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Los tres niveles de agradecimiento
por L. Jean Lauand
Decimos que la limitación del conocimiento humano se refleja en el lenguaje: no podemos expresar lo que las cosas son, en la medida en que no sabemos completamente lo que son. Además, muchas veces, una palabra acentúa originariamente sólo uno de los muchos aspectos que la realidad designada ofrece. Y puede ocurrir que, con el paso del tiempo, esa realidad cambie, evolucione sustancialmente a punto de perder la conexión con el étimo de la palabra, que permanece la misma. Esto no nos choca, pues, en el uso cotidiano, las palabras van perdiendo transparencia: hablamos de ensalada de frutas porque envuelve mezcla y ni notamos que la salada deriva de sal. De la misma manera, el barbero, hoy en día, casi ya no hace barbas, pero cortes de pelo; como también el tintorero ya no tiñe, pero sólo lava; el chauffeur no calienta, sino que conduce el coche.
Si estas incompatibilidades no nos causan extrañeza es porque el lenguaje se ha vuelto opaco para nosotros: decimos collar, cuello, collarín, cogote, toriculis... y no reparamos en qué derivan de cuello (de ahí que sea incomprensible, a primera vista, la expresión, "Sentarse no colo" [dep portugués]).
Estas consideraciones son importantes preliminares al estudio de la gratitud y de las formulaciones que recibe en las diversas lenguas. Tomás enseña que la gratitud es una realidad humana compleja (y de ahí también el hecho de que su expresión verbal sea, en cada lengua, fragmentaria: este o aquel aspecto-gancho es el acentuado): "La gratitud se compone de diversos grados. El primero consiste en reconocer (ut recognoscat) el beneficio recibido, el segundo, en alabar y dar gracias (ut gratias agat), el tercero, en retribuir (ut retribuat) de acuerdo con sus posibilidades y según las circunstancias más oportunas de tiempo y lugar (II-II, 107, 2, c).
Esta enseñanza, aparentemente tan simple, puede ser reencontrado en los diferentes modos de que las diversas lenguas se valen para agradecer: cada una acentuando un aspecto de la multifacética realidad de la gratitud. Algunas lenguas expresan la gratitud, tomándola en el primer nivel: expresando más nítidamente el reconocimiento del agraciado. De hecho, el reconocimiento (como reconnaissance en francés) es un sinónimo de gratitud. En este sentido, es interesantísimo comprobar la etimología: en la sabiduría de la lengua inglesa to thank (agradecimiento) y to think (pensar) son, en su origen, y no por casualidad, la misma palabra. Al definir la etimología de thank el Oxford English Dictionnary es claro: "The primary sense was therefore thought" (6). Y de la misma manera, en alemán, zu danken (agradecimiento) es originariamente zu denken (pensar). Todo esto, después de todo, es muy comprensible, pues, como todo el mundo sabe, sólo está verdaderamente agradecido quien piensa en el favor que recibió como tal. Sólo es agradecido quien piensa, pondera, considera la liberalidad del benefactor. Cuando esto no sucede, surge la justísima queja: "¡Qué falta de consideración!" (7). De ahí que Santo Tomás - haciendo notar que el máximo negativo es la negación del grado ínfimo positivo (la última a la derecha de quien sube es la primera a la izquierda de quien desciende ...) - afirme que la falta de reconocimiento, el ignorar es La suprema ingratitud (8): "el enfermo que no se da cuenta de la enfermedad no quiere curarse" (9).
