|
El negocio de matar de
hambre
Es necesario cambiar radicalmente la política alimentaria
¡YA!
por GRAIN
Desde hace varios meses, una verdadera tormenta por el alza del
costo de los alimentos en todo mundo le ha caido a familias, gobiernos
y medios de comunicación. El precio del trigo aumentó
130% en el último año.[1] El del arroz se duplicó
en Asia, tan solo en los últimos tres meses,[2] al tiempo
que alcanzó aumentos récord en el mercado de futuros
de Chicago hace apenas una semana.[3] El aumento en espiral del
costo del aceite comestible, de frutas y verduras, sin mencionar
los lácteos y la carne, ha provocado una disminución
del consumo de los mismos durante casi todo el año 2007.
Desde Haití hasta Camerún, pasando por Bangladesh,
la gente se ha lanzado a las calles llevada por la rabia de no poder
ya comprar alimentos. Hay dirigentes mundiales que reclaman más
ayuda alimentaria ante el temor de una agitación política,
así como más fondos y tecnología para aumentar
la producción agrícola. Mientras, los países
exportadores de cereales cierran sus fronteras para proteger sus
mercados internos, a la vez que otros se ven forzados a comprar
por el pánico a la escasez. ¿Auge de precios? No.
¿Escasez de alimentos? Tampoco. Nos encontramos en medio
de un colapso estructural, consecuencia directa de tres décadas
de globalización neoliberal.
El sector agrícola tuvo en todo el mundo una producción
récord de 2.300 millones de toneladas de granos en 2007,
un 4% más que el año anterior. Desde 1961, la producción
mundial de cereales se ha triplicado, mientras que la población
se ha duplicado. Es cierto que las reservas están en el nivel
más bajo de los últimos 30 años.[4] Pero, en
resumidas cuentas, se produce suficiente cantidad de alimentos en
el mundo. Sin embargo, no llega a quienes los necesitan. La gente
consume directamente menos de la mitad de la producción mundial
de granos. La mayor parte de esa producción se utiliza para
consumo animal y cada vez más para biocombustibles a través
de cadenas industriales en gran escala. De hecho, una vez atravesada
la fría cortina de las estadísticas, es posible darse
cuenta de que algo está fundamentalmente mal con nuestro
sistema alimentario. Hemos permitido que los alimentos sean transformados
de algo que alimenta a las personas y les asegura el sustento, en
una simple mercancía para la especulación y los negocios.
La lógica perversa de este sistema ha llegado a un punto
crítico. Salta a la vista la manera en que beneficia a los
inversionistas por sobre las necesidades alimenticias de la gente.
Las realidades del mercado
Los promotores de las políticas que han dado forma al actual
sistema mundial alimentario –y que supuestamente son los responsables
de evitar tales catástrofes– han ofrecido una serie
de explicaciones sobre la crisis actual que todo el mundo ya ha
escuchado una y otra vez: la sequía y otros problemas que
afectan las cosechas, aumento de la demanda en China e India donde
la gente aparentemente se está alimentando más y mejor,
cultivos y tierras que se reconvierten masivamente hacia la producción
de agrocombustibles, y demás explicaciones. Agreguen a esto
la actuación de los especuladores que inflan los precios,
lo cual también está siendo objeto de mayor indagación.
Todos estos asuntos, obviamente, contribuyen a la actual crisis
alimentaria. Pero no son totalmente responsables de su profundidad.
Hay algo más importante detrás. Algo que une todos
estos temas y que los popes del mundo de las finanzas y el desarrollo
están manteniendo fuera de la discusión pública.
