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Talking Kamino
por Luigi Mora
luigi_mora2002[en]yahoo.com
www.talkingcamino.es
Peregrino no hay camino, camino se hace al andar.
Renacimiento
Se
me ocurrió la idea de hacer el camino de Santiago, para eso
lo primero que hice fue informarme, hablando con gente que lo había
hecho y contándome sus experiencias cada cual diferente y
de lo más original, luego leí tres libros uno sobre
el camino francés, otro sobre templarios y el de Paolo Coelho,
Peregrino del camino, este ultimo me pareció muy creativo,
aunque no me podía imaginar como lo iba a vivir yo.
El camino empieza desde que sales de casa, como preparas la mochila,
que es lo que vas a necesitar y que no, cojí el tren hacia
el punto donde había decidido empezar a caminar Ponferrada,
son unos 220 Km. hasta Santiago, me preguntaba si siquiera los podría
hacer, decidí este tramo por el paisaje, y así me
subí al tren, un día de septiembre.
Hubo una gran tormenta esa noche, había desprendimientos
e inundaciones en la vía, el tren fue obligado a dar una
gran vuelta hacia Madrid, fue un viaje bien entretenido y divertido,
nos la pasamos en el coche bar con buen humor.
Hacia pocos días del atentado en un colegio en una ciudad
rusa, curiosamente una de las personas que viajaba en mi compartimento
era del mismo lugar, encendimos una vela por los niños de
allí, los otros eran unos chavales que se iban de vacaciones
a la Coruña y un hombre que volvía a su casa de Ponferrada.
Como primerizo asustadizo, me cobijé en la compañía
de unas preciosas mujeres con las cuales empecé a caminar.
Llegamos al Albergue, fue curiosa la primera sensación, llegaban
otros peregrinos con unas pintas de cansancio, no sabia que un día
llegaría por el mismo lugar que ellos.
Empecé andar, tras la primera etapa cortita, en este primer
albergue hice los primeros masajitos de pies que ofrecía
a los peregrinos, aquí hice un montón de amigos muy
agradecidos. Fue bonita la sensación del primer día
todo apuntaba a que podía lograrlo. Al día siguiente
me separé y empecé andar solo, necesitaba meditar,
hacer el saludo al sol, y sentirme; casi a los pies de Ocebeiro,
mi hígado me avisó de un acontecimiento, al llegar
allí, algo me detuvo, y tuve que pernoctar allí, aquí
conocí a un suizo, que había empezado el camino desde
su casa y llevaba caminando unos 2000 Km. toda una proeza, me animó
mucho, la cena fue deliciosa y muy reconfortante.
Al día siguiente empecé la subida al monte, cuando
llegue a Ocebeiro fui a encender una vela en la ermita, para mi
sorpresa vi como se llevaban las velas encendidas, para que más
fieles encendieran más… Business!!! En Ocebeiro era
la fiesta del pulpo allí me encontré con el grupito
con quien coincidíamos en las paraditas de almuerzos.
Andamos juntitos ese día, charlando se hizo el caminar muy
relajado; encontramos un hostal y allí bebimos la queimada
y nos desmadramos un poquito.
Al día siguiente me desmarque del grupito y llegué
a Tricastela empecé andar hacia Flix por un bosque de hadas,
de lo bonito que era, allí llamé a mi amigo Manel
que es de la zona y me invitó a comer. El refrán del
gallego no sabes si viene o si va, tuve el gusto de comprobarlo,
después de una increíble comida de 5 platos seguidos,
ya no me cabía nada más, uno de sus primos me dijo
“no creas que esto es gratis, ahora te vienes con nosotros
a levantar un campo de patatas”, hahaha…. Fue bonito
ver toda la familia cooperando para un bien común, me encontré
con una pridrecita muy especial, luego me volví al punto
donde deje el camino, con dirección al monasterio de Samos.
