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El Cáncer como
desintoxicación
"ES MUY POSIBLE QUE EL CÁNCER NO SEA UNA ENFERMEDAD
CAUSADA POR UN ERROR GENÉTICO SINO QUE SE TRATE DE UN PROCESO
BIOLÓGICO DE DESINTOXICACIÓN"
por Antonio Muro
Coral Mateo -presidenta de la Sociedad Española de Homeopatía
Veterinaria- postula que lo que llamamos cáncer quizás
no sea una enfermedad sino un proceso biológico natural de
defensa que el organismo pone en marcha cuando en un momento dado,
no siendo suficientes los mecanismos habituales de desintoxicación,
decide crear tejidos nuevos -gracias a los oncogenes- a fin de desarrollar
tumores en cuyo interior depositar los residuos tóxicos para
aislarlos encapsulándolos. Los tumores, en suma, vendrían
a ser como 'cubos de basura' en los que el cuerpo deposita los desperdicios
para luego destruirlos. Y, evidentemente, si lo que postula es correcto
atacar los tumores sería un inmenso error.
Veterinaria y homeópata. Todo un desafío si de lo
que se trata es de hablar de cáncer y conseguir hacerse oír
en medio del enorme ruido que esta enfermedad produce a diario.
Sin embargo, los animales también mueren de cáncer
-y por cierto, ahora más que nunca- y su biología
sirve hasta tal punto de campo de experimentación que el
actual método científico exige desarrollar modelos
animales antes de investigar con humanos. De hecho la similitud
de sus reacciones orgánicas y la capacidad de observar de
una manera acelerada los mismos procesos patológicos que
se dan en humanos convirtieron hace décadas -a pesar de la
oposición de grupos contrarios a la experimentación
con animales- a ratones, perros, monos y otras especies en objeto
de seguimiento en laboratorio. Y desde luego nadie puede negar -aunque
a unos les importe más que a otros- la enorme deuda que la
Medicina tiene con los millones de animales que desde entonces han
muerto -y siguen muriendo- en aras de la búsqueda de soluciones
terapéuticas para las llamadas enfermedades. Así que
nadie debiera tampoco extrañarse de que los veterinarios
que trabajan directamente con ellos pudieran acabar hallando respuestas
que, valoradas con objetividad, puedan ayudarnos a entender esa
gran incógnita de nuestro tiempo que aún es el cáncer.
"He de reconocer -nos contaría Coral Mateo- que los
veterinarios tenemos una ventaja respecto de los médicos
al ser la vida de nuestros pacientes más corta. Pasan ante
nuestros ojos a cámara rápida, al igual que su enfermedad,
lo que hace más fácil el estudio. Los vemos nacer,
crecer y morir. Tenemos la oportunidad de diagnosticar y tratar
a varias generaciones de una misma familia. También podemos
observar con más facilidad el tumor, al que vemos al natural,
invadiendo un territorio que no le corresponde con el beneplácito
de un organismo que sólo da facilidades. En cambio los médicos
no tienen esa visión. El paciente humano pasa por tantas
manos que se pierden el proceso. Hasta que llega al oncólogo
que sólo ve el tumor, el anatomopatólogo un trocito
de tejido muerto y el bioquímico las moléculas. Otra
de nuestras ventajas es la oportunidad de aplicar diferentes tratamientos
a miembros de una misma familia con la misma patología. Incluso
tenemos experiencia con pacientes que sus dueños deciden
no tratar y he de reconocer que no sufren peor suerte que los tratados
quirúrgicamente y con quimioterápicos. Es más,
me atrevería a decir que viven más y mejor".
Coral Mateo es asturiana, se licenció en la Facultad de Veterinaria
de la Universidad Complutense de Madrid y es Especialista Universitaria
en Homeopatía por la Universidad del País Vasco. "Empecé
a estudiar Homeopatía -nos diría- porque estaba un
poco decepcionada de los resultados obtenidos con los medicamentos
convencionales. Demasiado antibiótico y corticoide".