Nada de lo que dicen los nerds que formulan las políticas
debe opacar el hecho de que la actual crisis alimentaria es el resultado
de la presión permanente ejercida desde la década
de 1960 hacia el modelo agrícola de la “Revolución
Verde”, y de la liberalización del comercio y las políticas
de ajuste estructural impuestas a los países pobres por el
Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, desde la década
de 1970. Estas recetas de políticas fueron reforzadas a mediados
de la década de 1990 con el establecimiento de la Organización
Mundial del Comercio y, más recientemente, a través
de un fárrago de acuerdos bi-laterales de libre comercio
y de inversión. Junto con todo un paquete de otras medidas,
han desmantelado de manera implacable los aranceles y otros instrumentos
que los países en desarrollo tenían para proteger
su producción agrícola local, y los forzaron a abrir
sus mercados y tierras a los agronegocios mundiales, a los especuladores
y a las exportaciones de alimentos subsidiados provenientes de los
países ricos. En ese proceso, las tierras fértiles
fueron reconvertidas de la producción de alimentos para abastecimiento
de un mercado local a la producción de commodities mundiales
para la exportación o cultivos de contra estación
y de alto valor para abastecer los supermercados occidentales. Hoy,
aproximadamente el 70% de los llamados países en desarrollo
son importadores netos de alimentos.[5] Y de las 845 millones de
personas con hambre en el mundo, 80% son pequeños agricultores
y agricultoras.[6] Si a esto se le agrega la readecuación
del crédito y los mercados financieros para crear una enorme
industria de la deuda, sin control sobre los inversionistas, la
gravedad del problema queda clara.
La política agrícola ha perdido total el contacto
con su objetivo más fundamental de alimentar a la gente.
El hambre lastima y la gente está desesperada. El Programa
mundial de alimentos de Naciones Unidas estima que hay unas 100
millones de personas más que no pueden comer debido al espectacular
alza de precios reciente.[7] Esto tiene a los gobiernos buscando
frenéticamente cómo protegerse del sistema. Los afortunados
que tienen existenciaspara exportar están retirándose
del mercado mundial para separar sus precios internos de los astronómicos
precios internacionales. Con el caso del trigo, la prohibición
de exportarlo o las restricciones aplicadas en Kazajstán,
Rusia, Ucrania y Argentina, significa que un tercio del mercado
mundial ha sido clausurado. La situación con el arroz es
aún peor. China, Indonesia, Vietnam, Egipto, India y Camboya
han prohibido o restringido severamente las exportaciones, dejando
unas pocas fuentes de suministro para la exportación, principalmente
Tailandia y Estados Unidos. Países como Bangladesh ni siquiera
pueden comprar el arroz que hoy necesitan debido al alto precio
del mismo. Después de que el Banco Mundial y el FMI aconsejaran
durante años a los países que un mercado liberalizado
les aportaría mayor eficiencia en la producción y
distribución de alimentos, los países más pobres
del mundo se encuentran inmersos en una intensa puja contra especuladores
y comerciantes, que están viviendo una verdadera época
de bonanza. Los fondos de cobertura y otras fuentes de fondos especulativos
están volcando millones de dólares a los commodities,
para escapar de los resbaladizos mercados de valores y de la contracción
del crédito; con ello alejan aún más las existencias
de alimentos del alcance de los sectores pobres.[8]
De acuerdo con algunas estimaciones, los fondos de inversión
controlan ahora entre el 50% y el 60% del trigo comercializado en
los más grandes mercados mundiales de commodities.[9] Una
empresa estima que el monto de dinero especulativo en futuros de
commodities –mercados en los que los inversionistas no compran
o venden un commodity tangible, como el arroz o el trigo, sino que
apuestan a las variaciones del precio– fue menor a US$ 5.000
millones en 2000 y trepó a US$ 175.000 millones en 2007.[10]
Esta situación no es accidental –y sus efectos son
insostenibles. Miren a Haití. Pocas décadas atrás
se autoabastecía de arroz. Pero las condiciones de los préstamos
externos, en particular un programa del FMI de 1994, lo forzó
a liberalizar su mercado. Así, desde Estados Unidos comenzó
a llegar arroz barato, con el apoyo de subsidios y corrupción,
y la producción local fue erradicada.[11] Ahora los precios
del arroz aumentaron un 50% desde el año pasado, y el haitiano
medio no puede comerlo. Por esta razón están saliendo
a las calles o arriesgando sus vidas en un viaje en bote hasta los
Estados Unidos. Las protestas por la crisis alimentaria también
han estallado en África Occidental, desde Mauritania hasta
Burkina Faso. También allí los programas de ajuste
estructural y el dumping de la ayuda alimentaria destruyeron una
larga historia de producción de arroz de la región,
dejando a la gente a merced del mercado internacional. En Asia,
el Banco Mundial aseguró reiteradamente a Filipinas, incluso
hasta el año pasado, que autoabastecerse de arroz era innecesario,
y que el mercado mundial se haría cargo de sus necesidades.[12]
En la actualidad el gobierno se encuentra en una situación
desesperada. Las reservas nacionales de arroz subsidiado están
prácticamente agotadas y no puede completar sus pagos por
importaciones debido a que los precios solicitados por los comerciantes
son demasiado elevados.
