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Tratamiento del cáncer con ¡Bicarbonato Sódico!
por Antonio F. Muro
de Discovery DSalud
Las células cancerosas precisan de un entorno ácido para crecer y desarrollarse ya que no pueden hacerlo en un medio alcalino. Pues bien, para contrarrestar rápidamente esa acidificación un oncólogo italiano, el Dr. Tullio Simoncini, utiliza algo tan simple como ¡bicarbonato sódico diluido en agua! logrando detener así el crecimiento de los tumores. Dilución que simplemente se ingiere o bien, cuando se quiere llegar rápidamente cerca del tumor, se aplica por vía intravenosa. No sólo asevera que es efectivo sino que apenas tiene efectos secundarios. Y asegura algo más: que la principal causa del cáncer -y de la acidificación- es un hongo: la Candida Albicans.
¿Puede realmente una sustancia tan común como el bicarbonato sódico ser esencial en el tratamiento del cáncer? Lo ignoramos pero quien así lo afirma no es un médico generalista sino un oncólogo italiano llamado Tullio Simoncini (su web es www.curenaturalicancro.com ) que mientras no se pronuncie la Justicia tiene prohibido hoy ejercer precisamente por afirmarlo y tratar así a numerosos enfermos. Según asevera -y la verdad es que ahí están los testimonios de sus pacientes- con notables resultados. A pesar de lo cual es tachado por gran parte de sus compañeros de farsante... y eso que el sentido común indica que, puestos a engañar, siempre es más fácil hacerlo al amparo del sistema que enfrentándose a él, sobre todo habida cuenta de sus numerosos medios represivos: legales, corporativos, policiales y mediáticos. Claro que la opinión de Simoncini sobre lo que hacen sus colegas oncólogos tampoco es mucho mejor. "Hay que rendirse a la evidencia -afirma-. La Oncología contemporánea es incapaz de dar respuesta a los enfermos de cáncer y, por tanto, tenemos todos la obligación ética y moral de tratar de encontrar una solución correcta a la más grave y dolorosa enfermedad de nuestro tiempo".
LA CANDIDA ALBICANS, LA CAUSA ; EL BICARBONATO SÓDICO, LA SOLUCIÓN
La cuestión es que Simoncini ha llegado a la conclusión de que el cáncer es consecuencia de una infección masiva causada por hongos de la familia de la Candida. Y fundamenta su aseveración en el hecho de que está presente en la práctica totalidad de los cancerosos. Sus compañeros oncólogos reconocen que eso es así pero argumentan que si se multiplica masivamente en el organismo es a consecuencia de la bajada de defensas que provocan los agresivos tratamientos quimioterápicos. Simoncini sostiene justo lo contrario. "Mi opinión -dice- es que los hongos aparecen antes. Y son ellos los que producen cáncer, debilitan el sistema inmunitario y, finalmente, invaden todo el organismo. Cada tipo de cáncer es causado por un hongo de esa especie. Y la configuración histológica del tumor es el resultado de la reacción de defensa de un tejido contra la invasión. Con el tiempo, los tejidos se agotan y producen sólo las células indiferenciadas".
Para Simoncini el cáncer podría pues considerarse un absceso sólido en el que las colonias de hongos formarían el centro produciéndose a su alrededor la reacción celular de defensa. Forma pues parte de la corriente de investigadores -aún hoy minoritaria- que considera que el cáncer no es una enfermedad sino un mecanismo de defensa del organismo cuyo objetivo principal es mantener al ser humano con vida. Y lo que llevaría al enfermo a la muerte, por tanto, sería impedir desde fuera ese proceso curativo interno.
