La Conexión
Sufí
En el nombre de Allah el Clemente, el Misericordioso
...
Bismillahi ar-Rahmani ar-Rahim ...
En el marco de sus disputas con otros cristianos, los templarios
fueron a menudo, acusados de traidores por sus cordiales relaciones
con los musulmanes. Es verdad, la Orden no sólo contrató
mercenarios árabes, los “turcoples”, sino también
siervos para cultivar sus tierras, artesanos para sus iglesias y
fortalezas y , sobre todo, grupos de intelectuales y estudiosos
islámicos, cuyas comunidades protegieron en tierras ibéricas.
Fue especialmente intensa su relación con los místicos
sufíes, cuya espiritualidad era del agrado del Temple. Los
caballeros llegaron incluso a mantener disputas dialécticas
periódicas y orgánicas con estos místicos,
en cuyo marco pudieron entrar fácilmente en la heterodoxia,
dada la rígida ortodoxia totalitaria que promovía
la Cristiandad. Existieron varios ribbats (monasterios sufíes),
que disfrutaron de la protección del Temple .
La Orden del Temple es, en su origen, genuinamente francesa. Fue
una orden de monjes guerreros con un componente iniciático
en su círculo más hermético, nacido del sincretismo
del sufismo, religión esenia, gnosticismo, alquimia, kábala
judía y runología nórdica. A medida que fueron
adentrándose en este esoterismo, su jerarquía iniciática
se fue alejando de la ortodoxia católica.
La ermita de San Bartolomé se
encuentra en un punto equidistante entre los dos puntos geográficos
más extremos del norte español, Creus y Finisterre.
Sus canecillos, óculos pentaculares invertidos y capiteles
acogen un simbolismo iniciático muy importante.
En su interior he hallado un grabado similar a uno de los “graffitis”
realizados por los altos cargos templarios que, apresados, estuvieron
encarcelados en la torre del homenaje del castillo francés
de Chinon e interrogados en agosto de 1308 por tres cardenales,
delegados del Papa. Un año después les condenaría
un parlamento reunido en Tours. Los “grafittis” han
sido objeto de numerosas interpretaciones e incluso el alquimista
Eugène Canseliet, discípulo del misterioso Fulcanelli,
ha tratado de descubrir su enigma.
La fábrica de este templo es protogótica en diversos
elementos (como la bóveda y la portada) aunque fundalmentente
su planta y alzado son todavía románicos. Fue levantado
en el primer cuarto o tercio del siglo XIII. En sus dos hastiales
del eje norte-sur se encuentran sendos óculos abocinados
de tres arquivoltas circulares concéntricas. La más
exterior está decorada con 66 estrellas de seis puntas de
diamante intercaladas con otras tantas bolas. En el centro de este
rosetón románico se encuentra una enigmática
celosía calada, de tracería musulmana según
Juan Antonio GAYA NUÑO; tracería en la que confluyen
entrelazados diez corazones (5 pequeños y 5 largos) con una
pentalfa y el consiguiente pentágono central.
Es obvio que la presencia de 10 corazones en el centro del rosetón
remarca numéricamente la importancia simbólica del
corazón. Y dado que el origen de estas celosías son
musulmanas y provienen, geográficamente hablando, de Al-Andalus
y del arte islámico, nada mejor que acudir a un destacado
musulmán, contemporáneo del momento en que se alzó
esta iglesia, para acercarnos lo mejor posible al simbolismo posible
que nos quisieron transmitir los templarios con estos dos rosetones
gemelos.
La mejor referencia es, sin duda, el más importante de los
sufíes medievales, Ibn AL ARABÎ, nacido en Murcia en
1165 y fallecido en el año 1240.
Mi corazón abarca todas las formas,
contiene un prado para las gacelas
y un monasterio para los monjes cristianos.
Hay un templo para los idólatras
y un santuario para los peregrinos;
en él está la tabla de la Tora
y el Libro del Corán.
Yo sigo la religión del Amor
y voy por cualquier camino
por donde me lleve Su camello.
Ésta es la verdadera fe;
ésta es la verdadera religión.
¿Creéis que sé lo que hago,
que por un segundo, o incluso medio segundo,
sé qué versos saldrán de mi boca?
No soy más que una pluma en manos de un escritor,
¡no más que una pelota lanzada por un mazo!