El hambre como asesinato
Nunca como ahora ha resultado tan obvia la cruda verdad sobre quién
gana y quién pierde en nuestro sistema alimentario mundial.
Analicemos el elemento más básico de la producción
de alimentos: la tierra. Podría decirse que el sistema alimentario
industrial sufre de una drogodependencia de fertilizantes químicos.
Necesita más y más para mantenerse vivo, erosionando
suelos con el costo de destruir su potencial de sustentar cultivos
alimenticios. Entre 1992 y 2003, la utilización de fertilizantes
aumentó un 3% anual en la región Asia-Pacífico,
mientras que, como resultado, el rendimiento del principal cultivo
al cual se aplicaron, el arroz, sólo creció un 0,7%
por año. En el contexto actual de ajustadas existencias de
alimentos, la pequeña camarilla de empresas que controlan
el mercado mundial de fertilizantes puede cobrar lo que quiera –y
eso es exactamente lo que está haciendo. Las ganancias de
Mosaic Corporation, empresa de Cargill que controla gran parte de
la oferta de potasa y fosfato, aumentaron más del doble el
año pasado.[13] La mayor empresa productora de potasa del
mundo, Potash Crop, de Canadá, obtuvo más de mil millones
de dólares de ganancias, lo que equivale a más de
un 70% con relación a 2006.[14] Enfrentados al pánico
de la crisis mundial, los gobiernos han comenzado a desesperarse
por aumentar sus cosechas, con lo cual le han dado a esas empresas
la potestad de subir aún más la apuesta. En abril
de 2008, la filial comercial offshore conjunta de Mosaic y Potash
aumentó los precios de la potasa en un 40% para los compradores
del sudeste asiático y en un 85% para los de América
Latina. India tuvo que pagar un 130% más que el año
pasado. Pero fue China quien se llevó la peor parte, fustigada
con un alza de un 227% en su cuenta de fertilizantes con respecto
al año anterior.[15]
Tabla 1. Aumento de las ganancias de algunas de las principales
empresas de fertilizantes del mundo
Compañía |
Beneficios
2007 (US$) en millones |
Aumento
con respecto a 2006 |
Potash Corp (Canadá) |
$1.100 |
72% |
Yara (Noruega) |
$1.116 |
44% |
Sinochem (China) |
$1.100 |
95% |
Mosaic (EEUU) |
$
708 |
141% |
ICL (Israel) |
$
535 |
43% |
K+ S (Alemania) |
$
420 |
2.8% |
Si bien se está haciendo mucho dinero con los fertilizantes,
para Cargill es tan solo un negocio secundario. Sus mayores ganancias
provienen del comercio mundial de commodities agrícolas,
el cual monopoliza en gran parte junto con algunas otras empresas
gigantes. El 14 de abril de 2008, Cargill anunció que las
ganancias que había obtenido del comercio de commodities
en el primer trimestre de 2008 aumentaron un 86% con respecto al
mismo periodo del año anterior. “La demanda de alimentos
en las economías en desarrollo y de energía en todo
el mundo está haciendo crecer la demanda de los productos
agrícolas, a la vez que la inversión se ha enfocado
en los mercados de commodities”, declaró Greg Page,
presidente de Cargill y uno de sus principales ejecutivos. “Los
aumentos de los precios están alcanzando nuevas marcas y
los mercados son extraordinariamente volátiles. En este contexto,
el equipo de Cargill ha realizado un trabajo excepcional midiendo
y evaluando el riesgo de los precios y manejando el enorme volumen
de granos, semillas oleaginosas y otras commodities que circulan
por nuestras cadenas de suministros para clientes de todo el mundo”.[16]
La administración y la evaluación no son tan difíciles
para una compañía como Cargill, con su posición
casi monopólica y un equipo mundial de analistas que tiene
las dimensiones de un organismo de las Naciones Unidas. En realidad,
todos los grandes comerciantes de granos están logrando ganancias
récord. Bunge, otro gran comerciante de alimentos, en el
último trimestre fiscal de 2007 tuvo un aumento en sus ganancias
de 245 millones de dólares, o 77%, con respecto al mismo
periodo el año anterior. ADM, el segundo mayor comerciante
de granos del mundo, experimentó un aumento del 65% en sus
ganancias de 2007, llegando a un récord de 2.200 millones
de dólares. Charoen Pokphand Foods, de Tailandia, es una
importante empresa asiática; para este año anuncia
un aumento impresionante de sus ingresos, que calcula en 237%.
