Disolver el cuerpo dolor
por Eckhart Tolle
El amor es un estado de Ser.
Tu amor no está afuera; está en lo profundo
de ti.
Nunca puedes perderlo, no puede dejarte.
No depende de otro cuerpo, de otra forma externa.
La mayor parte del dolor humano es innecesario. Lo crearás
tú mismo mientras la mente no observada dirija tu vida.
El dolor que produces en el ahora siempre surge de una falta
de aceptación, de una resistencia inconsciente a lo
que es.
Como pensamiento, la resistencia es un juicio de algún
tipo. Como emoción, es algún tipo de negatividad.
La intensidad del dolor depende del grado de resistencia al
momento presente y ésta, a su vez, depende de lo fuerte
que sea tu identificación con la mente. La mente siempre
trata de negar el ahora y de escapar de él.
En otras palabras: cuanto más te identificas con tu
mente, más sufres. O puedes decirlo de este otro modo:
cuanto más capaz seas de valorar y aceptar el ahora,
más libre estarás del dolor y del sufrimiento,
más libre de la mente egotista.
Algunas enseñanzas espirituales afirman que, en último
término, todo dolor es ilusorio. Eso es cierto, pero
la cuestión es: ¿es esta afirmación verdadera
para ti? El mero hecho de creerla no hace que sea verdad.
¿Quieres seguir experimentando dolor el resto de tu
vida y continuar diciendo que es una ilusión? ¿Te
liberas así del dolor? Lo que nos importa aquí
es cómo plasmar esa verdad, cómo hacerla real
en tu propia experiencia.
El dolor es inevitable mientras sigas identificándote
con tu mente, es decir, mientras sigas siendo espiritualmente
inconsciente. Me refiero básicamente al dolor emocional,
que también es la principal causa del dolor físico
y de las enfermedades físicas. El resentimiento, el
odio, la autocompasión, la culpabilidad, la ira, la
depresión, los celos, e incluso la menor irritación...,
todos ellos son formas de dolor. Y cada placer o cumbre emocional
contiene dentro de sí la semilla del dolor: su opuesto
inseparable, que se manifestará con el tiempo.
Cualquiera que haya tomado drogas para sentirse «mejor»
sabe que después de la subida viene la bajada, que
el placer se convierte en algún tipo de dolor. Muchas
personas saben también que las relaciones íntimas
pasan rápidamente de ser una fuente de placer a convertirse
en una fuente de dolor. Vistas desde una perspectiva superior,
las polaridades positiva y negativa son las dos caras de la
misma moneda, y ambas forman parte del dolor subyacente, inseparable
del estado de conciencia del ego en el que te identificas
con la mente.
Tu dolor tiene dos niveles: el dolor que creas ahora y el
dolor del pasado que aún vive en tu cuerpo y en tu
mente.
Mientras no seas capaz de acceder al poder del ahora, cada
dolor emocional que experimentes dejará tras de sí
un residuo de sufrimiento que vive en ti. Se mezcla con el
dolor del pasado que ya estaba allí, alojándose
en tu cuerpo y en tu mente. Y aquí se incluye, por
supuesto, el dolor que sufriste de niño, causado por
la inconsciencia del mundo en el que naciste.
Este dolor acumulado es un campo de energía negativa
que ocupa tu cuerpo y tu mente. Si lo consideras una entidad
invisible por derecho propio, te acercas bastante a la verdad.
Se trata del cuerpo-dolor emocional.
El cuerpo-dolor tiene dos estados posibles: latente o activo.
Puede estar latente el 90 por 100 del tiempo, aunque en una
persona muy infeliz puede llegar a estar activo el 100 por
100 del tiempo. Algunas personas viven casi totalmente a través
de su cuerpo de dolor, mientras otras lo experimentan sólo
en ciertas situaciones, como en las relaciones íntimas
o en situaciones relacionadas con pérdidas o abandonos
del pasado, dolores físicos o emocionales, etc.
Cualquier cosa puede activarlo, pero resuena especialmente
con los dolores del pasado.
