|
La moralidad y el pecado mortal
por Harald Kautz
de su ensayo "LAS SIETE CLAVES de la toma amistosa del planeta por sus habitantes"
en aquarius-technologies.de
Un círculo vicioso -en latín circulus vitiosus ("círculo nocivo")- o espiral descendente, es un sistema en el que varios factores se refuerzan entre sí (retroalimentación positiva) de manera que continúan empeorando una condición.
wikipedia
La moralidad es presentada a menudo como el mayor estandarte del bien en un mundo lleno de tinieblas y bellacos, como la mejor forma de prevenir malos actos en nuestra cultura desde 1200 a.C., concretamente desde que se recibieron los 10 mandamientos - por supuesto no sabemos cómo sería nuestro mundo hoy sin estos 10 comandos.
En primer lugar, se podría decir que contribuye a analizar diversas cuestiones sobre la situación actual: ¿Cómo son las personas? ¿Cómo está su salud mental? ¿Cómo son sus acciones?
Con certeza se podría decir también que la situación sería peor si no fuera por la moral. Por eso no dejamos que nada salga de ella.
Sin embargo, sí deberíamos cuestionar es en qué dirección el tándem formado por el estado interno y el comportamiento se está moviendo: ¿Nos volvemos más amorosos y conscientes de generación en generación? Es decir, ¿somos mental y espiritualmente más sanos, más atentos, más poderosos interiormente, más compasivos; y nuestras acciones mejoran continuamente como resultado? ¿Estamos acercando el paraíso a la Tierra? ¿O está aumentando el sufrimiento en este planeta?
Según lo que yo observo, la gente se está volviendo cada vez más inconsciente, más controlada por otros, más cruel, autodestructiva, estúpida y aburrida - y si no fuera por nuestra indiferencia, entonces podríamos sentir que hemos creado un infierno en la tierra para todos los seres sintientes.
El tándem se mueve hacia atrás. Como si estuviéramos en un círculo vicioso.
Los círculos viciosos son fáciles de romper cuando uno es capaz de ver cómo funcionan. La parte más compleja consiste en identificar que en la mayoría de casos se trata de dos círculos viciosos que se superponen uno al otro: uno es lingüística e inconscientemente afirmativo, y el otro, emocional. La combinación hace que resulte un poco más difícil emanciparse de ella, pero en absoluto imposible.
El círculo vicioso lingüístico inconscientemente afirmativo es fácil de ver, pero difícil de extinguir, ya que el lenguaje es llevado y mantenido en el campo del colectivo, lo cual implica que el individuo ha de esforzarse en la elección de sus palabras. Se necesita disciplina y constancia, pero vale la pena.
En el caso del círculo vicioso emocional es más bien al revés, resulta difícil de ver, pero más fácil de extinguir una vez descubierto. Todo lo que se necesita es una decisión constante en el corazón.
El círculo vicioso lingüístico inconscientemente afirmativo está precisamente relacionado con la negación, con palabras como "no” o "ni”. De hecho, los antiguos lenguajes originales no conocían la negación, sonido y significado eran todavía uno, y lo opuesto a una cosa o acción se representaba invirtiendo el orden de las letras. Algunos de estos términos han sobrevivido en diferentes idiomas y dialectos. Por ejemplo, en inglés tenemos "live-evil" (vida-maleficio), y la Kábala funciona conscientemente con este mismo efecto.
No se trata solamente de una cuestión de evolución del lenguaje, pues el lenguaje en sí es un elemento que construye la realidad, lo cual no está únicamente escrito en el Génesis, sino que también la radiónica ha confirmado que el lenguaje, recodificado en números y patrones de vibración, se comunica directamente con nuestro ADN. Sin embargo, la mayoría de la gente no está familiarizada con este hecho, simplemente porque el pensamiento está actualmente limitado al aspecto lineal de la realidad.