Presidenta de la Sociedad Española de Homeopatía Veterinaria
Coral Mateo colabora en el curso de doctorado que sobre Homeopatía
Veterinaria se imparte en la Universidad de Zaragoza, fue profesora
y coordinadora del Máster Universitario en Homeopatía
y Salud en la Universidad del País Vasco y en la actualidad
es colaboradora de la AMHB, docente y coordinadora del grupo de
Veterinaria del Máster Universitario de Homeopatía
de la Universidad de Barcelona. Es autora, junto a José Ramón
Torre, del libro Homeopatía Veterinaria. Materia médica.
Casos clínicos y comentarios. Ha publicado numerosos artículos
en revistas científicas nacionales e internacionales. Y,
sobre todo, lleva 25 años trabajando al pie del cañón
en la Clínica Veterinaria La Playa de Gijón. Una larga
experiencia, pues, que le ha llevado a formular una atrevida hipótesis,
La Teoría del Incinerador, que reconoce al cáncer
no como un error genético sino como una solución biológica,
una respuesta natural de defensa del organismo contra agresiones
externas y que en su libro resume de la siguiente manera: "Soy
consciente del tremendo cambio conceptual que supone pero he llegado
a la conclusión de que el tumor podría formar parte
de un mecanismo de defensa y no de un burdo error genético.
Los oncogenes pueden estar presentes en todos los organismos sanos
y son los encargados de la formación del nuevo tejido, capaz
de atraer y desintegrar sustancias mortales cuya presencia no estaba
prevista y, por tanto, tampoco su eliminación; material contaminante
que circula impunemente pudiendo dañar de forma irreparable
algún órgano importante y con capacidad posterior
para desaparecer si el plan ha tenido éxito. La oncogénesis
es demasiado perfecta para ser un zafio error. Tiene carta blanca
para elegir el terreno, cheque en blanco al portador que no repara
en gastos y a las células elegidas les concede el privilegio
de la inmortalidad: vuelven a ser células madre. Sería
su último recurso, un tanto dramático y desesperado,
previo fallo de los demás mecanismos de 'descontaminación',
más sencillos y menos agresivos. Y sólo resultaría
peligroso con el tiempo si sigue creciendo pero hasta que llegue
ese momento tendrá arreglo ya que, mientras esté vivo,
el organismo no tiene otra intención que mantenerse en este
planeta el mayor tiempo posible".
Revolucionaria teoría, en suma, pero coherente con muchas
de las cosas que hemos escrito e investigado en los últimos
años en la revista. No era la primera vez que habíamos
oído especular con el hecho de que el cáncer no fuera
una aberración sino una respuesta natural. Muchos de los
argumentos de Coral Mateo encajan por ello como piezas de rompecabezas
con los de otros médicos o investigadores que han tenido
eco en esta revista. Pero nadie hasta ahora -que sepamos- la había
formulado por escrito y con tanta rotundidad. Así que decidimos
hablar con ella. Eso sí, aclaramos que cuando a lo largo
de la charla que mantuvimos con ella Coral habla de sus pacientes
se refiere siempre a animales. Habla pues desde su experiencia con
ellos -perros sobre todo- pero confía en que sus palabras
sirvan para que otros reflexionen en el mundo de la Medicina para
humanos.
-¿De verdad puede establecerse un paralelismo biológico
claro entre perros y humanos a la hora de hablar y abordar el cáncer
y otras patologías?
-Tenemos genes similares, los mismos órganos, las mismas
patologías, los mismos trastornos emocionales... Los gatos,
por ejemplo, pueden padecer anorexia nerviosa aunque nos parezca
un trastorno muy "humano" Y en lo que se refiere al cáncer
se puede extrapolar perfectamente.
-Usted afirma que la incidencia del cáncer en animales ha
aumentado de forma alarmante...
