|
He "robado"
492.000 euros a quienes más nos roban para denunciarlos y
construir alternativas de sociedad
Por Enric
Escribo en estas páginas para hacer público que he
expropiado 492.000 euros a 39 entidades bancarias a través
de 68 operaciones de crédito. Si incluimos los intereses
de demora, la cifra actual de la deuda es de más de 500.000
euros que no pagaré.
Ha sido una acción individual de insumisión a la banca
que he llevado a cabo premeditadamente para denunciar al sistema
bancario y para destinar el dinero a iniciativas que alerten de
la crisis sistémica que estamos empezando a vivir y que intenten
construir una alternativa de sociedad.
Se trata de una acción ajena a cualquier tipo de violencia,
que reivindico como una nueva forma de desobediencia civil, a la
altura de los tiempos que corren. Cuando la financiación
al consumo y la especulación son dominantes en nuestra sociedad,
¿qué mejor que robar a los que nos roban y repartir
el dinero entre los grupos que denuncian esta situación y
construyen alternativas?
¿Cómo he podido conseguir tanto dinero sin
propiedades ni avales?
Tras algunas investigaciones y pruebas, en la primavera del 2006,
empecé a llevar adelante de manera definitiva esta idea haciendo
creer, según el caso, a los diversos bancos, cajas y establecimientos
financieros de crédito que me quería reformar el piso
o comprar un coche. En algunos casos, también a través
de una empresa creada con el propósito de poder justificar
determinadas inversiones como la compra de material audiovisual
para una productora.
La ventaja de pedir un préstamo desde una empresa es que
la deuda como empresa, aunque sea una empresa unipersonal, no aparece
en tu historial de deuda personal, de modo que puedes ir aumentando
tu endeudamiento indefinidamente sin que el CIRBE (sistema de información
sobre deudas del Banco de España) lo detecte. Existen otras
maneras de engañar al CIRBE que explicaré a quien
quiera realizar una acción con una finalidad similar a la
de la mía.
Estos préstamos eran solicitados sin ninguna garantía
ni de otra persona ni de ninguna propiedad, simplemente con mi firma.
Con una profesión inventada y una buena nómina falsa
que hacía creer que ganaba de sobras para acceder a la financiación.
El quid de la cuestión es que los bancos no tienen manera
alguna de comprobar si una nómina que les presentes es real
o no, siempre y cuando la empresa y la persona existan realmente.
También había que presentar los extractos bancarios
adecuados, que conseguía haciendo circular el dinero de cuentas
de empresa a cuentas personales a través de transferencias
de nóminas para simular ingresos personales, que los bancos
se creían. En algunos casos me pedían el contrato
de trabajo, la declaración de la renta o la vida laboral.
A mis empresas les pedían las declaraciones del IVA trimestral
y, cuando ya tenían más de un año, el impuesto
de sociedades.
A todo esto se puede responder adecuadamente, y a veces con información
real. Si no, con una impresora, fotocopiadora, tijeras y celo, ¡se
hacen maravillas! En algunos casos, tuve que comprar el coche para
el que había solicitado el préstamo, y después
me lo tuve que vender todo antes de dejar de pagar para que no me
lo pudiesen embargar i así tener más fondos para financiar
las luchas.
Sorprenderá que haya conseguido esto, 492.000 euros sin
avales ni garantías, en un contexto de contracción
del crédito. Es una demostración de cómo la
banca promueve el endeudamiento de las familias por encima de cualquier
control y de cualquier medida de prevención de riesgos y
de sentido común.
Como conclusión, hay un hecho que nos puede ayudar a entender
las posibilidades y oportunidades que hay para este tipo de acción:
los bancos y las entidades financieras necesitan conceder créditos,
porque es una de sus maneras principales de obtener beneficios y
porque, como ya hemos explicado en otro artículo anterior,
el sistema financiero necesita que cada vez se firmen más
créditos para poder crear cada vez más dinero. Es
una rueda que no se detendrá hasta que colapse el sistema.
Nosotras, en lugar de seguir ayudando a que la rueda gire pidiendo
créditos para producir o para consumir, tenemos la oportunidad
y la responsabilidad de ponerle trabas, haciéndoles creer
que queremos créditos y que así podrán crear
este dinero gracias a nosotras. Después, al no devolver los
préstamos, hacemos desaparecer este dinero y el que se había
creado de la nada, con la garantía que habíamos firmado
de devolución de las deudas. Este sistema funciona a partir
de la confianza y si mediante formas de actuación como estas,
conseguimos sembrar desconfianza, podremos abolirlo (destruirlo?)!