La rama de la ciencia que investiga los fractales de la realidad (los aspectos no lineales) llega a hallazgos asombrosos y completamente diferentes: La frecuencia del ADN humano, en términos de su propio peso y longitud en forma desenrollada, es una construcción matemática en el "espacio logarítmico de escalas" en la que el atributo fractal de la realidad se vuelve visible y calculable, constituyendo el principal nodo de vibración de todo el universo. Esto proviene de la teoría Global Scaling (teoría de escala global); nos complicaríamos demasiado si la explicásemos aquí completamente... Lo importante es entender que esta teoría es el instrumento científico más preciso para capturar el aspecto no lineal del mundo, y que, con respecto al lenguaje, implica que se trata de una compleja vibración que va mucho más allá de ser un código de comunicación, al igual que el DNA es mucho más que un depósito genético, pues funciona como una especie de ordenador conectado a la nube que constituye la realidad, y que es ejecutado a través de un sistema operativo lingüístico, estando dimensionado de tal manera que todo lo que existe, desde partículas elementales hasta metagalaxias, oscila a través de él. Para comprender esto, sólo es importante reconocer el hecho de que SÍ importa qué y cómo decimos algo - simplemente porque el lenguaje es la herramienta de programación de nuestra conciencia y nuestra conciencia crea la realidad.
Este círculo vicioso lingüístico inconscientemente afirmativo se revela claramente si observamos el texto original de los diez mandamientos. No es casualidad que se eligiera como idioma el hebreo, ya que en este sentido, se ha logrado mucho a través de la manipulación de los "pueblos elegidos". Evidentemente, ocurre lo mismo con las manipulaciones negativas que con las influencias positivas. Así, tal como el respectivo experimento constató, se necesitan “100 monos" para establecer algo de forma permanente en el campo colectivo.
Comentemos por ejemplo el sexto mandamiento, "No matarás", que en hebreo original se lee:
“Lo tirzach”:
Este imperativo negativo (prohibición) se lee hacia atrás:
... pronunciándose "al" palabra cuya raíz está relacionada con el germánico "halt”, y que literalmente significa "detenerse antes de cometer un acto. El significado de "al" en hebreo moderno es todavía idéntico al germánico "halt".
"Al Tirzach"
Por tanto, "Al Tirzach” en hebreo moderno significaría "detente antes de matar". En el sentido kabalístico, es decir, lo que supone para el inconsciente este enunciado de palabras de magia negra y su respectiva traducción al lenguaje humano original -que no contempla las formas negativas- sería: "déjate llevar si sientes el deseo de matar”. Esta es la declaración subconsciente del sexto mandamiento de Moisés, y, hasta donde puedo entender como seglar, éste también es el nacimiento del concepto lingüístico de la negación, que es maléfico de cabo a rabo, ya que siempre afirma lo opuesto a lo que deseamos. Incesantemente repetido, por ejemplo en servicios religiosos, este círculo vicioso lingüístico de magia negra puede ejercer su poder.
Este efecto psicológico debe haber sido sentido por los hebreos, por ejemplo a través del impulso de violar sus mandamientos al ser leídos, no porque el mal se encuentre en su interior, sino por la oscura forma en la que los enunciados están formulados. Este tipo de composición de palabras lo primero que provoca es un sentimiento de culpa que no puede resolverse con ninguna pronunciación interpersonal, y cuando la culpa ya no es soportable, surge entonces la inconsciencia. La inconsciencia, una extensión más del tándem, es como un apartamento que no se cuida, y por tanto todo lo que hay en él se degenera. La inconsciencia quiere curarse, lo cual provoca la puesta en escena de nuevos automatismos tan pronto como se escuchan los comandos invertidos. Aquí es donde radica la función de retroalimentación y autorrefuerzo del círculo vicioso, ya que la nueva puesta en escena sólo provoca una nueva violación del mandamiento, y la culpa lleva a la mente a un estado de inconsciencia mayor. Al sentirse la culpa frente a Dios, en lugar de frente a la verdadera víctima, se imposibilita una resolución a través de la comunicación, lo que nos lleva al segundo círculo vicioso, el emocional. Así es cómo este tándem nos lleva hacia atrás, y por ello nuestra conciencia se encoge, la inconsciencia crece y los traumas se multiplican, al igual que la culpa asociada a ellos.