Debemos añadir que hoy día las enfermedades causadas por hongos son muy comunes en pacientes que tienen especialmente dañado su sistema inmune. Es el caso, entre otros, de los enfermos de Sida, de los que ingieren fármacos tóxicos (especialmente los quimioterápicos) y de los que se someten a radiaciones intensas o constantes (incluidas las sesiones de Radioterapia). También suelen aparecer en personas con diabetes y entre quienes han seguido tratamientos prolongados con antibióticos y algunos otros fármacos. Está además comúnmente aceptado que los hongos que pertenecen al género Candida pueden infectar los órganos internos y las membranas mucosas de la boca, garganta y tracto genital. Y que en las personas con el sistema inmune deteriorado puede originar infecciones crónicas. Los científicos admiten, en suma, la relación de la Candida con ciertas enfermedades. Y la de otros hongos con distintas patologías graves. Pero, curiosamente, no se habían planteado la posibilidad de que un hongo pudiera provocar cáncer. Hasta Simoncini, que está convencido de que en una situación de debilidad del organismo la Candida puede penetrar en el tejido conectivo de cualquier órgano, infectarlo y provocar la reacción defensiva del cuerpo para intentar aislarlo encapsulándolo y formando así lo que llamamos tumor canceroso. En pocas palabras, el resultado de la colonización fúngica es una reacción defensiva orgánica que trata de enquistar la colonia de hongos en el tejido conectivo del órgano invadido a través de una hiperproducción celular. Sería pues el comienzo de formación tumoral.
A partir de ese momento en un organismo inmunodeprimido -situación que se agrava con los tratamientos agresivos- y sin apenas bacterias benéficas capaces de acabar con los hongos -destruidas por los fármacos- la infección se propagaría por el tejido circundante. Pudiendo incluso llegar a otros órganos a través de las esporas reproductoras. Obviamente en este esquema mortal de respuestas inadecuadas el cuerpo se iría agotando lo que, a su vez, permitiría una mayor propagación de las colonias de hongos y su extensión sobre áreas cada vez mayores. Con lo que finalmente llegaría la muerte a pesar de las formaciones tumorales que trataron de proteger el organismo y que, creyéndose "malignas", fueron atacadas. Simoncini agrega que luego, tras la muerte del paciente, los oncólogos ven que el organismo aparece colonizado por cándida s pero creen que la infección es una "consecuencia del cáncer" en lugar de la causa.
Pues bien, Simoncini apuesta por una solución simple: ¡bicarbonato sódico ! Un producto que mucha gente no sabe que produce ¡el propio organismo! -y por tanto es inocuo en dosis no excesivas- y que permite alcalinizar el organismo al oxigenarlo y destruir indirectamente las cándidas ya que éstas necesitan para vivir y desarrollarse un terreno ácido (no está de más añadir que como la Candida Albicans se alimenta básicamente de azúcar, hidratos de carbono refinados, comidas y bebidas fermentadas -como la cerveza y otras-, vinagre y embutidos los enfermos de cáncer debieran suprimirlos de su dieta).
"La mejor manera de afrontar un cáncer -sostiene pues Simoncini- es poner los tumores en contacto con bicarbonato sódico. Tan estrechamente como sea posible. E s decir, mediante la administración oral para el aparato digestivo, enemas para el recto, duchas vaginales para la vagina y el útero, una inyección intravenosa para el pulmón y el cerebro, y la inhalación para las vías respiratorias superiores. Los senos, los ganglios linfáticos y los nódulos subcutáneos pueden ser tratados con perfusión local. En cuanto a los órganos internos pueden ser tratados con bicarbonato sódico usando catéteres adecuados situados en las arterias (del hígado, páncreas, próstata y extremidades) o en las cavidades (de la pleura o el peritoneo). Es importante tratar cada tipo de cáncer con la dosis correcta. A veces es prudente combinar diferentes administraciones. Para cada tratamiento se debe tener en cuenta que la regresión de las colonias del tumor se produce entre el tercer y cuarto día y el colapso entre el cuarto y quinto por lo que seis días de administración es suficiente. Un ciclo completo y eficaz se compone de seis días de tratamiento y seis días libres, repetido cuatro veces".