Cuando está preparado para despertar de su estado latente,
un pensamiento o un comentario inocente hecho por alguien
cercano a ti puede ser suficiente para activarlo.
ROMPER LA IDENTIFICACIÓN CON EL CUERPO-DOLOR EL CUERPO-DOLOR
NO QUIERE QUE LO OBSERVES DIRECTAMENTE
y lo veas como es. En el momento que lo observas, en cuanto
sientes su campo energético dentro de ti y llevas tu
atención hacia él, la identificación
se rompe.
Ha aparecido una dimensión superior de conciencia.
Yo la llamo presencia. Ahora eres el testigo u observador
del cuerpo-dolor. Esto significa que ya no puede usarte pretendiendo
ser tú, ya no puede alimentarse a través de
ti. Has encontrado tu mayor fuerza interior.
Algunos cuerpos-dolor son molestos pero relativamente inocuos,
como un niño que no deja de lloriquear. Otros son monstruos
depravados y destructivos, auténticos demonios. Algunos
son violentos físicamente, y muchos son emocionalmente
agresivos. Algunos atacan a la gente cercana, la gente que
rodea a la persona, mientras que otros pueden atacar a su
anfitrión. En ese caso, tus pensamientos y sentimientos
relativos a tu propia vida se vuelven profundamente negativos
y autodestructivos. Las enfermedades y los accidentes suelen
producirse así. Algunos cuerpos-dolor llevan a sus
anfitriones al suicidio.
Cuando pensabas que conocías a alguien y de repente
te enfrentas con esta detestable criatura alienígena
por primera vez, es probable que te lleves un buen susto.
Pero es más importante observarla en ti mismo que en
otras personas.
BUSCA CUALQUIER SEÑAL DE INFELICIDAD EN TI,
del tipo que sea; puede tratarse del despertar del cuerpo-dolor.
A veces toma la forma de irritación, impaciencia, un
estado de ánimo sombrío, deseo de hacer daño,
ira, furia, depresión, la necesidad de dramatizar las
relaciones, etc. Atrápalo en el momento en que despierta
de su estado latente.
El cuerpo-dolor, como cualquier otra entidad existente, quiere
sobrevivir, y sólo puede hacerlo si consigue que te
identifiques inconscientemente con él. Entonces puede
emerger, apropiarse de ti, «convertirse en ti»
y vivir a través de ti. Necesita conseguir su «alimento»
a través de ti.
Se alimentará de cualquier experiencia que resuene
con su energía característica, algo que produzca
dolor del modo que sea: ira, ganas de destruir, odio, pena,
drama emocional, violencia e incluso enfermedad. Cuando se
ha apropiado de ti, el cuerpo-dolor crea en tu vida una situación
que refleje su propia frecuencia energética para poder
alimentarse de ella. El dolor sólo puede alimentarse
de dolor. El dolor no puede alimentarse de alegría;
le resulta totalmente indigesta.
En cuanto el cuerpo de dolor se apropia de ti, quieres más
dolor. Te conviertes en una víctima o en un agresor.
Quieres causar dolor, sufrirlo, o las dos cosas. En realidad
no hay mucha diferencia entre ambas. Como no eres consciente
de lo que haces, afirmarás vehementemente que no quieres
sufrir. Pero si miras de cerca, verás que tu manera
de comportarte y tu forma de pensar están diseñadas
para perpetuar el dolor, tanto para ti mismo como para los
demás. Si realmente fueras consciente de él,
este patrón se disolvería, porque desear más
dolor es una locura y nadie está conscientemente loco.
El cuerpo-dolor, que es la oscura sombra proyectada por el
ego, en realidad teme la luz de tu conciencia. Tiene miedo
de que lo descubras. Su supervivencia depende de que sigas
identificándote inconscientemente con él, así
como de tu miedo inconsciente a afrontar el dolor que habita
en ti. Pero si no lo afrontas, si no llevas la luz de tu conciencia
al dolor, te verás obligado a revivirlo una y otra
vez.