Al mismo tiempo, las religiones antiguas siempre ofrecen una válvula para la agresión reprimida. En el judaísmo siempre fueron los pueblos vecinos los que fueron exterminados a instancias del mismo Dios; en la novena sura del Islam, la única que no comienza con las palabras "en el nombre de Dios”, se inicia y legitima la violencia contra personas de diferentes religiones. En el cristianismo, es la promesa del purgatorio para todos los no-creyentes lo que hace que cualquier violencia contra éstos parezca un servicio de amor que contribuye a la conversión a la "única fe verdadera”.
Aunque nuestro lenguaje no es tan psicoactivo como el hebreo original con respecto a la negación, nuestras formas modernas de negación son también desconocidas para el vacío cuántico, o el fractal fundamental, así es como la teoría de escala global denomina a la columna vertebral de la realidad. De esta manera, la afirmación "Nunca más guerra", es leída a nivel morfogenético simplemente como "más guerra".
La precisión con la que este sistema aún funciona fue demostrada por el mentalista Lior Suchard en el "Late Late Show with James Corden". Después de leer en la mente de un invitado el número secreto de su cuenta, y de sugerir a otro invitado, sin utilizar ningún signo de comunicación, que dibujara una mano sobre dos velas, probó con los 200 espectadores del programa al mismo tiempo. Debían dibujar un símbolo o una imagen de su elección en hojas de papel. Para mostrar cuán variados podían ser los motivos, dibujó un símbolo de superman, una cruz, una montaña puntiaguda y un conejo playboy, y luego les dijo que NO dibujaran estos símbolos. Cuando la audiencia enseñó después sus dibujos, sólo había estrellas de David y pentagramas. Suchard reveló parte del truco, diciendo que las cuatro imágenes que había pedido NO dibujar mostraban una S (superman), una T (la cruz), una A (la montaña) y una R invertida (conejo playboy), lo que en conjunto formaba "Star", en inglés "estrella", razón por la cual la gente acabó pintando una estrella. Lo que no reveló fue que precisamente el NO en su solicitud tuvo probablemente decisiva importancia, ya que precisamente este "no" se lee como "ejecutar" en los lenguajes de programación. Tampoco reveló que todos los símbolos utilizados (pentagrama, estrella de David, manos sobre la vela tal cual se introduce la bendición en el Sabbath) eran símbolos o rituales religiosos, que a través de su práctica han probablemente dejado huella en el campo colectivo del pensamiento.
Pero, ¿cómo conseguimos que el tándem vuelva a avanzar? Muy fácilmente: Acabando de ver a través del fraude, sonriendo al darnos cuenta de lo estúpidos que hemos sido yendo a la deriva del inconsciente y revirtiendo el proceso. Así, cuando se nos venga algo a la mente que sabemos que violaría la esfera y la integridad de otra persona, en vez de volvernos morales y considerarnos aborrecibles, nos preguntamos sobre el motivo subyacente de nuestro impulso y tratamos de explorarlo con tanta intensidad y detalle como sea posible. De esta manera es como creamos conciencia.
La voluntad de hacerlo bien es parte de nuestro ser. En el momento en que nosotros mismos nos sentamosal frente, dejando la moralidad en segundo lugar, el tándem también avanza. Uno podría pensar que esto pondría nuestro mundo patas arriba, pero de hecho se produciría todo lo contrario. La moral de un ladrón trata de compensar una injusticia vivida a otro nivel; la moral de un abusador de menores considera que su conducta se basa en el amor. El problema no es por tanto nuestra intención, sino nuestra falta de consciencia. Nuestro mundo ya está patas arriba, así que estaría bien si lo pusiéramos de nuevo en pie.
Estar inconsciente implica renunciar a una parte de nuestro cuerpo. En una persona plenamente consciente, todas las emociones fluyen en campos vertebrales a través de los tres chakras superiores e inferiores y de allí a través del chakra del corazón. Cuando algo se vuelve inconsciente, ya no fluye a través de nuestro corazón, sino que forma un cuerpo de luz autónomo, un trauma, una escisión. La parte separada en sí misma pierde naturalmente su suministro de energía y cae energéticamente en reinos más profundos. La herida abierta que esto deja en nuestro cuerpo de luz querrá sanar, y es por eso que la gente dibuja experiencias en su vida con la correspondiente firma emocional. La cura natural de tal escisión tiene lugar mediante dramáticas recreaciones de la causa del trauma, donde el "drama" proporciona la energía para la curación, y/o donde el cáncer, a través del tumor, absorbe la escisión y la atención a la enfermedad hace aumentar el nivel de energía del trauma hasta tal punto que el cuerpo de luz puede sanar. Una vez que esto ha ocurrido, los síntomas físicos se curan espontáneamente.
