El materialismo y la pérdida del alma
por Kingsley L. Dennis
de kingsleydennis.com
El campo no material, o no visible, no permanece inactivo; está constantemente activo. Es lo que infunde y hace posible el mundo que conocemos y vemos. El reino intangible de las fuerzas vitales es lo que solemos llamar la dimensión «espiritual», ya que en él se encuentran las inteligencias conscientes que instituyen la vida material. Para muchas personas, los asuntos espirituales han sido durante mucho tiempo algo abstracto. Sin embargo, ya no tienen por qué seguir siendo abstractas: ahora han de fluir en la cultura no solo a través de «canales espirituales», sino mediante todo tipo de formas, incluidas las personas. El flujo y la fusión entre el mundo suprasensorial y el mundo sensorial (el reino de lo fenoménico), siempre ha estado en funcionamiento. Solo que ahora parece abocado a aumentar.
El materialismo está muy bien, pero hasta cierto punto. Esto se reconoce por algunos como la «Caída»: la inmersión profunda en la realidad física. Hasta cierto punto, esta inmersión en lo físico era necesaria para desarrollar el individualismo y percibir la existencia en relación con la Fuente. Una vez obtenido este reconocimiento, comienza el «viaje de regreso» a la consciencia de la Fuente/Origen. Sin embargo, si una especie permanece demasiado tiempo entre las garras de las fuerzas materialistas, entonces puede producirse un endurecimiento –o embotamiento– que cristaliza ciertas facultades y órganos de percepción, lo que conduce a un estancamiento evolutivo. Como tal, el estancamiento de la evolución puede deberse a la influencia excesiva de las fuerzas entrópicas. Al impulso del conocimiento espiritual (fuerzas de desarrollo) que desciende al mundo físico se han opuesto otras fuerzas que no desean que las personas descubran su libertad interior. Sin embargo, este tiempo, este momento del desarrollo humano, ha sido previsto y, en algunos niveles, incluso planificado. Lo que va a ocurrir se ha considerado inevitable por aquellos que saben lo que está en juego.
Las fuerzas entrópicas que se oponen pretenden «sobrematerializar» el materialismo. Tratan de profundizar el enmarañamiento dentro de la materia física, y crear formas materiales artificiales que no habrían surgido en el curso natural de la evolución humana. Se trata de ejercer determinados poderes sobre el plano físico. Esto se está aplicando de tal manera que se bloquea una renovación de la cultura humana más allá del materialismo y se dirige hacia una nueva forma de materialismo, una forma más etérea que parece no material. Es lo que yo llamo la «falacia del materialismo»: los espacios digitales-virtuales, aunque parezcan contrarios al materialismo físico, en realidad están operando para profundizar el enredo humano en las fuerzas materiales. Estos espacios digitalizados, a causa de su sentido de no fisicalidad, son en realidad una manifestación etérea del materialismo. O mejor dicho, un ámbito de materialismo teórico. El materialismo teórico significa una construcción de la realidad que no necesita ser física al tacto, pero que se basa en, o es una proyección de, una base material. Tanto en el modo de materialismo teórico como en el convencional, el ser humano está encapsulado en una amalgama de procesos materiales. También es un mundo de hechos y pruebas externas en el que la persona se pierde. Toda la experiencia de la vida procede de este reino material, y esto condiciona al ser humano a obtener una visión de la vida basada en los hechos, y a aceptar que no hay otra realidad que este mundo de materialismo y experiencia fáctica. Cualquier noción de alma o espíritu –el impulso trascendental– se considera un subproducto de la realidad material o se rechaza por completo como una noción falsa: tal es el poder de la inmersión en la realidad material.
El materialismo profundo se convierte finalmente en una cosmología de la entropía y la decadencia. Conduce a modos de pensamiento mecánicos y artificiales que acaban provocando un estancamiento de las fuerzas que impulsan el desarrollo humano. Si estas fuerzas materialistas continúan, labran un camino de avance y evolución tecnológica que bloquea aún más las fuerzas vitales y espiritualizadas. En este camino, el ser humano se esfuerza por obtener mayores beneficios materiales, pero descuida las fuerzas humanas vitales de conexión espiritualizada. Nuestra época actual se ocupa del desarrollo del mundo material; y para que el ser humano no degenere totalmente en un mero cómplice de las máquinas, hay que encontrar un camino que conduzca desde el impulso mecánico hacia una vida del espíritu. No obstante, entran en juego fuerzas entrópicas que se oponen a las formas de espiritualización (libertad espiritual) y que trabajan para reducir y, a la larga, eliminar la búsqueda espiritual y sustituirla por un «paraíso virtual» etéreo y de otro mundo donde todas las necesidades pueden ser satisfechas por la ilusión. Una parte de este «supramaterialismo» es la noción de inmortalidad que está surgiendo a través de los tropos transhumanistas y que puede considerarse una inmortalidad falseada, ya que no opera a través del alma espiritual, sino a partir de una prolongación de la experiencia de la vida física mediante la fusión con máquinas. Es un modo de inmortalidad potencial dentro de la esfera física, pero no dentro de la espiritual. A fin de cuentas, se trata de una trampa, ya que rechaza la liberación del espíritu interior del ámbito físico. Esto puede conducir a un estado de ausencia de alma dentro del ser humano, ya que el contacto con la Fuente disminuye con el tiempo. O, tal vez, esta agenda materialista y transhumanista atraiga a aquellas personas que ya carecen de una encarnación plena del alma espiritual.
