transporte en masa y la energía barata,
los pueblos de todo el mundo vivían en relativa armonía
con su entorno, fabricando sus ropas, alimentándose
de la comida del lugar, cuidando del campo, construyendo hogares,
templos e iglesias con materiales locales. Y aún así
las ideas, culturas, artes y religiones se esparcieron por
todo el planeta, creando una conciencia universal. Pensar
globalmente y actuar localmente se ha practicado durante miles
de años.
Pero en los tiempos modernos las mentes se han
cerrado mientras los mercados se han expandido. Cuando los
productos y los servicios eran locales había libertad
de movimiento y libertad para que viajaran las ideas. Era
una situación mucho más sana y menos perjudicial
para el entorno. Ahora los gobiernos imponen severas restricciones
a la entrada de inmigrantes, pero en cambio permiten la exportación
de sus productos a países donde también abundan.
Por ejemplo, la mantequilla de Nueva Zelanda se comercializa
en Inglaterra mientras la mantequilla Inglesa se amontona.
El vino de California se exporta a Francia mientras este país
no sabe qué hacer con sus reservas de vino. Los coches
japoneses se imponen en el mercado americano mientras los
suyos propios no se venden y permanecen aparcados ocupando
una enorme cantidad de espacio. Mientras, el transporte de
mantequilla, vino, coches y otros productos provoca la destrucción
de la capa de ozono y el calentamiento global. ¿Quién,
más que las grandes corporaciones, se beneficia de
este movimiento masivo de productos? Las tiendas, industrias
y negocios pequeños y locales tienen que cerrarse,
mandando a los trabajadores al paro.
El Wuppertal Institute de Alemania formuló
esta pregunta: ¿cuántas millas viaja un contenedor
de yogur de fresas antes de llegar a la mesa de un hogar de
Alemania? Descubrieron que el yogur, incluyendo su vasito
de plástico, la etiqueta impresa, el azúcar,
la leche y las fresas habían viajado once mil millas.
Si aquel yogur fuera un producto local, no hubiera viajado
en absoluto.
Una vez E. F. Schumacher me contó una
anécdota. Observó un enorme camión que
transportaba galletas de Manchester a Londres. Unos minutos
más tarde observó otro camión transportando
galletas de Londres a Manchester. Puesto que era economista,
comenzó a calcular el beneficio económico que
podía suponer transportar galletas de Manchester a
Londres y viceversa. ¿Cuál podía ser?
Si en Londres se deseara consumir una especialidad de galleta
de Manchester, el fabricante podría enviar la receta
a Londres por correo, o mandar a alguien a Londres para enseñarles
el arte de hacer galletas. Schumacher no podía entender
qué beneficio se obtenía por utilizar una flota
de camiones, congestionando las autopistas, contaminando el
aire y manteniendo a los conductores sentados durante horas
día tras día en el mejor momento de sus vidas,
al servicio de las galletas. Al final, desesperado, se dijo
a sí mismo, "Oh!, bien, soy un mero economista
y no un nutricionista. ¡Quizás el valor nutricional
de esas galletas se incrementa con su transporte!".
Schumacher no iba en contra del comercio. Era
razonable que lo que sólo pudiera fabricarse en Manchester
se intercambiara por algo que sólo pudiera fabricarse
en Londres. Pero comerciar con productos idénticos
no es sano para la economía. El comercio entre naciones
y regiones debería ser mínimo.
Esta observación me la narró a
principios de los 70, antes de que la globalización
de la economía, el dominio de GATT y NAFTA y la obsesión
por el comercio mundial fueran tan grandes. Ahora, bajo el
régimen de la liberalización, las galletas se
transportan desde Manchester a Moscú, desde Londres
a Los Ángeles y de Tokio a Toronto.
Si la gente piensa que la economía global
se basa en la racionalidad, ¡entonces debería
hacerse mirar la cabeza! El comercio mundial es el sistema
más irracional que se ha inventado. Todos pierden excepto
las grandes corporaciones, y el medio ambiente sufre más
que nadie. La globalización de la economía es
simple y puro colonialismo, bajo una máscara de comercio
libre, progreso, desarrollo, ciencia, tecnología, modernidad…
la promesa de la utopía del mañana. Hoy existe
un flujo neto de recursos y riquezas desde los países
pobres del Sur hacia los países ricos del Norte.
La respuesta a la globalización es swadeshi.
Todo lo que se produzca en una localidad debe usarse primero
y básicamente por la gente del lugar. Cada comunidad
local debería tener sus propios carpinteros, zapateros,
albañiles, mecánicos, granjeros, ingenieros,
profesores, doctores, banqueros, mercaderes, músicos,
artistas y sacerdotes. En otras palabras, cada comunidad local
debería ser un microcosmos en el macromundo.
El principio de swadeshi no va en contra de
las ciudades, pero sí en contra de que se extiendan
creando suburbios y megapolis. Si hubiera ciudades de uno
o dos millones de habitantes, rodeadas de cinturones de vegetación
y suficientes cantidades de tierra de cultivo y granjas, entonces
Nueva York no dependería de la lechuga importada de
California y Londres no dependería de las patatas importadas
de Egipto.