Jalaluddin Rumi
El corazón (’qalb’) en Ibn’Arabî,
como en el sufismo en general, es el órgano mediante el cual
se produce el verdadero conocimiento, la intuición comprehensiva,
la gnosis (’ma’ riga’) de Allah y de los misterios
divinos, en resumen, el órgano de todo lo que puede abarcarse
con la denominación de ciencia de lo esotérico (’ilm
al-Bâtin’)… (…) Resumiendo, esta ‘fisiología
mística’ opera sobre un ‘cuerpo sutil’
compuesto de órganos corporales. El ‘corazón’
es para el sufismo uno de los centros de la fisiología mística.
Podríamos hablar igualmente aquí de su función
‘teándrica’, puesto que su suprema visión
será la Forma de Allah (’sûrat al-Haqq’),
ya que el corazón del gnóstico es el ‘ojo’,
el órgano por el que Allah se conoce a sí mismo, revelándose
a sí mismo en las formas de sus epifanías…
Otro gran maestro sufí, JILI, señala que el corazón
“es como la luz eterna y la conciencia sublime revelada en
la quintaesencia de los seres creados, a fin de que Dios pueda contemplar
al Hombre por este medio; es el Trono de Allah y su templo en el
hombre…. Asimismo el Corán dice que el corazón
del creyente se encuentra entre los dedos del Misericordioso y un
haddit pone en boca de Alah esta frase: “el cielo y la tierra
no me contienen, pero estoy contenido en el corazón de mi
servidor”.
La etimología de la palabra “corazón”
proviene de la raíz indoeuropea KRD, que significa corazón,
pero también, centro, medio, lo que explica su simbolismo
tradicional. Así, en el Nuevo Testamento leemos que el Reino
de Dios se encuentra en el corazón, mientas que san Clemente
de Alejandría decía que Dios es el “corazón
del mundo” (Allah es denominado “corazón de corazones
y espíritu de espíritus”). Angelus Silesius
afirmaba en el siglo XVII que el corazón es el templo y el
altar de dios, y que puede contener a Allah enteramente, coincidiendo
así con el haddit señalado anteriormente.
René GUÉNON, en su obra Símbolos fundamentales
de la Ciencia Sagrada (SFCS), resume el simbolismo tradicional del
corazón indicando que representa el centro del ser integral,
a la par que nos recuerda que cada centro espiritual ha sido designado
como “Corazón del Mundo”.
Pero aún hay otro simbolismo vinculado crípticamente
al corazón puesto que éste era representado en Egipto
por un vaso o una copa que, en el simbolismo geométrico tradicional
está expresado por un triángulo con el vértice
hacia abajo y la base hacia arriba, e inclusive con dos triángulos
que se tocan en el centro por medio de sus vértices. Y el
simbolismo del corazón como vaso o copa nos conduce directamente
a uno de los símbolos más sacros de la Edad Media:
el Santo Grial.
DIEZ
Cinco corazones pequeños y otros cinco grandes están
presentes de forma entrelazada en este rosetón del río
Lobos. La suma total de ellos nos da la cifra numérica de
10, esto es, de la tetraktys pitagórica que es la suma de
los cuatro primeros números, por los que juraban los pitagóricos
evocándola así: “Lo juro por el que ha revelado
a nuestra alma la tetraktys, en la que se encuentra a la fuente
y la raíz de la eterna naturaleza”.
El hermenéuta suizo y psicólogo de las profundidades
Carl Gustav JUNG, tras estudiar el simbolismo de numerosos textos
alquimistas, señala que el 10 representa la cantidad perfecta.
Los números que sumados dan 10 (1+2+3+4) son la base numérica
del llamado “Axioma de María” de la alquimia.
El 1 es la Unidad, pero el 10 es “la unidad en una etapa más
alta (…) Aparece como resultado final y en virtud de la conclusión
de la Obra. Por tanto, el denarius significa propiamente el Hijo
de Dios, aunque los alquimistas lo llamaron filius Philosophorum”,
simbolizado como “Rebis” o Andrógino. En alquimia,
advierte JUNG, es “el punto culminante que no puede ser traspasado,
salvo por la llamada multiplicatio”.
CINCO, NÚMERO AÚREO, PENTÁLFA Y QUINTAESENCIA
Toda la figura mandálica del rosetón nos conduce
a su centro.