Cabe agregar que las principales ventajas del bicarbonato sódico usado de forma masiva son dos: su capacidad para penetrar profundamente en los tejidos y su poder para actuar rápidamente impidiendo cualquier posibilidad de adaptación de los hongos al producto, algo que les permite sobrevivir a la mayoría de los fármacos. "Generalmente hablando -añade Simoncini- el límite máximo que puede ser administrado en una sesión es de unos 500 centímetros cúbicos de bicarbonato sódico en una solución al 5% con la posibilidad de incrementar o disminuir la dosis un 20% en función de la masa corporal del individuo o la presencia de múltiples localizaciones.
¿Y cómo consigue esa destrucción tan rápida? Pues porque aporta oxígeno en el terreno ácido que aprovechan y crean los hongos para su expansión y supervivencia.
EL BICARBONATO Y EL PH
Examinemos ahora más detenidamente las dos partes de la ecuación de Simoncini: el bicarbonato y la Candida. El bicarbonato sódico es una sustancia producida de forma natural por nuestro páncreas con el objetivo de mantener en el organismo un equilibrio ácido-alcalino -indispensable para la vida- lo que se mide por el pH celular. El pH es un índice numérico que señala la acidez o alcalinidad relativa de una sustancia en una escala de 0 a 14 con el punto de neutralidad en 7 e indica el grado de concentración de iones de hidrógeno. Y como el pH normal de la sangre de una persona sana oscila entre 7,35 y 7,45 cuanto más se supera esta última cifra más alcalino es el pH y cuanto más baja sea más ácido es. Dicho esto hay que explicar que el que una célula tenga un pH más o menos alcalino o ácido depende del intercambio de iones de hidrógeno que tiene lugar entre el interior (citoplasma) de la célula y el exterior a través de la membrana celular. Y que tanto una acidosis como una alcalosis extremas son letales para el organismo.
Precisamente hace apenas unas semanas la comunidad científica acogía con enorme satisfacción el desarrollo de una nueva técnica de obtención de imágenes basada en la producción natural de bicarbonato sódico por nuestro organismo que podría ayudar a identificar en sus inicios una condición cancerosa y evaluar rápidamente si los tratamientos están funcionando. El método -no invasivo- utiliza la resonancia para medir en los tejidos el nivel de acidez, sello distintivo del cáncer y de otras enfermedades (como las cardiovasculares y cerebrovasculares). Y para diagnosticar patologías del riñón, trastornos inflamatorios y otras enfermedades del pulmón.
"La resonancia magnética - explicaría Kevin Brindle, del Cambridge Research Institute en la Universidad de Cambridge (Gran Bretaña) - puede recoger los niveles de pH anormales que se encuentran en el cáncer y es posible que pudiera ser usada para determinar si la enfermedad está presente y cuándo está respondiendo al tratamiento". Utilizando esta nueva técnica de resonancia magnética los investigadores esperan ver cómo actúa el bicarbonato sódico sobre el tumor marcando así la "zona de actividad cancerígena". "A través de la explotación del sistema de equilibrio natural del pH -señala Brindle - hemos encontrado un modo potencialmente seguro de medir el pH a ver qué pasa dentro de los pacientes".
En suma, un método para ver si el organismo se alcaliniza o no durante un tratamiento y conocer así si está funcionando.
Resumiendo, en nuestra sangre hay reguladores alcalinos y reguladores ácidos que vigilan el pH para intentar mantenerlo de forma constante entre 7,35 y 7,45. Cuando la sangre se vuelve muy alcalina el regulador ácido trabaja para bajar el pH y cuando la sangre se convierte en muy ácida el regulador alcalino trabaja para elevarlo. Pues bien, nuestros reguladores alcalinos son bicarbonatos (HCO3-) aparejados con minerales alcalinos. Siendo ejemplos de éstos el bicarbonato de sodio (NaHCO3), el bicarbonato de potasio (KHCO3), el bicarbonato de calcio (Ca(HCO3)2) y el bicarbonato de magnesio (Mg(HCO3)2). Siendo el principal regulador el ácido carbónico (H2CO3), producto de la reacción del agua con el dióxido de carbono.