¿Por qué esta acción?
Esta crisis que se ha explicado en artículos anteriores,
especialmente en su vertiente energética, era de prever.
Hace tres años conocí las reflexiones acerca del cénit
del petróleo y pensé que en el momento en que se desencadenara
la crisis sería fundamental que estuviésemos preparadas.
Ésta podría ser una oportunidad para el cambio social,
un momento que se tenía que aprovechar. Pero si no nos preparábamos,
el futuro podría llegar a ser incluso mucho peor de lo que
tenemos ahora, dado que la gestión de la escasez dirigida
desde poderes económicos y políticos podría
llevarnos hacia un nuevo fascismo.
A menudo, uno de los inconvenientes que encontramos cuando hablamos
de transformación social en la actualidad es que nos cuesta
identificar a los enemigos principales. No en vano, ya juegan bien
sus cartas para que cueste identificarlos. Como hemos visto en el
artículo que hablaba del sistema financiero, hay mecanismos
escondidos y perversos que hacen que una minoría controle
la creación de dinero y, a partir de ello, hacen que el sistema
económico se mueva al ritmo que más les interesa.
Desenmascarar a esta minoría, a este sistema bancario que
nos lleva al colapso ecológico, me parecía fundamental
y fue una motivación clara para llevarme a realizar esta
acción de insumisión financiera y hacerla pública.
Otra razón de peso fue el poder fortalecer a los movimientos
sociales para que se pudiesen preparar para la crisis, ensayando
las alternativas que pueden convertirse en el ejemplo de una forma
de vida viable cuando ésta estalle. Creía que para
esto hacía falta más dinero del que podemos conseguir
por otros medios, ya que, según mi experiencia en los movimientos
sociales, uno de los factores limitadores importantes de los proyectos
transformadores ha sido siempre la falta de capacidad económica
para echar adelante proyectos estratégicos que se puedan
iniciar cuando se crea conveniente y mantener con el tiempo.
Hay alternativas de sociedad que empiezan a ponerse en marcha desde
la práctica y sin ideas demasiado preestablecidas. Hay muchas
iniciativas que, desde la autonomía y la autogestión,
están empezando a practicar formas de vida en las que creen
como alternativa al sistema capitalista actual. Hay esfuerzos claros
y decididos para coordinarse y organizarse conjuntamente en red,
para empezar a poner en práctica otro modelo de sociedad.
El camino ya ha empezado, ahora hay que mantenerlo y darle fuerza.
¿A quién ha ido el dinero?
Una vez pagadas comisiones, intereses, notarios, impuestos y gastos
varios relacionados con la acción y que no forman parte del
dinero disponible para el cambio social, quedaron unos 360.000 euros
que se han destinado, entre otros, a la publicación que tienes
entre tus manos1. Los demás destinos han sido diversas acciones
e iniciativas destinadas tanto a concienciar sobre la crisis sistémica
(energética, alimentaria, económica...) como, especialmente,
a impulsar un amplio movimiento social que ponga en marcha otras
maneras de vivir en sociedad mientras se enfrenta al modelo capitalista
actual, teniendo como objetivo el de sustituirlo.
No daré detalles en este escrito para no poner en problemas
a los proyectos que han recibido este dinero sin ser responsables
de ello, pero confío que la memoria de las personas con quien
he compartido momentos en los últimos tiempos activará
el boca-oreja que hará que mucha gente pueda saber con seguridad
que el destino de los fondos ha sido orientado en este sentido.
Un llamamiento a la acción
Esta acción quiere ser sobre todo un llamamiento para que
cada una se plantee qué es lo que puede y lo que quiere hacer
para cambiar el estado de las cosas dentro de lo que sea posible
o incluso de lo que podría parecer imposible...
Si yo he llevado a cabo esta insumisión financiera, arriesgando
mi libertad para demostrar que el sistema económico es más
vulnerable de lo que parece y para conseguir todo este dinero para
la construcción de alternativas, quizás muchas otras
personas podrán hacer alguna cosa más si creen en
sí mismas, si saben librarse de los falsos miedos en que
se nos educa premeditadamente dentro del sistema y si piensan decididamente
que sólo la gente, desde abajo, podemos cambiar el estado
de las cosas.