Es un lugar único, es un monasterio templario, cuidado por
los frailes durante los tiempos haciendo remedios naturales, y conservado
gracias al colegio de medicina. Seguí caminando pasando por
Sarria, conocí a unas alemanas con quien practique diferentes
formas de andar, luego yo proseguí, hasta llegar a un lugar
donde estaba el bar de arriba y el bar de abajo, cerca de Portomarin,
aquí me quedé a dormir. Las etapas siguientes caminé
a más ritmo, había mucha gente en este tramo final,
en la ultima etapa antes de llegar a Santiago volví a encontrarme
con el grupito con quien había coincidido al principio, fue
agradable este encuentro, juntos hicimos la ultima etapa. Al día
siguiente ya desde Santiago fuimos a que nos dieran la compostelana,
certificado en latín, que se otorga a través de la
credencial, que habíamos hecho el camino, luego por la catedral
a la misa de peregrinos, aquí se requería confesarse,
cuando me tocó a mi, el cura me dijo que confesara mis pecados,
le dije que lo único que tenia que confesarle es que el cura
que estaba bajando en esos momentos del altar iba a tropezar con
cable, este lo miró y vio como su compi tropezaba, me absolvió!
Después alquilamos un coche, y nos fuimos a Fisterra, fin
de la tierra, a quemar una prenda como final de una etapa y comienzo
de otra, cenamos una riquísima mariscada en un restaurante
de las rías baixas, terminamos tomando una queimada entre
risas y charlas divertidas.
Ese día me di cuenta, que podía hacer todo el camino,
y me prometí hacerlo.
El nacimiento
Al
año siguiente en fechas de agosto, volví a retomar
el camino, esta parte del camino se llama el nacimiento, fue a raíz
de que en ese momento había conocido a una persona, al no
poder compartir la relación, decidí la descabellada
idea de retomar el camino. Descabellada, si! Porque el camino hay
que hacerlo con toda el alma.
Empecé en Sant Jean Pie du Port en Francia, por delante la
ascensión de los pirineos, este principio como en casi todos,
hay una especie de afinidad común con quien te encuentras
los primeros días, conocí a cuatro peregrinos, todos
iban por su cuenta, hicimos piña el primer día.
Al día siguiente ascendimos, un espectacular paisaje nos
acompañaba, hasta llegar a Roncesvalles. Aquí conocimos
a Xavi, tras unas informaciones sobre el clero que regenta todo
el lugar, monta el primer “Pollo” en el restaurante,
por no querernos servir algo más de vino, bueno un tipo muy
divertido. Emprendimos bajada hacia Pamplona por senderos cercanos
a un río y cubierto de árboles, yo seguía meditando
paso a paso. Al llegar al albergue, el lugar tenía un centro
deportivo con piscina, sauna, justo lo que necesitaba después
de esas duras etapas. Aquí los paisajes me llenaban de una
inmensa paz, la naturaleza abundante y lo mágico que resulta
esto al poder cruzar portales naturales que me llevaban de un estado
a otro. Paso tras paso el camino me había acogido y ya no
sentía dependencia a nada.
Al llegar a Pamplona fuimos de tapeo y zuritos es una fiesta continua
y que acerca a todo el mundo. A partir de aquí nos separamos,
caminé con Álvaro un biólogo que se sabia todo
sobre lo que nos rodeaba, plantas, árboles, pájaros,
fue gracioso porque gracias a el me enteré que un pájaro
color amarillo oro que se nos cruz, era del todo una rareza. Llegamos
a Estella, con el altar de la iglesia dedicado al arcángel
san Miguel y a un montón de vírgenes; pasé
por un establo donde antiguamente hacían rutas a caballo,
parecía un museo repleto de arneses para caballos. El caminar
con Elizabeth, producer del nacional Geographic de Madrid y Alavaro
se hacia bastante ameno dado que cada uno iba a su ritmo. Aquí
nos tomamos unos vinos y bebimos de la fuente del vino, esto era
un surtidor de un productor de vino que ofrece esto a todos los
que se pasan por haí, luego nos encontramos con unos amigos
de Álvaro y nos invitaron a su piscina, uhau! Fue genial.