Es posible que haya personas que anden por ahí encarnados en cuerpos físicos pero que carezcan, a falta de una palabra mejor, de alma. Rudolf Steiner lo señaló hace cien años cuando afirmó:
“…. en nuestra época está apareciendo una especie de excedente de individuos sin Ego [«Yo»], que no son verdaderos seres humanos. Esta es una verdad terrible… Dan la impresión de ser humanos si no los miramos de cerca, pero no son humanos en el sentido más pleno de la palabra“1
Steiner nos advirtió que fuéramos conscientes de que lo que encontramos como seres humanos con forma humana no siempre tiene que ser lo que parece. Afirmó que la apariencia externa puede ser sólo eso: apariencia. Continuó diciendo: «Nos encontramos con personas en forma humana que solo son individuos en su apariencia externa… en verdad, se trata de seres humanos con un cuerpo físico, etéreo y astral, pero hay seres encarnados en ellos, seres que se sirven de estos individuos para operar a través de ellos».2 A lo que esto se refiere es a que los cuerpos humanos pueden ser recipientes para que otros seres operen a través de ellos.
Esto hace que nos demos cuenta de que el mundo del «espíritu» puede que no siempre sea lo que hemos pensado que es. En otras palabras, puede que no todo sea luz divina y ascensión. También implica el aspecto del discernimiento. Porque hay actores y fuerzas que ejercen una gran influencia dentro del mundo físico. Y algunas de estas influencias actúan a través de la presencia de ciertos individuos que pueden parecer aparentemente «normales». Desde este punto de vista, un tipo de espiritualidad completamente diferente está actuando en la humanidad actual. Se puede inferir, sin que suene dramático, que ciertos grupos de poder, y sus miembros individuales importantes, están influenciados (y tal vez dominados) por una especie de ser no humano que se propone implementar objetivos no humanos. En este caso, estos grupos e individuos mostrarían una clara ausencia de «alma», es decir, de empatía y compasión, y parecerían mostrar tendencias casi sociopáticas [i]. Sin embargo, al mismo tiempo, estas personas pueden parecer inusualmente carismáticas y son capaces de ejercer una gran influencia sobre otras personas, especialmente con sus palabras y discursos, mientras que ellas mismas están emocionalmente atrofiadas.
Para considerar esto más a fondo, tales seres podrían estar motivados en sus acciones para tratar de bloquear la conexión de otros seres humanos con su propio impulso interior/espiritual individual. Mediante una serie de acciones, podrían centrarse en distraer a la gente de la noción de una realidad metafísica y de su conexión inherente con la Fuente (o un reino de inteligencia vital consciente más allá de la realidad material). En casos extremos, estos actores podrían incluso apuntar al cuerpo humano bio-psíquico en un intento de sabotear el recipiente para hacerlo un vehículo menos viable para la encarnación del alma-espíritu. ¿Qué otra cosa podrían esperar conseguir? De nuevo, aludiendo a Rudolf Steiner, este afirmó que: «Su objetivo es mantener la totalidad de la vida como meramente económica, erradicando gradualmente todo lo que forma parte de la vida intelectual y espiritual, para aniquilar la vida espiritual precisamente allí donde es más activa… y engullirlo todo a través de la vida económica».3
Al secuestrar los sistemas culturales, sociales y económicos, el foco de atención se aleja de la vida interior, que tiende a ser más activa una vez que las personas han satisfecho sus necesidades primarias (véase la jerarquía de necesidades de Maslow). Además, si hay incertidumbres, interrupciones y fluctuaciones en estos sistemas, las personas pueden verse influidas psicológicamente de forma negativa. Es decir, aquellas personas que se encuentran bajo el dominio de dichas fuerzas económicas –es decir, que están sometidas a través de la deuda– es más probable que experimenten una pérdida de poder y voluntad personal. Si echamos un simple vistazo a las acciones de muchos líderes, políticos, empresas corporativas, instituciones financieras, etcétera, podemos ver una clara ausencia de cualquier comportamiento o intención anímica. Más bien al contrario, muchos de estos individuos y grupos parecen decididos a recortar las libertades humanas, la soberanía y el empoderamiento interior. Si Steiner estuviera vivo hoy, sin duda diría que lo que estamos presenciando actualmente en el plano físico es un acto de terraformación sin alma del planeta y una manipulación controladora de la experiencia vital humana por parte de fuerzas nefastas que tienen objetivos e intenciones antihumanas. Tal vez sea por eso por lo que tantas personas experimentan hoy en día depresión, frustración y apatía –una parálisis de la voluntad– de la que se sienten incapaces de salir, y que se manifiesta como una sensación de cansancio e insatisfacción que se proyecta en su vida cotidiana.
Debido a esto, y a otros factores, a la persona consciente de hoy en día se le pide que asuma su papel como un representante físico de la vida sagrada. Es importante que las realidades metafísicas nunca sean disminuidas o repudiadas, y que la vida del espíritu permanezca sana y fuerte en su expresión dentro de la vida física. Si alguna vez ha habido una lucha contra el alma humana, puede que la estemos presenciando en estos tiempos. Haríamos bien en recordar que cada persona posee ese tesoro especial que nunca podrá serle arrebatado. Y esta es la verdadera inmortalidad eterna y genuina. Estos son tiempos para tener un alma plena, y para hacer aflorar el espíritu humano.
Referencias
1 Citado en Grosse, Erdmuth Johannes (2021) Are There People Without A Self? Forest Row: Temple Lodge, pag. 31-2
2 Citado en Grosse, Erdmuth Johannes (2021) Are There People Without A Self? Forest Row: Temple Lodge, pag. 60
3 Cited in Grosse, Erdmuth Johannes (2021) Are There People Without A Self? Forest Row: Temple Lodge, pag. 63
[i] Tal como se refiere en el libro de Jon Ronson: The Psychopath Test: A Journey Through the Madness Industry (2012)
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