La expresión árabe de agradecimiento shukran, shukran jazylan se sitúa directamente en aquel segundo nivel: el de alabanza del benefactor y del beneficio recibido. La formulación latina de gratitud, gratias ago, que se proyectó en el italiano, en el castellano (grazie, gracias) y en el francés (merci, merced) (10) es relativamente compleja. Tomás dice (I-II, 110, 1) que su núcleo, gracia comporta tres dimensiones: 1) obtener gracia, caer en la gracia, en favor, en el amor de alguien que, por lo tanto, nos hace un beneficio; 2) gracia indica también don, algo no debido, gratuitamente dado, sin mérito por parte del beneficiario; 3) la retribución, "hacer gracias", por parte del beneficiario. En el tratado De Malo (9,1), se añade un cuarto significado de gratias agere: el de alabanza; Quien considera que el bien recibido procede de otro, debe alabar.
En el amplio cuadro que hemos expuesto - el de las expresiones de gratitud en inglés, alemán, francés, castellano, italiano, latín y árabe - resalta el carácter profundo de nuestra forma: «obrigado» (11). La formulación portuguesa, tan encantadora y singular, es la única que se sitúa claramente en aquel más profundo nivel de gratitud de que habla Tomás, el tercero (que, naturalmente, engloba a los dos anteriores): el del vínculo (ob-ligatus), de la obligación, del deber de retribuir. Podemos ahora analizar la riqueza de sugerencias que se encierra también en la forma japonesa de agradecimiento (12). Arigatô remite a los siguientes significados primitivos: "la existencia es difícil", "es difícil vivir", "rareza", "excelencia (excelencia de la rareza)". Los dos últimos sentidos anteriores son comprensibles: en un mundo en que la tendencia general es la de cada uno pensar en sí, y, cuando mucho, regular las relaciones humanas por la estricta y fría justicia, la excelencia y la rareza se resalta como característica del favor. Pero, "dificultad de existir" y "dificultad para vivir", a primera vista, nada tendría que ver con el agradecimiento. Sin embargo, Santo Tomás enseña (II-II, 106, 6) que la gratitud debe -al menos en la intención- superar el favor recibido. Y que hay deudas por naturaleza insidables: de un hombre en relación a otro, su benefactor, y sobre todo en relación a Dios: "¿Cómo puedo retribuir al Señor -dice el Sal 115, por todo lo que Él me ha dado? En esas situaciones de deuda impagable - tan frecuentes para la sensibilidad de quien es justo - el hombre agradecido se siente avergonzado y hace todo lo que está a su alcance (quid-quid potest), tendiendo a desbordarse en un excesum que se sabe siempre Insuficiente (13) (cfr. III, 85, 3 ad 2). Arigatô apunta así al tercer grado de gratitud, significando la conciencia de cuán difícil se vuelve la existencia (a partir del momento en que se recibió tal favor, inmerecido y, por lo tanto, se quedó en el deber de retribuir, siempre imposible de cumplir. .).
6. Cito por la edición en hipertexto-Cd-ROM: OED 2nd. Ed. En el CD-ROM, 1994.
7. Ya Séneca - citado por Santo Tomás, II-II, 106, 3 ad 4 - habla de que no puede haber gratitud, sino por lo que sobrepasa lo estrictamente debido, "ultra debitum". Ministerium tuum est ("Usted no hizo más que su obligación") y otras del mismo tenor son, como se ve, fórmulas ya bastante antiguas.
8) "Est gravissimum inter species ingratitudinis, cum scilicet homo beneficium non recognoscit" (In II Sentencia d.22 q.2 a.2 r.1).
9. "Quia de un morbo non cognoscit, medicinam non quaerit", ibidem.
10. Merci es derivado de merces (salario), que tomó en el latín popular el sentido de precio, del que derivó el de "favor" y el de "gracia".
11. Desgraciadamente, en estos últimos años, en Brasil, "gracias" viene siendo sustituido por el insosso "vale!".
12. Debo a la Profa. Chie Hirose las observaciones sobre la expresión Arigatô en la lengua japonesa.
13. De esa insuficiencia de quien sabe no disponer de moneda fuerte, nace el recurso a Dios, consignado en la expresión "Dios le pague", que, naturalmente, deja subentendido que un pobre hombre, como yo, no puede hacerlo.
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