Poniendo como ejemplo el estilo de acción que yo he llevado
a cabo, quizás cada uno, según su contexto personal
y económico, pueda darse cuenta de que hay cosas que están
a su alcance:
Los arrendatarios, que padecéis el encarecimiento de los
precios (que acostumbra a venir tras el encarecimiento de los precios
de compra) podéis juntaros para iniciar una huelga de alquileres
como la de los años 1930 y 31; me consta que ya hay gente
que está pensando en ello...
Si estáis pagando una hipoteca desde hace pocos años
y os queda mucho tiempo de trabajo en un puesto que no os gusta,
quizás podéis dejar de pagar la hipoteca y okupar
vuestra casa. Si lo hacéis solos quizás tendréis
un problema (aunque no más grande que el que ya teníais
y además os podréis plantear dedicaros a lo que os
guste y que sea coherente con vuestras ideas y vocaciones) pero
si mucha gente se organiza, será la banca la que tendrá
el problema...
Si sois personas comprometidas y queréis colaborar con los
movimientos sociales, ahora ya sabéis que tenéis la
opción de solicitar algunos préstamos y no pagarlos
para así financiar las luchas, a la vez que ponéis
trabas al sistema financiero. Hay maneras de hacerlo sin recibir
por ello ninguna acusación penal, sería cuestión
de hacerlo a una escala más pequeña que la mía
y de no hacerlo público. En esto os puedo echar una mano,
jeje.
Si ya vais camino de tener que vivir sin cuentas bancarias porque
os han puesto una pena-multa (de esas que tanto abundan actualmente)
que no queréis pagar, ¿por qué no expropiáis
algo de dinero a la banca antes de que llegue el momento de dejar
de tener cuentas corrientes?
Eso sí, con estas diversas opciones y otras que se os puedan
ocurrir seréis morosos toda la vida (o mientras aguante este
sistema financiero en crisis...), de modo que sería aconsejable
que os lo pensaseis como idea acompañada de un plan personal
para vivir de otra manera, sin cuentas corrientes ni propiedades.
De todos modos, si no podéis o no queréis llevar a
cabo ninguna de las acciones anteriores, hay dos cosas más
sencillas que todo el mundo puede y debería hacer lo antes
posible: no solicitar ningún crédito y sacar el dinero
del banco.
Al mantener préstamos, tarjetas de crédito y cuentas
corrientes, estamos siendo cómplices de unos bancos que representan
el corazón de un sistema capitalista que está sembrando
la destrucción del planeta, la pobreza y la esclavitud de
nuestras vidas por doquier. Sacar el dinero del banco es una cosa
que cualquier persona puede hacer si simplemente se organiza un
poco para gestionar sus pagos y cobros de otro modo.
Y si este llamamiento te llega tarde porque hay deudas que no has
podido pagar y ya apareces en listas de morosidad de los bancos...
¿por qué no te pones en contacto conmigo y montamos
un sindicato de morosos? Que hay más personas inscritas en
las listas de morosos que en las del paro... ¡y vivir sin
cuentas corrientes es un arte que valdría la pena compartir.
Lo que voy a hacer a partir de ahora.
Mientras escribo este comunicado público aún no hay
ninguna acusación penal contra mi persona, hecho que prueba
que he podido llevar a cabo la acción hasta el final afuera
de cualquier control o sospecha policial.
De todos modos, según el sistema judicial del estado español
(y sin contar con su motivación ética), a partir de
esta confesión se me tendría que acusar de estafa
mayor (que se considera a partir de 50.000 euros) y de insolvencia
punible (también denominada levantamiento de bienes). Por
la primera acusación se me pueden pedir entre 2 y 6 años,
y por la segunda entre 1 y 3 años. Así que he preferido
reivindicar esta acción públicamente como desobediencia
civil para que todo el mundo pueda saber lo que se puede hacer y
para cuestionar al mismo sistema financiero en vez de esconderlo
como me recomendaría cualquier persona que pensase primero
en su integridad personal.