Un caso particular es cuando la conciencia diurna se identifica exclusivamente con la mente, perdiendo ésta por completo la conexión con el corazón. Entonces, básicamente, hay una ruptura en el flujo de energía del cuerpo donde la mente comienza a comunicarse con los chakras inferiores excluyendo al corazón. Es tan alto el número de posibles ciclos de retroalimentación que conectan diferentes chakras y órganos entre sí con la exclusión del corazón, produciendo un comportamiento compulsivo, que no tiene sentido intentar hacer una lista completa. Lo importante es seguir el rastro de estos circuitos de retroalimentación a través de la auto-observación, tomarlos como algo dado, romperlos conscientemente y conducir conscientemente el flujo bioenergético a través del corazón de nuevo.
Como sabemos, los demonios producidos biotecnológicamente también pueden asignarse a aspectos emocionales. Recordemos al demonio pulpo asociado con la lujuria y los vicios. A raíz de esta anécdota, me familiaricé con la nota original de los 7 pecados capitales, escrita por el monje cristiano Evagrius Ponticus, que trabajaba en Egipto. Por aquel entonces, alrededor del 380 d.C., no se llamaban pecados, sino demonios, y había ocho, no siete: Gula, fornicación, codicia, tristeza, rabia, acedia (indolencia], adicción a la fama y orgullo.
Considero estos demonios como programas biotecnológicos producidos e instalados por la administración para ser colocados en el aura a través de las vulnerabilidades relacionadas con el trauma y así bloquear su cura -en otras palabras, programas creados para bloquear la reintegración de toda escisión, adentrarnos más en el inconsciente y hacernos mental y emocionalmente manipulates.
Mientras tanto, el planeta se ha liberado en gran medida de la biosfera satánica que también incluía a estos demonios. Así que no debería haber nuevos nombramientos, permaneciendo los antiguos sólo cuando hay tareas de aprendizaje individuales pendientes -o quizás la forma bioenergética de los demonios puede persistir simplemente por costumbre, siendo su rol continuado a través de personalidades parciales. Los límites pueden ser fluidos aquí, ya que la identificación, bioenergéticamente, es simplemente una forma de superposición.
La siguiente descripción sobre los trucos de estos demonios y las instrucciones sobre cómo vencerlos proviene de un resumen de Felix Ruther del libro de Grün Anselm: "Lidiando con el mal. La lucha de demonios en el monaquismo antiguo". ISBN: 3878681232. VierTürme 2001. 81 páginas. En el libro, Grün describe la enseñanza de Evagrius Ponticus.
Procedo a plasmar este pasaje relativamente sin cortes, ya que lo considero es más universal de lo que yo podría decir al respecto desde mi propia experiencia:
La división de los vicios tiene lugar después de la división tripartita platónica del alma. Los 3 primeros vicios se asignan a la parte del deseo (epitimia), los 3 siguientes a la parte excitable o emocional [thymos] y los 2 últimos a la parte espiritual (nous].
Hoy probablemente preferiríamos hacer una asignación a los chakras. Codicia y glotonería = chakra básico, fornicación = chakra sexual, ira = plexo solar, tristeza y acedia = chakra del corazón, lujuria por la fama = tercer ojo o el ego, que se puede ubicar allí, y orgullo = chakra de la corona. Todos los demás comentarios parecen sorprendentemente contemporáneos en comparación con la práctica espiritual actual. Evidentemente, los vicios y la mejor forma de afrontarlos no ha cambiado en estos más de mil años:
Los primeros 3 vicios son instintos básicos. Son de naturaleza humana y no pueden eliminarse. Se trata de integrarlos, asignarles la medida adecuada. Se espera que un adulto controle los tres instintos básicos de tal manera que no dañen su personalidad. Dado que los instintos tienen una función positiva, no se trata de apagarlos, sino de integrarlos de manera ordenada.