El cuerpo-dolor puede parecerte un monstruo peligroso que
no te atreves a mirar, pero te aseguro que es un fantasma
insustancial incapaz de prevalecer ante el poder de tu presencia.
Cuando te conviertes en el observador y empiezas a dejar de
identificarte, el cuerpo-dolor sigue operando durante cierto
tiempo e intenta engañarte para que vuelvas a identificarte
con él. Aunque ya no le das energía mediante
la identificación, tiene cierta inercia, como una rueda
que continúa girando aunque no esté recibiendo
impulso. En este estadio puede crear tensiones en distintos
puntos del cuerpo, pero no durarán.
Mantente presente, mantente consciente. Sé el guardián
siempre atento de tu espacio interno. Tienes que estar lo
suficientemente atento como para observar el cuerpo-dolor
directamente y sentir su energía. Entonces no podrá
controlar lo que piensas.
No olvides que en cuanto tu pensamiento se alinea con el campo
energético de tu cuerpo-dolor, te identificas con él
y vuelves a alimentarlo con tus pensamientos. Por ejemplo,
si la vibración energética predominante del
cuerpo-dolor es la ira y cultivas pensamientos iracundos en
los que te repites lo que alguien te hizo y cómo le
vas a responder, entonces te has vuelto inconsciente y el
cuerpo-dolor se ha convertido en «ti». Debajo
de la ira siempre hay dolor.
O cuando te invade un estado de ánimo sombrío
y empiezas a entrar en un patrón mental negativo pensando
en lo horrible que es tu vida, tu pensamiento se ha alineado
con tu cuerpo-dolor y tú te has vuelto inconsciente
y vulnerable a sus ataques.
Ser «inconsciente», tal como uso la palabra aquí,
significa identificarse con algún patrón emocional
o mental. Implica una ausencia total del observador.
TRANSMUTACIÓN DEL SUFRIMIENTO EN CONCIENCIA
La atención consciente sostenida corta el vínculo
entre el cuerpo-dolor y el proceso de pensamiento, y pone
en marcha el proceso de transmutación. Es como si el
dolor se convirtiera en combustible para la llama de tu conciencia,
que a partir de ese momento arde con más fulgor. Este
es el significado esotérico del antiguo arte alquímico:
la transmutación de metales inferiores en oro, o del
sufrimiento en conciencia. La división interna se cura
y vuelves a estar completo. A partir de entonces tu responsabilidad
consiste en no crear más dolor.
ENFOCA TU ATENCIÓN EN LO QUE SIENTES DENTRO DE TI.
Identifica el cuerpo-dolor y acepta que está ahí.
No pienses en él, no dejes que el sentimiento se convierta
en pensamiento. No juzgues ni analices. No te fabriques una
identidad con el dolor. Mantente presente y continúa
siendo un observador de lo que ocurre dentro de ti.
Toma conciencia no sólo del dolor emocional, sino también
de «aquel que lo observa», el testigo silencioso.
Éste es el poder del ahora, el poder de tu propia presencia
consciente. Observa qué ocurre a continuación.
IDENTIFICACIÓN DEL EGO CON EL CUERPO-DOLOR
Este proceso que acabo de describir es muy poderoso, pero
también muy simple. Podría enseñarse
a un niño, y es de esperar que algún día
sea una de las primeras cosas que los niños aprendan
en la escuela. Una vez aprendido el principio básico
de mantenerte presente como observador de lo que ocurre dentro
de ti —«entendiéndolo» por experiencia
directa— tienes a tu disposición la más
potente herramienta de transformación.
Esto no niega que puedas hallar intensas resistencias internas
a soltar la identificación con tu dolor. Ello ocurrirá
particularmente si has vivido muy identificado con tu cuerpo-dolor
durante casi toda tu vida, y toda o la mayor parte de tu identidad
está invertida en él. Esto significa que a partir
del cuerpo-dolor te has fabricado un yo infeliz y te identificas
con esa ficción mental. En tal caso, el miedo inconsciente
a perder tu identidad creará una fuerte resistencia
a cualquier desidentificación. En otras palabras, preferirás
sentir dolor —ser el cuerpo-dolor— que dar un
salto a lo desconocido y arriesgarte a perder tu familiar
identidad desgraciada.