-Sí. Está claro que algo estamos haciendo mal porque
hace 25 años, cuando yo comencé con la clínica
veterinaria, la mayoría de mis pequeños pacientes
estaban más sanos. Les solían traer a la clínica
porque o bien se habían comido un corcho o un rival les había
mordido una oreja. Las patologías tenían un claro
origen y apenas utilizábamos palabras como multifactorial
o idiopático. Las alteraciones gastrointestinales solían
deberse a atracones y las dermatológicas simples a hongos
que desaparecían con una loción antimicótica
o a ácaros y pulgas que se eliminaban con un baño
antiparasitario.
En cambio ahora los problemas de piel no ceden tan fácilmente.
Son tan rebeldes que hemos tenido que cambiar el lenguaje y ahora
hablamos de Protocolo de acercamiento al manejo del paciente dermatológico
en lugar de Tratamiento. En la actualidad la mitad de nuestros pacientes
padecen enfermedades inmunomediadas y, efectivamente, la incidencia
del cáncer ha aumentado de forma alarmante. Tal vez por el
exceso de quimioterápicos -que utilizamos con buena intención
para enmascarar los síntomas-, la socorrida y nefasta medicación
sintomática -que boicotea al sufrido organismo anulando sus
reacciones defensivas y dificultando la autorreparación y
la desintoxicación- o, tal vez, que ponemos demasiadas vacunas
o que desparasitamos mucho; sin descartar el entorno que puede estar
un poco contaminado. Incluso la relación con sus dueños
puede influir si es un poco neurótica. O la dieta a base
de latas con conservantes. O todo junto.
-¿Y cómo llega a la conclusión de que el tumor
puede ser en realidad un incinerador utilizado por el organismo
para deshacerse del exceso de desechos tóxicos, creado por
el organismo cuando los mecanismos habituales de desintoxicación
están desbordados y no dan abasto?
-En la clínica veterinaria son frecuentes los cuerpos extraños
y no es raro que el organismo los aísle formando a su alrededor
un nuevo tejido. Recuerdo una vez que extirpamos un gran tumor dorsal
a un Pointer y al abrirlo me encontré con una inofensiva
espiga en el centro.
En otra ocasión nos encontramos con un tumor en una cirugía
rutinaria de ovario -histerectomía felina- en el interior
de una trompa. El tumor era pequeño y redondo, con una pequeña
muesca alrededor. Lo desdoblé y resultó ser un gatito
que al morirse dentro del útero y ante la imposibilidad de
eliminarlo el organismo de la madre puso en marcha un programa que
todos tenemos para estos casos que consiste en reducir la superficie
el máximo y a continuación calcificarlo ya que de
no hacerlo la infección posterior podría en peligro
su vida.
Es fácil de comprender pues que la formación de un
tejido nuevo, benigno, con el que el organismo encapsula un cuerpo
extraño -por ejemplo, un perdigón- es algo beneficioso
ya que el nuevo tejido recubre el plomo para separarlo del organismo
impidiendo que interactúen pero cuando el tumor es maligno
ya no tan es fácil de entender... y sin embargo es posible
que se trate de lo mismo. A veces nos encontrábamos con casos
muy curiosos, animales que habían vivido años con
sus enormes tumores y se morían al extirparlos. Y entonces
pensabas: ¿qué "hacían" esos tumores
que mantenían vivos a los pacientes? No lo sabíamos
pero lo que sí estaba claro era que tras eliminar esos tumores
las metástasis crecían sin freno. Así que una
cosa parecía clara: mientras el tumor primario permanecía
en su sitio las metástasis se mantenían dormidas.
Alguna vez pensaba: ¿y si los tumores no fueran un error?
Y como la idea parecía descabellada la olvidaba… Pero
volvía. ¿Y si fuera un mecanismo de defensa? Y así,
poco a poco, surgió la Teoría del Incinerador que
cada vez veo más acertada: la formación de un nuevo
tejido capaz de atrapar, secuestrar y desintegrar todas las moléculas
indeseables que circulan impunemente por nuestro organismo perturbando
el buen funcionamiento del mismo.
