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Mundos perfectos
por Ana Gretel Echazú - 2004 - gretigre[en]gmail.com
La idea de este trabajo es reflexionar sobre las ideas de poder y dominación en la sociedad moderna, partiendo de Weber y anclando en Foucault, e inspirandome en metáforas e ideas que suscitan los libros ´Un Mundo Feliz´ de Aldous Huxley y ´1984´de George Orwell; la película ´Brazil´, de Terry Gilliam y la serie Aeon Flux, de Peter Chung.
Utopías negativas
Las ´utopías negativas´ que construyeron Huxley y Orwell constituyen una resignificación del pasado literario de las ´utopías clasico - modernas´. Las utopías clásico - modernas (como la de Platón, la de Moro o Kropotkin e incluso algunos esbozos de Rousseau o Marx) imaginaban una sociedad ordenada donde las necesidades de cada individuo fueran satisfechas en forma plena por un organismo constituido por personas ´aptas´, ´especiales´o ´superiores´, que a través de su gobierno, soberano o totalitario, concertaran con justeza la armonía social.
Huxley, Orwell y Guilliam siguen el mismo esquema: modelan ´mundos´ ordenados por un estado centralizado que planifica y controla la totalidad del pulso social, bajo la premisa de la acción racional. Sin embargo, estos mundos no son tan maravillosos como se planteaban los clásicos.
¨Las utopías del siglo XX no simbolizan la felicidad del paraíso venido a la tierra, sino las pesadillas del infierno de la historia¨ afirma Mario Vargas Llosa, pensando en las conocidas consecuencias de imaginar razas superiores al mando de sociedades ordenadas con miras a la perfección, como las que sucedieron, por ejemplo, a la toma de mando de los grupos que asumían la doctrina política nazi en la Alemania de principios del recién pasado siglo.
Mucho podría decirse sobre estas tres obras que han captado tan bien el problema del control en las sociedades masivas, inaugurado en forma insoslayable con la modernidad y el capitalismo. Mas por ahora, quedémonos con esta interpretación de algunos fragmentos aislados.
Poder desde arriba - poder inasible
La visión de la sociedad que reflejan estos tres trabajos es inmensamente rica, y da lugar a una amplia serie de consideraciones. Por un lado, éstas obras conciben el poder a la manera en que lo concebía Weber, ejercido por individuos hiperespecializados en sus funciones, guiados por la creencia en la validez de un estatuto legal que inviste poderes supremos.
Se da el caso de que los protagonistas´no tienen nada´, son, en fin, burócratas, los que así como los proletarios se definen por la no – propiedad de los medios de producción, se caracterizan por no poseer los medios de administración, es decir, por que nada del trabajo que hacen les pertenece: Este trabajo es de otros, la Suprema Sociedad, el bien común en todos los casos. El poder, programado desde arriba, se hace cuerpo en la masa homogénea de no-individuos, es decir, de individuos desindividualizados. El estado ha institucionalizado dispositivos de control tecnológico que ejercitan permanentemente esta labor de control y homogeneización: las telepantallas gigantes en 1984, los robots vigilantes en Brazil, la ingeniería genética aplicada a una división del trabajo desde la etapa fetal en Un Mundo Feliz, son algunos ejemplos.
Por otro lado, en todas las obras aparece, a su vez, el poder ejercido desde todas partes y que se halla en ninguna parte, una idea básicamente foucaultiana. Parece autogenerarse en cada acción que realizan los individuos, el trabajo, el sexo, el ocio. El individuo afianza el poder no sólo con su labor, sino con su existencia misma en virtud del lugar que ocupa en el entramado social.
El despertar de la conciencia
En los relatos de 1984 y Brazil, los protagonistas viven, por diferentes causas, una especie de despertar de la conciencia que los hace observar con ´nuevos ojos´ la situación en la que están inmersos. Y se ven como parte de un mundo organizado en base a principios totalitarios, donde todos apoyan la idea de que el estado es superior a los individuos, y, por tanto, éstos se hallan a su servicio. El poder de vida o muerte, el poder como la probabilidad de imponer la propia voluntad se ejerce en virtud de la delegación incondicional del cuerpo y alma a la autoridad central.
Aunque en teoría estos estados representan el todo social, en la práctica son regidos por una especie de aristocracia, sea científica o política, que regula y planifica toda la vida social a través de un inmenso aparato burocrático donde nada es dejado al azar. El caso de Brazil es diferente, pues no se hace visible a lo largo de la película persona alguna que detente el poder.
Acaecido este despertar, horroriza a los protagonistas la percepción de su cercenada individualidad, de su indistinción respecto a los otros sujetos del sistema. El despertar de la conciencia implica que, por causas diferentes, el control extremo al que son sometidos cotidianamente los cuerpos y mentes de los protagonistas se resquebraja, y por esa rajadura escapa la conciencia de sí.
