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Extraños petroglifos en la costa atlántica,
¿huellas de una civilización desaparecida?
por Pablo Novoa Álvarez
El autor de este trabajo ha descubierto en el último año
una serie de extraños petroglifos con idénticos símbolos
en Galicia, Portugal y las Islas Canarias. Dichos grabados, desconocidos
hasta el momento por la arqueología, podrían constituir
una prueba sobre la existencia de una civilización que habitó
la costa atlántica hace miles de años.
Hace algunos años me encontraba visitando unos petroglifos
en el ayuntamiento de O Incio (Lugo), concretamente a orillas del
embalse de Vilasouto. Después de inspeccionar la parte alta
de una roca, en la que destaca un grabado de aspecto humano, decidí
explorar sus alrededores. Enseguida me llamaron la atención
una serie de pequeños afloramientos pizarrosos casi a ras
de suelo, en los que se apreciaban unas líneas realizadas
por el hombre primitivo, pero que no configuraban ningún
tipo de figura. Parecían una especie de antiguo alfabeto,
pues las líneas se entrelazaban unas con otras. Quedé
bastante perplejo por el descubrimiento, pues en los veinticinco
años que llevo investigando el arte rupestre en el noroeste
de la Península Ibérica nunca había visto nada
igual. Como era primavera, el embalse estaba a rebosar, lo que dificultaba
mis pesquisas. De todos modos hallé algunos afloramientos
cercanos a la orilla del embalse, en los cuales se apreciaban el
mismo tipo de grabados. Durante meses busqué referencias
sobre estas «marcas» en revistas y libros especializados,
sin encontrar siquiera una mínima pista. En el verano de
2006, aprovechando la sequía –y los consiguientes incendios
forestales– que asoló Galicia, me acerqué de
nuevo al embalse de Vilasouto. Como cabía esperar se encontraba
bajo mínimos, así que comencé a deambular por
la zona. No tardé demasiado en encontrar nuevos petroglifos
con los misteriosos grabados. Además, conseguí ubicar
centenares de pequeñas piedras pizarrosas, las cuales medían
desde los cinco hasta los cuarenta centímetros, y que tenían
inscritas una especie de símbolos repetitivos. Regresé
a la zona en varias ocasiones, realizando nuevos descubrimientos,
lo que me llevó a plantearme la posibilidad de que dichos
signos pudieran formar parte de una especie de milenario alfabeto
utilizado por un pueblo desconocido. Pero tan interesante como lo
anterior es la presencia en los alrededores del embalse de piedras
de pequeño tamaño, grabadas con estilizadas figuras
humanas y de animales, así como otro tipo de llamativas figuras
antropomorfas que podrían exaltar la imaginación de
los estudiosos que defienden osadas teorías sobre la visita
de seres extraterrestres a nuestro planeta en la antigüedad.
También descubrí algunas piedras trabajadas y perforadas,
que en un principio tomé por herramientas. Sin embargo, pronto
descarté esta idea debido a la poca dureza del esquisto y
porque algunas de ellas estaban perforadas o tenían forma
de ídolos. Quizá, quien sabe, tuvieran algún
tipo de función mágico-religiosa. Charlando con los
escasos moradores del lugar, un vecino me confesó que antes
de construirse el embalse, a principios de los años 60, cuando
él todavía era un niño, debajo de un gran farallón
que hoy está parcialmente inundado había una cueva
cuyas paredes interiores estaban grabadas con extrañas figuras
y «letras». A mediados de 2007 volví a Vilasouto,
en esta ocasión acompañado de dos geólogas,
Carmen Casares y Matilde Terán, para que hicieran una primera
valoración sobre el terreno y determinar así la antigüedad
de las manifestaciones arqueológicas que había encontrado
tiempo atrás. Después de una detenida exploración,
las expertas concluyeron que los grabados podían tener miles
de años, sobre todo por el aspecto de los surcos que conforman
los extraños símbolos. Ambas geólogas también
expresaron su convencimiento de que las «marcas» semejaban
algún alfabeto o código escrito. Del mismo modo, Carmen
fue enfática al señalar que ella no había visto
grabados de ese tipo en ningún lugar de arte rupestre de
los que ha visitado en el noroeste de la península.