-A su juicio, a efectos de la formación de tumores, ¿son
tan importantes las sustancias tóxicas del exterior como
las generadas por nuestras emociones?
-La realidad es que nuestro organismo acumula sustancias tóxicas
tanto procedentes de nuestro exterior como generadas en nuestro
interior. Respecto a las del exterior no debemos olvidar que estamos
hechos con los elementos de la primera parte de la tabla periódica
y que existen una buena lista de sustancias cancerígenas,
elementos del resto de la tabla, en forma de residuos químicos,
metales pesados, pesticidas, etc., que contaminan nuestras casas,
nuestra ropa, el agua que bebemos, los alimentos que comemos y el
aire que respiramos, y que no son naturales. Otras procederían
de nuestro interior, las elaboramos nosotros mismos debido al estrés,
las alteraciones hormonales, la hiperactividad del sistema inmunitario,
el sufrimiento prolongado, etc. Todo ello puede llevarnos a producir
potentes sustancias químicas que dañen los tejidos.
La oncogénesis sería en tal caso un plan a seguir
por parte del organismo, previo fallo de intentos anteriores más
sencillos, más económicos y menos peligrosos como
son las eliminaciones corporales fisiológicas como la sudoración
corrosiva que daña la piel, las lágrimas que irritan
los ojos, la orina fuerte que quema la uretra o la salivación
que llaga la boca... pero también las eliminaciones patológicas.
No es de extrañar que el organismo se beneficie de la actuación
de ciertos microorganismos dejándoles reproducirse en situaciones
especiales ya que le servirían para metabolizar las peligrosas
moléculas tóxicas dando un resto de cadena más
corta, menos tóxica y más fácil de eliminar.
En la actualidad son muchas las multinacionales que utilizan microorganismos
para deshacerse del material contaminante. Incluso algunas patologías
comienza a ser tratadas con bacterias.
-Entonces usted estará en contra del tratamiento sintomático.
-Pienso que intentar anular los síntomas por sistema no es
correcto. Los síntomas no son la enfermedad sino la respuesta.
No debemos suprimir sin más un vómito o una diarrea
porque es obvio que cuando eso ocurre es porque el cuerpo está
intentado eliminar con rapidez algo que le hace daño, quizás
un contenido intestinal cáustico que está quemado
la mucosa intestinal. Ni empeñarnos en anular rápidamente
cualquier fiebre con antipiréticos ya que con ello se impide
que el organismo elabore naturalmente interferón, molécula
básica del sistema de defensa. Hay que ir más allá
y preguntarse: ¿por qué tiene ese síntoma?
Ir al origen y no anularlo sin más porque si lo hacemos estamos
boicoteando las defensas naturales. Y eso es lo que hacemos con
nosotros mismos a diario. Ni siquiera permitimos a nuestro organismo
sudar. Nos ponemos antitranspirantes aun cuando el sudor es una
sustancia corrosiva y peligrosa que puede hasta quemar la ropa y
el zapato; preferimos, absurdamente, que no salga y se quede dentro.
La consecuencia de todo ello -junto a otras muchas causas de intoxicación-
es una saturación de la capacidad normal de desintoxicación
del cuerpo que puede verse obligado a recurrir a la oncogénesis.
Ahora bien, a mi juicio el hecho de desarrollar un cáncer
sin que existan enfermedades previas podría en todo caso
deberse más a la naturaleza del paciente que a la del material
contaminante ya que el hecho de no estar nunca enfermo no significa
necesariamente estar sano. Puede, por el contrario, ser síntoma
de falta de energía, de capacidad de reacción por
parte del organismo.
-De acuerdo con su teoría, el organismo, entonces, saturado
de residuos tóxicos, no puede seguir funcionando y pone en
marcha la construcción de un órgano nuevo, un incinerador
que le permite seguir viviendo. Al menos durante un tiempo.
-Exacto. Así lo veo. Y casi podría decir que tengo
la prueba. Una gran empresa farmacéutica que apuesta por
la quimioterapia ha descubierto macromoléculas pesadas que
pueden ir directamente al tumor portando el quimioterápico.