Al día siguiente en Portal de la Reina, seguí solo
y al llegar a un repecho el sorias iliaco se me engarrotó
y se me destensó, causándome un dolor muy agudo. Primer
aviso serio, iba cojo y aguantándome el tendón para
que no me subiera el músculo, así hasta llegar a un
pueblo, aquí tomé unos buenos baños de piscina,
buena comida y encontré un antiflatorio muscular. Me calmé
y volví a recobrar los tiempos en el camino. Subí
el monte del perdón, esta subida fue de lo más sanador,
a cada paso me perdonaba, al llegar arriba la pausa deseada, luego
la bajada más repleta de piedras; se rumoreaba que una señora
belga se había caído y se había roto 4 muelas,
viendo la bajada podía haber sido más serio. Caminé
con Elizabeth, charlando de vez en cuando sobre las relaciones,
sus dificultades y sus buenos momentos, llegamos a un encierro de
toros, se palpaba el aire de España, su folclore, la buena
comida y el buen vino. Logroño, ¡coño Logroño!!,
famosa por su catedral y el tablero del juego de la oca, en su época
no hacia tanta gracia porque si cuando llegabas a la ciudad y te
tocaba la casilla de la cárcel te despojaban de todas las
posesiones y te metían en ella. Dio la casualidad que me
encontré en el albergue justo en la litera de al lado, la
señora belga, su marido me contó lo sucedido, luego
ella, con voz penosa me contó su historia de cómo
ocurrió, estaba tan triste con su devoción, de porqué
el señor había permitido que ocurriese esto, le intenté
levantar el animo diciéndole que solo habían sido
cuatro muelas y la verdad es que bien hubiese podido matarse, ¡y
entones qué! Resultó hacerle efecto lo que dije y
cambió su humor logrando esbozarse una sonrisa. Me alegré
tanto de ese hecho, sentí la alegría del corazón.
Aquí me separé de Álvaro y seguí solo
hacia Burgos, el camino me estaba acogiendo de forma intensa. Ejercité
paso tras paso, parar la mente, parar mis deseos y anhelos, pero
todavía me quedaría un año más de aprendizaje
hasta desmontar todas las estructuras espirituales que regentaba
con disciplina para conocer mí otro lado. A partir de esta
etapa al pasar por Santo Domingo, se decía que era una etapa
bastante cachonda y así lo fue, Que deseo más viril,
la verdad me sentía un poco avergonzado por lo que me estaba
pasando, me sentí más cómodo cuando oí
decir que le había ocurrido a más personas, ¡ha!
¡Mola! Aquí se sucedían las vírgenes
una tras otra.
Crucé los montes de la Oca al lado de un alemán muy
rígido y disciplinado, me recordaba mi dictador interior
hacia la disciplina y voluntad. Me preguntaba que iba aprender en
este tramo o desaprender de mí en mi vida, esto rodeado por
un espectacular paseo de frondosos árboles y un camino con
vistas al cielo. Al llegar a la Hermita, nos ofrecieron la mejor
sopa de ajo que he probado, resucitaba a cualquiera. La señal
de mi abandono, fue que al dormir allí sufrí un ataque
pulgas, me dejaron los robillos totalmente picados, hubiese tenido
que parar un par de días para que se deshincharan las picaduras.
Llegué a Burgos, la abundancia, la opulencia, el desparpajo
en arte en cada rincón de esa preciosa catedral, y la bella
ciudad puse final al camino, me prometí volver y acabarlo.
La muerte
Empiezo
el tercer viaje, la energía de este parece movilizarse y
activarme, el día 21 tras dormirme al oír el despertador,
salgo corriendo con patinazo incluido a coger el tren, de esta forma
el camino comienza hablarme diciéndome que me había
dormido en los laureles, que había patinado en mi vida, aunque
sean hechos fortuitos e inconscientes, acepto su significado para
sintonizarme y encontrarme tal como soy.
El viaje en tren fue tranquilo, pensando en algunas recomendaciones
que me había olvidado encima de la mesa, al rato una abuelita
gitana a la cual llevaban de aquí para allá, dio la
casualidad que la sentaron a mi lado, ella, muy linda, como una
niña con miedo en su viaje a Oviedo, no se relajó
hasta que después de haber hablado con el revisor y compañeros
de viaje confió un poco más. (Me recordó a
Coelho). Llego a Burgos, mi primera impresión es de retomar
el camino y me siento un poco perdido, pregunto y encuentro la primera
flecha al lado derecho de la catedral subiendo unas escaleras, ¡camino!