Cabe añadir que del pH -entre otras funciones- depende la velocidad de las reacciones bioquímicas del cuerpo -actúa sobre las enzimas- y la velocidad de la actividad eléctrica. También regula la elaboración de un gran número de proteínas. Y se considera cada vez más que el aumento de estrés oxidativo lleva aparejado un pH ácido. Por todo ello los cambios intensos en el nivel de pH producen profundos efectos biológicos en forma de enfermedades o de ambiente propicio para las mismas. La Epigenética -adaptación de los genes a modificaciones medioambientales- ha comenzado a describir ya cómo los cambios en el pH -producto de factores como la dieta y/o el hábito de fumar- pueden acabar influyendo en la manera de comportarse de los genes por lo que en el pH podrían converger dos vías explicativas del cáncer: un microambiente ácido y una adaptación genética (con los hongos u otras sustancias tóxicas como elementos iniciadores de la respuesta orgánica).
EL CÁNCER SOBREVIVE EN TERRENOS ÁCIDOS
Que un terreno ácido es caldo de cultivo natural para el crecimiento de las células cancerosas no es algo nuevo. Ya el doctor Otto Warburg -Premio Nobel en 1931 por descubrir que la falta de oxígeno es un factor determinante en el inicio de todo cáncer- postuló en su libro El metabolismo de los tumores que la principal causa de cáncer es la sustitución de oxígeno en el mecanismo químico de la respiración celular por la fermentación de azúcar. Según Warburg la cancerización de las células sanas se produce cuando éstas sufren un déficit importante de oxígeno -superior al 60%- durante un largo período de tiempo. Entonces, para poder sobrevivir, cambian su patrón metabólico de producción de energía aeróbica -es decir, mediante oxígeno- por el modo primitivo de fermentación anaeróbica -sin oxígeno- de la glucosa. Y el problema es que por esta vía la célula obtiene casi 20 veces menos energía en forma de ATP -Trifosfato de Adenosina- debilitando progresivamente el organismo. Por otra parte, como los productos de desecho de la fermentación de la glucosa son el monóxido de carbono y el ácido láctico en torno al tumor se genera un área de mayor acidez propiciada por una alimentación rica en productos acidificantes, tóxicos y grasas saturadas que es, al mismo tiempo, causa de la inadecuada oxigenación de la célula.
La teoría señala que cuando el oxígeno presente en las sustancias alcalinas entra en una solución ácida captura iones de hidrógeno, aporta oxígeno y forma agua neutralizando el ácido. Y, a la inversa, el terreno ácido evita que el oxígeno llegue a los tejidos que lo necesitan. En otras palabras, una solución alcalina puede proporcionar oxígeno a los tejidos y éste es veneno para microorganismos como los hongos.
Lo que Warburg describía es hoy compartido -y ampliado- por numerosos profesionales (tanto de la salud como del mundo científico) desde Estados Unidos -es el caso de centros de investigación oncológica como el South Carolina Cancer Center y el 21th Century Oncology de Fort Myers (Florida)- hasta Europa -es, entre otros, el caso del Laxdale Institute de Stirling (Escocia) y el de la Universidad de Bari (Italia)-, incluidos investigadores españoles como Salvador Harguindey (vea en nuestra web- www.dsalud.com - lo publicado en los números 56 y 85) que hacen hincapié en la necesidad de contemplar el cáncer desde la óptica de una perturbación ácido-alcalina completamente diferente a la observada en los tejidos normales con un microambiente intersticial ácido unido a una alcalosis intracelular y advirtiendo que cuanta más alcalinización intracelular existe en las células y tejidos cancerosos mayor es la acidificación extracelular y/o intersticial intratumoral.