Irían como una bala hacia la neoplasia evitando que todo
el organismo sufra los efectos demoledores de la quimio. Lo que
no estaría mal si el tumor fuera un error del organismo pero
si no lo es tendrá que volver a crear otro tumor. Y como
tras la quimio habrá quedado muy debilitado lo tendrá
más difícil. Además, con los tejidos que habría
elegido -útero, mama, próstata (tejidos no vitales)-
eliminados, en la siguiente ocasión el tejido de elección
será más noble y el tumor terminará comprometiendo
la vida. Pero, ¿es la macromolécula la que avanza
hacia el tumor o es el tumor quien atrapa la macromolécula?
Mi hipótesis es que es el propio tumor el que las atrae.
-¿Y cómo se pone en marcha la formación de
ese nuevo tejido, del tumor, de lo que los oncólogos llaman
neoplasia?
-El organismo cuenta para ello con los oncogenes. Todos los tenemos.
Son los encargados de la construcción de nuevos tejidos.
Ahora bien, la naturaleza de la neoplasia depende de la peligrosidad
del material que tenga que albergar. El nuevo tejido es a veces
tan extraño que no recuerda al tejido original del que nace
y asusta un poco observarlo. Cuando me encontré con los tumores
por primera vez, hace 25 años, tenía la sensación
de estar ante un "alien". Parecía que el tumor,
rodeado por un numeroso ejército de vasos sanguíneos,
era dueño del animal. Hoy comprendo que no es un error propio
de una mutación genética. El plan del organismo consiste
en construir un nuevo tejido -de bajo costo si es posible- que le
libre del material nocivo, moleste lo mínimo y preferiblemente
esté en un territorio no vital. Por eso mayoritariamente
los tumores aparecen en las mamas, el útero, los ovarios
y la próstata. Y por eso también jamás me he
encontrado con un cáncer primario en el corazón.
-Ciertamente es significativo que si los tumores son negativos para
la vida el sistema inmune no los combata...
-Exacto. El sistema inmunitario no los ataca, los reconoce como
propios. En el crecimiento de la neoplasia todo está perfectamente
programado. Incluso se concede al proyecto muchos privilegios. Las
células elegidas vuelven a ser eternas, privilegio que perdieron
con el nacimiento tras el que los telómeros (los brazos de
los cromosomas) se van acortando con cada división hasta
que ya no se pueden dividir más. En cambio, cuando son elegidas
para hacer un cáncer vuelven a ser inmortales.
-¿Y cómo se abastecen los tumores?
-Con la fabricación de vasos nuevos (angiogénesis
tumoral). Eso ya lo demostró el Dr. Judah Folkman en el Hospital
Infantil de Boston (EEUU). Sus colaboradores aislaron las moléculas
que hacen crecer los capilares y que son las estimuladoras de la
angiogénesis. La célula cancerosa estimula el crecimiento
de sus propios vasos sanguíneos mediante la elaboración
de tales moléculas y una vez el tumor primario está
perfectamente establecido con su generosa red de abastecimiento
empieza a trabajar atrayendo todo el material indeseable que circula
por el torrente sanguíneo para luego destruirlo con su potente
bioquímica. De hecho, el investigador en Biología
Molecular López Otin y su grupo de la Universidad de Oviedo
ya identificaron las funciones de 30 proteasas, enzimas que destruyen
proteínas, macromoléculas relacionadas con los tumores
malignos y sus metástasis. Se trata de sustancias que genera
el tumor con un alto poder de destrucción molecular.
-¿Y cuando deja de crecer el tumor primario?
-Una vez cumplido su cometido. Es decir, cuando ha destruido todo
el material tóxico con su potente bioquímica y cesa
la intoxicación. En el caso de que tenga un origen externo,
cuando se elimina la fuente de contaminación. Y en el caso
de las endotoxinas provocadas por trastornos emocionales cuando
se resuelven con la terapia adecuada y el paciente se equilibra
a nivel mental y emocional.