OBSERVA TU RESISTENCIA INTERNA. Observa el apego a tu dolor.
Mantente muy alerta. Observa el peculiar placer que te proporciona
ser infeliz. Observa la tendencia compulsiva a hablar o a
pensar en tu desdicha. La resistencia cesará si la
haces consciente.
Entonces puedes llevar tu atención al cuerpo-dolor,
mantenerte presente como testigo e iniciar así su transmutación.
Tú eres el único capaz de hacerlo. Nadie puede
hacerlo por ti. Pero si tienes la suerte de encontrar al alguien
que es intensamente consciente, si puedes estar con esa persona
y unirte a ella en el estado de presencia, eso te ayudará
y acelerará las cosas. Tu propia luz pronto se fortalecerá.
Si ponemos un tronco que está empezando a arder junto
a otro que ya está ardiendo intensamente, y después
de un rato volvemos a separarlos, el primero arderá
con mucha más intensidad. Después de todo, es
el mismo fuego el que arde en ambos. Una de las funciones
del profesor espiritual es ser ese fuego. Algunos terapeutas
también pueden realizar la misma función, siempre
que hayan ido más allá del nivel de la mente
y puedan crear y mantener una intensa presencia consciente
mientras trabajan contigo.
Lo primero que has de recordar es que mientras sigas identificándote
con el dolor, no podrás liberarte de él. Mientras
parte de tu sentido de identidad siga invertido en tu dolor
emocional, sabotearás o te resistirás inconscientemente
a cualquier intento de sanar ese dolor.
¿Por qué? Simplemente porque quieres mantenerte
intacto, y el dolor se ha convertido en una parte esencial
de ti. Éste es un proceso inconsciente, y el único
modo de resolverlo es hacerlo consciente.
EL PODER DE TU PRESENCIA
VER REPENTINAMENTE que estás o has estado apegado a
tu dolor puede ser muy impactante.
En el momento de darte cuenta, ya has roto el apego.
El cuerpo-dolor es un campo energético, casi como una
entidad, que se ha alojado temporalmente en tu espacio interno.
Es energía de vida que se ha quedado atrapada, energía
que ya no fluye.
Por supuesto, el cuerpo-dolor existe por ciertas cosas que
ocurrieron en el pasado. Es el pasado vivo en ti, y si te
identificas con el cuerpo-dolor, te identificas con el pasado.
Tener identidad de víctima es creer que el pasado tiene
más fuerza que el presente, que es lo opuesto a la
verdad. Es creer que otras personas, y lo que te hicieron,
son responsables de quien eres ahora, de tu dolor emocional
y de tu incapacidad de ser tú mismo.
La verdad es que el único poder existente está
contenido en este momento: es el poder de tu presencia. Cuando
lo sabes, también te das cuenta de que ahora mismo
eres responsable de tu espacio interno —nadie más
lo es— y de que el pasado no puede prevalecer ante el
poder del ahora.
La inconsciencia lo crea, la conciencia lo transmuta en conciencia.
San Pablo expresó este principio universal de una manera
muy hermosa: «Todo se muestra cuando queda expuesto
a la luz, y lo que queda expuesto a la luz se convierte en
luz.»
Del mismo modo que no puedes luchar contra la oscuridad, tampoco
puedes luchar contra el cuerpo-dolor. Si lo intentaras crearías
más conflicto interno y prolongarías el dolor.
Basta con observarlo. Observarlo implica aceptarlo como parte
de lo que es en este momento.Practicando el Poder del Ahora
Título
Original: Practicing the Power of Now – Essential Teachings,
Meditations and Exercises from The Power of Now Ó2001,
_Eckhart Tolle
Digitalizador: @ Nascav (España)
|