De hecho son muchos ya los intentos de acabar con la célula tumoral alterando el equilibrio del pH aunque hasta el momento han ido encaminados al uso de distintos medicamentos capaces de lograr una mayor acidificación intracelular en un medio extracelular más alcalino. Es el caso de investigadores mundialmente conocidos en este área como el profesor canadiense de Oncología Ian Tannock, el director de investigación celular francés Jacques Pouysségur y el ya mencionado investigador español Salvador Harguindey. Sin que ello quiera decir, por supuesto, que coincidan con la propuesta de Simoncini sobre el uso del bicarbonato sódico.
Claro que tampoco el uso del bicarbonato sódico es ajeno a la investigación ortodoxa sobre el cáncer. En la línea de mejorar la acción de los medicamentos quimioterápicos sobre las células tumorales también se ha utilizado. Entre los muchos estudios existentes cabe citar el trabajo Enhancement of chemotherapy by manipulation of tumour pH de R. J. Gillies y colaboradores en el que, entre otras cosas, se afirma: " Este informe demuestra que las células del cáncer de mama humanas MCF- 7 in vitro son más susceptibles a la toxicidad de la Doxorubicina a un pH de 7,4 en comparación con un pH de 6,8 (.) La alcalinización extracelular inducida por bicarbonato conduce a mejoras significativas en la eficacia terapéutica de Doxorubicina contra xenoinjertos en vivo de MCF- 7". Igualmente podemos citar el trabajo Dynamics of bioelectric activity of the brain and erythrocyte ultrastructure after intravenous infusion of sodium bicarbonate to oncologic patients, estudio sobre 23 pacientes con tumores malignos en diferentes localizaciones que fueron explorados antes y después de recibir una infusión intravenosa de una solución al 4'2 % de bicarbonato. "Los resultados -señala ese estudio- confirman la hipótesis de una acidosis intracelular en los pacientes con tumores malignos. Esta acidosis puede ser temporalmente evitada o disminuida artificialmente mediante alcalosis sanguínea". Por supuesto, hay muchos más artículos dedicados a estudiar el papel del bicarbonato en el cambio del pH y su influencia en distintas patologías.
EL BICARBONATO SÓDICO: UN MULTIUSOS
Para quienes se extrañen de que el bicarbonato sódico aparezca como solución dentro del arsenal terapéutico de los médicos debemos señalarles que de hecho ya forma parte importante hoy de algunos de los tratamientos e intervenciones más importantes: cetoacidosis diabética severa, reanimación cardiorrespiratoria, hemodiálisis, diálisis peritoneal, intoxicaciones tóxicas por fármacos, hepatopatías y cirugía vascular, entre otras. Así que su valor está reconocido en la práctica clínica y en los trabajos científicos. En las conclusiones del trabajo -por citar otro ejemplo- Improved resuscitation outcome in emergency medical systems with increased usage of sodium bicarbonate turing cardiopulmonary resuscitation (Mejora de resultados en los sistemas médicos de reanimación de emergencia con un incremento en el uso de bicarbonato sódico durante la resucitación cardiopulmonar)- puede leerse: "El uso más rápido y frecuente de bicarbonato sódico se asoció con un incremento de la resucitabilidad temprana y con un mejor resultado a largo plazo. El bicarbonato sódico puede ser beneficioso durante la recuperación cardiopulmonar y debe ser sometido a un ensayo clínico aleatorizado". O este otro: Sodium Bicarbonate Infusion Found to Reduce Risk of Contrast-Induced Nephropathy (La infusión de bicarbonato sódico reduce el riesgo de nefropatía inducida por contraste publicado en JAMA. Los autores concluyen: "Una infusión de bicarbonato sódico isotónico antes y después de la exposición al contraste debe actualmente ser considerada como tratamiento de elección para la prevención de nefropatía inducida por radiocontraste".