-¿Cómo podría llegar a desaparecer el tumor?
-El tumor primario tiene capacidad para elaborar dos tipos de moléculas:
unas que estimulan la angiogénesis y otras que la inhiben.
Luego dejando de elaborar las estimuladoras y permitiendo actuar
a las inhibidoras el tumor, en vez de crecer, se atrofia. En suma,
el tumor primario es el que da las órdenes, el que dirige
el proceso. Y además de producir moléculas que estimulan
la formación de vasos sanguíneos manda células
cancerosas al torrente circulatorio. Algo realmente singular porque
cualquier otra célula moriría pero éstas no.
Mire, un tumor del tamaño de un guisante es capaz de enviar
diariamente al torrente sanguíneo hasta un millón
de células cancerosas para que estén preparadas para
crecer en distintos lugares en caso de necesidad. Es como si preparamos
un horno crematorio principal pero tuviéramos dispuestas
diversas incineradoras más por si el primero fallara, no
fuera suficiente o quedara destruido. Esto implica pues que el tumor
primario mantiene el control directo sobre las demás células
cancerosas diseminadas por el organismo mediante los mecanismos
de inhibición-estimulación. De ahí que si el
tumor primario consigue su objetivo las demás células
diseminadas desaparezcan una vez el tumor se seca, se necrosa. Ahora
bien, ¿qué ocurre si el tumor sigue creciendo porque
el paciente sigue haciendo la misma vida, comiendo los mismos alimentos
inadecuados/tóxicos y manteniendo los mismos problemas emocionales?
Pues que el tumor sigue creciendo, llega un momento en el que invade
otros tejidos y empieza a comprometer su vida por lo que empiezan
a surgir nuevos tumores en otros sitios para intentar ayudar. ¿Y
qué se hace hoy? Extirpar de inmediato el tumor primario
ante el miedo de que al seguir creciendo pueda comprometer la vida
del enfermo pero a mi juicio se trata de un enorme error porque
cuando se hace eso el organismo lo interpreta como un fallo total,
las células cancerosas diseminadas quedan sin control y empiezan
de inmediato a desarrollarse múltiples tumores que terminan
invadiendo el organismo. Todos quienes hemos extirpado quirúrgicamente
tumores lo hemos visto en innumerables ocasiones. Se suele perder
además el mecanismo de involución, es decir, la posibilidad
de la remisión total.
-En tal caso los actuales tratamientos oncológicos -cirugía,
quimioterapia y radioterapia- constituirían un craso error...
-Ciertamente. La cirugía es agresiva y negativa por lo que
ya he explicado. Y la quimioterapia y radioterapia aún peor
porque intoxican aún más el organismo.
-Los oncólogos afirman que hay personas que se han curado
con quimio y/o radioterapia.
-Yo diría que hay personas que han logrado superar sus problemas
de salud a pesar de ello, no gracias a ello. Probablemente porque
cambiaron psicológicamente relativizando sus traumas, modificaron
su alimentación, tomaron suplementos nutricionales, ortomoleculares,
fitoterápicos u homeopáticos, dejaron de intoxicar
su organismo y potenciaron su sistema inmune, sin descartar la posibilidad
de que sus tumores estuvieran ya en retroceso.
-¿Podría alcanzarse la remisión total?
-Pienso que si un paciente cambia completamente el chip de quién
es, cuenta con apoyo psicológico, hace una alimentación
natural, elimina todas las fuentes que contaminan su organismo,
no vuelve a introducir ninguna toxina en su cuerpo y, finalmente,
deja que el organismo funcione de forma natural recupera la salud.
Al menos en la mayoría de los casos.
-Hay algo que se nos escapa: ¿cómo casan con su teoría
la leucemia, el cáncer de hueso y los tumores cerebrales?