Los siguientes 3 vicios son estados de ánimo negativos, más difíciles de afrontar. No se pueden controlar como los instintos. La forma correcta de lidiar con ellos requiere una madurez interior, que sólo puede lograrse mediante un examen honesto de los pensamientos y estados de ánimo y mediante una apertura incondicional a Dios. Lidiar con los 3 estados de ánimo implica integrar la propia sombra. En primer lugar hay que reconocer nuestras necesidades y deseos para que no ocupen el alma como emociones negativas incontrolables.
Los dos últimos vicios son aún más difíciles de controlar; se trata de ser honesto con uno mismo y con nuestra relación con Dios. Se trata de la cuestión de si quiero usar a Dios y a las personas en mi propio beneficio, para mi propia glorificación o si quiero servir a Dios y a las personas, estando dispuesto a dejar ideales e imágenes preconcebidas de Dios y entregándonos al verdadero Dios, uno mismo.
a] Gula
Este demonio es demasiado sutil para fomentar un vicio tan primitivo como la glotonería. Simplemente da suficientes argumentos razonables en contra del ayuno. Su método es la racionalización, y es precisamente detrás de estos motivos razonables donde se esconden las necesidades y deseos que hay detrás de ellos. Contra la gula o glotonería, Evagrius recomienda evitar la saciedad. Por ello establece una medida externa a la que uno puede adherirse para controlar el exceso de vicio interno. A través de un estilo de vida regular y mesurado, el impulso se mantiene bajo control, llegando gradualmente a obtener el equilibrio.
b] Fornicación
El demonio de la fornicación actúa principalmente a través de la imaginación, llenándonos de imágenes y pensamientos impuros y oscureciendo la mente. Ataca de repente, como de la nada, y despierta una violenta pasión. Evagrius recomienda lanzar una palabra feroz contra esta tentación (método antirrético), que no analiza, sino que vence los pensamientos al creer firmemente en la divinidad. Al no forcejear contra el instinto, éste no se extingue y su poder pasa a ser integrado positivamente.
c) Avaricia
Aquí de nuevo el demonio no aborda directamente el deseo, pero presenta todo tipo de razones en contra de la pobreza y la generosidad. Una vez más, no se incita al instinto, pero se niegan las razones para frenarlo al describir los peligros que pueden surgir de él. El demonio entra en el pensamiento creando miedo y desánimo, robando al espíritu la facultad de controlar sanamente el impulso. Empiezan a aparecer razones aparentemente lógicas, donde todo motivo para ponernos límites es cuestionado. En realidad, detrás de estos motivos se encuentra la necesidad infantil de tener cada vez más. (...) Evagrius recomienda ahuyentar la codicia repartiendo limosnas. El amor y la codicia no pueden coexistir. Por lo tanto, uno debe practicar el arte de dar de manera consciente.
d) Tristeza
A veces la tristeza surge de la frustración de los deseos, y a veces es el resultado de la ira. Para Evagrius, la causa última de la tristeza es un apego excesivo al mundo.
Mientras que la tristeza constriñe el corazón humano, la alegría lo ensancha. El aferrarse al pasado también es típico de la tristeza. A menudo uno se refugia en el mundoilusorio de un pasado transfigurado. Y en cuanto toca afrontar el presente, uno se sumerge en su tristeza (...)
Los síntomas de tristeza pueden aliviarse mediante consuelos como comer y consumir. Pero si no se elimina la causa de la tristeza, se necesitará cada vez más de este tipo de remedios, cuyo efecto durará cada vez menos.
Sin embargo, Evagrius sabe que no siempre se puede llegar a la raíz de la tristeza. Por tanto, anima a cantar salmos y oraciones, que alejan la tristeza y a cambiar nuestra actitud hacia las cosa para contrarrestar la tristeza causalmente.