Bien, pues a pesar de ello su uso no deja de ser objeto de polémica en otras áreas: es el caso de la acidosis extrema. Así, mientras que las recientes guías Surviving Sepsis del 2008 desaconsejan el uso de bicarbonato sódico en espera de nuevas evidencias Neil A. Kurtzman, autor de Bicarbonate Therapy in Severe Metabolic Acidosis -publicado en marzo de este año-, señala que el 86% de los nefrólogos y dos terceras partes de los profesionales de cuidados intensivos utilizan bicarbonato sódico en pacientes con acidosis láctica buscando alcanzar un pH de 7'2 (aunque se aclare que debe ser una terapia individualizada por no estar exenta de peligro en esos casos).
En todo caso el hecho de que exista controversia no impide que hoy se siga trabajando y estudiando la aplicación clínica del bicarbonato sódico en muchas áreas médicas, luego ¿por qué negar a priori esta posibilidad en el cáncer? Si está demostrado que el bicarbonato sódico, como solución alcalina, proporciona oxígeno -letal para muchos microorganismos ácidos- a los tejidos, que de acuerdo a la ciencia más ortodoxa puede ayudar a los fármacos quimioterápicos a mejorar la acción tumoral y que resulta muy útil en diversas y graves patologías, ¿por qué descalificar a Simoncini tan alegremente? Que sepamos aún no se ha realizado ningún estudio que enfrente a un quimioterápico con una solución de bicarbonato sódico bajo las condiciones de tratamiento propuestas por el oncólogo italiano. Y una vez más surge la gran pregunta: ¿no será que no se hace porque nadie está interesado en gastarse millones de euros en confirmar las posibilidades de un producto no patentable?
EL CÁNCER, UN MECANISMO DE ALARMA Y DEFENSA
Lo cierto es que si obviamos que los hongos sean los causantes exclusivos de las reacciones tumorales y aceptamos que son sólo un factor más (junto a algunos virus, numerosos productos químicos tóxicos, las radiaciones electromagnéticas, etc), el planteamiento de Simoncini entronca con quienes presentan el cáncer como un mecanismo de defensa del organismo.
Así, el doctor Robert O. Young, microbiólogo, creador del concepto new biology (nueva biología) y autor de El milagroso pH, tras analizar durante más de 30 años muestras de sangre con un microscopio de contraste comparte básicamente los postulados de Simoncini. Y es que éste no duda en afirmar: "El cáncer no es una enfermedad sino un efecto o síntoma provocado por los ácidos metabólicos que se crean en la sangre y, a continuación, son arrojados a los tejidos. Simplemente sugiero que el cáncer no es una mutación de la célula sino un fluido ácido que corrompe las células que componen nuestros tejidos y órganos".
Young plantea que el organismo, en los procesos de obtención de energía, genera sustancias metabólicas ácidas como productos de desecho que, si no se eliminan, pueden provocar graves problemas. "Cuando los productos de desecho del metabolismo o ácidos -explica- no se eliminan mediante la orina, la respiración, la sudoración o la defecación a fin de proteger la sangre el cuerpo los deposita en los tejidos para que luego los elimine el sistema linfático. Pero cuando éste es incapaz de eliminar todos debido a la falta de ejercicio y a una deficiente hidratación alcalina el cuerpo comienza a deteriorarse y pudrirse al igual que un plátano. En pocas palabras, sin acidez no hay malestar o enfermedad y no puede haber tejidos cancerosos". Por lo que entiende que el tumor no es pues el resultado de una enfermedad sino todo lo contrario: "Un tumor es un mecanismo protector del órgano utilizado para encapsular células dañadas o envenenadas por el exceso de ácido que no se ha eliminado a través de la micción, el sudor, la respiración o la defecación".