-Los oncólogos denominan leucemia a la proliferación
de células sanguíneas inmaduras -los blastos- al reproducirse
de manera incontrolada en la médula ósea y luego acumularse
tanto en ella como en la sangre. Y de ahí que la denominen
"cáncer de la sangre". Pero, ¿es realmente
un cáncer? A mi juicio está por ver ya que me da la
sensación de que carece de sentido calificar de cáncer
cualquier multiplicación de células... supuestamente
incontrolada. En cuanto a los tumores en el cerebro me pregunto
si se trata de tumores primarios... o secundarios. En todo caso
puede explicarlos lo postulado por el doctor Ryke Geerd Hamer de
quien han hablado ustedes ampliamente en la revista. Por lo que
respecta al cáncer de huesos se trata siempre de tumores
y está constatado que la mayor parte son metastásicos,
es decir, tumores secundarios. En fin, debo decir que yo no tengo
todas las respuestas al enigma del cáncer; es obvio que habrá
que seguir estudiando para obtenerlas. Lo que sí digo es
que mi teoría es plausible y no sólo no choca con
la razón sino que a mi juicio destila sentido común.
-Una última pregunta. Usted trabaja con animales. ¿No
ha pensado pues en llevar a cabo un estudio para poder comprobar
clínicamente sus postulados? Porque lo que probablemente
no le dejasen probar con seres humanos no pueden prohibírselo
si son ellos los pacientes.
-Sí, lo he pensado y de hecho voy a proponerlo. Aunque habría
que hacerlo con animales en los que los tumores hayan aparecido
espontáneamente, sin provocarlos como se ha hecho ahora en
ratones ya que el resultado podría quedar enmascarado. Hoy
sabemos además que los roedores tienen una capacidad extraordinaria
para desintoxicarse y, por tanto, a mi juicio no es aconsejable
ni utilizarlos para estudiar la toxicidad de los medicamentos ya
que el ser humano carece de esa cualidad. Por otra parte las ratas
evolucionan tres veces más rápido que nosotros lo
que hace que se adapten con mayor rapidez a un nuevo entorno, incluido
uno más toxico. Los cánceres que vemos en perros,
en cambio, se asemejan más a los humanos que los que se inducen
en ratones de laboratorio. Podríamos pues empezar por estudiar
en ellos el cáncer de mama, dada la alta incidencia en mujeres
y su localización externa. Y por ser la especie canina la
más adecuada al tener un componente mental y emocional fácil
de comprender. La investigación podría centrarse en
hembras que hayan desarrollado ellas mismas el tumor -no inducido
por nosotros- y sin metástasis. Formaríamos cuatro
grupos. Uno que seguiría el protocolo de actuación
convencional actual que consiste en la extirpación quirúrgica
total de la cadena mamaria -incluidos los ganglios- y luego darles
quimioterapia. Un segundo grupo que se sometería a un tratamiento
quirúrgico más conservador: extirpando sólo
el tumor y sin darles quimioterapia. El tercer tratamiento sería
ya integral: físico, mental y emocional. Sin cirugía
ni quimioterapia. Y, por último, un cuarto grupo testigo
al que no daríamos tratamiento alguno. Comparando los cuatro
grupos entre sí y por separado. Tendríamos los resultados
en sólo cuatro años que son los que se corresponden
con un período de 16 años en la especie humana. Creo
que sería suficientemente significativo.
-De forma resumida y en pocas palabras: según su planteamiento
el cáncer no sería una enfermedad causada por un error
genético sino un mecanismo natural de defensa que el organismo
pone en marcha para poder desintoxicarse cuando está saturado
y los mecanismos habituales no son suficientes. Y los tumores no
serían pues algo negativo que hay que combatir como sea sino
algo enormemente positivo porque están ayudando al organismo
a sanar... salvo que la intoxicación del cuerpo continúe
y alguno llegue a ser tan grande que su crecimiento pueda afectar
al funcionamiento de algún órgano adyacente.
-Exacto. Y por eso pienso que incluso eliminar los oncogenes sería
un error ya que otros menos especializados harían alianzas
para sustituirlos haciendo igualmente el tumor pero de manera defectuosa
y más peligrosa para el organismo.
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