Tabla 2. Aumento de las ganancias de algunos de los principales
comerciantes mundiales de granos
Compañía |
Beneficios
2007 (US$)
en millones |
Aumento
con respecto a 2006
|
Cargill (Canadá) |
$ 2.340 |
36% |
ADM (EEUU) |
$
2.200 |
67% |
ConAgra (EEUU) |
$ 764 |
30% |
Bunge (EEUU) |
$
738 |
49% |
Noble Group
(Singapur) |
$
258 |
92% |
Marubeni (Japón) |
$
90* |
43%* |
No está en esta lista Louis Dreyfus (Francia), un comerciante
privado de commodities agrícolas, con ventas anuales que
superan los US$ 22.000 millones, que no aporta información
acerca de sus ganancias.
* Los datos son solo de la sección Agri-Maine de Marubeni
Las grandes firmas mundiales procesadoras de alimentos, algunas
de las cuales actúan además en la comercialización,
también se están llenando los bolsillos. Las ventas
mundiales de Nestlé crecieron un 7% el año pasado.
“Lo veíamos venir, así que nos protegimos comprando
materias primas por anticipado”, dice François-Xavier
Perroud, vocero de Nestlé.[17] Los márgenes están
subiendo también en Unilever. “Las presiones sobre
los commodities han aumentado radicalmente, pero hemos logrado compensarlas
con medidas en materia de precios adoptadas oportunamente y con
los réditos permanentes que nos han dado nuestros programas
de ahorro”, dice Patrick Cescau, miembro del Directorio de
Unilever. “No sacrificaremos nuestros márgenes ni nuestra
participación en el mercado”.[|8] Las empresas de alimentos
no parecen estar sacando su tajada a costa de las grandes empresas
de venta al público. El rey de los supermercados del Reino
Unido, Tesco, dice que sus ganancias aumentaron un 12,3% con respecto
al año anterior, un récord alto. Otros almacenes importantes,
como Carrefour de Francia y Wal-Mart de los Estados Unidos, dicen
que las ventas de alimentos son el principal factor que contribuye
al incremento de sus ganancias.[19] La división mexicana
de Wal-Mart, Wal-Mex, que maneja un tercio del total de ventas de
alimentos en México, informó de un aumento del 11%
en sus ganancias para el primer trimestre de 2008, mientras la gente
hace manifestaciones callejeras porque no puede costearse más
las tortillas.[20]
Parece que casi todos los actores empresariales de la cadena mundial
de alimentos están ganando una fortuna con la crisis alimentaria.
A las compañías de semillas y agroquímicas
también les está yendo bien. Monsanto, la mayor firma
de semillas del mundo, declaró que las ganancias generales
aumentaron un 44% en 2007 con respecto al año anterior.[21]
DuPont, la compañía mundial de semillas número
dos, dijo que sus ganancias por la venta de semillas en 2007 aumentó
19% con relación a 2006, mientras que Syngenta, la empresa
número uno de plaguicidas y número tres de semillas,
obtuvo un 28% más de ganancias en el primer trimestre de
2008.[22]
Esos récords de ganancias no tienen nada que ver con algún
valor nuevo que estén produciendo esas empresas y tampoco
son ganancias inesperadas recibidas de algún brusco cambio
de la oferta y la demanda. Es un reflejo del poder extremo que esas
intermediarias han acumulado con la globalización del sistema
alimentario. Íntimamente vinculadas con la formulación
de las normas de comercio que rigen el sistema alimentario actual
y con un estrecho control de los mercados y de los sistemas financieros
cada vez más complejos a través de los cuales opera
el comercio mundial, esas empresas están en una posición
perfecta para convertir la escasez de alimentos en pingües
beneficios. La gente tiene que comer, cualquiera sea el costo.