Este pentágono es, a su vez, el centro de los diez corazones
y, más directamente, de la estrella de cinco puntas o pentalfa,
la cual era el signo de reconocimiento entre los pitagóricos
y que debía trazarse en línea continúa.
El hecho de que la pentalfa de río Lobos tenga el vértice
principal abajo ha motivado que se hagan especulaciones acerca del
carácter maléfico de este rosetón. La interpretación
del pentáculo con el vértice invertido como símbolo
diabólico parte, en el ocultismo contemporáneo, de
Eliphas Levi, a finales del siglo XIX, pero el simbolismo global
de este rosetón de río Lobos, así como la presencia
de la pentalfa invertida como marca de cantería en la sala
del tesoro, panda de la iglesia y muro norte del pasillo comprendido
entre la cilla y la sala de los conversos en el monasterio de Santa
María de Huerta, evidencian por sí mismas que las
tesis “diabólicas” de la pentalfa invertida están
equivocadas.
Dentro de cualquier pentalfa se puede inscribir la figura del ser
humano con las extremidades abiertas (éstas tocan cuatro
ángulos y la cabeza el quinto). En el caso de la pentalfa
invertida la imagen humana se encuentra cabeza abajo mirando el
cielo y no la materialidad terrestre (lo cual es altamente espiritual),
imagen invertida que se relaciona, por ejemplo, con muchas figuras
humanas invertidas que aparecen en los capiteles del románico
así como con la figura del ahorcado, duodécimo arcano
mayor del Tarot, que se encuentra suspendido por un pie a una horca.
Y todo ello nos conduce a la inversión de valores humanos
que adquiere el individuo que encamina decididamente su vida hacia
la espiritualidad, abandonando su antigua vida profana y mundana.
El pentagrama, pentalfa o pentáculo de cinco puntas era
un símbolo de la salud (curiosamente la virgen venerada en
San Bartolomé es la Virgen de la Salud). “El pentagrama
significa también el matrimonio, la felicidad, la realización.
Los antiguos lo consideraban símbolo de la idea de lo perfecto”,
afirman CHEVALIER Y GHEERBRANT. En el Islam es el número
predilecto que rige la sacralidad de los actos rituales.
Los pitagóricos decían que el número de oro
expresaba la belleza inteligible de la mónada: al Gran Arquitecto
introduciendo en la materia caótica la idea de simetría,
orden, equilibrio y belleza. Igualmente corresponde esta proporción
a la que los geómetras llaman “partición de
una recta en media y extrema razón”. Es el número
1,6180339. Es la proporción existente entre el lado del pentágono
y la línea que une los vértices del pentagrama inscrito
en él. Esta proporción áurea es el canon estético
de muchas obras de arquitectura y de escultura. “En fin, el
número de oro aparece como la forma viva y símbolo
del crecimiento, por ello, de forma generalizada, entre los constructores
operativos se le conocía como la Divina proporción”.
En la alquimia la pentalfa y el cinco no son otra cosa que la quintaesencia
o éter.
“Al lado del corazón radiante, una especie de de escudo-bandera
acuartelado, lleva, en sus cuatro cuarteles, la misma figura heráldica
que se ve en el escudo del personaje arrodillado más arriba.
Sorprendentemente este mismo motivo se encuentra también
en el escudo esculpido en la cabecera de la estatura funeraria de
un templario de la encomienda de Roche-en-Cloué, cerca de
Poitiers, y nosotros mismos lo hemos advertido en una piedra esculpida
de la encomienda del Temple de Mauléon, cerca de Chàtillon-sur-Sèvre
(Deux-Sèvre)”, indica L. Charbonneau-Lassay.
“Juro ante la faz del cielo y de la tierra que todo lo que
acaba de leerse relativo a los crímenes y a la impiedad de
los templarios es una horrible calumnia. Esta Orden es santa, justa
y ortodoxa”, aseguró el último gran maestre,
Jacques de Molay, antes de ser quemado en París el 18 de
marzo de 1314, según el historiador francés L.P. Anquetil.
Noventa años atrás, en un 16 de marzo, los anteriores
guardianes del Grial, los cátaros de Montségur, habían
sido perecido en la hoguera, al pie del “pog”, en el
“Camp dels Cremats”.
LA TRADICIÓN SUFI
La Tradición Sufí no es una religión ni un
culto. Es una filosofía de vida y su objeto es ofrecer al
hombre una vía, un camino práctico que le permita
alcanzar un grado de conciencia superior y, por medio de este estado
elevado de conciencia, comprender su relación con el Ser
Supremo.