DESCUBRIMIENTOS EN PORTUGAL
Pero
la historia no termina aquí. El pasado mes de junio de 2007
me visitaron en mi domicilio de Vigo dos buenos amigos, los profesores
de Arqueología de la Universidad Nacional de Colombia Guillermo
Múñoz y su esposa Judith Trujillo. El primero, además
de uno de los más importantes especialistas mundiales en
arte rupestre, es el presidente del GIPRI (Grupo de Investigación
de la Pintura Rupestre Indígena de Colombia). Ambos arqueólogos
debían viajar días después a la población
portuguesa de Macao para encontrarse con sus colegas del Instituto
de Arte Rupestre de dicha ciudad, así que me invitaron a
acompañarlos. Acepté gustoso. Pretendía enseñarles
a los especialistas de este centro de investigación fotografías
de mis expediciones arqueológicas por África y América
y, por supuesto, de los extraños petroglifos del ayuntamiento
de O Incio. En la pequeña y acogedora población de
Macao fuimos recibidos calurosamente por el director y profesores
del Instituto. Allí conocimos a investigadores de todas las
partes del mundo que se encontraban realizando diversos estudios
en la prestigiosa institución. Tuve la oportunidad de intercambiar
descubrimientos con expertos de Túnez, Marruecos, Italia,
Francia o Portugal, y a todos ellos les mostré imágenes
de los enigmáticos grabados de O Incio. Se mostraron muy
sorprendidos, aparte de confesarme que nunca habían visto
manifestaciones arqueológicas similares. Después de
dos días de estancia en Macao, aproveché para conocer
los impresionantes megalitos del Alentejo portugués. Muy
cerca de la frontera con España se encuentra la hermosa población
de Castelo de Vide, en cuyos alrededores
se localiza la mayor concentración de monumentos megalíticos
de Portugal. En pleno ocaso visité el menhir más alto
de la Península Ibérica. El monumento, de siete metros
de envergadura, proyectaba una sombra de unos cincuenta que terminaba
junto a un muro de piedras de esquisto. Decidí recorrer su
silueta con la intención de tomar algunas instantáneas,
momento en el que me fijé en un detalle sorprendente: varias
de las piedras del muro tenían inscritas unas líneas
iguales a las que había ubicado en el embalse de Vilasouto.
A pesar de la escasa luz, localicé más guijarros con
parecidos símbolos. Sólo tuve tiempo de tomar algunas
fotografías, que posteriormente comparé con las imágenes
que tenía de los grabados de O Incio. La conclusión
es que ambas muestras arqueológicas parecían pertenecer
a un mismo pueblo. Curiosamente, los petroglifos de los dos lugares
están grabados en piedras de esquisto o pizarra. Días
después envié las fotografías de las insculturas
cercanas al menhir de Castelo de Vide a los arqueólogos del
Instituto de Arte Rupestre de Macao. Me contestaron que dichos petroglifos
suponían una novedad importante para el arte rupestre del
país luso, pues se desconocía su existencia.
CANARIAS: LOS PETROGLIFOS DE GARAFÍA
La
concatenación de casualidades continuó, pues unos
meses después de mi «incursión» en Portugal
viajé a la isla canaria de La Palma para ofrecer una charla
sobre mi último libro, Mis experiencias en el mundo mágico
de la arqueología (Corona Borealis). Por supuesto, aproveché
la estancia para visitar los maravillosos parques arqueológicos
de arte rupestre en la «isla bonita». Pero por encima
de todo me interesaba fotografiar unos monolitos con grabados circulares
situados en el Municipio de Garafía. Después de una
hora de recorrido por hermosos parajes llegué a un barranco
semidesértico. A unos centenares de metros reconocí
el lugar que hasta el momento sólo había visto en
libros y revistas. Como es mi costumbre, en primer lugar inspeccioné
los alrededores, fijándome en las piedras del suelo y en
las que forman los muros que separan los antiguos campos agrícolas.
Sorprendentemente localicé más de cincuenta rocas
que tenían grabadas líneas o dibujos esquemáticos
similares a los de Galicia y Portugal. Regresé al hotel presa
de una gran excitación, pues no me podía creer que
gracias a la «casualidad» hubiera realizado un nuevo
descubrimiento. En estos momentos me encuentro preparando un estudio
sobre los grabados de Galicia, Portugal y Canarias, alejadas cientos
de kilómetros unas de otras y, en el caso de los de la isla
de La Palma, con el Atlántico por medio. Estos descubrimientos
también me han llevado a retomar una investigación
que inicié hace veinte años: el porqué de la
existencia de grabados circulares, meandriformes y laberintiformes
por toda la cornisa Atlántica, desde Galicia a las Islas
Británicas, pasando por algunas zonas de Portugal, Canarias,
Angola, Sudáfrica, costas de Brasil, Venezuela y algunos
lugares de Norteamérica. Pero éste sería otro
reportaje que nos llevaría muy lejos…
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