Cuando nos volvemos menos apegados a las cosas, a las personas y también al éxito, la tristeza se reduce.
e) Ira
Está estrechamente relacionada con la tristeza, ya que la ira a menudo conduce a la tristeza. La ira es una ráfaga de movimiento furioso en la parte emocional del alma contra alguien que ha hecho o parece haber hecho daño. La ira oscurece la mente del hombre y le roba la claridad. El enojado está tan expuesto a este sentimiento que se deja llevar por él para actuar, sobre todo para vengarse. Cuando la venganza no es posible, entonces se convierte en resentimiento, en descontento, en un estado de ánimo de constante enojo, o en tristeza.
Cuando uno está enojado, a menudo se siente en una dicotomía que lo hace infeliz. Instintivamente sabemos qué hacer, pero luego todo tipo de argumentos nos impiden hacerlo. Evagrius ve a través de este ingenioso juego de la racionalización y lo corta con una mención a la biblia que no puede resolverse a través de la razón: "El sol no debe ponerse sobre tu ira”.
Si la ira no desaparece antes de dormir, afectará negativamente al inconsciente, por lo que al día siguiente habrá una peor posición de partida. Uno estará más ansioso, debilitado por dentro, incapaz de combatir las emociones negativas. Igual de peligroso es quedarse en soledad con la ira. La soledad es veneno aquí, pues conduce a la confusión del corazón. Por lo tanto, la gente enojada debe ir en busca de la compañía de otras personas para que la ira no pueda establecerse.
f) Acedia (apatía)
Este demonio es el más problemático. En primer lugar, hace que el día parezca tener 50 horas y el sol deje de moverse. Nos insta a mirar constantemente por la ventana y a saltar de la silla para ver si el sol ya se va a poner o para mirar alrededor y ver si viene alguien. Provoca aversión a la vida y al trabajo y nos lleva a la idea de que no hay nadie que reconforte a nadie.
La acedia despoja al alma de cualquier elasticidad. Ya no hay ganas de hacer nada. Por tanto, Cassian también se refiere a ella como agotamiento u opresión interior. Esta apatía interior lleva a uno a dormir o a huir en medio del ajetreo y el bullicio. Entre las consecuencias de la acedia, Gregorio el Grande nombra la desesperación, el desánimo, el disgusto, la amargura, la indiferencia, la somnolencia, el aburrimiento, el escape de uno mismo, la curiosidad, la dispersión, la inquietud del cuerpo y la mente, la inestabilidad y la inconstancia.
André Louf define la acedia como "una especie de mareo ante el espacio vacío que se abre entre el alma y Dios, y la incapacidad de penetrar en este espacio o de simplemente soportarlo".
Para Evagrius, la peligrosidad de la acedia radica precisamente en el hecho de que se esconde de quienes la padecen., pues los impulsos desordenados toman el control, a menudo bajo la máscara de la virtud. (...)
Con la acedia uno se siente agotado, vacío y desolado, ya que todos los sentimientos han sido reprimidos para no tener que sentir el dolor, por ello Evagrius también recomienda las lágrimas como remedio para romper el duro caparazón y que así la vida pueda fluir de nuevo. También aconseja un método conocido en psicología moderna: Uno se imagina que está sentado en una silla frente a sí mismo, y empieza a hablar consigo mismo, abordando la ira y todos sus deseos y comenzando un diálogo con ellos. No hay que actuar de forma autoritaria o dura, al contrario, los sentimientos y deseos han de tomarse en serio.
Como medio adicional para sobreponerse de la acedia, Evagrius indica la resiliencia. El consejo de permanecer en la celda lo dan muchos monjes. Así, cuando alguien le dijo al anciano padre Arsenios: "Mis pensamientos me atormentan diciéndome que no soy capaz de ayunar y tampoco de trabajar, así que al menos debería visitar a los enfermos, porque eso también es amor". Pero el anciano, que conocía la semilla de los demonios, le dijo: "¡Ve, come, bebe, duerme y no trabajes, simplemente permanece en tu celda!”. El padre Arsenios sabía que una estancia en su celda, perseverando consigo mismo, llevaría al monje de vuelta a su paz.