A los 7 Km. llego a un pueblecito, me confundo de indicación
y voy a parar al albergue de este, creyendo que el camino pasa por
al lado, me sale al paso una señora diciéndome: ¡a
donde vas peregrino! Le conteste: haciendo camino. Me invitó
a quedarme en el albergue, que estaba a rebosar, aquí conocí
a Federico quien había perdido un amigo y estaba haciendo
un gran cambio. Se prestó a romper el hielo y nos tomamos
unos whiskys. La posadera nos trajo unas deliciosas cerezas, que
regalo, era el sitio, me sentí feliz. Al día siguiente
me cuidó como a un hijo con un estupendo desayuno y me deseó
¡buen camino!
Empecé a caminar tomando conciencia y entrando a cada paso
más en mi, pasé por un portal y al llegar a corta
jerez, había mucha gente y algo me decía seguir, ya
había recorrido unos 30 Km., no sabia lo que me esperaba
y así subí a la meseta, estaba solo, cantando unos
mantras, empecé a encontrarme con una gran cantidad de topillos,
más que de costumbre, parecía una autopista plagada
de ellos cruzando de un lado para el otro, al cabo de un rato me
encuentro una serpiente, bastante grande con color verde vivo, que
estaba mudando su piel, fue un momento asombroso, me asuste un poco
pero entendí de que yo también estaba cambiando mi
piel, seguí y llegué a el hospital de peregrinos de
San Nicolás. En las creencias de los indios americanos el
encuentro con la serpiente cuando muda la piel tiene varios significados,
la piel de esta tiene un gran poder sanador, la trasmutación.
Me acogieron en la ermita, estaba cansado, la suerte es que éramos
solo tres peregrinos, los tres italianos, 1 chica y 2 chicos, formábamos
la misma imagen que había en un retablo del altar, al rato
la cofradía de Perugia, que cuidaba del lugar, nos ofreció
una ceremonia, en la cual tras mostrarnos una campana con todos
los símbolos del camino, nos lavaron los pies y nos los besaron,
ante gesto tan humilde no había palabras, algo estaba ocurriendo,
de noche nos ofrecieron una estupenda cena de espaguetis y buen
vino, luego cantamos y el cantan autor tocó y tocó.
Al día siguiente había tormenta, el viento soplaba
fuerte y había el famoso chirimiri, lluvia que empapa, en
un tramo perdí una pluma y una concha que me habían
regalado, el camino lo reclamó, me sentí más
ligero. Paró la tormenta, me paré en el camino, a
lo lejos vi. como alguien venia, parecía que iba a caballo,
pero era la chica del albergue que corría con una especie
de trote y sus bolsas al lado, caminamos juntos a partir de Fromista,
le expliqué lo que me había ocurrido y me regaló
unas plumas de cuervo, el cuervo simboliza la magia. Carrión
de los Condes, visité una iglesia templaría, y me
senté a contemplar la paz que se sentía en el claustro,
este día me encontré con unos caracoles me sentí
muy identificado con ellos, con la casita a cuestas. La mañana
siguiente emprendí una de las etapas más duras 16
Km. en línea recta por un camino lleno de piedras, tras caminar
un rato con una americana me tuve que parar, la tendinitis apareció
en mi pierna derecha, en el pié y rodilla, me hice unos apaños
con un vendaje que tenia y llegué como pude al primer albergue,
tuve que parar varia veces y buscando soluciones rodeado de campos
de trigo. Esta lesión me mostraba como me encontraba, me
había forzado el lado masculino y que mi lado femenino, la
pierna izquierda, debía de hacer más acto de presencia.
Me encontré con campos repletos de girasoles, hace unas semanas
le había regalado uno a Verónica, que había
despertado algo muy especial en mí, y también los
buenos recuerdos con mis compañeros de masaje. A partir de
aquí empiezo a cuidar la lesión, me alojo en el albergue
la Palomita, aquí me consiguen un antiinflamatorio que me
rebaja el dolor, por la noche cualquier movimiento era motivo de
despertar. Al día siguiente me atrevo andar y empiezo a un
paso muy lento, a los 7 Km. la “tendi” me puede y me
paro en otro albergue a descansar, allí tuve contacto con
lo que me ocurría, lo único que quería era
llegar a otro pueblo y conseguir algún medicamento para aliviar
el dolor; me quedaban las etapas más largas del camino. Y
así de tanto parar empiezo a conocer gente muy divertida,
Jorgen y sus hijos, un tipo muy especial y Claudia una señora
muy elegante. Me acuerdo que no menciono los muchos encuentros con
otros peregrinos, los cuales, cada uno de ellos representa un papel
reflejo en mi, gracias.