Ellos, aunque sea por un momento, rompen con esa relación institucionalizada que se establece entre el poder y el individuo, y afirman su capacidad de ´soñar´ y de resistir. El castigo no tarda en llegar, y el aparato de poder cae con todas sus fuerzas poniendo en marcha toda serie de procesos y mecanismos represivos –torturas, deportaciones- para reinstaurar el orden que ha sido quebrado.
Pero el primer paso hacia la fractura fue dado, la primera debilidad del sistema ha aflorado a la luz en la posibilidad de uno de sus integrantes de liberar su alma.
Al rebelarse, los protagonistas imaginan y ponen en práctica estrategias para escapar a ese poder. Tal vez luego de la detección de estas desviaciones, el sistema se fortalezca. Pero es sabido que mientras más refinado es el funcionamiento de una organización, más frágil y menos capacitada para los cambios se torna ésta. Podemos pensar que mientras más homogénea es la masa social, más peligrosas para el orden resultan las pequeñas diferencias.
Aquí es el lugar donde la resistencia tiene un sentido casi heroico, ya que aunque culmina en fracaso, el mundo ya no volverá a ser el mismo después de ella.
Tomando consideraciones tanto de Foucault como de Therborn, la idea de que el despertar de una conciencia es posible implica la esperanza existencialista de una ´playa de libertades fundamentales´, un estado en el que los individuos podrían realmente saberse emancipados, algo que se asemejara a un estado humano natural cercano a la perfección, que la sociedad del orden habría reprimido. La conciencia de clase o más ampliamente la conciencia de la propia dominación serían per se factores de subversión del orden imperante. Desde esta perspectiva, es posible afirmar que el relato de los autores asume la ingenuidad de la modernidad, que se resume en la pretensión de una Verdad, una Naturaleza Humana y una Libertad y Felicidad fundamentales. Esto será luego reconstruido por problematizaciones posmodernas del hombre, como la que sostiene Foucault, que insisten en que la búsqueda de los valores fundamentales-originarios llevada a sus últimas consecuencias implica la concreción de un orden fascista en sociedades donde alguno de esos valores tiraniza y domina en forma absoluta, mientras que excluye todo lo Otro. ¨La eugenesia racista es un componente esencial de la episteme de la modernidad, su sistema de conocimiento dominante conduce a la Solución Final del nazismo, es decir, a la exclusión o más aún, al exterminio masivo de los tipos no aptos¨, afirma Richard Appignanesi al reflexionar sobre ideas de Foucault. Nuevamente, la libertad de los sueños de nuestros protagonistas, cuando es concebida como la vuelta a un estado natural, una especie de ´buensalvajismo´ al estilo de Rousseau, acaba confirmando el dominio absoluto y tiránico de una aptitud cualquiera, como lo fue la Razón, en nombre de la cual se cometieron tantos crímenes, además de haber colaborado en forma directa con la hiperconcentración capitalista del poder. En Un Mundo Feliz, en cambio, la búsqueda anhelada de una felicidad no es una suscitación que vivencian los protagonistas en forma íntima y subversiva, sino que es parte de los mismos imperativos del estado. Allí, jugar correctamente el juego de la dominación implica ´ser feliz´, y dejar de serlo es eminentemente confabular contra el Orden. Este planteamiento supone un choque frontal con el paradigma de la modernidad.
Burocracia aggiornada
Tantas metáforas e historias entretejidas me obligan a volver la mirada hacia el lugar que nuestras propias vidas tienen en la historia de las sociedades masivas.
Es lícito preguntarse: ¿existe hoy una sociedad completamente burocratizada, al estilo de la ´Jaula de Hierro´ que Max Weber ideaba a futuro?
Aquí percibo que, como ya lo dijo nosequién, la realidad supera a la ficción.
Para poder analizar la existencia o inexistencia de la burocracia en la sociedad actual es necesario comprender que ésta no está limitada a los papeles. Pues, si nos atuviéramos a la definición de burocracia que tradicionalmente ha empleado el sentido común, afirmaríamos que la tecnología actual nos ha liberado progresivamente –sobre todo en los países centrales- de los interminables ficheros, de los documentos apilados, de las largas colas detenidas por eternos trámites y sellos. Sin duda entonces que la burocracia está en vías de desaparición.
Pero, si volvemos a la concepción weberiana, hallamos que ésta trasciende lo enumerado, o mejor dicho, que la burocracia es una estructura de dominación basada en la circulación de la información en manos de individuos que no la produjeron1.
Entonces, poco importa la forma que esta circulación y almacenamiento de la información tome, sean miles de cuartos abarrotados de estantes donde se apiñan cajones llenos de papeles, o sean estos mismos datos reunidos en un soporte digital de última tecnología, que puede pesar 10 gramos. Que los dispositivos tecnológicos han progresado no para liberar a las personas sino para hacer más eficaz el control ya lo dijo Foucault. En este nivel se puede inscribir, a mi entender, la equivalencia Saber – Poder que enuncia este autor. La privatización de la información, la capacidad de generar conocimientos legítimos por un lado, y por otro la gran audiencia que los reproduce o consume por medio de profesionales encargados de distribuir esta información incitan a pensar que la burocratización a nivel global no se ha detenido, sino que ha evolucionado hasta tomar una forma cada vez más refinada.