Al permanecer en su celda, el monje no puede precipitarse hacia ninguna tentación y tampoco puede escapar de encontrarse consigo mismo. En estos casos, cuando la situación comienza a calentarse, hemos de permanecer hacia dentro, pues es la única manera de llegar a la raíz del problema. Y es que en determinados momentos, uno ha de permitirse caer en su punto más bajo, y abandonar la celda, significaría perder la oportunidad de profundizar en nuestro ser.
Algo que también puede resultar de ayuda es pensar en la muerte: "El monje ha de estar siempre preparado, como si fuese a morir al día siguiente, y viceversa, ha de tratar su cuerpo como si fuese a vivir con él por muchos años más”.
Contra la acedia, Evagrius también recomienda llevar a cabo un estilo de vida regular, ordenado inteligentemente, alternando trabajo y oración, tensión y relajación: "Establece un horario y medida para cada labor y no te detengas hasta que lo haya completado, y reza frecuente y dulcemente. Así el espíritu de la acedia te abandonará.”
Al mantener un orden exterior, uno previene estar a merced del desorden de su propio inconsciente. Poimen dice que "Si una persona mantiene el orden, entonces no estará confundida”. Es decir, que el alma que ha perdido elasticidad debido a la acedia, puede recuperar a través del orden externo la tensión interior necesaria para mantenerse sano.
g] Adicción a la fama
Este pensamiento se infiltra fácilmente entre los virtuosos y estimula el deseo de buscar gloria. En la imaginación, el afectado expulsa demonios, realiza curaciones o predica frente a una multitud deseosa por alabarlo.
El ansia de fama surge a menudo donde otros vicios parecen haber sido superados, echando a perder la oportunidad de superar otros vicios. Hace luchar por razones equivocadas y para agradar a la gente, en lugar de estar verdaderamente abiertos a Dios (nosotros mismos). Con lo cual uno pierde la visión honesta de sí mismo. Muchas personas que se identifican con altos cargos suelen caer en la tentación de la lujuria por la fama. El esfuerzo por alcanzar cierto ideal promueve un aumento de la autoestima. Se trata pues de glorificar cierta personalidad, no de entregarse a nuestra divinidad (...)
Otra tentación consiste en fingir ser maestro sin tener la suficiente experiencia. En este sentido, Evagrius menciona San Juan 3:1 "No muchos deberían llegar a ser maestros en la iglesia, porque los que enseñamos seremos juzgados de una manera más estricta."
Evagrius considera muy difícil luchar contra las ansias por la fama, ya que cada victoria lleva a querer más y más elogios. Sólo a través de la experiencia se puede superar a este demonio. Quien en verdad ha experimentado la divinidad, no necesita jactarse delante de otros, porque ya no necesita vanagloriarse como humano. Aquéllos que no han tenido esta experiencia deben ceñirse a las reglas espirituales para no considerarse a sí mismos ni a su éxito como algo extraordinario, y reconocerse como un compañero entre una gran multitud.
h) Orgullo
"El demonio del orgullo lleva al alma a la caída más profunda. Persuade a la gente para que no reconozca a Dios como colaborador, considerándose uno mismo como la causa de toda buena obra, y situando a los demás por debajo, considerándolos necios e ignorantes".
El orgullo no es sólo el último de los vicios, sino también el más peligroso, ya que lleva a negar nuestra humanidad al considerarnos Dios desde una postura inconsciente en la que uno niega sus propias sombras, lo cual lleva a un mundo de apariencias que se infla cada vez más hasta acabar en medio de una confusión mental total.
Para superar el orgullo, Evagrius recomienda recordar viejos errores del pasado, cómo se produjo el sometimiento a nuestras propias pasiones hasta el punto que uno se volvió desapasionado, además de considerar también la cuestión "¿Quién es el que lo protege?”
Todos estos pensamientos deberían llevarnos a la intuición de que el bien que hay en nosotros es un don de Dios que hemos de considerar como un regalo y no como mérito propio. Aquéllos que se contemplan de esta manera tienen una distancia saludable consigo mismos, siendo conscientes de sus fortalezas, y sabiendo al mismo tiempo que estas fortalezas le han sido entregadas como un regalo, como una tarea, lo cual también implica responsabilidad.
(...)