Con animo, la etapa es plana y consigo llegar a Sahún, pueblo
más grande con farmacias, aquí me aprovisiono de todo,
antiinflamatorio, crema de sol, aftersun, compre comida y seguí
andando poco a poco, gracias al buen bastón que me ofrecieron
cerca de Pamplona.
Camino en solitario, con el sol dándome en el lado izquierdo,
apoyándome en el bastón a cada paso, los pajarillos
salen al paso como de costumbre y cuando se levanta el sol, me dan
la sensación de que el espíritu que se manifiesta
en ellos, me hacen volar también, ligero, los múltiples
encuentros con mariposas, estas tan bien adornadas, me trasforman
a cada paso, los topillos siguen cruzándose, como si se trataran
de muchos miedos que van de un lado para el otro del camino. Aquí
llego a un pueblo perdido en la nada, la meseta Bercianos, es como
una salvación encontrarlo, en el albergue, con una pareja
de alemanes, al chico se le habían caído 3 uñas
del pie, se me ponía la piel de gallina cuando me lo decía,
y ella llena de ampollas, llevaban mochila grande, algo me decía
que se las apañarían; conocí a otra pareja,
madre e hija, me invitaron a cenar, tras compartir un rato me fui
a dormir.
Por la mañana, empecé a caminar y llegué casi
hasta León, en solitario y en presencia de alguna cigüeña
matutina, fui a una misa donde recordaban a la madre del alberguista
y recordé de venerar a mis antepasados, abuelos, abuelas
etc.….esa noche curiosamente nadie llegó al albergue.
Entró en León, me fascinaron los vitrales de la catedral
con preciosos colores y tras el entrecruzarse todo tipo de miradas
salgo de la ciudad, la energía del camino se abre paso. Sigo
andando y entre bocadillo y bocadillo, llegué a la fuente
de san Miguel, me crucé con quien quiso apoderarse de ella
sin éxito, esto lo vi en un documental del camino, tras unas
horas de sol intenso llego a Matamoros, son fiestas, un Alcon me
da la bienvenida y una señora, muy amable, me cuenta el milagro,
que la virgen le brindó, un día de invierno no tenia
flores para la iglesia, algo le dijo que mirara cerca de unas piedras,
su sorpresa fue ver un montón flores allí; seguí,
me encontré con un par de jóvenes que parecía
que los habían sido asaltado, aparecen dos perros gigantes,
vaya sobresalto suerte que hay una valla, realmente daban miedo
su forma y fiereza. Tras encontrar una fuente preciosa sigo hasta
llegar a un albergue, el cual tenía en su interior un jardín
con manzanos y el paso de un agua fresquísima, allí
puse mis pies fatigados y doloridos, fue muy reparador, aquí
conocí a una pareja de madrileños y a Mareike, serian
mis anfitriones a mi llegada a Ponferrada.
Pasé por un puente miedeval muy largo, daba la sensación
de que el río era muy ancho y de gran caudal; a la entrada
del pueblo unas casas donde bandadas de pajarillos tenían
sus nidos en las paredes de estas, parecía como si desapareciesen
tras las paredes. En un repecho hacia Astorga, llegó el dolor
más fuerte, pegué un grito de impotencia, llegué
a Astorga. Aquí unas enfermeras fabulosas, me hicieron un
vendaje para evitar el dolor, mi amiga la tendinitis necesitaba
una semana de descanso y yo no quería desistir de mi intento
de llegar, todavía era soportable, aunque cojo. Eran fiestas
en Astorga, los astures contra los romanos, medio pueblo vestido
de esta forma, con pasa calles, feria, cerveza, música, diversión
asegurada. La casa de Gaudi le daba un toque diferente a esta ciudad
fortificada. Me sentí asturo, allí gesté la
salida nocturna, caminar de noche con la luna llena, se apuntaron
Mareike y la pareja de madrileños, les fascinó la
idea, aunque con sus dudas, luego descubrieron que no era para tanto.
