Madre y la Materia
Madre
nació en 1878 en París. En 1914 conoce a Sri Aurobindo
y no vuelve a separarse de él. La idea de que la especie
humana está agonizando les une y juntos emprenden la búsqueda
de canales idoneos par que se produzca la mutación del ser
humano.
Madre tenía la capacidad emprendedora de un occidental,
pero su naturaleza escondía otras posibilidades. Su experiencia
y visión de los paisajes internos, sus fuentes intelectuales,
describieron una teoría global del ser humano sin precedentes,
apasionante.
Madre descubrió el "yoga de las células",
un método alquímico para transformar las moléculas,
las células... el ser humano, en un cuerpo resplandeciente
y vibrante. Para Madre la clave es la materia.
Hay que atravesar una a una las capas de conciencia hasta dar
con la conciencia celular, el más fantástico de los
misterios. Hay que "dotar al cuerpo de sus cualidades y poderes.
Esa será la materia de la especie nueva". Llegar a la
conciencia celular significa dar con la última realidad de
la materia y de la energía. Madre se refería a la
energia "como ondas radiantes en una inmovilidad absoluta".
Cuando llegaba a este desconocido universo celular radiante Madre
utilizaba el poder vibratorio de los mantras, sonidos arquetípicos,
para transmutar cada célula de su propio cuerpo. En torno
a esa vibradón se enroscarán las moléculas
de ADN con una nueva información. Es el principio de un nuevo
ser.
Pero para Madre no sirve de nada llegar a la transmutación
en solitario, debe darse un cambio cualitativo de percepción
en la sociedad humana. Según ella, las condiciones para que
ese cambio se produzca se dan actualmente, por lo tanto, sólo
es cuestión de tiempo.
Madre no dejó nada escrito pero durante diecisiete años
fue depositando en su secretario y discípulo —llamado
Satprem— todos sus conocimientos. Ambos, maestra y discípulo,
se reunían varias veces por semana registrando en cassette
sus conversaciones.
Tales conversaciones configuran La Agenda de la Madre, una obra
de trece volúmenes, más de seis mil páginas
divididas por Satprem en tres partes: El materialismo divino, La
nueva especie y La mutación de la muerte.
Transcribimos resumidas las respuestas más reveladoras
que Satprem dió en París a los periodistas Françoise
Esteve y Jean Couturier, y que el Instituto de Investigacionees
Evolutivas publicó en un folleto titulado: "Otra especie
después del hombre".
Satprem:
El hombre no está constituido aún. Se ha servido
de diferentes medios: se ha servido de la religión, se ha
servido del capitalismo, del marxismo, se ha servido de todo, todo
es bueno, al final no hay nada que sea nefasto o nocivo. Sin embargo,
a partir del momento en el que una filosofia o una religión,
cristalizan, entran en la muerte. Lo único nefasto es detenerse,
en lo que sea.
Nuestro materialismo es tan falso como nuestro espiritualismo. El
Espíritu no es lo que pensamos y la Materia no es como creemos
los físicos ya se han dado cuenta de ello.
No conocemos nada de la realidad del universo, los unos han querido
buscarla en las alturas, en las trascendencias, y finalmente, unos
pocos seres han logrado escapar de esta pecera humana, para irse
a nadar en beatitudes personales e ilusorias, porque en el instante
mismo en el que bajan de sus beatitudes para reintegrarse a su cuerpo
humano, se reintegran a un cuerpo que tiene unos cuantos años
más, que sigue siendo tan animal como antes, que tiene fiebre
como todos los demás, y acaba pudriéndose igual que
todos.
El espíritu que han buscado en las alturas, no puede decirse
que sea un falso Espíritu, porque nada es falso, pero era
un camino sin salida, para la especie en todo caso, puesto que la
salida la buscaban fuera de la Materia. ¿Y qué puede
significar la evolución si no se desarrolla en la Materia
y para la Materia?
La evolución es descubrir lo que ya está ahí,
es decir, la realidad misma del universo. Por el momento sólo
hemos descubierto una cierta apariencia del universo; su punto de
partida lo conoceremos sólo al final, cuando hayamos descubierto
lo que es realmente, y entonces, al mismo tiempo, habremos descubierto
la clave de la transformación de las especies.
Es lo que Sir Aurobindo llama la Consciencia-fuerza: la energía
que anima a todas las especies, al mundo entero. El substratum mismo
del universo. Cada especie, en su momento, tuvo una forma particular
de enrollar o de dar un hábito de ser o un "algo"
que no conocemos.
Sin embargo, al llegar a ese substratum fundamental, a la Consciencia
celular del cuerpo, uno se da cuenta de que es posible darle cualquier
hábito; que este hábito fisiológico en el que
vivimos ahora, que nos parece tan implacable, ineludible, y que
hemos puesto en ecuaciones...cuales peces superiores, hemos hecho
todas las leyes de nuestra pecera, que todas esas leyes, son sólo
las leyes de nuestra propia mente.
Pero la Ley de la Materia verdadera, como decía Madre,
la Verdadera Materia, la que no conocemos, es algo que escapa a
todas las leyes. Y eso es posible experimentarlo en el cuerpo. Es
lo que Madre llama "la Consciencia de las células".
|