La imperiosa necesidad de cambiar las políticas
El telón de fondo de esta situación perversa del
mercado alimenticio es el sistema financiero mundial, que en este
preciso momento se tambalea en su endeble eje. Lo que el año
pasado comenzó como una crisis localizada de préstamos
hipotecarios en los Estados Unidos, se ha manifestado ahora en una
situación en la que se ha tomado conciencia de que los emperadores
del sistema financiero mundial no tienen ropas. La economía
mundial vive en base a una deuda que nadie puede pagar. Mientras
los banqueros centrales y los ejecutivos de Lear Jet tratan de improvisar
parches para revertir la desconfianza, el mensaje subliminal es
que el sistema está en bancarrota y nadie en el poder quiere
tomar las riendas. Ni el FMI, ni el Banco Mundial, y del Grupo de
los 8 en junio no esperemos mucho más que el oropel de las
relaciones públicas. Es el mismo tema con los alimentos:
una elite ideológica ha obligado a nuestros países
a abrir drásticamente los mercados y dejar que rija el libre
mercado, para que unas pocas megaempresas, inversionistas y especuladores
puedan hacer mucho dinero. El neoliberalismo, acompañado
de la corrupción galopante que azota a nuestros países
y los sistemas comerciales, ha perdido todo viso de legitimidad
en tanto ha causado estragos en el centro mismo de nuestras necesidades
más básicas: la capacidad de alimentarnos. El ejemplo
más aberrante de cuán fuera de lugar están
esos ideólogos es que muchos están comenzando a reclamar
abiertamente mayor liberalización del comercio como solución
a la crisis alimentaria, y llegan incluso a proponer que se cambien
las normas de la OMC para impedir que los países impongan
restricciones a las exportaciones de alimentos.[23]
El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, intentó
convencer al mundo con su exhortación de establecer un “Nuevo
Acuerdo” para resolver la crisis alimentaria. Pero el sonsonete
de sus relaciones públicas, replicado entusiastamente por
otros organismos, representa tan solo más de lo mismo: más
liberalización del comercio, más tecnología
y más ayuda. La crisis alimentaria actual es el producto
directo de décadas del tipo de políticas que ahora
debemos erradicar. Si bien es necesario aplicar medidas inmediatas
para bajar los precios de los alimentos y hacer que los alimentos
lleguen a quienes los necesitan, también es imperioso dar
un giro radical en la política agrícola de manera
que los pequeños agricultores de todo el mundo tengan acceso
a la tierra y puedan vivir de lo que ella les da. Necesitamos políticas
que apoyen y protejan a los agricultores, pescadores y otros sectores
que producen alimentos para sus familias, para los mercados locales
y para la gente de las ciudades, en lugar de un mercado de commodities
internacional abstracto y un minúsculo clan de ejecutivos
de empresas. Y necesitamos fortalecer y promover el uso de tecnologías
basadas en el conocimiento y el control de quienes saben cómo
hacer crecer los alimentos: las comunidades locales. Dicho de otra
manera, necesitamos soberanía alimentaria, ya –del
tipo de la que definen y dirigen los propios pequeños agricultores
y pescadores.
En todo el mundo ha habido movimientos sociales que han estado
luchando durante décadas para promover ese cambio de estrategia;
pero en respuesta han sido desoídos y calificados de obsoletos
–cuando no a menudo reprimidos violentamente-- por quienes
detentan el poder. Si hay algún atisbo de esperanza en esta
crisis, es que esta situación pueda revertirse. En algunos
países los gobiernos ya están recurriendo a las organizaciones
campesinas para trabajar con ellas en la reformulación de
sus políticas agrícolas. Otros están comenzando
a cuestionar el argumento fundamental de impulsar una mayor libertad
de comercio. Los halcones neoliberales que están en la cima
de la pirámide de la política alimentaria mundial
han perdido la credibilidad que de alguna manera pudieron haber
tenido alguna vez. Es hora de que salgan del camino para que las
visiones de soberanía alimentaria y reforma agraria, que
surgen de las bases, puedan ocupar su lugar y sacarnos de este lío
infernal.