Swadeshi no se refiere a la autosuficiencia
personal o familiar, sino a la autosuficiencia de la bioregión.
Junto con el principio de trabajo manual, la economía
debería basarse en modos de producción descentralizados,
caseros y artesanos, no centralizados y mecanizados. En otras
palabras, producción por las masas en lugar de producción
en masa.
La producción en masa se refiere al producto,
mientras que la producción por las masas tiene que
ver con el producto, el productor y con el procedimiento.
El sistema industrial depende de estructuras impersonales,
alienantes y destructoras, mientras que los métodos
de producción a pequeña escala fomentan las
relaciones humanas y el respeto por el vecino. La gente cuida
de los demás, de los animales, de la tierra y del bosque.
Una economía sana es una economía local, y una
economía local es una economía sana.
Los campeones de la globalización son
los Estados Unidos y Europa Occidental. Dicen practicar la
democracia, pero democracia y economía global son contradictorias.
Las industrias trabajan de forma anónima. Su poder
y riqueza es tal, que muchas naciones pequeñas y pobres,
por no mencionar comunidades locales, no son capaces de sobrevivir.
Las multinacionales pueden utilizar su fuerza y su dinero
para sobornar a funcionarios; pueden contratar a buenos abogados
para que interpreten las leyes en su favor; pueden gastar
enormes sumas de dinero en recibir e impresionar a políticos,
y pueden utilizar su ingenio para derrotar a cualquier contrario.
Si las compañías fuesen pequeñas
y locales trabajarían con el apoyo local, según
la cultura local y la contabilidad local. Estarían
obligados a servir a la comunidad local puesto que obtendrían
un beneficio de ella. La ética y la economía
irían a la par. Habría más posibilidad
de implementar la triple línea de base - el provecho
financiero sería necesario para cuadrar con la responsabilidad
local y la sostenibilidad medioambiental. Dentro de la economía
local el provecho tiene su sitio, pero no se sale de él.
En la matriz de la sociedad, el provecho, la cultura, la naturaleza
y la espiritualidad completan el cuadro.
11. RESPETO POR TODOS LOS SERES (Sparsha
Bhavana)
significa que la casta, el color, la clase el credo, el sexo,
la edad, la raza y otros distintivos similares no suponen
una razón para ensalzar o despreciar a nadie. En la
India el sistema de castas convierte a algunas gentes en intocables.
En Gran Bretaña el sistema de clases divide a la sociedad.
En el Norte de Irlanda la religión separa a las comunidades.
En los Estados Unidos el color causa segregación. Hay
por tanto una discriminación por razones de sexo, de
edad y de raza. La discriminación se practica en la
mayoría de las sociedades de una forma más o
menos sutil. En muchas culturas los hombres tratan a las mujeres
como ciudadanos de segunda clase. Los ricos miran por encima
del hombro a los pobres; los inteligentes y educados desprecian
a los incultos. El ciudadano mira al pueblerino con desdén.
Las sociedades civilizadas, de forma consciente o inconsciente,
consideran dispensables a las sociedades primitivas y tribales.
Las sociedades industrializadas ven las sociedades agrarias
como un atraso.
Desde luego que las actitudes están cambiando,
la armonía racial mejora, la intocabilidad en la India
se ha ilegalizado y en los Estados Unidos se han recuperado
los derechos civiles. Sin embargo, aún estamos muy
lejos de establecer la igualdad y el respeto incondicional
hacia todos los seres humanos. Y mucho menos hacia las otras
especies. Hasta cierto punto el concepto de los derechos humanos
se ha convertido en un discurso popular, pero los derechos
de los animales y de la vida salvaje, incluyendo a todo el
mundo animado e inanimado, apenas se han pronunciado.
La mayoría de la gente piensa y actúa
como si Dios hubiese creado a los animales en beneficio del
ser humano, de forma que se creen con derecho a cazarlos,
matarlos por deporte, montarlos y matarlos para comer. Esta
actitud hacia los animales es comparable a pasadas actitudes
hacia los esclavos y sirvientes. Se continúa argumentando
que los animales no tienen alma y por tanto no tienen más
valor que la utilidad que suponen para los humanos. Esta miopía
colectiva es la raíz de la crisis ecológica
que sufrimos hoy en día. Millones de especies se están
extinguiendo porque los humanos invaden sus hábitats.
No creemos que la naturaleza exista por derecho propio. Si
vemos una parcela de tierra, automáticamente asumimos
que algún individuo o gobierno la posee; si un pedazo
de tierra no está siendo utilizado para labrar o para
construir, la gente piensa que se está desperdiciando.
Si estamos dispuestos a cultivar el respecto hacia todos los
seres, entonces necesitamos un cambio radical de actitud.