Vigilamos mucho de seguir las señales para no perdernos,
vimos el descender de la luna llena cruzándose con el amanecer
del sol, ambos estaban uno enfrente del otro, creo que es un instante
que solo se ve en verano, fue precioso. Me quedé en Rabanal
del camino, tras la subida mi pierna reclamaba descanso, allí
escuche melodías, los cantos gregorianos que oficiaban en
una Hermita. En el albergue, alguien a quien desconozco, cambió
las dos plumas de halcón que llevaba en el bastón,
por una grande de cigüeña, acepté el cambio con
agrado. Proseguí, la mañana era más fresca
de costumbre, el ascenso requería concentrarse en el deseo
que iba a poner a las tres piedras que llevaba para dejarlas en
la cruz do ferro, se dice que allí se cumplen y te da las
fuerzas necesarias para que termines el camino; pensé en
las cosas que quería mejorar de mi forma de ser y lo que
quería dejar atrás. En la cruz tuve mi momento, lance
las piedras y emprendí la bajada, la más cansada y
difícil a pié cojo, requería de toda mi atención
y esfuerzo, en un traspié sentí como se me doblaba
el tobillo derecho y las estrellas que vi, un pensamiento rápido,
sentí como si esto iba a acabar allí, pero…
por mi alivio y sorpresa cuando puse el pie en el suelo, nada parecía
haber ocurrido, todo estaba bien, parecía un milagro, quizás
la cruz do ferro me dio una ayudita. Cuando llegué a Molina
Seca me bañe en el rio, todavía atónito, el
pié derecho estaba perfecto.
Me quedaban solo 7 km para terminar el camino de 285 hechos a pata
coja, esa mañana me la tomé con mucha calma, como
saboreando cada paso, caminé junto a la pareja madrileña
y otra de franceses así hasta llegar a Ponferrada. En el
silencio del amanecer, una luz mágica se abría en
el valle, casi como un cuento de hadas. Al llegar a una cafetería
frente al castillo me fui encontrando con un montón de compañeros
de camino, para despedirme de ellos y desearles lo mejor, festejamos
mi fin de camino con alegría, les desee el buen camino y
me emocione. Me quedé todo el día en la ciudad sintiendo
como se unía a lo que había empezado hace 4 años,
años que me han hecho madurar y crecer. En el albergue vi
como llegaban los recién llegados al camino, los que paraban
como etapa, me acordé de mi primer día, me gustó.
De Khoukha Jimenez a mi
Preguntas y respuestas
¿Qué es lo más importante que has aprendido
en este camino?
El estar conmigo y respetarme.
¿Encuentro contigo?
Descubrirme cada mañana y confiar. He caminado con mi maestro
interior, se me aparecía como un pajarito cada día
al empezar andar, luego saludaba al padre sol y la madre tierra,
¡muy cálidos!
¿Qué te ha aportado caminar con tu maestro interior?
Sencillez y presencia.
¿Quieres saber lo que me ha producido el camino?
Cuando veo una injusticia algo en mi hierve, algo se manifiesta,
por suerte creo haber depositado lo que desconozco en el seno de
Montserrat, montaña sagrada.
¿El camino solo te lo ha puesto en evidencia?
Si, esto siempre ha estado en mí, pero ahora me atrevo a
decirlo.
¿Te estás haciendo más amigo de esta energía?
Si.
¿Cómo se llama esta energía?
Amigo.
¿Cómo ha sido este último tramo?
Este tramo del camino ha sido el más duro, más intenso,
más bonito y en el que más dolor he tenido y en el
que se ha producido una trasformación en mi. Cuando me llovía,
parecía que el dialogo natural era el de la tormenta y yo,
todo el resto de formas parecían estar en refugio.
La respiración consciente, el sentirme lleno de vida.
Parar la mente, dejar de pensar, dejar que esa lavadora incesante
se detuviera.
Sentir, comer, valorar los alimentos por lo que me aportan, compartir
un momento, todo fluye, reconocer lo que me rodea en cada instante
y lugar.
Sentir la importancia del agua, de beberla, saborearla e hidratarme,
somos agua.
El paisaje, el movimiento natural de cada día, el amanecer,
luego los topillos, mariposas y pájaros, al medio día
el sol clama con sus rayos, al atardecer suave cierra el día
y la luna ilumina la noche.
Luego marché a Fisterra, a despedirme de este camino, con
una excelente mariscada y bebiendo un ribeiro, hasta la próxima.
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