--------------------------------------------------------------------------------
Por más información:
- FAO (Organización de las Naciones Unidas para la agricultura
y la alimentación). Situación alimentaria mundial
- Financial Times. “The global food crisis”, mapa intercativo,
actualizado al 21 de abril de 2008
- Confédération Paysanne, " Les révoltes
de la faim dans les pays du Sud : l'aboutissement logique de choix
économiques et politiques désastreux", Comunicado
de prensa, 18 a abril de 2008
- “UNCTAD official blames food crisis on structural adjustment
programme”, This Day, Lagos, 23 de abril de 2008, en: http://allafrica.com/stories/200804230375.html
- Sobre soberanía alimentaria: http://www.viacampesina.org/
y http://www.nyeleni2007.org/
- Sobre agrocombustibles: número 53 de Biodiversidad, GRAIN,
julio de 2007, en:
http://www.grain.org/biodiversidad/?type=39
--------------------------------------------------------------------------------
1 Bloomberg, citado por la BBC, Londres, 14 de abril de 2008
2 “Action to meet Asian rice crisis”, BBC, Londres,
17 de abril de 2008
3 Para ver informes diarios: http://www.riceonline.com/ En la medida
que hay muchos exportadores asiáticos de arroz fuera de juego,
los países necesitados de Asia y África se están
volcando al mercado de EEUU, donde los precios están por
las nubes.
4 Brian Halweil, "Grain harvest sets record, but supplies
still tight", Worldwatch Institute, Washington, D.C. En: http://www.worldwatch.org/node/5539
5 Katarina Wahlberg, “Are we approaching a global food crisis?”,
World Economy & Development en Brief, Global Policy Forum, 3
de marzo de 2008
6 Entrevista a un experto en políticas alimentarias, Radio
Francia Internacional, París, 20 de abril de 2008
7 “ONU: inflación en alimentos básicos”,
BBC, Londres, 22 de abril de 2008
8 Sinclair Stewart y Paul Waldie, "U.S. food producers, speculators
square off", Globe and Mail, Toronto, 23 de abril de 2008
9 Ibid. “Why grocery prices are set to soar”, Globe
and Mail, Toronto, 24 de abril de 2008
10 Paul Waldie, “Why grocery prices are set to soar”,
op cit
11 Bill Quigley, “USA role in Haiti hunger riots”,
Znet, US, 23 de abril de 2008, en:
12 Banco Mundial, “Can the world market for rice be trusted”,
Box 1 on p. 52 de: “Philippines: Agriculture Public Expenditure
Review,” Technical Paper, Banco Mundial, Washington. D.C.,
2007: En: http://go.worldbank.org/TGRSK19300
13 Postasa y fosfatos son dos de los principales ingredientes de
los fertilizantes químicos.
14 David Ebner, “Saskatchewan: A lot more than wheat,”
Globe and Mail, Toronto, 11 de abril de 2008
15 John Partridge y Andy Hoffman, “China deal sends Potash
soaring,” Globe and Mail, Toronto, 17 de abril de 2008
16 “Cargill income up sharply in third quarter” World
Grain, Kansas, 14 de abril de 2008
17 “Tightening belts”, The Economist, Londres, 10 de
abril de 2008
18 Jonathan Sibun, “Unilever profits surge despite price
pressures”, The Telegraph, Londres, 3 de noviembre de 2007,
y, “Get set for more price hikes: Unilever chief”, Business
Standard, India, 16 de marzo de 2008.
19 Foo Yun Chee, “Major European retailers post higher profits
for 2007”, Reuters, 6 de marzo de 2008
20 Associated Press, “Wal-Mart de Mexico's 1Q profits rise
11 percent on higher sales, cost controls”, 8 de abril de
2008
21 Monsanto Company, Informe anual, 2007.
22 DuPont, Informe anual 2007, y “Syngenta anuncia cifra
negocio en progresión 28 por ciento primer trimestre”,
EFE, 22 de abril de 2008
23 Isabel Reynolds, “WTO should pressure food exporters –
Mandelson”, Reuters, 23 de abril de 2008
|
|