El sistema burocrático ha modificado su aspecto también al deshacerse parcialmente de la sujeción a los estados nacionales: el trasnacionalismo ha modificado las relaciones de poder y los referentes culturales, mientras que los marcos burocráticos se han extendido, desterritorializándose y configurando nuevas unidades. En otro nivel, las burocracias públicas han cedido muchas veces a las burocracias privadas, fenómeno que se revela en, por ejemplo, la privatización de la seguridad o de los títulos académicos más altos en la jerarquía del sistema de enseñanza (como los postgrados).
Y entonces? – mirada posmo
La posmodernidad nos arroja a un momento que significa ´después de ahora mismo´ - el término modernidad proviene del latín modo, que significa ´ahora mismo´- . Qué hay luego del derrumbe de los estados totalitarios, el fascismo, los socialismos reales? Ese pos significa el ´fin de la historia´, paraíso de un capitalismo que salió triunfante de su última batalla cuerpo a cuerpo, y que nos devuelve la autodeterminación individual?
La interpretación que cada uno haga de ello dependerá de su percepción de la situación, de su ´estar en el mundo´, de lo que Therborn comprendió como ideología.
Ahora bien. Consentir la existencia de una burocracia hiperpoderosa como extensión de un manejo de las cosas por parte de un poder desconocido maquiavélicamente omnipresente recuerda ideas de Smith sobre el capitalismo, como una mano invisible que rige las cosas.
Tomando la concepción de la historia que trabaja Foucault, estas ideas son fruto de una apropiación retrospectiva de la historia por parte de las fuerzas de poder dominante del momento, es decir, de la autoasignación de una causalidad lineal a la historia en virtud de que el lugar que se ocupa en el presente es asumido como el ´fin´ al que ineludiblemente ésta tendía. Es decir: el creer que hay un poder externo a nosotros que nos manipula como marionetas es asumir como propio, en fin, el discurso dominante que aspira a naturalizar este poder, haciéndolo aparecer como imbatible.
Pero yo creo que.. aquí hay lugar para una subversión, y éste no pasa por la toma de conciencia y la consecución de un estado de Plenitud Racional, sino que está vinculada a la no adhesión a Verdades Fundamentales (verdades que, como hemos visto, confirman una y otra vez la necesidad del poder de la burocracia que se intenta destruir).
Así es como, de acuerdo a la ideología que uno practique, será relevante definir si lo que se quiere es seguir jugando el juego para esperar ganar en algún momento o jugar otro juego, con nuevas reglas.
Nota final: Aeon Flux, un ojo que se separa de sí mismo
Aeon Flux es una serie televisiva animada producida en los ´90, cuyo autor se llama Peter Chung. Interesa convocarla a nuestra galería de personajes sometidos por el poder que está en todas partes para que ella nos muestre su propia vivencia del asunto. Aeon Flux es el nombre de una mujer – masculinoide, quien vive en la ciudad amurallada de Bregna, ciudad gobernada por el tiránico Trevor Goodchild (que en inglés significa ´buen chico´). Aeon Flux acelera la utopía negativa de las narraciones de sus predecesores y la somete al absurdo. El mundo donde vive es un mundo donde las reglas de antaño no funcionan más, imaginemos la sociedad de ´Un Mundo Feliz´ donde la Felicidad como valor fundamental que justificara el Orden hubiera desaparecido. El poder, sin embargo, no ha desaparecido. El poder se vive desde todas y ninguna parte. La resistencia a él aparece todo el tiempo en escena, pero no en forma de acciones libertarias concertadas masivamente por un grupo de iluminados, sino en forma individual y oportunista, casi egoísta. Aeon Flux intenta vivir del sistema más de lo que el sistema vive de ella, y no delega el poder de su cuerpo en ningún lado. Eso mantiene fascinado y enamorado a Goodchild, quien parece admirar su valentía y su cruda individualidad a través de los vidrios de la torre desde donde observa a los habitantes de Bregna.
Una imagen que ilustra el discurso posmoderno que se enuncia a través de la narrativa de Aeon Flux es un aparato que tiene la protagonista, una especie de araña mecánica que carga en sí un ojo, a través del cual la protagonista puede ver, y que tiene la virtud de internarse en lugares inaccesibles para su cuerpo.
La metáfora es: el posmoderno es un discurso que carga sus tintas todo el tiempo sobre el discurso moderno. La episteme, definida como la condición de posibilidad de enunciación de las cosas de una época y lugar dados, es como un ojo que puede ver, pero no verse. La episteme de la posmodernidad resulta ser un ojo nacido con la obsesión de verse a sí mismo. La lucha en sueños contra un monstruo frente al cual resultamos victoriosos, pero que al morir nos muestra su cara, y es la nuestra2.
1 El periodista local que relata la noticia, el docente que transmite el contenido dado, el sociólogo ´opinólogo´ que reproduce los problemas sociales instituidos.
2 Esta es una de las escenas finales de la película Brazil.
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