Young sostiene que el tejido canceroso o tumor es, en suma, la expresión de un estilo de vida inadecuado y una dieta acidificante. Y la solución está por tanto en llevar un estilo de vida más sano y seguir una dieta alcalina rica en frutas y verduras. "Cuando nos convertimos en personas débiles debido a un estilo de vida y unos hábitos dietéticos pobres -afirma- comenzamos a retener los ácidos del metabolismo en nuestros tejidos y órganos, y empezamos a enfermar y morir. Cuando seguimos un estilo de vida alcalino y una dieta alcalina comenzamos a eliminar adecuadamente los ácidos metabólicos de nuestros tejidos y órganos, y podemos vivir una vida larga y saludable libre de malestar y enfermedades".
Una visión que comparte Shang Whang, investigador japonés que ha trabajado profundamente en el poder curativo del agua alcalina y que por ello fundó la empresa Alkalife Inc. "La investigación sobre cáncer debería haberse empezado estudiando cómo cambian las células cancerosas cuando pasan de un medio ácido a uno alcalino. ¿Por qué no se ha hecho? Quizás porque la idea es demasiado sencilla y la medicina occidental no entiende la influencia del pH en nuestro cuerpo. Por eso se buscan soluciones muy complicadas a las que se destinan enormes fondos. Sin embargo, hasta hoy eso sólo ha conducido a la elaboración de medicamentos caros y complicados tratamientos que, a su vez, dan lugar a efectos secundarios que requieren más investigación y más fármacos".
En suma, Whang entiende que para mantener la salud el organismo debe estar en condiciones de eliminar todas las células muertas (por causas naturales o medioambientales). Y como éstas son ácidas se requieren minerales alcalinos o bicarbonato para neutralizarlas y/o eliminarlas en condiciones de seguridad. Apareciendo la enfermedad cuando no se pueden eliminar. "El bicarbonato -explica Whang- neutraliza el exceso de ácido en la sangre y mantiene un saludable pH. Y la ciencia médica ha descubierto que a medida que envejecemos perdemos de modo notable bicarbonato en la sangre a partir de los 45 años. Y de hecho tal es la edad media a la que comienzan a aparecer los signos de diabetes, hipertensión, colesterol alto, osteoporosis, artritis, cálculos renales, migrañas e, incluso, el cáncer. La disminución de bicarbonato en sangre es la causa del envejecimiento fisiológico. Y si pudiéramos cargarla de bicarbonato -como un cargador llena de electrones una batería- ayudaríamos al cuerpo a mantenerse con buena salud y vivir más tiempo".
Mencionemos finalmente a la doctora Dana-Flavin-Köning. Ésta, que comenzó sus estudios sobre la biología del cáncer trabajando como Science Assistant en el Associate Bureau Director for Toxicology de la FDA, terminaría c on el paso de los años fomentando desde la Foundation for Collaborative Medicine and Research la aplicación de tratamientos convencionales y complementarios -sobre todo nutricionales- en los casos de cáncer. Y no ha dudado en pronunciarse sobre lo que hablamos: "El doctor Simoncini -escribió en un e-mail citado por el Cancer Free Newsletter de agosto del 2007- está revirtiendo cánceres introduciendo una solución al 5% de bicarbonato sódico en la arteria. Seis días sí, seis días no. Y a las cuatro sesiones los tumores desaparecen. De mama, páncreas, colon, cerebro, pulmón, etc. También trata carcinomas peritoneales con terapias intraperitoneales. Afirma que es porque se deshace de los hongos. Yo creo que también es porque añade oxígeno extrayendo hidrógeno así como creando un entorno que no es aceptable para los hongos. Los tumores odian el oxígeno y lo mismo sucede con los hongos ".