Desde luego que necesitamos tomar cosas de la
naturaleza: madera para la casa, alimento para el cuerpo,
lana y algodón para el vestido… pero no debemos
tomarlas como un derecho sino como un regalo y sentir agradecimiento
hacia la naturaleza. Si tenemos esa actitud, entonces actuaremos
con cuidado y respeto porque pensaremos que, al cortar un
árbol, no sólo nos llevamos la vida de aquel
árbol sino todo un entorno, el hogar de muchos pájaros
e insectos, la sombra y el alimento para todo tipo de criaturas.
Así que, al podar un árbol, deberíamos
plantar cinco en su lugar.
Básicamente es una cuestión de
actitud. La actitud que permite a la gente matar animales
y arrasar bosques es la misma actitud que permite a las naciones
fuertes atacar a las más débiles. Deseo ver
el surgir de la era de la ecología. Nosotros los humanos
necesitamos redescubrir nuestra humildad y aprender a practicar
Sparsha Bhavana hacia todas las especies. Existe un instinto
de supervivencia en todas las especies. Necesitamos respetar
ese instinto, el derecho a vivir y a florecer.
EN LOS ONCE PRINCIPIOS DE GANDHI existe un concepto
común- no puede existir algo como la libertad sin limitación,
respeto y responsabilidad. Entender y aceptar los límites
es una garantía, un escudo protector de la libertad.
Una piel protege mi cuerpo; la piel es el límite de
mi cuerpo. Dentro de este límite, mis sentidos, mi
corazón, mis venas, mis huesos y numerosos órganos,
células y bacterias pueden funcionar libremente. Análogamente
mi casa tiene un límite. Dentro de las cuatro paredes
de mi casa, vivo libremente, leyendo, escribiendo, cocinando,
limpiando, cuidando de mi familia y de mis amigos y mucho
más. Mi sociedad también tiene límites.
Funcionamos regidos por leyes y reglas. Mis derechos y responsabilidades
vienen definidos por dichas leyes. La libertad de discurso,
la libertad de reunión, la libertad de movimiento y
todas los demás aspectos de la libertad civil los ejercito
según las leyes de la tierra. Pero así como
hay leyes para el cuerpo, el hogar, la sociedad y las naciones,
también hay leyes para la naturaleza.
Algunos de los once principios, como el de no
violencia, están planteados en negativo. Su objetivo
no es decirme lo que tengo que hacer sino mostrarme cuáles
son mis límites y dejar claro que si sobrepaso estos
límites pondré en peligro mi libertad. Pero
si me mantengo dentro de ellos soy libre de actuar como yo
quiera. En términos de no violencia, soy libre de vivir
tanto tiempo como otros. En términos de no consumismo,
si piso la Tierra con suavidad, la Tierra podrá continuar
manteniendo la vida; si vivo de manera simple, los demás
podrán simplemente vivir.
Si aceptamos que el cuerpo tiene un límite,
que la casa tiene un límite, la nación tiene
un límite, ¿por qué nos cuesta aceptar
que hay un límite para el crecimiento económico?
Desde la publicación de "Limits to Growth"
he participado en numerosos encuentros medioambientales, en
particular en la conferencia de la ONU en Estocolmo en 1972
y en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992.
Se paga un servicio para proteger el entorno y conservar la
energía, los bosques, la biodiversidad y el mundo salvaje,
pero hay una fuerte tendencia a continuar por el camino del
crecimiento económico incontrolado. El debate ha continuado
durante décadas, pero sin frutos. El modo de vida occidental,
basado en la expansión económica, todavía
no está abierto a las negociaciones (parafraseando
al Presidente George Bush).
La idea de límite es muy simple. Nace
un niño, crece durante unos veinte años, muy
despacio, sin darse cuenta, hasta alcanzar su estatura máxima
de unos cinco o seis pies. Durante cincuenta años o
más mantiene su talla. Este principio de escala puede
aplicarse a todo fenómeno natural, aunque está
siendo ignorado constantemente por los poderosos. Una organización,
un negocio, una industria, una economía local y una
economía mundial no deberían ser excepciones.
En el contexto de una cultura de crecimiento
como esta, los once principios pueden aparecer como pensamientos
beatos o irrelevantes, pero no quiero ser tan pesimista. El
Imperio Romano no duró siempre. El Imperio Británico,
sobre el que el sol nunca se ponía, llegó a
su fin. El control comunista del bloque soviético,
antes tan poderoso, forma parte de la historia. Se acabaron
la esclavitud y el apartheid, y no hay razón para creer
que las fuerzas ecológicamente insostenibles y personalmente
insatisfactorias del materialismo que se manifiestan en las
economías dominadas por el poder del dinero durarán
para siempre. Una vez cambie la conciencia humana, una vez
que sepamos cuál debe ser nuestro lugar en el esquema
de las cosas, una vez entendamos que hay mucho más
en la vida que desear posesiones materiales, y una vez que
nos centremos en la importancia de ser más que de tener,
observaremos una dramática transformación a
nuestro alrededor. Entonces nos lanzaremos a esos once principios
como patos al agua.
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