Esta filosofía se ha transmitido durante siglos, conserva
su antigua calidad y sus secretos antiguos han sido custodiados
a fin de que esté disponible, inmutable y limpia para aquellos
que buscan una sabiduría más profunda a través
de una conciencia profunda.
La Tradición sostiene que el hombre, en su estado presente,
es un ser condicionado: condicionado desde que nace, a aceptar -la
mayoría de las veces sin cuidado ni referencias- una cantidad
de actitudes, puntos de referencia y teorías que traban sus
pensamientos y acciones a lo largo de toda su vida. Este condicionamiento
no es del todo malo o negativo. Un poco de condicionamiento es necesario.
La fe, la piedad, la disciplina, la confianza, la obediencia y el
orden son todas cualidades nobles que deberían enseñarse,
aprenderse y ponerse en práctica.
Sostenemos que la pureza del ser interior del hombre, en armonía
con el Diagrama del Maestro Diseñador, puede sacarlo de lo
mundano y protegerlo de la corrupción y la contaminación
del “mundo externo”. Esto no significa que sea necesario
retirarse a una cueva en la montaña o a una ermita. Al contrario,
implica ser un miembro pleno y mejor de la sociedad: “estar
en el mundo sin ser del mundo”, seguir Reglas y disciplinas
que produzcan paz interior y, por medio del ejemplo, instruir a
otra gente digna, con humildad e intención; escuchar la voz
de la Naturaleza para que los secretos de la Tradición puedan
ser conocidos, pero sólo por aquellos cuya intención
sea pura y por quienes puedan jurar -que el Señor de la Vida
sea testigo- que usarán la Sabiduría bien y de buena
fe.
Desde la antigüedad, los dichos de Ex Oriente Lux han inspirado
a muchos santos y sabios a buscar el acorde de armonía que
uniera Oriente con Occidente para beneficio de ambos. San Francisco
de Asís debatía con sabios árabes y khorasanos;
Ignacio de Loyola mantenía correspondencia con Maestros de
la Tradición; el Emperador Federico el Grande tenía
un consejero árabe; durante el desdichado período
de las Cruzadas, los Templarios y los Hospitalarios celebraban cónclaves
secretos para evitar excesos trágicos en ambos lados.
Ya es historia que en la Tradición, el piso en forma de
tablero de ajedrez es una característica de ciertas “tekkias”
o “lugares de reunión y poder”: en estos casos,
el color negro representa la sabiduría y el trabajo continuo
y el color blanco, la alegría y la Estrella de la Mañana.
Una persona digna que entra en la Tradición debe hacerlo
libremente, no por haber sido inducida o porque le hayan hecho promesas.
Está ligada por un juramento a buscar el conocimiento profundo
y una conciencia permanente, de manera tal que pueda progresar y,
al hacerlo, tener una influencia en su prójimo.
Un Maestro en al Tradición es alguien que ha sido sometido
a un entrenamiento altamente preciso, tanto en su vida interna como
externa o mundana. Su mandato de enseñar viene de una fuente
de autoridad intachable y en todo momento y en todos sus actos responde
ante el Gran Diseñador.
La Tradición Sufí no es de ninguna manera incompatible
con la vida cotidiana o con actividades loables dentro de la comunidad.
Por cierto, la aspiración de cada Sufí es desarrollar
la conciencia interna de nuestro Creador Divino y, a través
de la aproximación a este conocimiento, se hace un bien a
sí mismo, a sus allegados y seres queridos y a su comunidad.
Esta adhesión al camino Sufí nunca debe producir conflicto
con los poderes de la Naturaleza, ni suprimir la conciencia profunda.
La Tradición se ofrecen a Occidente con sinceridad y con
un propósito profundo. Si el mensaje Sufí encuentra
eco en occidente, entonces que su fraternidad trascienda el tiempo
y la distancia y que el hecho de compartir los secretos brinde a
este planeta el Divino Favor .
Bibliografía.
- Artículo publicado en Año Cero nº09-122.
- Texto entresacado del ensayo de Ángel Almanzán.
Revista de Soria, nº6, Otoño de 1994.
- del libro TRADICIÓN SUFI EN OCCIDENTE de Omar Alí
Shah. Ediciones DERVISH INTERNATIONAL
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