Pero dado que mi postura es claramente de reconocimiento y de defensa
moral y política de los hechos y dado que no pienso que el
sistema judicial está legitimado para juzgarme (como parte
de un sistema político totalmente antidemocrático
en cuanto a dependencia de los mismos poderes económicos
a los que denuncio con mi acción), he decidido acompañar
esta explicación pública de los hechos con mi desaparición
física. De ese modo evitaré que posibles represalias
contra mi libertad o mi cuerpo me impidan seguir defendiendo y explicando
estos hechos públicamente y seguiré activo en los
movimientos sociales catalanes a partir de la participación
virtual mientras me encuentre físicamente en algún
otro lugar del mundo desde el que pueda también participar
en las luchas sociales.
Más adelante, me reservo la posibilidad de volver a aparecer
físicamente en territorio catalán, si se demuestra
que la sociedad civil catalana está preparada para defender
la libertad de aquellas personas que nos enfrentamos públicamente
a los poderes económicos y políticos de nuestra sociedad.
Y si algún día, por voluntad propia o no, soy juzgado,
aviso que el único veredicto que aceptaré será
la absolución por consideración del tribunal de que
mi acción no es constitutiva de delito, a causa de su motivación
ética y solidaria en contra de los actores que más
daño hacen a esta sociedad y en pro del bien común.
Aparte de esto, no negociaré penas menores para evitar cumplir
condena, ni pagaré una fianza, ni multa, ni negociaré
la deuda. Si el estado es incapaz de salir de la presión
de los poderes fácticos, que todo el mundo lo vea manteniendo
a una persona como yo en prisión.
Desde este momento, podréis conocer mi identidad y contactar
conmigo a través de la web http://www.17-s.info
donde también podréis encontrar información
más detallada.
La fusión entre dos tradiciones activistas
Esta acción de Enric, aún siendo innovadora, no sale
de la nada; históricamente, activistas de muchas tendencias
se han arriesgado por el bien común desde afuera de la legalidad
vigente, ya sea realizando acciones contra la banca para financiar
las luchas, ya sea realizando acciones públicas de desobediencia
civil para transformar algo. En el campo de las expropiaciones bancarias,
la tradición arranca a principios del siglo XX, en países
como Francia e Italia, y también en el estado español,
por ejemplo con el espectacular atraco al Banco de España
en Gijón por el grupo de los solidarios, en 1923.
Personajes míticos de nuestra historia como Durruti, Quico
Sabaté o Salvador Puigantich han participado en acciones
de este tipo, las cuales siempre son peligrosas ya que se pone en
juego la vida tanto de los participantes como de los trabajadores
de las sucursales. Otros métodos clandestinos, más
seguros para las personas pero complicados han sido la falsificación
de moneda o de cheques de viaje, por esta última acción
contra el Citybank se dio a conocer al mundo Lucio Urtubia, quien
todavía vive y recientemente ha realizado varias conferencias
en el territorio catalán para presentar el documental Lucio,
el anarquista irreductible.
La estrategia de la desobediencia civil arranca en el siglo XIX
de la mano de Henry Thoreau y se hace conocida mundialmente a través
de figuras como las de Gandhi y Martin Luther King. En el estado
español no empieza a valorarse la desobediencia pacífica
como posibilidad hasta después de la muerte del dictador
Franco, dado que cuando la violencia del estado goza de completa
inmunidad, la desobediencia no violenta se hace imposible. Desde
los 70 hasta ahora, algunos de los movimientos sociales más
reconocidos como la exitosa insumisión al servicio militar
y el movimiento de okupaciones se basan en esta premisa desobediente.
Una de las dificultades del punto de encuentro radica en que parten
de situaciones opuestas. La primera necesita de clandestinidad;
la segunda es una acción pública que basa su fuerza
en su apoyo social y en la legitimidad de sus acciones. La acción
que nos ocupa hoy las puede fusionar porque tiene dos partes: la
parte de acción directa (ya se ha llevado a cabo y su carácter
secreto ha permitido el éxito de la acción) con la
parte de desobediencia civil (que empieza hoy, con la confesión
y defensa pública que hace el autor, cuestionando seriamente
la legitimidad moral de la banca).
Si este ejemplo quedará como un caso aislado o si será
la semilla para una nueva estrategia de acción, ya sea pública
o escondida, el tiempo nos lo revelará. La palabra la tenemos
cada una de las personas que queremos cambiar las cosas.
|
|