El estado que se logra al despojarnos de nuestros demonios es nombrado de diferentes maneras por los autores monásticos. Cassian lo llama pureza del corazón, para Benedict es humildad, para Athanasius se trata de serenidad y para Evagrius apatheia, desapasionamiento.
Evagrius también señala que la oración sin distracciones es señal de haber alcanzado este estado. El ir y venir de las emociones se ha detenido. El hombre se ha encontrado a sí mismo, no en un estado de insensibilidad, sino en un estado en el que puede permanecer calmado con sus sentimientos, porque están totalmente dirigidos hacia Dios.
Evagrius invita a ver las cosas sin proyectar nuestras propias emociones y deseos en ellas, simplemente viéndolas como son: "Tal como un espejo que no está manchado por las imágenes que refleja, el alma desapasionada también permanece inmaculada con las cosas de este mundo". El mundo está des-demonizado para aquéllos que han derrotado a sus demonios, ya que éstos no pueden atacar más porque las emociones e impulsos negativos ya no están.
Es más, no sólo la relación con las cosas y las personas en el presente se encontrarán en orden, sino también en el pasado, ya que quien ha derrotado a los demonios ha sanado su pasado, la historia de su propia vida. Los recuerdos ya no son heridas que constantemente se abren ante los problemas, ya no son la causa de proyecciones, sino que se han curado, y ya no producen confusión, amargura, ni resentimiento. Ahora ya no envenenan nuestras vidas. Han perdido su eficacia. El pasado está integrado y por tanto podemos conversar con Dios, estar con nosotros mismos, sin distracciones y sin que aparezcan recuerdos de nuestras propias heridas. Somos capaces de estar plenamente presentes, de abrirnos plenamente al Dios del presente.
El primer método a utilizar para superar los vicios es una observación detallada de los pensamientos e imágenes y sobre todo captar cómo los pensamientos y sentimientos se relacionan y suceden. Tan pronto como uno se haya percatado de las conexiones entre los pensamientos y los sentimientos, ya se habrá dado el primer paso en la lucha contra los demonios. No sirve de nada el quejarse del propio mal humor y de las debilidades en relación a determinadas tentaciones. La clave es descubrir las causas. ¿De qué factores internos y externos dependen?
- Circunstancias espacio-temporales
- Condiciones sociales
- El comportamiento de otros
- Los pensamientos de uno mismo
Rara vez es posible proceder con la autoobservación durante el momento de la tentación, por lo que uno debe reconstruir la situación de nuevo justo después de que la tentación haya tenido lugar. No es fácil evitar todas las tentaciones, pero si se analiza la situación retrospectivamente y se reconoce cuál ha sido el mecanismo que se ha activado, entonces la próxima vez estaremos más atentos ante una situación similar.
Breve nota: este es el gran beneficio de retirarnos del mundo. En retiro, nuestra cabeza se vaciará en algún momento, y cuando la conciencia diurna sea desprovista de interacciones directas, el cerebro comenzará a jugar con aquellas fantasías arquetípicas que deben ser comprendidas para poder dejar atrás patrones destructivos. En retiro, es fácil centrarse en el análisis de nuestras fantasías.
Antonius cree que el hecho de nombrar al demonio es importante. Tan pronto como nombramos un pensamiento, una intención, un sentimiento, una pasión, ya nos hemos alejado de él. Evagrius recomienda el llamado método antirrético, en el que se lanzan palabras muy específicas al demonio. Antonius insta a los monjes a despreciar y a reírse de los demonios, ya que al reír, uno activa las emociones y las arroja a los demonios. Desde un punto de vista puramente humano, este es un medio eficaz de dominar los pensamientos que se basa en la creencia de Antonius de que el Señor, está a nuestro lado en la batalla y garantiza la victoria.
Este último consejo, estrechamente relacionado con la perspectiva de estar en guerra, no me parece aplicable a nuestros tiempos. En la tradición chamánica, a los demonios se les da la opción de subirse en el "ascensor de la evolución” o de disolverse. Si eligen evolucionar, la purificación sucederá por sí sola. Si deciden disolverse, entonces suele procederse con la llama violeta de la transformación, que los humanos pueden encender a través de la visualización.
|
|