EL PAPEL DE LA CANDIDA ALBICANS
Para terminar hablemos de la Candida Albicans. Se trata de un hongo -al que también se achaca la candidiasis- que habita sin problemas en el ser humano estando habitualmente presente en la piel y en la mucosa del tracto digestivo, genitourinario y respiratorio controlado por las bacterias benéficas que tenemos en el intestino lo que impide que prolifere en demasía. Bacterias que constituyen de hecho la primera línea de defensa del sistema inmune y que además de producir vitaminas como la biotina, colaboran con los ácidos biliares para extraer y absorber el máximo nivel de minerales de los alimentos. Incluso se piensa que pueden destruir las células cancerosas. Pues bien, esas bacterias benéficas se alimentan, entre otros microorganismos, de la Candida Albicans. Y, por tanto, cuando las poseemos en cantidad suficiente nuestro sistema digestivo funciona correctamente y además esos hongos no pueden proliferar. El problema es que esas bacterias benéficas están hoy día siendo destruidas con mucha facilidad. Para empezar, por los fármacos -especialmente los antibióticos- que con tan absurda frecuencia se ingieren. Pero también por los numerosos alimentos acidificantes de la dieta, entre los que destacan el azúcar, los hidratos de carbono refinados (pasta, dulces, pasteles, etc), las comidas y bebidas fermentadas -como la cerveza y otras-, el vinagre, los embutidos y la carne roja, el alcohol y la cafeína.
Ya en el estudio Mucosal Damage and Neutropenia Are Required for Candida albicans Dissemination de Gerald B. Pier y colaboradores publicado en PLoS Pathogens en enero de este año se señala: "Candida Albicans es un hongo que vive agresivamente en el tracto gastrointestinal (GI) de los seres humanos. En los pacientes con cáncer y en los pacientes sometidos a trasplante de médula ósea, sin embargo, los fármacos contra el cáncer que se administran también causan el efecto de suprimir el sistema inmunitario. Los tratamientos permiten a la Candida Albicans difundirse por la sangre y otros órganos provocando graves enfermedades. Hemos encontrado que podemos colonizar el tracto gastrointestinal de ratones con Candida Albicans y, a continuación, suprimir el sistema inmune con fármacos contra el cáncer para determinar qué componentes del sistema inmune innato (neutrófilos, linfocitos, macrófagos o la integridad del tracto gastrointetsinal) son fundamentales para la prevención de la extensión de la Candida Albicans desde el tracto gastrointestinal. Y nos hemos encontrado con que la reducción de los neutrófilos así como los daños en el tracto gastrointestinal son necesarios para causar una infección sistémica con Candida Albicans".
Es decir, resulta que es necesaria la ausencia de neutrófilos para el desarrollo de las infecciones por Candida. Lo que de alguna manera apoya el planteamiento de Antonio Brú sobre el desarrollo tumoral (vea en nuestra web- www.dsalud.com - lo publicado en los números 65, 74 y 102). Es más, los planteamientos de Simoncini encajan con los de Brú ya que la neutropenia parece permitir la infección y el desarrollo del tumor lo que Brú propone combatir con neutrófilos, enormemente resistentes al ácido.
Además si los planteamientos de Simoncini son ciertos y factores externos como la dieta ácida, los tóxicos medioambientales, el uso de fármacos y las variaciones fisiológicas internas pueden causar un debilitamiento tal del organismo que se permita una expansión anormal de los hongos y sus consecuentes infecciones capaces de crear un ambiente ácido o de aprovecharse de él entonces los quimioterápicos y la radiación no hacen sino fomentar las infecciones fúngicas al tiempo que destruyen la débil respuesta del organismo en forma de tumores creados para aislar hongos, tóxicos metabólicos o tóxicos externos.
Visto lo visto, ¿cree aún el lector que el uso de bicarbonato sódico bajo control médico en casos de cáncer no se justifica sobradamente cuando sea preciso? ¿Le parece razonable que al doctor Simoncini se le haya prohibido ejercer por defender este planteamiento?
Dana Flavin decia: "Sonrío y pienso qué fácil ha hecho Dios las cosas y lo complicado que le han interpretado".
Antonio F. Muro
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